Los niños que no tenemos

Manuel Lobo

Hoy leíamos y escuchábamos en los medios de comunicación que en más de 1000 municipios españoles no nacen niños desde hace más de cinco años.

Hay muchos estudios, artículos y noticias sobre los problemas demográficos de nuestro país y la amenaza real que supone sobre la sostenibilidad de nuestro Estado de Bienestar, basado en una pirámide de población donde la base es más ancha que la parte superior.Esto hace que haya una mayoría de población cotizante que pueda, mediante el pago de impuestos asumir los costes sanitarios, de pensiones de dependencia o de educación.

Viendo los datos de este estudio de natalidad infantil, vemos que es Galicia y Castilla y León los que tienen una población más envejecida y que tienen además altas tasas de emigración de las zonas rurales a las urbanas.

No le demos muchas más vueltas, es la falta de oportunidades de las zonas rurales la que provoca esta emigración que impide que la población se rejuvenezca, al menos en parte.

Ahora bien, ¿qué oportunidades pueden ofrecer estos pueblecitos, muchos alejados de grandes poblaciones, rodeados de monte de la provincias de León, Orense, o Zamora…?

La respuesta está implícita en la pregunta… hay monte… hay árboles, hay madera y la madera tiene su valor.

La madera como recurso natural, es una materia prima por explotar y aprovechar su uso.

En España tenemos la extraña paradoja de ser unos de los países con mayor superficie forestal y un consumo de madera por habitante muy por debajo de la media europea.

La realidad es que nuestro sector forestal, incluyendo la Administración Pública y la regulación, y las empresas que lo forman en un sector muy atomizado, con muy pocas empresas de cierto tamaño que puedan aprovechar de manera productiva la madera (no hablo de papeleras o biomasa, que es una mala forma de sacar productividad a la madera) y con muy poca visión a largo plazo de su sector.

Son muy pocos los aserraderos que buscan dar valor añadido a la madera que sierran y tratan y muchas de la madera de buena calidad que tenemos en nuestro país, se dedica al embalaje y a la fabricación de palets.

No tenemos política forestal a largo plazo que consiga poner en valor los grandes montes que tenemos y que rodean estos pueblos donde no nacen niños, porque no tienen un futuro en ellos.

Mientras sigamos lamentándonos de nuestra baja natalidad y de la despoblación del ámbito rural, pero cada año que pasa es un año que perdemos para dar productividad al bosque, un año que no genera riqueza para el mundo rural y una piedra más en el camino para que, ese joven que se ha criado en el pueblo se dé cuenta que allí no puede tener una vida y decida irse a la ciudad.

 

Un comentario en «Los niños que no tenemos»

  1. No se por qué afirma el articulista que nos lamentamos ( siempre en plural ) de  nuestra baja natalidad , con un cierto aire nostálgico de las ultrareaccionarias políticas natalistas que no entendían de derecha o izquierda , sino que eran ensayos para obtener objetivos supra individuales , molestando especialmente a las mujeres , desde la siniestra Rumanìa de Ceaucescu hasta los estados fascistas , sin olvidar a la patriótica Francia . Los 1000 pueblos que cita Lobo me parecen pocos ; hace tiempo leì que había unos très mil pueblos abandonados en España, algo que se corresponde con la evolución y prestigio de la vida urbana. Esta especie de programa Pinocho para hacer hijos de madera no me gusta nada. Tampoco la división de la población femenina entre monjas y reproductoras , por ejemplo. A decir verdad este tipo de problemas demográficos incide en un escaso 3% de la población mundial , aquella que compone los estados más ricos y desarrollados. Su solución , si existe , no puede venir de pasos atrás en la intimidad de las personas y de su individualidad sacrificada a políticas colonizadoras.

Deja una respuesta