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Lo digo a propósito de la contraofensiva de Ucrania en Jarkiv, empujando a las tropas rusas en desbandada. El logro ha sido mayúsculo y moralmente tremendo y podría ser un punto de inflexión en la guerra, pero la realidad es que Ucrania “solo” ha recuperado unos tres mil kilómetros cuadrados de los más de cien mil que ha invadido Rusia desde que Putin tomó la fatídica decisión de lanzarse a la guerra el 24 de febrero. Lo esperanzador es las razones por las que Ucrania ha sido capaz de recuperarlos, o más bien, por las que Rusia los ha perdido.
Desde antes del verano se sabía que Ucrania estaría preparada para lanzar una contra ofensiva a finales del mismo, cuando finalizara el entrenamiento entonces en curso para la utilización del armamento moderno – no ex soviético sino estándar OTAN – que Occidente le estaba proporcionando. Lo malo es que Rusia también lo sabía, como demostraba que hubiera paralizado sus avances y estuviera fortificándose en las posiciones conquistadas. De ahí que solo hace diez días “los expertos” predijeran que no habría avances significativos por ningún bando – “Jarkiv no caerá pero Jersón tampoco será liberado” – antes de que cayera el invierno y consolidara el frente.
No era una predicción muy halagüeña porque suponía que Putin podría aguantar al menos hasta primavera mientras que Occidente, particularmente la UE, sufriría durante el invierno altos costes energéticos y quién sabe si no también cortes de suministro aquí y allá, especialmente en enero-marzo, cuando el cacareado 80% del almacenamiento de gas ya se hubiera agotado.
De forma que el avance ucraniano ha sorprendido a “los expertos”, como también que las supuestas fortificaciones rusas fueran tan endebles. Según algunos “entendidos”, Rusia habría cometido el error de “malgastar” miles de soldados del Donbás en batallas estériles habiendo dejado soldados de reemplazo mal entrenados, pertrechados y motivados en la retaguardia, que han huido en cuanto le han visto las orejas al lobo. Según otros, el mayor alcance de la artillería moderna recibida por Ucrania habría obligado a Rusia a retrasar varias decenas de kilómetros sus depósitos de armas, munición y combustible, lo que habría complicado el suministro a sus posiciones defensivas. Y finalmente otros apuntan a que quizás estemos viendo las primeras señales de las carencias de repuestos rusos: ha perdido centenares de blindados y no es capaz de reponerlos, por no hablar de misiles “inteligentes” (está usando misiles tierra-aire para bombardear posiciones terrestres) y municiones. Seguramente sea una combinación de todos estos factores.
Se aventuraba Carlos Hidalgo ayer a sugerir que quizás fuera este el principio del fin de Putin aunque rápidamente se auto censuraba. No sé si el principio del fin de Putin pero ya apuntaba al inicio que quizás sea un punto de inflexión a partir del cual Rusia defenderá terreno e irá perdiéndolo poco a poco, o a grandes bocados si las fortificaciones son igual por todas las zonas conquistadas. Como me recordaba ayer un amigo, Jersón está en la orilla ucraniana del río así que cabe esperar que “los expertos” también hayan errado y pueda ser liberada en los próximos días/semanas.
Lo que es un hecho es que las armas occidentales siguen llegando y que dada su inoperancia productiva y logística, Rusia está desesperadamente buscando suministros en cualquier sitio no recomendable: Corea del Norte, apuntaba ayer Hidalgo, drones iraníes, recuerdo yo hoy, que por cierto, parece que fallan mucho, desde luego mucho más que los drones turcos que tan buen resultado le dieron a Azerbayán contra el armamento ruso del ejército armenio en Nagorno-Karabaj hace un año largo y que Ucrania rápidamente adquirió.
Ucrania va a seguir sufriendo, también bombardeos de castigo sobre infraestructuras civiles cada vez que avance, pero no se atisba ninguna posibilidad de que la población vaya a pedir a su gobierno que ceda ante la violación rusa. Al contrario: solo una serie de victorias ucranianas significativas podría permitir a Zelensky mostrar cierta flexibilidad negociadora. Y como me dijo un estonio hace diez años, con una frase que me sonó completamente desmesurada pero hoy ya no tanto: si quieres que un ruso dialogue, dale primero con un martillo en la cabeza y quizás puedas después llegar a un acuerdo con él.
Leí hace unos meses que Stalin, después de intentar invadir Finlandia por segunda vez, en vista del fracaso de su ofensiva mostró un pragmatismo impropio de su brutalidad y decidió cortar las pérdidas negociando rápidamente un acuerdo que lo dejaba todo como estaba. No dudo de que Putin podría hacer algo parecido. El problema es que, en su caso, la derrota – y no poder presentar alguna mejora sustancial lo es – podría acarrear su caída. Pero como por otro lado se estima que lo tiene todo atado y bien atado, quizás no sea impensable.
Pero todo pasa por el martillazo en la cabeza, es decir, liberar Jersón y seguramente también Mariupol: Zelensky podría negociar sin que le cortaran el cuello los suyos y Putin mostraría más disposición al diálogo. Veremos.
¿Por quien doblan las campañas?
Según las noticias que van llegando de Rusia,parece ser que los más ultras rusos ya empiezan a pedir que rueden cabezas,incluso la del propio Putin.
No se si el avance y conquista de terreno invadido por Rusia y recuperado por Ucrania tendrá consecuencias más allá de subir la moral de los combatientes ucranianos,pero que que si comienza a ser cierto que a Putin le han salido enanos…y eso en un régimen tan cerrado,silo lleva a pensar que Las campañas comienzan a darle dolor de cabeza más a Putin que a los ucranianos.
Y es que donde hay asesinos,siempre hay otro que destaca por ser todavía más desalmado.