Juanjo Cáceres
Desde el primer minuto sabemos que Vox no es un partido que pueda homologarse al resto de partidos parlamentarios. Sus mensajes se sitúan mucho más allá de lo aceptable. Al menos más allá lo que hasta ahora hemos considerado que encajaba dentro de las fronteras éticas comúnmente aceptadas. Pero lo cierto que buena parte del objetivo de Vox ha sido poner a prueba esos límites, hasta el punto que el viernes día 23 abril se produjo un importante salto cualitativo, cuando Rocío Monasterio, durante el debate de la Ser, rechazó condenar las amenazas de muerte contra Pablo Iglesias, entre otros.
La tensión vivida en el debate y todo lo acontecido después ha abierto en canal la campaña y ha producido cascadas de mensajes cuestionando la tolerancia hacia Vox, su “blanqueamiento”, la relación que deben mantener con ellos el resto de partidos… Pero probablemente para la extrema derecha fue tan solo una prueba de estrés, un nuevo intento de romper las reglas más elementales de la confrontación política y de tensionar un clima social fuertemente perturbado ya por más de un año de pandemia. Quizás también un intento de seguir escorando hacia la extrema derecha a sectores cada vez más amplios del Partido Popular, cuya deriva quedó bastante en evidencia por el tuit emitido por el Partido Popular de Madrid: “Iglesias, cierra al salir. 4 de mayo”.
Lo cierto es que España vive actualmente su propia experiencia de irrupción, primero, y expansión, después, de la extrema derecha en las instituciones. Han transcurrido ya dos años desde que formaron un importante grupo parlamentario en el Congreso y desde entonces no han hecho más que extender su impacto y estar presentes en más hemiciclos. Si esa tendencia se mantiene, su siguiente paso será ampliar su presencia en los ayuntamientos a partir de la primavera de 2023, con lo que ello puede suponer de perturbación de la vida local, especialmente en zonas donde convergen diferentes problemas sociales. También podría ser tan solo cuestión de tiempo su incorporación a una cantidad mayor de gobiernos municipales y regionales o el convertirse en un actor con incidencia sobre el gobierno del Estado.
Prevenir la expansión de la extrema derecha debería de ser tarea de todos, pero ni todo el mundo lo intenta con la misma intensidad, ni todo el mundo propone las mismas recetas, porque los motivos de su expansión son variados y obedecen a diversos factores. Hay todo un conjunto de condiciones previas que pueden predisponer a que los discursos de la extrema derecha tengan o no un mayor recorrido, desde la intensidad de las desigualdades que se sufren en cada barrio, hasta el grado de sintonía realmente existente con ciertos valores, que a menudo se dan por mucho más asimilados de lo que realmente están. También hay partidos de extrema derecha más competentes que otros en sus estrategias para avanzar o mejor adaptados a las forma de comunicación que caracterizan a nuestro presente. Y luego está un aspecto clave: cómo se interactúa con ellos, tanto el resto de grupos políticos, como el conjunto de la ciudadanía.
Más políticas sociales, cordones sanitarios, tribunales, aceptación, desplantes… Diferentes medidas se ponen enseguida encima de la mesa cuando se le ven las orejas al lobo, pero no es un lobo que admita una respuesta simple, ni reacciones exentas de riesgo de empeorar las cosas. Madrid servirá sin duda de laboratorio de varios de estos enfoques el próximo 4 de mayo. Nos aportará una nueva experiencia sobre la que reflexionar y construir nuevas estrategias, algo que desde mi punto de vista resulta imprescindible. Será un debate largo que habrá que tener un después, haciendo una lectura sosegada de todo lo vivido en la precampaña y campaña de Madrid, porque a día de hoy no está nada claro que algunas de las estrategias utilizadas sean adecuadas o, al menos, lo bastante eficientes.
Precisamente hace algunos días el CIS informaba de los resultados de su barómetro preelectoral. Me llamaron la atención varias cosas, pero me interesa compartir los resultados de la ubicación de las personas encuestadas dentro del espectro ideológico mediante escala 1-10, siendo 1 izquierda y 10 derecha. En Madrid, solo un 13,3% se ubican en el 1 y un 6,2% en el 2, mientras, que por ejemplo, en el barómetro previo a las elecciones catalanas del pasado mes de febrero, los porcentajes respectivos eran 19,3% y 7,8%. A la inversa, mientras que un 8,7% de residentes en la Comunidad se situaban en el 10, solo lo hizo un 1,9% en el barómetro catalán. La media de respuestas también apunta un menor decantamiento hacia el ámbito de la izquierda (4,9 frente a 3,9 en Cataluña).
La conclusión creo que es obvia: como claramente indican también los resultados electorales de las últimas décadas, hay una identificación superior del electorado de Madrid con posiciones conservadoras y ultraconservadoras, que en el electorado catalán o en el de otras regiones del Estado. A pesar de eso, estos últimos meses se han desplegado estrategias que quizás no sean demasiado coherentes con esta situación de fondo. Por ejemplo, el movimiento de Unidas Podemos de poner a Pablo Iglesias al frente, cuya valoración entre el votante menos izquierdista en todo tipo de encuestas es muy negativa. También la tentación de polarizar para movilizar, teniendo en cuenta que existen amplios sectores en Madrid que si se movilizan con intensidad apostarán por opciones conservadoras. El hecho de que posiciones más centristas, como la de Gabilondo, permitan al PSOE aguantar en las encuestas, pese a las innumerables carencias del candidato, y que Más Madrid se consolide con un perfil menos de izquierda clásica como la fórmula a la izquierda del PSOE mejor adaptada a este terreno, tampoco debería pasar desapercibido.
Mi percepción es que las recetas frente al avance de la extrema derecha no deben ser siempre las mismas, sino que han de estar lo mejor adaptadas posibles al territorio donde se despliegan. No basta tampoco con hacer llamamientos, ni con dar por hecho que con movilización electoral el bien ganará sobre el mal y tanto sus principales representantes (Vox), como sus principales beneficiarios (en este caso, claramente, Isabel Díaz Ayuso), quedarán relegados. Es fundamental también prevenir la victimización de la extrema derecha, un recurso que les ha dado buenos réditos allá donde han acabado consolidando en un amplio espacio del espectro político (por ejemplo, en Francia) y que Vox no deja de explotar en Madrid.
Pero creo también que este es un debate prematuro, a la espera de ver lo que finalmente acabe ocurriendo el 4 de mayo, cuando será posible abordarlo de forma más ordenada. El clima de violencia del que se ha impregnado la campaña, con el envío de balas y armas blancas, nos conduce a un terreno emocional que inevitablemente condicionará las votaciones, que perturba nuestra capacidad de análisis y que también ha puesto en entredicho demasiadas cosas. Creo que entre las reacciones y críticas lanzadas contra la Cadena Ser y Àngels Barceló hay buenas pruebas de esto último: las hay que pueden ser adecuadas y las hay que son, sin duda, desproporcionadas.
Lo que pase el próximo martes en Madrid marcará fuertemente la evolución de la extrema derecha en España y su tratamiento por parte del resto de partidos, pero ya habrá tiempo para procesarlo y analizarlo. Con todas las cartas encima de la mesa y todas las estrategias ya en marcha, esta semana lo que único que toca y que tiene sentido hacer es un llamamiento a la gente de Madrid para que con su voto combata electoralmente el avance de la extrema derecha en las instituciones y ponga fin, de paso, al gobierno de Isabel Díaz Ayuso. En eso hay que poner los esfuerzos. Ahí es donde de más ayuda podemos ser en este momento.
Buenos dias Juanjo Cáceres,caballeros callejeros,cabelleras al viento sin coletas y a lo loco y cazadores de bulos varios:
Nuestra Constitución garantiza la representación política de todos los partidos políticos que se presentan a unas elecciones.
En ese sentido todos los grupos parlamentarios tienen derecho a plantear sus programas políticos , su idea de país. y su sentido democrático.
Por eso no soy partidario de los cordones sanitarios.
Otra cosa es que cada vez que oigo,leo o veo intervenciones parlamentarias de la derecha parlamentaria acusando al gobierno y a los partidos que lo forman ,de plegarse o buscar desesperadamente los votos de «terroristas» «y «golpistas»
«traicionando a los muertos y revigorizado a los separatistas»…y viendo que ciertos analistas políticos empleen la tan traida y llevada frase «la pretendida superioridad moral de la izquierda en la defensa de aquellos derechos».
Hombre díganme que derechos políticos y sociales ha dado la derecha española durante estos años de democracia.
Díganme una sola ley, proposición de ley y derechos, presentada por el gobierno y votada por Bildu y ERC, que no haya beneficiado al resto de los españoles.
Diganme tan sólo una y luego hablamos de VOX, de lo que no quiere dar y de lo que pide sin el respaldo del Parlamento.
La mejor medicina en contra de ellos se consiguen convirtiendo en ley los valores democráticos .
Pero para lograrlo hay que conseguir el voto de los españoles.
¡¡Viva Zilumniatius ,Un Hombre Bueno!!
Ante mi doy fe.
AC/DC
firmado:…JAJAJA..que nervios.
Los movimientos ideológicos responder a cambios culturales que se desarrollan en el tiempo y van modificando hábitos y maneras de vivir en sociedad bajo el respeto a ideas distintas y la libertad de que estas puedan ser asimismo defendidas por quienes las tienen en el proceso de adaptación a la generalidad en la que se avanza.
Hablar de extrema derecha o extrema izquierda en los términos en los que nos bombardean a diario es querer confundir diferencias ideológicas, cambiantes en un proceso de continua adaptación, con radicalismo. La ciudadanía no es radical y tanta insistencia en que viene el lobo simplemente desvaloriza un riesgo, que planteado como muchos pretenden, ni existe, ni está en el ánimo de la ciudadanía el que pueda sobrevenir.
La mala política ayuda poco y la ciudadanía está cada día más vacunada contra ella, cosa que los políticos parecen no querer entender. No se quiere entender que las ideas diferentes, como el colesterol, las hay buenas y malas. Pretender que las contrarias son siempre malas y las propias las buenas es tan simplista como estética si se pretende que la ciudadanía responda a esos impulsos.
Estetica= estéril. ……. problemas con el corrector.
Contra el colesterol político hay dos tipos de tratamiento:
El jarabe de palo o Los placebos.
La derecha aplica el primero y la izquierda el segundo…jeje.
¿Problemas con su corrector?
La solución está en sus manos.
No manden ningún comentario sin haberlos releído.
Si siguen causando problemas mande una carta manuscrita a la redacción con remitente…por si hay que devolverselo.