De obstruccionistas a filibusteros

Antesala

Una de las escenas más conocidas del cine clásico norteamericano es la de Jimmy Stewart caracterizando al “Señor Smith” al borde de la extenuación ante el  Senado de los Estados Unidos, tratando de dilatar su expulsión de la Cámara y poder probar su inocencia. La película en cuestión es probablemente la mejor escenificación de una de las reglas del Senado norteamericano, que permite que un senador –o un conjunto de ellos- hable sobre cualquier tema de su elección de forma ininterrumpida, impidiendo de esa forma la adopción de una medida legislativa.

El filibusterismo es una práctica conocida desde la República romana y la historia de la democracia está plagada de famosos obstruccionistas.  No obstante, no deja de ser paradójico que en nuestros días haya sistemas que den cobertura a un miembro aislado de un cuerpo legislativo para usurpar la soberanía popular e impedir la adopción de nuevas leyes. En particular, en el Senado estadounidense se requiere que 60 senadores, tres quintos del cuerpo de la cámara, se opongan a la maniobra de obstrucción para que ésta sea invalidada. En la práctica, el efecto de esta norma es que cualquier medida de cierto calado requiere la aprobación de 60 senadores, ya que cualquier minoría inferior se expone a que una maniobra de dilación indefinida del debate impida la aprobación de cualquier resolución.

No sorprende, por tanto, que una vez se diera por hecho durante la noche de la elección presidencial que Obama sería el siguiente inquilino de la Casa Blanca, toda la atención se centrara en conocer si el Partido Demócrata conseguiría alcanzar esa mayoría cualificada de senadores, necesaria para aprobar las iniciativas legislativas que el Presidente se proponía impulsar.

A pesar de conseguirla, tras la afiliación de 60 senadores al grupo demócrata, el fallecimiento del Senador Kennedy –elegido de forma ininterrumpida desde el año 1962- y la ulterior elección de un senador republicano para ocupar el escaño que dejaba vacante, ha vuelto a poner de actualidad el debate sobre la mayoría cualificada impuesta por la amenaza tácita del filibusterismo. Con independencia de las motivaciones que hayan llevado al electorado de Massachusetts a eliminar la mayoría cualificada de la que gozaban los demócratas, cabe plantearse la conveniencia de mantener una regla que, de hecho, otorga derecho de veto a una minoría, que podría llegar a ser representativa de tan solo una décima parte de los ciudadanos del país, condenando de antemano cualquier reforma en profundidad que un gobierno de distinto signo pretenda poner en práctica.

Si bien el filibusterismo senatorial encuentra sus raíces en la tradición deliberativa de la cámara, su uso como maniobra dilatoria en la adopción de medidas sólo se ha generalizado en los últimos años, particularmente a partir de los debates sobre la extensión de los derechos civiles. Es precisamente esa carencia de enraizamiento histórico la que ha llevado a una ola de juristas a poner en cuestión la legitimidad del requerimiento de mayorías cualificadas para bloquear el obstruccionismo en el Senado.

La estructura de las cámaras legislativas estadounidenses se concibió para albergar de forma proporcionada a las dos realidades, ciudadano y territorio, que los padres fundadores decidieron contemplar para articular la representación política. El Senado, que está compuesto por dos representantes de cada Estado de la Unión, con independencia de su tamaño, es un órgano decididamente no proporcional, cuyo origen se justifica por la oposición de los estados pequeños a que la representación se adecuara al tamaño de la población, de forma que su capacidad de influencia quedara diluida. Más allá de esta estructura de protección de los estados con menor población, no hay rasgos en la Constitución que avalen el requerimiento de mayorías cualificadas para la aprobación de leyes. De hecho, los documentos fundacionales de la nación, a los que se refieren los debates constitucionales, consagran el principio de la mayoría simple como fórmula para la adopción de acuerdos, salvo en cinco casos definidos de forma taxativa que no incluyen, de ningún modo, medidas como la reforma sanitaria que el Presidente pretende implementar.

No existe por tanto más justificación para el requerimiento de 60 senadores que la propia normativa de funcionamiento de la que el Senado decidió dotarse, arrogándose una capacidad legislativa efectiva superior a la que contempla el cuerpo constitucional.  Más allá, diversos constitucionalistas han puesto de manifiesto que, si bien el Senado puede establecer los límites al filibusterismo de la manera que estime conveniente, en el ejercicio de su prerrogativa constitucional de establecer sus propias normas de funcionamiento, el requerimiento de que una mayoría de dos tercios de la cámara haya de ratificar cualquier cambio en sus reglas de organización podría vulnerar los principios del sistema mayoritario consagrados en la Constitución.

El meollo de la cuestión es que el escenario más probable –y más habitual, si atendemos a los resultados del pasado- es que el grupo mayoritario esté integrado por un número de entre 50 y 60 de senadores. De esta forma, la amenaza del filibusterismo supone un límite efectivo a la capacidad de los gobiernos para impulsar reformas, aún cuando el partido del Presidente goce de la mayoría en ambas cámaras. La permisividad del obstruccionismo supone no sólo la parálisis potencial de las tareas legislativas, sino la apropiación de una parte sustancial de la soberanía popular por un cuerpo legislativo cuya representatividad popular es ya de por sí desproporcionada. Es difícil encontrar algún rasgo del entrañable “Señor Smith” entre los obstruccionistas de nuestros días. Quizás el término que mejor les defina sea el de filibusteros, en recuerdo de aquellos piratas que surcaban los mares de las Antillas en el siglo XVII.

12 comentarios en “De obstruccionistas a filibusteros

  1. Dice una amiguete mio que muchas veces los inventores de algo agotan su impulso y son los dueños de las segundas versiones los que las mejoran.

    O sea los USA, inventores de la democracia representativa moderna y tal y cual, se encuentran yugulados por un sistema arcaico en el cual ciertas imperfecciones impiden el gobierno de la mayoría. Pues apañados están.

    ¿Eso lo quiere alguien arreglar o no?

    A mi lo que me da mucha pena, si tengo que creerme lo leido en prensa estos días de atras, es que, por lo visto Obama ha abandonado de golpe todas las reformas de corte social importantes y habla de noseque recorte de gasto que no afecte ni a defensa ni a seguridad ni a otra cosa similar.

    Es ello cierto?

  2. El sistema americano evita que allí ocurran cosas como las pintorescas españoladas que nos han colocado en la escena internacional la etiqueta de «país poco fiable», es decir que la alternancia en el poder no signifique que cada gobierno se dedique a desmontar concienzudamente todo lo legislado por el anterior aprobando leyes sectarias de signo opuesto, en temas tan esenciales como la educación, el urbanismo, los derechos de los extranjeros, etc…

    Igual que Obama se ve frenado por el senado a la hora de llevar a cabo su programa de máximos, lo mismo puede ocurrir en el caso de ganar (oh sí, en la democracia pasan estas cosas) un presidente republicano decidido a privatizar hasta el ejército. Recordemos que Obama obtuvo sólo 7 puntos más que su rival Mc Cain en las elecciones presidenciales, y que los senadores y congresistas son tan legítimos como él.

    De todos modos aquí tenemos un contrapeso a la acción del gobierno mucho más castizo, enraizado en el más clásico tribalismo hispánico de Villarriba y Villabajo, y es el de las competencias transferidas a las taifas (que básicamente son las que ellas mismas se autoconceden en los delirantes estatutos de autonomía de nueva generación ante el pasmado silencio del Tribunal Constitucional). Así cualquier ley gubernamental anunciada a bombo y platillo por los medios afines queda en papel mojado cuando su aplicación depende de las comunidades autónomas gobernadas por la oposición, y no hace falta que ponga ejemplos.

    En cuanto a Sicilia, ayer, no sé quién fue el tramposo, evidentemente que esas declaraciones zapateriles eran de enero de 2008, como muy bien indiqué en el post, en pleno periodo preelectoral. Precisamente eso es lo divertido, comprobar cómo la realidad ha seguido el camino opusto al que le marcó ZP en sus visionarias predicciones. No hay razón para pensar que las previsiones que continúa haciendo a día de hoy vayan a ser menos equivocadas.

    Si Gabilondo no entrevista a Rosa Díez es por él desde luego, por él y por sus jefes, que son los que nos tienen miedo. ¿Preguntas comprometidas? Rosa se lo comería con patatas, y claro, eso no conviene. Por eso para PRISA, UPyD no existe.

  3. Gracias por el artículo, Antesala. Corrígeme si me equivoco, pero lo de los 60 senadores no es para aprobar la ley, sino para cerrar el debate, que es algo distinto. Vendría a ser como el paso previo a la votación. Si no recuerdo mal, es una norma que aprobaron los republicanos en los 80 y persigue, justamente, bloquear la institución para ganar en el Senado lo que no consiguen en las urnas…. Aunque todo se adorna con la palabra consenso….

    Me gustaría llamar la atención que nuestro «superministro» de Educación -es una ironía, por si a caso- quiere hacer algo parecido con esta materia en España. Me parece horrible. ¿Por qué la educación necesita una supermayoría? Vale, porque así los dos grandes partidos pactan. Pero, al mismo tiempo, la reforma, el cambio, será siempre más costoso. Socialismo va unido a progreso y a cambio. La derecha significa conservar. Todo lo que impida el cambio, favorece a la derecha. El «iluminado» Gabilondo va a hacer algo horrible y, por ahora, nadie dice nada!! Por favor, que alguien le pare!! No me extraña que en la derecha estén tan contentos. Les da casi todo que pedían…

  4. Fe de erratas:

    Así cualquier ley gubernamental anunciada a bombo y platillo por los medios afines queda en papel mojado cuando su aplicación depende de las comunidades autónomas gobernadas por la oposición o cualquier barón regional del propio partido con intereses personales distintos a los del gobierno, y no hace falta que ponga ejemplos.

  5. Sólo añadir una cosa. Los sociólogos de la educación andan debatiando la propuesta del Ministerio. Como dice alguno: «la impresión es que la investigación científica va por un lado y los políticos por otro. Quizás este sea el precio de tener un ministro metafísico….» Totalmente de acuerdo con él. Este Ministro va a hacer bueno a los anteriores!!

  6. 3. Lo que propone Gabilondo (hermano) parece que a quien puede favorecer es a los estudiantes: los estudiantes españoles, ¿recuerda? esos seres indefensos que están a la cola de Europa y de la OCDE en resultados académicos, y que en lugar de crear Microsoft o Google se dedican a desperdiciar todas sus capacidades en borracheras, costo y farlopa mientras un profe guay les sigue «enseñando a aprender» con 16 añazos y muchos pelos en…

  7. Nunca le he contestado a nada, señor Jergón, porque me parece una persona mal informada. Y razonar con alguien así no es difícil, es imposible. Así que no pretende razonar con usted. Sólo decirle que su comentario 6 es falso y, quizás, quien necesita una mejor educación es usted. Hablar de «oidas» sobre el sistema educativo es el deporte nacional de este país. Claro, todos tenemos un primo, un hermano o un hijo en edad de estudiar y creemos que sus problemas representa al conjunto de los jóvenes. Algunos hasta somos profesores y los malos profesores que su clase es una representación del estudiantado. Pero si uno lee los trabajos sobre sociología de la educación verá que no estamos tan mal. De hecho, si tuviera algún mínimo de conocimiento estadístico sabría que estamos en la media de los países de nuestro entorno y que superamos a países que invierten más que nosotros en educación. Si hubiese reflexionado algo sobre la educación en este país, sabría que en los últimos 25 años hemos hecho algo milagroso en España: hemos universalizado la educación obligatoria, se ha acabado con el analfabetismo, se ha prolongado dos años la educación mínima y se ha mantenido constante la tasa de fracaso escolar!!! Es decir, se ha incorporado a un montón de gente al sistema educativo, muchos de ellos condenados a la exclusión educativa, y la tasa de fracaso escolar no ha aumentado!!! Yo diría que no se ha hecho tan mal.

    Esto me lleva siempre a la siguiente conclusión: los que necesitan mejora en matemáticas, lengua y ciencias -las tres materias que se evalúan en el informe PISA- no son los estudiantes, sino los periodistas, políticos y comentaristas varios que reproducen sus argumentos desde la ignorancia. Pero no me sorprende, Jergón, en este blog sus comentarios demuestran lo poco que sabe y lo «atrevido» que es. Le seguiré ignorando porque no aporta al debate mucho, sólo lo descalifica….

  8. ¿Y el filibustero Garzón en que ley se basa para no avanzar judicialmente en el llamado «caso Faisán?

  9. Hay muchos profesores muy cercanos a mí que opinan muy diferente a usted señor Isidoro. También hay muchos profesores universitarios asombrados con la escasez de recursos y de conocimientos de las nuevas hornadas de estudiantes con notas sobresalientes en selectividad.

    Me parece que la solución al tema de la educación ideada por todas esas lumbreras de «sociólogos de la educación» con carné del Partido o del Sindicato y que usted nos quiere vender con ese tonillo de autosuficiencia típico de los que siempre se comportan como si estuvieran en el aula (porque en realidad nunca han salido de ella, simplemente cambiaron el pupitre por la pizarra), ha sido la misma que Gallardón para bajar los niveles de contaminación de la ciudad de Madrid, retirando las estaciones de medida de las calles y llevándolas a parques y descampados.

    Qué con mis impuestos se pague a gente así, subleva a cualquiera.

  10. ff topic (¿dónde andas, Pratxanda?). Les cuelgo este interesante artículo de nuestro ex-articulista Ignacio Sánchez-Cuenca:

    http://www.elpais.com/articulo/opinion/politica/frente/crisis/elpepiopi/20100128elpepiopi_4/Tes/

    Posdata: Qué pesado se pone este blog cuando el archipesado Jergón consigue casi monoplizarlo en su incansable labor de propaganda de UPyD. Aunque uno no lo lea, dan ganas de cerrar el blog al ver su nombre repetido tantas veces. ¿No podrían ustedes ignorarlo un poquito más a ver si así se aburre y encuentra alguna otra ocupación para su tiempo libre (que debe ser mucho, por cierto)?

  11. Muchas gracias, Antesala, muy bien explicado para los que somos legos. En su segundo libro, The Audacity of Hope, Obama cuenta cosas interesantes sobre el filibusterismo del senado usamericano.

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