De nuevo especulando sobre Rusia

Carlos Hidalgo

Pues parece que las fuerzas armadas de Ucrania han logrado algo que parecía increíble, que es que reconquistar casi todo el terreno ganado por los ejércitos rusos al principio de la invasión en el noreste del país. Pese al apagón informativo decretado por Ucrania, las imágenes que han ido apareciendo en redes sociales, sobre todo en Telegram, han podido ir siendo confirmadas independientemente y casi parece que se esté rechazando a los rusos a las fronteras existentes antes de la invasión.

Lo que parece más sorprendente de todo esto es que tras una primera resistencia inicial, las posiciones rusas se han derrumbado como un castillo de naipes. Yo no soy ningún experto en estrategia, pero lo que me enseñaron en su día de la doctrina militar soviética (la cual es aun ampliamente empleada por el ejército ruso) es que consiste en fortificar lo máximo posible el terreno ganado y en resistir lo máximo posible mientras llegan refuerzos. Sin embargo, lo que ocurre es que las posiciones abandonadas por los rusos parecen chamizos llenos de basura y que los rusos, lejos de aguantar, huyen sin ni siquiera molestarse en llevarse sus equipos, entre ellos puestos de mando, materiales clasificados, blindados, municiones y materiales antiaéreos y de guerra electrónica.

En cuanto a los refuerzos, según los cálculos de los expertos, parece que los rusos tampoco tienen prisa por reponer las bajas sufridas a lo largo del conflicto y que estas han sido inusualmente altas, superiores al 20-25%. Pero Putin no quiere decretar un alistamiento masivo, según parece y las fuerzas rusas están experimentando escasez de materiales o comprobando frustrados que los que tienen están insensibles. Aunque los rusos tienen decretadas duras medidas de censura, se han filtrado serios problemas derivados de la corrupción, como materiales defectuosos o cuyas piezas se ha vendido en secreto, raciones en malas condiciones, blindados que no son capaces de disparar o de moverse y una preocupante escasez de repuestos.

Parte de todo ello se debe al particular sistema cleptocrático instaurado por Putin, que continuó la tradición soviética de hacer política industrial sólo sobre el papel, pero con el agravante de desmontar y vender las fábricas para vender maquinaria y piezas extranjeras como si fueran propias. Por poner un ejemplo, la empresa más importante de producción de tractores en Rusia ha tenido que parar su producción, debido a que en realidad no fabricaban nada, sino que vendían tractores eslovacos a los que cambiaban la marca y punto. Tampoco parece ser algo que preocupase en exceso al régimen, porque la persona responsable de semejante desaguisado fue nombrada por Putin responsable del organismo de vigilancia de la competencia.

El mismo cerrojazo informativo de Putin con respecto a lo que sucede en el interior de su país también sirve para mantener a su población ajena a las penurias del frente. Pero el embargo se va dejando notar tanto que Rusia está buscando municiones y armas pesadas en Corea del Norte, posiblemente uno de los fabricantes menos fiables del mercado, pero seguramente bastante baratos.

Aun así, los partidarios más fervientes del Kremlin ya empiezan a quejarse de la derrota en Ucrania y exigen, o bien contraatacar con armas nucleares tácticas (no es broma), como que rueden cabezas. Y cuando te pones a exigir responsabilidades en una dictadura, pasa que tienes pocas cabezas hasta llegar al líder supremo.

No voy a cometer el error de profetizar el fin de Putin, pero un ejército humillado, unos servicios secretos ridiculizados y unos oligarcas descontentos no son buena combinación. Aunque es posible que a Vladimir Vladimiróvich se le resuelvan las cosas por sí mismas milagrosamente y que vuelva a haber una oleada de oligarcas que se suicidan y de militares que se mata al caer de un segundo. Varias veces.

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