Una mujer en el país de la razón

Millán Gómez

Se deshojó la margarita. Ségolène Royal confirmó los pronósticos y el pasado viernes fue proclamada con más del 60 % de los votos como la nueva y flamante candidata socialista francesa al Elíseo. Las elecciones a la presidencia de la República Francesa se celebrarán en la primavera de 2007 y se aventuran como las más apasionantes de los últimos tiempos. Royal pasará a la historia del país vecino por ser la primera mujer que puede acceder a la presidencia de la República de Francia. Gracias a su rotundo e inapelable triunfo se han roto prejuicios de carácter político y social y ya posee la credibilidad suficiente como para renovar el socialismo francés y, sobre todo, colocarse en una inmejorable situación ante la sabia opinión pública francesa como una presidenciable capaz de regir los destinos franceses en los próximos años. La meta no será fácil pero Royal puede aprovechar el viento a favor de una sociedad que pide a gritos un golpe de timón.

La nueva líder de la izquierda francesa supone un soplo de aire fresco en la política francesa y confirma los avances de la mujer en la sociedad contemporánea. Que cada vez haya más mujeres en la política internacional, que cada vez haya más diputadas y altos cargos institucionales liderados por mujeres resume los progresos de la democracia internacional en este sentido. De todos modos, aún hay mucha tela que cortar para alcanzar la soñada meta de plena igualdad entre hombres y mujeres y más en un país como Francia donde el sexo masculino ha monopolizado a lo largo de la historia la política nacional.

La elección de Ségolène Royal como líder del socialismo francés es, sin ningún género de dudas, una de las grandes noticias de política internacional a lo largo del presente año 2006. Esta victoria de Royal supone un cambio de rumbo en el socialismo francés. La izquierda socialista francesa, tan fragmentada en los últimos tiempos, deberá unir fuerzas en torno a esta mujer de 53 años para derrotar al candidato de la derecha, Nicolas Sarkozy. Por algo se ha ganado el sobrenombre de “Zapatera� o la “Madona de los sondeos�. Royal guarda evidentes similitudes en su carrera política con el presidente del gobierno español, el también socialista José Luis Rodríguez Zapatero.

Royal ha vencido en apenas un año a los llamados “elefantes� del socialismo francés, como los antiguos primeros ministros Lionel Jospin y Lauren Fabius, así como el socialdemócrata Dominique Strauss-Kahn. Fabius, por cierto, demostró su machismo al ironizar sobre quién se ocuparía de los niños si Royal se convierte el próximo año en la nueva presidenta de la República francesa. Laurent Fabius, miembro del ala más a la izquierda y dogmática del Partidos Socialista Francés, demostró con esta salida de tono una actitud muy poco progresista y de izquierdas.

Royal representa la centralidad política dentro del socialismo francés al liberarse de los principios más izquierdistas, por un lado, y socialdemócratas, por otro, y defender los postulados socialistas adaptados y contextualizados a las preocupaciones diarias de los franceses. Porque la política es resolver los problemas diarios de los ciudadanos de a pie.

El tiempo dirá si Royal es capaz de cohesionar el debilitado socialismo francés. La unidad dentro de la izquierda francesa debe ser uno de los objetivos imprescindibles de la nueva cabeza visible del socialismo en Francia. Su liderazgo dentro del partido dependerá en gran medida de la capacidad que demuestre en integrar y conjugar las diferentes sensibilidades que conviven en el PS.

Frente al excesivo dogmatismo de cierto sector del socialismo francés, Royal pronuncia un discurso heterodoxo, posibilista, pragmático, feminista y, por encima de todo, preocupado por los problemas cotidianos de la ciudadanía francesa. Royal defiende los valores de la izquierda pero echando un guiño al electorado más centrista. La candidata socialista sabe que el electorado centrista será, como en toda cita electoral, el que desnivele la balanza hacia la izquierda o hacia la derecha francesa. O lo que es lo mismo, entre la propia Ségolène Royal y Nicolas Sarkozy.

En su primer discurso como presidenciable, Royal preguntó a los franceses, en un tono que recordó al demócrata estadounidense Kennedy, qué pueden hacer por su propio país y defendió importantes cambios para Francia respetando siempre los valores intangibles de la libertad, la igualdad y la fraternidad.

Hace apenas un año, la derecha francesa respiraba tranquilamente con la confianza de sentirse apoyada por los estudios sociológicos de intención de voto. En apenas una docena de meses, la situación sociopolítica ha dado un giro inesperado en el país vecino. Ahora nadie se atreve a apostar sobre seguro por el conservador Sarkozy. Una socialista de 53 años, nacida en Dakar (Senegal), madre de cuatro hijas y antigua ministra de Medio Ambiente en el gobierno de Pierre Bérégovoy (1992-1993) y de la Familia y de la Infancia (2000-2002) en el gobierno de Lionel Jospin tiene la culpa.

Durante su época de ministra aumentó su popularidad al aplicar medidas para erradicar las novatadas en las escuelas, el acceso de la píldora del día siguiente por parte de las adolescentes o la instauración del permiso de paternidad. Royal ha demostrado una gran capacidad para que los ciudadanos franceses se identifiquen con ella al responder a preocupaciones sociales y no perderse en debates estériles y faltos de contenido. La incógnita es saber si los logros y virtudes de Royal le servirán para alcanzar el Elíseo francés. Sarkozy será un duro rival. La respuesta no se resolverá hasta la próxima primavera. Permaneceremos atentos.

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