Parar, templar y mandar

Dagfinn 

A Joaquín Vidal

 Ahora que comienza la Feria de abril y se aproxima la de San Isidro, es un buen momento para sacar los pies del tiesto y alejarme por un instante del psicoanálisis para permitirme alguna floritura folclórica.

 El origen de mi interés por la fiesta, o por la tauromaquia mejor dicho, lo puedo rastrear hasta en tres diferentes encuentros que guardo en mis recuerdos. El primero de ellos, casi insignificante, ocupa un lugar prominente por ser el más arcaico y menos definido de todos ellos; resulta que de niño, una de las tardes que pasaba al cuidado de mis abuelos, me encontraba en el despacho de mi abuelo, una habitación amplia y con suficientes recovecos misteriosos como para atrapar la atención de un niño. Uno de esos rincones que de tanto en tanto reclamaba mi atención era un mueble bar que al abrirse encendía una lucecita tenue y mostraba toda una gama de vasos de diferentes tamaños ordenados en varias filas, posavasos, varillas para agitar los combinados y, en definitiva, todos los artilugios que uno pueda imaginarse encontrar en un mueble de esas características. En la parte inferior se guardaban las botellas, y todo en su conjunto desprendía un olor suave y agradable que muchos años después reconocí y asocié al Jerez, Fino y Manzanilla. Aquella tarde, me fijé en la televisión, estaban retransmitiendo una corrida de toros a la que nadie prestaba especial atención. Por un breve instante, la faena reclamó mi interés y me fijé en el espectáculo. Poco tiempo después volví a mis quehaceres como barman. 

A grandes rasgos este es el primer encuentro con los toros que puedo rescatar entre mis recuerdos. He de decir en honor a la verdad que nunca ha sido un contacto muy estrecho, pero con el tiempo se ha ido afianzando y templando.

 El segundo encuentro mucho más nítido y de carácter voluntario no se produjo hasta la adolescencia, y tiene que ver con la primera vez que fui a una plaza de toros, a las Ventas. El padre de un amigo del colegio tenía un abono de andanada con dos localidades para la Feria de San Isidro, y cuando él no podía disfrutarlo, le daba las entradas a su hijo. Mi amigo me avisó de la posibilidad de ir una tarde con él, y yo acepté, un poco escéptico, ya que nunca había ido a una corrida ni me había suscitado gran curiosidad, pero desde luego me atraía el asunto y entré al quite. Aquella tarde resultó un éxito absoluto. Los toreros y los toros se emplearon a fondo para ofrecer una tragedia sublime. César Rincón y Ortega Cano como únicos espadas y Samuel Flores como ganadero recibieron los triunfos y abrieron la puerta grande. Nunca más he vuelto a presenciar un espectáculo de esa autenticidad y profundidad, ni con esa fuerza para transmitir la lidia que se desarrollaba en la arena a la grada volcada y entregada. Desde luego he vuelto varias veces a la plaza, pero ninguna corrida fue como aquella. Este acontecimiento marcó el inicio de mi afición al toreo en su dimensión artística. Ya he dicho que no me considero un gran aficionado, no he peregrinado de plaza en plaza para ver a las figuras del escalafón, ni he frecuentado los ambientes taurinos, es más, nunca he pagado por presenciar una corrida, siempre que he acudido a la plaza ha sido gracias a la generosidad de algún amigo o conocido.

 El tercer y definitivo encuentro con los toros no se debe a un hecho puntual, sino más bien al acercamiento pausado a las crónicas que Joaquín Vidal escribía para el diario El País. No recuerdo muy bien cuándo y de qué modo empecé a leer sus crónicas, pero poco a poco me di cuenta de que sus artículos eran de lo que más me atraía y divertía al leer el periódico, y los buscaba con sumo interés. El lenguaje propio del mundo del toro me cautivó inmediatamente. Si presenciar una corrida apoteósica es un acto embriagador, leer una crítica de Joaquín Vidal era una fiesta y una carcajada independientemente del resultado de la lidia. Su manera directa de enfrentarse a las miserias del mundo taurino en busca de la autenticidad del arte, la forma sencilla y clara de relatar una corrida así como la inmensa riqueza del lenguaje del toro, fueron modulando una tenue afición en una verdadera atracción por una disciplina conflictiva y contradictoria, capaz de sublimar como ninguna otra expresión artística el sacrifico de un animal en una representación hermosa y armónica como si de un ballet al ritmo de una gran orquesta se tratase.

12 comentarios en “Parar, templar y mandar

  1. Hola a todos!!

    Buenos días Dagfinn! Y yo qué te digo ahora, con lo majo que eres… ?? 🙂

    Que vayamos por partes, que firmes primero para la Ley Nacional de Protección del Animal Doméstico y la entrada de España al Convenio Europeo (del que Francia también forma parte), y luego ya hablamos de los toros, ese arte…

    Tengo una duda, qué es el lenguaje del toro, o del mundo del toro? los toros todavía no han dicho qué opinan!! Lenguaje sobre el toreo. No es lo mihmo eh!! y digo yo que esa profundidad sólo se puede dar en español, en francés no suena tan profundo seguro… Expresión artística del sacrificio de un animal… no comments…..

    Saludos!

  2. bueno, sí comments…. y lo cuento por lo mal que lo pasamos muchos durante muchos días….. la última vez que he visto una expresión nada artística del sacrificio de un animal fue la del hdp que describió con pelos y señales lo que le iba a hacer a un cachorro de perro, y luego hizo todo lo que dijo mientras lo grababa y colgó el video para enjoyment del resto… En realidad ni lo leí ni vi el video, no he podido ni falta que hace, sólo sé que decía que le iba a perforar, que le iba a cortar una pata, que le iba a partir en dos, en fin…. No quiero expresiones de sacrificios ni de lejos, ni artísticas ni no artísticas…. Vivan los toros!!! vivos…. jejejeje Saludos!

  3. Me encanta el artículo de Dagfinn. Esa descripción que hace de su primer contacto con los toros mientras juega con el mueble bar de su abuelo, es preciosa. Y el homenaje a Joaquín Vidal. Yo, que he ido dos veces en mi vida a los toros y las dos me aburrí soberanamente, no dejaba de leer ni un solo día las maravillosas crónicas de Vidal en El País. Por ellas empezó durante muchos años mi lectura diaria de ese periódico. Sentí en el alma su muerte por lo buen escritor que era.

  4. Muchas gracias por el artículo. Soy contrario a los toros pero reconozco que me entristece a veces decirlo cuando contemplo la pasión de aficionados. El año pasado, antes de la Feria de San Isidro tuve la fortuna de cubrir como periodista un homenaje a los toreros que habían salido por la Puerta Grande en Las Ventas. Me tocó la fibra sensible el respeto y la pasión de algunos de los homenajeados y personalidades vinculadas al toreo allí presentes. Paseé por Las Ventas vacía y no me llamó especialmente la atención. Solo pensé: «Aquí tocaron Los Rodríguez en, quizás, su concierto más legendario». Ya ven, para gustos colores.

    Un saludo al articulista y enhorabuena. Todos tenemos pasiones.

  5. Por cierto, mañana feliz al conocer que las patronales vasca y navarra confirman que eta les ha anunciado el fin de las extorsiones. Fin momentáneo, esperemos que el definitivo.

  6. Muy emocionante artículo de Dagfinn. Cómo él, que empezó viendo toros en la televisión de pequeño, acaba convirtiéndose en un ávido lector de los artículos de Joaquín Vidal. Siempre que he leido autobiografías, lo que más me ha impresionado son las descripciones de la infancia del autor. Es cuándo se va forjando la personalidad y carácter de cada persona. Picasso también asistió a una corrida cuándo era niño. Era antes de que el gobierno de Primo de Rivera prohibiera que los caballos de los picadores salieran sin un peto. Entonces era frecuente ver cómo el toro abría la tripa del caballo y salían los intestinos y moría el caballo en la plaza. Fue tal su impresión de aquello que posteriormente le obligaba a pintar minotauros, toros y caballos. Generalmente los minotauros iban acompañados de una mujer. De alguna manera, la violencia del picador, del toro y la víctima, el caballo, le recordaban el acto sexual. Hay un famoso cuadro de Picasso que retrata a un hombre y una mujer besándose en una playa, que no inspira ninguna ternura, sino más bien la visión de un acto violento. Nos forjamos en nuestra infancia y adolescencia; los que vieron Bambi de pequeños, normalmente serán posteriores enemigos de las corridas y cazadores en general. Los que vieron la matanza de un cerdo de pequeños, normalmente serán posterioremente o indiferentes o defensores de las corridas. Gracias a Dios, los mataderos están ocultos, permitiendo a los enemigos de las corridas no darse cuenta de la futilidad de sus buenas intenciones. Supongo que tampoco son conscientes de la brutalidad de los matches de boxeo, que nadie consigue prohibir. Pero claro, arguyen, el boxeador lo es voluntariamente, mientras que el toro va forzado. Normalmente, los toreros y boxeadores se meten en ello obligados por la miseria o pobreza de su familia, pero podrian haber escogido otra profesión.

  7. Buenas tardes a todos!!

    Sarah, por desgracia creo que ninguno de los dos oiremos decir ni pío a los toros, por lo menos de momento. Eso sí, estaré encantado de ir contigo a verlos pastar las hermosas dehesas en donde habitan, esas mismas por las que atraviesa el AVE. En Francia cada vez hay más aficionados que llenan sus preciosas plazas y por lo que tengo entendido muestran un rigor y exigencia que en España languidece y perjudica a los intereses de todos los aficionados. Precisamente en Francia el año pasado, Julio Aparicio realizó una faena grandiosa el día antes de su torpe y dramática cogida en Las Ventas.

    Comparto plenamente tu opinión hacia el sujeto que mencionas, e incluso respecto a toda la suerte de barbaridades que se practican por la geografía nacional e internacional apelando a las tradiciones de los pueblos y sus prácticas brutales hacia los animales. La lidia no esconde la brutalidad y forma parte del drama que se representa en la arena, dotando al espectáculo de un sentido armoóico y artistico dificil de igualar. Coincido también con PMQNQ en que una corrida mala puede ser lo más aburrido y aberrante que se puede presenciar. Pero también ahí se encuentra el misterio a la hora de ir a la plaza.

  8. Hola Dagfinn!! ya sé que lo que yo he contado del cachorro no es lo mismo que una corrida de toros, eso ya lo sé. La cuestión es que no quiero saber nada de ninguna de las dos cosas…. Respecto a Francia recuerdo lo flipada que me quedé cuando mis amigos franceses hace pocos años me dijeron que les gustaban los toros! no me lo podía creer! osea que vengo a Francia, mi ‘utopía’, y resulta que ‘los míos’ apoyan los toros!! qué disgusto me llevé! yo parecía la extranjera defensora de los animales y ellos los españoles empecinados en que los toros molan!!!jajajaja Sí, seguramente a mí me gustan más los que apoyan los toros en Francia que los de aquí, no sé, aquí la gente es mu borrica….. Bueno tengo que decir que les regalé un toro grandote a pilas que cuando das palmadas suena ‘hey toro’ luego una trompetilla y se pone a correr!!! son muy grasiosos…… 🙂

    Magallanes, yo creo que todo el mundo ha visto Bambi!!!!! Y los que van a los toros también, y los que les da igual los animales también. Has mencionado los mataderos, eso sí que prefiero no saberlo… Hace poquitos días recibí un mensaje preguntando si hay alguien interesado en trabajar en mataderos de ‘estrangis’ para poder contar lo que pasa dentro. Yo desde luego no. Ya conté que no soy vegetariana, pero también prefiero ser una ignorante en esas cosas, yo no sabía por ejemplo que para que la carne esté blanda para que podamos comerla no se puede matar a los animales de forma rápida, que sería lo suyo, un ‘pin-pan-fuera’, sino que hay que dejar que se desangren…. Joé…. si yo me entero de esas cosas me lo ponen difícil (menos cuando tengo mucho hambre que entonces no puedo pensar…. jejeje) También mencionas boxeo y añado rugby (aunque no es lo mismo tampoco) bueno, los humanos me caen peor que los animales (en general) y allá ellos, que hagan lo que quieran entre ellos, siempre que no estén indefensos. En gran parte se trata de indefensión. Por los que no tienen voz!!

    Saludos!!

  9. Dagfinn:

    No hay un criterio científico entre lo que es una salvaja por tradición y un espectaculo artístico. Solo nos podemos basar en la voluntad popular, via referendum, via mayoría parlamentaria. Ejemplo Francia, donde en Paris no puede hacer con un toro lo que hace en Nimes.
    Hable con antropólogos sobre «dramas representados» en forma de costumbres brutales. No era representativo hacer luchar osos contra toros? Se suprimió en Inglaterra hacia 1831. La Reina Victoria no tenía sensibilidad artística.

    #MAgallanes

    Yo he participado en una matanza del cerdo. Y? Soy contrario a las corridas de toros. Como carne, y lo que me preocupa es si este sistema es sostenible. Que si metano, que si purines, que si gasto de agua

    Walt Disney nació en 1901. Será por eso que por esas fechas estaba prohibido torear en domingo. Pero ya antes en el XIX diversos parlamentarios (creo que Valentí Almirall entre ellos) de diversas formaciones presentaron en las Cortes una moción para prohibir la tauromaquia. Si no habían visto Bambi… porque eran abolicionistas?

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