Aitor Riveiro
El Tribunal Supremo decide hoy el futuro de José Ignacio De Juana Chaos. Pero no sólo eso. El Pleno de la Sala Segunda del alto tribunal debe estudiar el recurso que presentó el terrorista contra la sentencia que le condenaba a 12 años y siete meses de cárcel por unas más que dudosas amenazas en dos artÃculos publicados en Gara. Las posibilidades son tres: corroborar la sentencia, por lo que el etarra volverÃa a prisión; reducir su pena, por lo que podrÃa quedar libre (De Juana lleva dos años en prisión preventiva); o decretar su libertad. Sea cual sea la decisión, las consecuencias polÃticas que se deriven de ella marcarán la agenda de las próximas semanas y meses. Y sea cual sea la decisión, ya sabemos cuál va a ser la reacción de la oposición del Partido Popular. Mariano Rajoy lo dejó claro en el Congreso de los Diputados: “Si usted no cumple sus compromisos, le pondrán bombas; y si no se las ponen, es que ha cedidoâ€?.
La situación de De Juana no es comparable a la de ningún otro preso de ETA. El terrorista va camino de los 100 dÃas de huelga de hambre y se ha convertido en un referente de los asesinos. Su ingreso en prisión conllevarÃa, sin ninguna duda, una respuesta por parte de la organización terrorista, bien con un recrudecimiento de la ‘kaleborroka’, bien con un gran atentado. Además, De Juana, que seguirÃa con su huelga de hambre, pasarÃa a depender de Instituciones Penitenciarias por lo que su posible muerte serÃa responsabilidad del Gobierno. Carnaza para el PP.
Por otro lado, si el Supremo decide reducirle la condena De Juana podrÃa acabar saliendo en libertad al haber cumplido casi dos años de prisión provisional. Incluso si la reducción no es tan grande (de 12 a dos años), su delicado estado de salud podrÃa llevar a Instituciones Penitenciarias a excarcelarle por razones humanitarias. Y ya tenemos la cesión al chantaje, los pactos secretos y la negociación encubierta tan cacareada por la ultraderecha mediática. Y no quiero ni pensar en qué ocurrirÃa si el alto tribunal decide revocar la sentencia.
La sensación que podrÃa tener alguien que no esté al tanto de la actualidad de España (e incluso de aquellos que lo están, la propaganda es asÃ) es de que en este paÃs nunca antes habÃa salido un terrorista a la calle. Tal es el relevo polÃtico y mediático que ha generado el ‘affaire’ De Juana. Sin embargo, tal cosa es completamente falsa. No voy a hacer el ejercicio de ‘ytumásismo’ tan de moda últimamente, pero todos podrÃamos poner un par de ejemplos sangrantes de etarras excarcelados que luego volvieron a asesinar.
El Tribunal Supremo, decÃa, decide hoy algo más: el futuro del proceso de paz. Pese al atentado de Barajas y a las declaraciones más o menos acertadas del Gobierno parece claro que el proceso no se ha roto del todo. La propuesta que Batasuna lanzó la semana pasada a través de Arnaldo Otegi es la señal inequÃvoca de que se sigue trabajando en un final dialogado de la violencia. Pese a que el anuncio ‘abertzale’ pasó a un segundo plano tras la muerte de Érika Ortiz (algo que deberá ser estudiado en las facultades de periodismo como ejemplo de los males que achacan nuestros medios de comunicación), lo cierto es que supone uno de los acontecimientos más importantes desde el desarme de ETA-pm.
El órdago de Otegi, que no tiene precisamente la posición de fuerza que tenÃa hasta hace un par de meses en la izquierda ‘abertzale’, podrÃa quedar en nada si el caso De Juana acaba mal. Y por mal no entiendo que el etarra ingrese en prisión o salga en libertad, sino el revuelo que cualquiera de las opciones que tenemos va a generar.
Asà que, en resumen, tenemos una sentencia cogida por los pelos que debe ser ratificada por un tribunal polarizado y mediatizado. Un preso en huelga de hambre que ha sido portada del ‘The times’ y que va camino de convertirse en el primer mártir de los terroristas. Un Partido Popular desbocado que ve las elecciones de mayo como el gran maná que le hará recuperar el Gobierno de España. Una Batasuna desesperada por recuperar su papel polÃtico, pero dispuesta a dar vÃa libre a sus cachorros en las calles del PaÃs Vasco y de Navarra. Un universo mediático más partidista y sectario que nunca… Y una sociedad cansada, hastiada e incrédula.