Prescribiendo sangrías

José D. Roselló

Asistimos estos días a un triste episodio más de la impotencia Europea para actuar coordinadamente ante esta ya larga crisis. En este caso el embate procede de ese ente denominado “mercados financieros”, que están sometiendo a un severo castigo, uno por uno, a todos los sospechosos habituales. Primero empezó Grecia, luego Irlanda, luego Portugal y ahora, soportando unas temperaturas mucho más elevadas de las que aún esta época del año hacía prever, España e Italia se asan a fuego lento.

Desde que el hundimiento del mercado subprime americano avisase, y de que las intervenciones masivas en los sistemas financieros mundiales confirmasen que el modelo de desregulación a machamartillo había explotado, vienen cometiéndose a escala mundial un error de política económica tras otro sin que nadie parezca dispuesto a asumir la evidencia de que el enfoque, a la luz de cada dato que surge, se demuestra más y más inadecuado.

Da la impresión de que las sucesivas salidas de la recesión -crecimientos negativos del PIB- producidas desde el otoño de 2009, hubieran sido interpretadas de facto como el fin del periodo especial de colaboración y revisión generalizada del sistema económico internacional que aún de manera insuficiente, rigió desde finales de 2008. A partir de ese momento volvió el espíritu de “volvamos a los negocios usuales” en plan demonización de los déficit, inflación, intervención, coordinación etc. Como si nada hubiese pasado y todo hubiera vuelto a la normalidad.

El hecho es que, aún fuera de los titulares económicos, pero no de los datos, puede verse lo real que es aún la crisis de la economía productiva.

El primero nos habla de cuán lejos estamos de retomar los niveles de PIB previos a la crisis. Tomando como base el crecimiento económico experimentado en los años de 2008 a 2011 (siendo este último la previsión oficial de la Comisión Europea), el saldo es aún muy negativo. De cumplirse estas previsiones, a finales de año la Zona Euro solo habrá compensado la mitad del decrecimiento acarreado por esta crisis. Es decir, es como si estuviésemos trepando por la pared del pozo, siendo la salida del pozo llegar al nivel de finales de 2007, y aún estuviésemos en la mitad del trayecto. Los palmoteos y los gorjeos de satisfacción por el crecimiento alemán (que bienvenido sea), quedan bastante aminorados cuando se observa el total, del que, por cierto, Alemania forma parte como recordará más temprano que tarde. 

El segundo dato nos habla de la variable con rostro más humano de todas las que se puede usar en macroeconomía, el paro. Tomando como base, de nuevo, el dato con el que se cerraba el año 2007, el paro en  la Unión Europea es hoy superior en 7 millones de personas. En la Zona Euro, lo es en 5 millones. Esto supone un incremento de más del 40% en el número de parados. Traducido a tasa de desempleo (la medida más estandarizada para comparar entre países) supone que si a finales de 2007, 7 de cada 10 europeos en edad de trabajar estaba en paro, hoy son 10. -Este número es válido para la Zona Euro o la Unión Europea indistintamente-.

La situación, por usar un término medio, es todavía de enfermedad real. Por mucho que el empeoramiento cesase en su momento, la patología aún está presente y no se ha llegado ni al periodo de convalecencia.

Las causas de por qué se toman las decisiones que se toman por parte de los agentes que las toman exigen varios cursos, tanto de economía como de sociología y puede que hasta de psicología. Sin ánimo de sentar cátedra, parece sensato suponer que un resumen de dichas causas incluiría argumentos económicos legítimos y errores -humanos- de interpretación o previsión, pero también una absoluta pereza intelectual y una rigidez mortífera a la hora de asumir planteamientos distintos a los usados desde hace 30 años. Podrían añadirse una gota o dos, siempre con prudencia, de intervención de aquellos a los que estas decisiones beneficien.

Independientemente de las causas, la materialización está a la vista de todos.

Cualquier iniciativa de calado de colaboración a nivel mundial (las tan de moda en su tiempo reuniones del G20), asfixiadas con la almohada; adiós al Bretton Woods del siglo XXI.

Las agencias de Rating, que de tratarse de un cargo político deberían haber dimitido en pleno, y de tener que responder por los perjuicios causados, deberían haber perdido hasta el último céntimo de su patrimonio y la última grapadora de su activo, no sólo siguen incólumes sin que se haya tocado ni una coma de sus atribuciones, sino que están en plan crecido. La pasada semana se permitían decir que considerarán cualquier medida de re-estructuración de la deuda Griega como un impago y, de postre, reducir  la deuda Portuguesa a la categoría de bono basura, después de que Portugal fuese forzado a aceptar un plan de ajuste fiscal enorme. Hay cosas que son muy difíciles de explicar para una lógica humana estándar. A veces, no siempre, coinciden con las que son timos manifiestos.

Mientras tanto, el BCE no solo subió los tipos de interés de forma francamente discutible, sino que además presume de Director con pedigrí  “duro”. Quizás fuese más tranquilizador haber oído “comprometido con la idea de Europa”, por ejemplo.

A la par, mientras que el último Director General del FMI, aireó un informe en el que mostraba importantes defectos de funcionamiento en dicho organismo para no hacer otra cosa distinta a seguir las corrientes más imperantes, los soles que más calienten y los rebaños que más balen. Lo primero que ha hecho la flamante nueva Directora General del FMI, Madame Lagarde, es decir que “no le temblará la mano” con Europa. -Merçi-

El hecho es que un rescate de España e Italia es directamente inasumible, una ruptura de la Zona Euro dañina en extremo, una estrangulación fiscal provoca periodos largos de recesión y el desmantelamiento de los estados del bienestar induce desigualdades sociales inaceptables y altamente peligrosas. Escenario que puede evitarse tomando decisiones que lo hagan, pero no mirando a otro lado.

Si no se ponen coto a dinámicas ilógicas y perjudiciales, seguiremos como los médicos medievales, sangrando al enfermo, eso si todo envuelto en mucho latinajo y mucho galeno. Quizás sea necesario que nuevas doctrinas, aunque sean heréticas, empiecen a tomarse en cuenta a la hora de actuar, antes de que el paciente se nos muera, que de momento, parece que empieza a enfadarse bastante.

7 comentarios en “Prescribiendo sangrías

  1. Muchas gracias, José.

    El PP impugnará los gobiernos de Bildu si, como es previsible, llega a La Moncloa.

  2. Terrible, pero certero artículo de Roselló. Agradezco que incida en el asunto más grave que tenemos que afrontar como ciudadanos europeos. En efecto, cuando en un país hay una región en declive económico, el ejecutivo designa un plan de ayuda y posteriormente el congreso lo corrige y aprueba. Pero las demás regiones de ese país no ponen el grito en el cielo, no señalan que no están dispuestas a que un sólo centimo de sus contribuyentes se vierta en ayudar a la región en declive. Hay un honor nacional que supera en el diálogo político al egoismo regional. Este último busca argumentos casuísticos, pero nunca se manifista como egoísmo puro y duro.

    Lo que se ha aprendido al hacer la zona euro es que no se puede tener una moneda común sin antes haber forjado un sentimiento de nación común. Holanda, Finlandia, Austria y Alemania no quieren avalar la deuda de otros paises de la zona euro. Sus gobernantes tiemblan de oponerse a la mayoría de sus ciudadanos que dejarían de votarles. Encima, como dice Roselló; «el BCE no solo subió los tipos de interés de forma francamente discutible, sino que además presume de Director con pedigrí “duro”. Quizás fuese más tranquilizador haber oído “comprometido con la idea de Europa”, por ejemplo.» El BCE está en contra de que los bancos europeos perdonen deuda a Grecia. Las agencias de Rating, todas ellas en N.Y., amenazan a con rebajar más la calificación si eso se lleva a cabo. El aval de los paises prosperos de la zona euro sería suficiente para quitarles ese poder a estas agencias, que solo ven las cosas desde los intereses de Wall Street, como ya ocurrió en el pasado con las nefastas consecuencias para todos. Pues el BCE será la primera víctima de su chulería si los políticos europeos no le imponen una visión europea.

    Esperemos que la reunión cumbre de la eurozona del proximo viernes sirva para que los dirigentes manifiesten su compromiso con la idea de Europa y funden un Fondo comun europeo al que todos los paises tengan que avalar y aportar su parte sin tiquis miquis para financiar a los paises de la zona en dificultades. De lo contrario, la zona euro desaparecerá en escasos meses. Este temor es lo único que puede convencer a sus dirigentes de que no siempre se puede gobernar satisfaciendo el egoismo de sus votantes.

  3. Gran artículo, sí señor. Se complemente bastante bien con el excelente artículo de Gordon Brown en El País hoy.

    Los economistas deberían hacerselo mirar. Desde luego que hay muchos economistas inteligentes, creativos y sensatos, pero la masa o el economista medio, como se prefiera, están haciendo un papelón. Llevan un par de años reclamando ajustes fiscales, que están hundiendo las economías, y achacan la debilidad de estas a que el ajuste no fue lo suficientemente intenso. Eso es trampa. Cuando el medicamento no funciona, se echa la culpa a la dosis, que no fue suficiente. ¿No va siendo hora de cambiar el medicamento? Los Krugman, Stiglitz y compañía llevan tiempo demandándolo, pero lo que Krugman llama Very Serious People no hacen ni caso.

    Por un lado está el asunto del euro. A estas alturas, todo el mundo entiende que hay un problema grave de diseño institucional. Lo ha analizado muy bien Paul de Grauwe, que ya en 1998 anticipó con increíble exactitud lo que iba a acabar ocurriendo. La solución pasa por crear bonos europeos que acaben con los incentivos de los inversores para apostar a la baja con la deuda pública de los países del euro. Hay países fuera del área euro con situaciones mucho peores en cuanto a deuda y déficit que Portugal, España o Italia y sin embargo no están sufriendo ataques a su deuda.

    Por otro lado está el asunto de los ajustes. Aquí economistas y gobernantes se ponen muy solemnes, diciendo que la reducción brutal del déficit es condición necesaria para que la economía vuelva a crecer, siendo la «confianza» el mecanismo mágico que hará recuperarse a la economía una vez saneadas las cuentas públicas. Esta tesis no tiene lógica ni se ve corrobarada por los hechos, pero aquí siguen todos los poderosos agarrados a ella.

    ¿Y qué decir de nuestro Gobierno? Aprobó unos recortes tremendos, se embarcó en reformas de las pensiones, del mercado de trabajo, de la negociación colectiva, y no ha servido para nada. La economía sigue comatosa y la prima de riesgo está bastante más alta que antes del giro de mayo de 2010. La prima de riesgo fue la coartada para que se hicieran las cosas deprisa y corriendo, siempre en la misma dirección.

    Menos mal que podemos olvidarnos de la desgracia que estamos viviendo con Tele 5: con Aida Nizar y Nacho Polo todo es más llevadero.

  4. Nuetra política interna debería conseguir reducir nuestro paro, reducir nuestros déficits de estado y autonómicos, nuestros déficit de haciendas locales, etc. etc. Pero no lo hace y no es la Merkel la culpable de ello. Ayudaría bastante una poquita de mayor eficacia en la gestión …… si no es mucho pedir.
    Mientras, otra opinión más sobre el lío del Sr. Riesgo y su prima.
    http://www.abcdesevilla.es/20110713/opinion-colaboraciones/abcp-europa-causa-excusa-20110713.html

  5. …. qué morro……. ese es el mantra: «la mala gestión», y luego los ignorantes se lo creen….. 🙂

  6. Muchas gracias por los comentarios.

    En mi opinión, y en la de más gente, que originales originales hay pocos, el «Asunto Europa» viene de largo. Desde que se cerró con exito la unión monetaria, el espíritu de construcción europea empezó a decaer poco a poco. La ampliación a 25 terminó de rematar la faena, y la idea de que Europa nos servía a todos empezó a sustituirse por la de que Europa esta bien solo si me beneficia a corto plazo.

    El presupuesto de finales de 2003 se cerró fijando topes máximos de saldo o de contribución (disculpen que la memoria no sea precisa), y tambien fijando cautelas temporales a la libre circulación de personas. Eso simboliza en mi opinión el cambio de aires.

    Desde ahí son cada vez mas frecuentes los empantanamientos en la toma de decisiones y el que nadie este dispuesto a ceder cuotas de poder nacionales, a veces misérrimas. Nada relevante puede integrarse desde la desconfianza continua y el festejo de «hemos arañado aqui» «no hemos cedido alla»»bloquearemos acullá».

    En términos del sentir ciudadano es muy complicado hacer un diagnostico certero, pero si da la impresión de que una ola de euroescepticismo hubiese recorrido la Unión. Puede deberse a lo lejano que se perciben las instituciones europeas, o que estas siempre parezcan estar dictaminando en una sola dirección que se percibe en contra de ideas muy asociadas al bienestar de la gente corriente. Todo es en pro de la integracion de mercados (que está muy requetebien) pero nada se nota en torno a intentar homogeneizar o acercar los niveles de bienestar, mas alla de los Fondos de cohesión.

    A pesar de que el signo de los tiempos recientes sea que las ideas no cuentan y que cada vez todas se acercan mas a un hipotético centro, el caso es que parece que solo la gestión es insuficiente. Primero porque la gestión debe perseguir un fin a largo plazo, un rumbo, un gran objetivo, porque hay muchas decisiones en materia de gestión perfectamente defendibles que sirven a fines a veces contradictorios (reducir el défict publico es bueno, fomentar el crecimiento económico es bueno también, no tener una regulación que asfixie es bueno, pero tener una que proteja de los riesgos también..y asi sucesivamente). Segundo, ese gran objetivo a largo debe ser ilusionante y compartido, no es lo mismo decir «queremos un futuro mejor para todos con unas garantías mínimas que alcancen al total de los ciudadanos » que «queremos una integracion económica basada en libertad de movimientos ciudadanos, libertad de movimientos de capital etc». Es mas facil sacrificarse por algo en lo que se cree que por algo que no se entiende muy bien.

    No puedo negar cierto pesimismo al respecto.

    En cuanto al comentario de Cicuta sobre «los economistas», comparto con él el cierto alejamiento de la realidad y el cierto ensimismamiento que se nota en ocasiones en el discurso. A veces parece que se hace economía para gustar a otro economistas, o a la corriente que mas poder tiene. Da la impresión de que, como en la Iglesia, para estar en Roma, donde se cuece el asunto, no conviene piar demasiado alto o se acaba de Teologo de la Liberación en las selvas de Brasil. Hay momentos, como los presentes, donde con los cánones en la mano se está dando pábulo a realidades injustas, abusivas y contraproducentes, en los que parece necesario un soplo de aire fresco o un buen golpe de viento, ya puestos.

    Saludos

  7. Felicidades por el artículo.

    4
    Por una vez, está equilibrado Ignacio Camacho. Aunque no parece que Fernando, que nos trae el link, comparta del todo su análisis.

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