Ampliando el foco

Senyor_J

Superado el drama inicial, la puesta en escena de la coalición Unid@s Podemos ha instalado en la opinión pública española una sensación de syrización, en la que un bloque se empieza a alzar cada vez más poderoso frente al PP, mientras que PSOE y Ciudadanos ganan enteros como candidatos a quedar descolgados de los dos primeros partidos. Persiste, en efecto, la duda de si habrá o no un escenario parecido al del 20D, a pesar de la nueva coalición, pero las probabilidades empiezan a apuntar con fuerza a un posible cambio en la clasificación final y en el volumen de escaños de cada partido. Todo ello sin que haya comenzado todavía la campaña, momento en el que algunos partidos de cambio se suelen venir muy arriba.

A toda esta perspectiva se asiste con no poca perplejidad entre aquellos que inicialmente creyeron que la apuesta estratégica de Pedro Sánchez por Ciudadanos era el camino y que siguen pensando que consistía en un verdadero proyecto de cambio para España. Que apostar por ello fue un error está cada vez más claro, pero el significado de fondo de ese acuerdo todavía se tiene que desentrañar. Aceptando que en España tenemos un serio problema al estar gobernados por un partido podrido por la corrupción y la financiación ilegal, a menudo se olvida que determinados tipos de soluciones no parece que vayan a traer grandes respuestas a los problemas de fondo que afronta el país. Y para ello hay que pensar también en Europa.

La crisis ya ha propiciado la salida de gobiernos de derechas de países tan destacados como Francia, Grecia, Italia y Portugal, pero la trayectoria de buena parte de los mismo no está siendo precisamente memorable y su influencia sobre la política europea es claramente nula. Los duros años del austericidio no solo se han saldado con la implantación de medidas con un fuerte sesgo neoliberal, sino que están culminando con la preparación de un tratado de libre comercio con Estados Unidos que promete mucho en materia de nuevos estragos. Mientras Pedro Sánchez hace gobiernos en la sombra, su colega Hollande tiene calles y plazas en plena movilización por unas propuestas de reforma fiscal y laboral con las que un partido como Ciudadanos se podría sentir muy cómodo.   

Y es que Pedro Sánchez sigue tendiendo la mano al color naranja en el país que creó el 15M y que ahora se identifica con la indignación de la Nuit Debout. Cuando en España ya han tomado cuerpo las formaciones políticas herederas del movimiento de los indignados bajo la forma arriba indicada, el PSOE se atrinchera en las fangosas ciénagas en que lleva la socialdemocracia desde que se inventó la Tercera Vía. En un momento en que el papel de la socialdemocracia actual no resiste comparación alguna con el desempeñado en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial y en que tanto la ciudadanía como sus miembros más lúcidos reclaman una reacción, en España lo único que se le ocurre es enredar con Ciudadanos, menospreciar a los partidos nacionalistas y alejar a los partidos del cambio de un posible acuerdo de gobierno.

Por mucho que invente gobiernos en la sombra y tire pelotas fuera, el «Hollande español» lo tiene complicado para no salir tan trasquilado como su homónimo francés. Como el apóstol del mismo nombre, Sánchez ha renegado tres veces de Pablo Iglesias: en la propuesta inicial de gobierno compartido, en la segunda propuesta sin Pablo como vicepresidente y en la posibilidad de presentar listas conjuntas al Senado para intentar arrebatarle la mayoría absoluta al PP y conseguir así una cámara capaz de validar las reformas constitucionales que el país necesita como agua de mayo.

Ni siquiera la hostilidad del argumentario socialista contra Podemos impide comprobar cómo es de amarga la verdad. Si se hace una lectura política de los ofrecimientos de Podemos hasta la fecha de hoy, lo que encontramos es una vía de acuerdo para pasar de la resignación al inconformismo y para afrontar sin líneas rojas todos los grandes temas que afectan al país, entre los que sin duda se encuentra también la cuestión territorial. Si se hace una reflexión económica, el problema de España no se reduce a dar marcha atrás a algunas de los recortes implantados por Rajoy, sino que pasa por examinar la forma de escapar de ese cinturón de castidad impuesto por Europa, buscando aliados para escapar de los horizontes impuestos por las fuerzas conservadoras. Obviamente en ninguno de estos dos propósitos cabe contar con Ciudadanos.

Seis meses de interinidad han reducido la descripción de la política española a un retrato doméstico donde parece que los acuerdos no se alcanzan porque la gente tiene mal carácter, pero existe una escasísima disposición a hablar de los problemas de fondo que mantienen alejadas a algunas fuerzas políticas, y del significado profundo de algunas apuestas estratégicas lanzadas por algunos para simular una tentación de investidura.  Es posible que la aparición de la coalición Unid@s Podemos y sus crecidas perspectivas electorales obligue a diversificar los temas de debate, a retomar la confrontación programática y que de un modo u otro se pueda visualizar con mayor claridad quién es quién y quién juega a qué en esta nueva contienda.

9 comentarios en “Ampliando el foco

  1. Senyor Javier, se trata de una errata: queria decir opinión publicada. Mil perdones.

  2. Por ampliar el foco que no quede.
    Reprocha el articulista que “el PSOE se atrinchera en las fangosas ciénagas en que lleva la socialdemocracia desde que se inventó la Tercera Vía”, jugando un papel que “no resiste comparación alguna con el desempeñado en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial” frente al cual “tanto la ciudadanía como sus miembros más lúcidos reclaman una reacción”.
    Yo creo que a estas alturas, contemplando lo que ha sido la trayectoria de la izquierda en los últimos cien años, deberíamos ser capaces de reconocer que
    1- La política de la socialdemocracia en cada momento histórico y en todas partes ha sido siempre denostada por una izquierda radical (o extremista o “transformadora” o “auténtica”, etc.) por su posibilismo, su renuncia a la revolución, su reformismo, su pactismo, su voluntad de “mera gestionadora del capitalismo”, etc.
    2- La izquierda radical en cada momento histórico y en todas partes ha sido incapaz de ofrecer algo más que retórica resistencialista y su balance en cuanto a mejora de las condiciones de vida de las clases populares es desolador. Y eso en el mejor de los casos, pues cuando ha alcanzado el poder, su herencia ha sido aterradora: opresión, terror y miseria.
    3- Cada vez que la izquierda radical se ha movido de sus posiciones ha sido para asumir políticas que eran de la socialdemocracia y antes las habían repudiado, para seguir denostando las posiciones que en esa nueva fase adoptaba la socialdemocracia, de modo que lo que antes era traición ahora era lo guay y la socialdemocracia seguía siendo traidora por no seguir apostando por eso: la típica furia inquisitorial de los conversos. El estado de bienestar era una horrible trampa tendida por la socialdemocracia a los trabajadores y ahora es lo que hay que defender porque la socialdemocracia lo recorta, y así todo. La izquierda radical siempre se ha imaginado a sí misma como el patrón-oro o “gold standard” de la política progresista en torno al cual debían posicionarse los demás.
    El fango en el que está atascada la socialdemocracia no se debe a ninguna “tercera vía”. Si la socialdemocracia –esto es, el conjunto de los socialistas y progresistas demócratas-, retrocede en todas partes es obvio que se debe a factores comunes al capitalismo avanzado de nuestro tiempo, que no pueden explicarse por renuncias de sus dirigentes (eso de la traición de sus líderes es también un mantra típico). La tercera vía es uno de los intentos de afrontar una situación en la que las condiciones en las que floreció el pacto social, no se mantienen (con la desaparición de la clase obrera industrial y masiva, en primer lugar). Tal vez esa vía explorada no fuera la buena (yo soy de los que creo, por el contrario, que el problema es que se quedó corta, que fue incoherente e insuficiente) pero lo que es seguro es que lo otro –lo que vende la izquierda radical, ahora en versión populista- no conduce a ninguna parte. Aunque alimente el narcisismo de los nuevos chamanes.
    No creo que “la ciudadanía” reclame una reacción. La ciudadanía es la que ha abandonado a la socialdemocracia para apoyar a Le Pen, o a Grillo, o a Farage, o a Syriza o a nacionalismos soberanistas de tres al cuarto o a cualesquiera de las variadas formas del populismo reaccionario. Una clave puede ser que la socialdemocracia creyó (en Esapña es clarísimo pero seguramente pasó lo mismo en otros países) que podía salvar la situación desde su acción de gobierno sin preocuparse por el debate y la pedagogía política en su base social/militante/electoral, dejando a otros el control de los partidos que siguieron con el mismo discurso lleno de naderías y retórica trasnochada. Con la crisis, la contradicción entre la práctica necesaria y el discurso obsoleto ha dejado en fuera de juego a las fuerzas progresistas (a las de verdad, quiero decir).

  3. Yo haría los comentarios siguientes:
    – En la descripción de la situación en Europa, el articulista tiene una curiosa memoria selectiva: habla de la trayectoria poco memorable de la socialdemocracia europea y recuerda los problemas de Hollande… pero nada dice de la huelga general de la semana pasada contra las políticas de neoausteridad de Syriza.
    – No veo qué tiene de malo que el candidato del PSOE presente al equipo con el que le gustaría formar gobierno. Francamente, la crítica «mientras PS hace gobiernos en la sombra» me parece sin fundamento.
    – Describir tres negativas de S. Pedro (SNCHZ) a propuestas de colaboración de Iglesias solo pueden hacerlo los muy, muy groupies: algunos pensamos que todo lo que ha hecho Iglesias con esas supuestas propuestas ha sido trabajar por la sorpasokización del PSOE, con denuedo y, eso sí, acierto.
    – También me parece muy desacertada la opinión de que al PSOE «lo único que se le ocurre es … despreciar a los partidos nacionalistas». ¿No ha estado conversando y acordando con el PNV todo este período? ¿Incluso no prestó, con gran coste de imagen, escaños para la constitución de grupos parlamentarios a partidos independentistas catalanes?
    – Ciudadanos es, entre otras cosas, el primer partido de la oposición en Cataluña y encarna la esperanza de una derecha española más o menos civilizada. El autor piensa que tratar con ellos es «enredar», opinión difícil de compartir.
    Y las coincidencias:
    – La partida se juega en Europa, está claro. Hay que buscar alianzas con las fuerzas proclives a revisar la ultraortodoxia de inspiración renana que alienta en el euro y lo que le rodea. Esas alianzas difícilmente pasan por la negación de Europa.
    – En España se necesita una reforma constitucional. Pero es imposible emprenderla ignorando los 10 millones de votos de PP y Ciudadanos. Pretender que quienes ahora defienden el derecho de secesión sean el motor de esa reforma es condenarla al fracaso.

  4. Varios apuntes:
    – Coincido con el articulista en una de sus tesis fundamentales: el PSOE no está entendiendo que entre la gente que se siente de izquierdas cada vez hay una mayor demanda de elementos de ruptura política con el régimen que sale de la transición. No entraré a debatir la mayor o menor profundidad de esta ruptura, pero creo que el momento actual no está siendo bien interpretado por el PSOE, ya que están creciendo las posiciones que aspiran a cambios que no son demasiado compatibles con un acuerdo con Ciudadanos.
    – El debate sobre reforma o ruptura es muy complejo, atiende a cuestiones de grado y no creo que pueda ventilarse diciendo que una parte de la izquierda lo ha impulsado todo y la otra ha fracasado siempre.
    – Por último, el problema que yo le veo al PSOE desde hace ya unos cuantos años es precisamente que está abandonando posiciones de carácter socialdemócrata. Y la tendencia no sólo se da en España. Es por eso que fuerzas como IU y Podemos presentan en realidad muchas propuestas que son socialdemócratas, sobre todo en el terreno económico, ante la hegemonía del llamado neoliberalismo y el desplazamiento de los grandes partidos hacia la derecha.

  5. Gran artículo Senyor J.

    Coincido totalmente tanto en el análisis como en las conclusiones.

    Es cierto que estamos como estamos por la agresiva ofensiva neo-liberal lanzada desde la derecha desde finales de los 70, pero no es menos cierto que sin la connivencia de la socialdemocracia, sin esa tercera vía que abrazó sin ambages el neo-liberalismo en lo económico (a pesar de intentar seguir con políticas más o menos progresistas en lo social, que en mi opinión de poco sirven si no van acompañadas de una financiación suficiente y por supuesto de una distribución de la riqueza, algo totalmente contrario a los preceptos de la religión neo-liberal), posiblemente esa ofensiva no hubiera triunfado.

    Ahora el PSOE, como el articulista argumenta con mucha razón en mi opinión, ante la disyuntiva de elegir entre los partidos que piden un cambio de rumbo en lo económico y el neo-liberalismo 2.0, ya sabemos a que ha corrido sin dudarlo ni un segundo a abrazarse (a pesar de las descalificaciones que lanzó a la muchachada naranja en campaña), algo que en mi opinión les va a pasar factura.

    El tiempo y las urnas lo dirán.

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