Juanjo Cáceres
El pasado 11 de noviembre conmemorábamos el 104 aniversario de la finalización, en 1918, de la Primera Guerra Mundial, esa todavía gran desconocida, que desde el centenario de su inicio y de su finalización ha ido haciéndose un hueco cada vez mayor entre nosotros, hasta rivalizar en los últimos tiempos con la Segunda Guerra Mundial como principal foco de interés histórico de la primera mitad del siglo XX.
Signo de ello han sido, por ejemplo, dos aportaciones muy recientes al catálogo de Netflix. La primera y más importante, el nuevo remake de la película Sin novedad en el frente. Lo interesante de esta obra, que tiene su origen en una novela de Erich Maria Remarque, es que su primera versión cinematográfica es de 1930, es decir, de casi una década antes de iniciarse la Segunda Guerra Mundial. De ahí que su planteamiento, de marcado tono antibelicista, 27 años antes que Stanley Kubrick dedicase a esta misma guerra, con un espíritu similar, su trabajo Senderos de gloria, supusiera un verdadero hito. A este antecedente le seguiría mucho después un segundo film, en este caso de 1979, con un planteamiento similar y una calidad menos remarcable y finalmente, en 2022, el tercero que, sacando partido de las tecnologías actuales, nos transporta al conflicto con una intensidad y crudeza como nunca antes la habíamos visto. Lo hace, además, consciente de todo el conocimiento que hoy tenemos sobre los detalles de ese conflicto y sin renunciar a una lectura propia que se aleja de la trama original, para plantear un relato renovado, donde todo cambia para que nada siga igual, con la única excepción de su espíritu. Muy recomendable, la verdad.
La segunda aportación, que probablemente vea mucha más gente, corresponde al sexto episodio de la quinta temporada de The Crown, donde se vuelve a poner sobre la mesa el asesinato de la familiar Romanov, es decir, la masacre del zar y su familia a cargo de las hordas bolcheviques, también en 1918. Poco se puede comentar de dicho episodio sin desvelar elementos esenciales de la trama del mismo, pero sí que cabe señalar que se centra en la decisión controvertida de los soberanos británicos de no facilitar la salida del país a la familia Romanov, tras la revolución de Febrero de 1917 y, sobre todo, de la Revolución de Octubre del mismo año. De hecho en Netflix hay una serie especialmente dedicada al destino de dicha familia, Los últimos zares, que no es otra cosa que un docudrama sobre el reinado del último zar, Nicolás II. Estos dos trabajos tienen claramente entre sus objetivos exhibir la brutalidad de la revolución rusa, como por ejemplo también hace otra serie rusa de la misma plataforma, Trotsky, la cual, hoy en día, parece presentar para cualquiera que intente verla algún problema de acceso, atribuible seguramente a su origen geográfico.
Pero, en el caso de The Crown, reitero, la principal controversia se relaciona con la decisión de la dinastía Windsor de no facilitar la huida del zar. Poco se habla, en general, de lo decisivo que en la evolución del conflicto fue la primavera de 1917, por dos factores determinantes: la revolución de Febrero en Rusia y la entrada de Estados Unidos en la guerra. La primera desembocó rápidamente en la abdicación del zar, que había mantenido a su país comprometido con el esfuerzo bélico, pese al elevado coste en vidas humanas y escasez en las ciudades, y propició la fragmentación del consenso a favor de la guerra. El retorno de Lenin a Rusia, gentileza de Alemania y su tren blindado, el recrudecimiento de los efectos de la guerra y la inestabilidad política acabarían decantando la balanza hacia la oposición a la guerra, lo que facilitaría la caída del gobierno provisional que le dio continuidad y el ascenso al poder de los bolcheviques en otoño. El desencadenamiento de la revolución de Octubre facilitó además a los alemanes alcanzar un alto el fuego en el Frente Oriental y, ya en la primavera de 1918, imponer tratados de paz tanto a Rusia como a Rumanía. Todo ello aprovechando ese periodo en que Estados Unidos entraba todavía lentamente en el conflicto, lo que condujo a Alemania a intentar aprovechar el escenario favorable en el este para hacer una última apuesta por la victoria en el oeste y rehuir cualquier solución pacífica.
El Tratado de Brest-Livotsk, firmado entre Alemania y Rusia, más que un freno a las operaciones militares orientales, supuso un impulso al despliegue alemán por un viejo territorio zarista que los bolcheviques no controlaban y en el que, en aquel momento, no tenían ejército que posicionar. Estonia, Livonia, Georgia, Finlandia o el vasto territorio ucraniano, sirvieron a los alemanes para el despliegue de una red de dominios satélites situados más allá de las fronteras del tratado. También los aliados intervinieron militarmente en territorio ruso, especialmente presionando a Japón para que atacase Rusia y ocupando posiciones en el mismo a medida que Rusia se adentraba en la Guerra Civil. Ello coincidió a su vez con la sublevación de la Legión Checa y la destrucción causada por esta de la autoridad bolchevique a lo largo de la línea del transiberiano. Y es, precisamente, en ese contexto de gran inestabilidad en el que el gobierno bolchevique acuerda masacrar a la familia Romanov, una acción que se lleva a cabo finalmente la noche del 17 de julio de 1918, en un momento de fuerte presión bélica de la Legión Checa sobre la ciudad de Ekaterimburgo, donde habían sido instalados bajo fuertes medidas de vigilancia.
Ciertamente a estas alturas poco hubiera podido hacer ya la dinastía inglesa o cualquier otro por liberar a los Romanov. El episodio de The Crown es relativamente simplista en este sentido, ya que nos priva de una mirada en profundidad de todo lo que sucedía en aquel momento en Rusia, que no es solo una revolución, sino también una guerra civil que es en buena medida una secuela de la Gran Guerra que en aquel momento enfrentaba a alemanes e ingleses. Pero lo cierto es que si algo tiene ese periodo es la complejidad de los mapas del conflicto y la enorme diversidad de factores de orden político que subyacen sobre cada paso que se daría en una guerra que cambiará para siempre el futuro de Europa y de sus regímenes. Fue de hecho una enorme diversidad factores de orden bélico y económico la que acabó garantizando la ventaja aliada, más allá de la llegada masiva de soldados norteamericanos al continente desde la primavera de 1918, en volúmenes superiores a doscientos mil mensuales.
Dicho lo cual, en un momento en que los mapas bélicos de hace un siglo vuelven a estar en combate, se agradece en cualquier caso el esfuerzo, más o menos afortunado, de reflexionar sobre lo acontecido allí más de cien años atrás.
Buenos días Juanjo Cáceres ,caballeros callejeros,cabelleras al viento sin coletas y a lo loco y cazadores de bulos varios:
Gracias por el artículo .
No tengo que añadir nada al respecto,pero no me resisto a dejar de dar mi opinión sobre «El cara a cara» ,en el Senado, entre el presidente del Gobierno Sánchez y «el lider de los populares» el senador Feijóo.
Supongo que muchos de ustedes habrán podido ver por si mismos el debate de control al Gobierno,por eso sólo les voy a dar mi conclusión al respecto con una moraleja:
-«Al que hace hago se le puede perdonar que lo pregone; el que nada hace, debe callar.»-
Y ahora una pregunta a «los fósforos» de La COPE de Herrera
¿Esta capacitado Feijóo para ser implacable o sería mejor que le cediera el puesto a Ayuso que demuestra día a día que es la única que puede enfrentarse,con demostrada solvencia, al Gobierno de Sánchez?.
Enciendan sus fósforos.
¡¡Más madera,esto es la guerra!!
…JAJAJA…que nervios.
Muy instructivo artículo, especialmente en España donde desconocemos casi todo de la Gran Guerra.
Y del Parlamento destaco el ataque despreciable a Irene Montero en el Congreso. Qué gente
Pobres «peperos»,pobres «voxistas»,pobres «cuidadaistas».
Una vez más El Gobierno de Pedro Sánchez,se saldrá con la suya.
Unos presupuestos generales del Estado ,aprobados en tiempo y forma.
Y van….
Claro está que Los de La COPE y Libertades Digitales y tal y tal ,dirán que Sánchez ha vendido su alma al Diablo y no que está ungido por la Gracia de Dios.
Pero bueno,a uno que no cree en Dios ,ni en el Diablo ni en la suerte ni el destino.
A mi lo que diga la carcundia mediática y política me la replamplinfla .
Me gusta el olor a peperos cabreados,por las mañanas .
…JAJAJA…que nervios.