Terror electoral

Juanjo Cáceres

A pesar de los temores que razonablemente existen cuando la extrema derecha asoma la cabeza, esta no ha logrado conquistar la presidencia francesa y la República respira sana y salva. Pero no es precisamente menor toda la sacudida que este proceso electoral ha dejado sobre el tapete. Los dos espacios tradicionales que antaño compartían el poder republicano han quedado reducidos a la mínima expresión. Los votos obtenidos por Mélenchon han suscitado un intenso debate sobre si la France insoumise se ha quedado o no a las puertas de darle una patada al tablero y de abrir nuevas posibilidades de alternancia en la cima del poder, que solo se habrían frustrado por la permanencia en primera vuelta de candidatos socialistas, comunistas y verdes. Al final la realidad se ha concretado en ese 41,5% obtenido por Marine en segunda vuelta y serán las inminentes elecciones legislativas de junio las que determinarán los representantes de la Asamblea Nacional y la elección del primer ministro, acabando de delimitar el alcance de las turbulencias electorales francesas.

Pero el terremoto francés no es ni mucho menos un caso aislado, sino el resultado de una inestabilidad general de las placas tectónicas electorales europeas. Precisamente en España se están sumando tres fenómenos capaces de perturbar con fuerza los equilibrios de poder. El primero ya ha sucedido: unas elecciones autonómicas en Castilla y León que han puesto a Vox al frente de un gobierno regional, aunque liderado por el PP. El segundo ha sucedido en parte: la llegada de Feijoo al frente del Partido Popular, quién ahora debe demostrar cuál es la senda política que realmente desea seguir y cuál es su verdadera apuesta estratégica. De momento, las encuestas, tal vez de forma interesada, le ponen ojitos.

El tercer fenómeno merece, quizás, un capítulo aparte: la convocatoria de elecciones andaluzas para el próximo 19 de junio. Los primeros indicadores apuntan que el PP volverá a obtener una mayoría cómoda en el, antaño, feudo inquebrantablemente socialista. También que si no le tiembla la mano para apretársela a Vox, podrá formar gobierno con total comodidad. Frente a ellos se alzará un PSOE cuyas expectativas son inciertas, pero que no invitan al optimismo; un Ciudadanos que una vez más volverá a asomarse al precipicio de la no representación, y luego tendremos a ese sistema de partidos situado muy a la izquierda que se presentará, al menos, en dos candidaturas separadas y que hará un esbozo de ensayo de frente amplio juntando en una misma lista varias siglas distintas. Su resultado previsible tampoco invita al optimismo en una comunidad autónoma donde cuando Podemos e Izquierda Unida no compartían lista, sacaban muchísimos más votos por separado de lo que ahora sacarán juntos.

Sumadas estas tres turbulencias me surgen otras tres incógnitas. Una sobre el expresidente gallego. Si se cumplen las previsiones, el itinerario político de Feijoo volverá a quedar manchado por el pacto andaluz. Quizás ahora no tenga demasiado margen, ni dependa de él mismo, pero Alberto deberá decidir sobre sus preferencias con la vista puesta en la Moncloa: conformarse con buscar el apoyo de la extrema derecha para gobernar o aspirar a otro tipo de apoyos, con la mente puesta en una gran coalición. Si eso era algo anhelado en Castilla y León, ya quedó claro que el PSOE no se lo ha facilitado. Si eso es posible en Andalucía, ya lo veremos, pero cabe tener un total escepticismo por el efecto inesperado que ese acuerdo podría tener cuando se celebren elecciones generales. Pero ¿y después, una vez celebradas las generales? ¿Se darían las condiciones para que el PSOE del todavía presidente Pedro Sánchez diera el paso en el gobierno del Estado?

Antes de interpretar lo que haría el PSOE, hay que hablar de su actual socio de gobierno estatal. Muchos nos preguntamos si Yolanda Díaz tendrá alguna presencia relevante en la campaña andaluza o se limitará a hacer un cameo en el pueblo más recóndito de Sierra Morena, tal y como hizo en Castilla y León. Por momentos su caso recuerda al de alguien que está esperando tanto, se está protegiendo tanto o quizás se la está bloqueando tanto, que cuando quiera saltar al campo quedarán solo diez minutos y la remontada será ya imposible. Entretanto la cohabitación en el gobierno de coalición resulta a veces extremadamente tensa, porque eso de tener ministros que cada dos por tres se van exigiendo responsabilidades políticas, un día por la carne, otro por el “catalangate” y mañana sabe Dios por qué, es bastante inasumible a largo plazo.

De ahí que en medio de tanto barullo resulte difícil de adivinar cuanto espíritu de Iván Redondo queda en el alma de Pedro Sánchez. Lo que piensa su antiguo asesor está claro, porque nos lo explica cada lunes en la Vanguardia y su fe en la suma de las izquierdas es cercana a la de Abraham en Yahvé, cuando se disponía a sacrificar a Isaac. Pero ¿es realmente imposible que el terror francés no se imponga a la tentación alemana? ¿No puede ser que la moderación fingida de Feijoo se convierta en el recurso necesario para ensayar un nuevo gobierno de coalición, aunque de otro signo? Ya sé que me dirán que no, pero el tiempo esta raro y esas nubes que por ahí asoman presentan un tono oscuro, cercano al negro.

3 comentarios en “Terror electoral

  1. He tardado en escribir mi comentario sobre «Los terrores» de Juanjo Cáceres que nos acucian en nuestra sociedad.
    A veces se entremezclan el sentido de las palabras como terror,miedo,horror,pánico e incluso incertidumbre…y pareciera que son lo mismo.
    No voy a tirar de diccionario sobre las diferencias semánticas entre estas palabras pero es evidente que nos hemos acostumbrado a que les den el mismo significado.y el mismo grado de relevancia.
    Dicho esto ,sin querer que consideren mi comentario como frivolo ,les pongo una canción…ejem.
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    Empujando mi carrito
    Lleno de Quench y Mielitos
    Mari Pili va muy mona
    Con su faldita de goma, oh, oh, oh, oh
    Terror en el hipermercado
    Horror en el ultramarinos
    Mi chica ha desaparecido
    Y nadie sabe cómo ha sido, no
    Mari Pili rica, guapa
    De bonito ni una lata
    Ven deprisa, ven corriendo
    Yo te espero en complementos, oh, oh, oh, oh
    Terror en el hipermercado
    Horror en el ultramarinos
    Mi chica ha desaparecido
    Y nadie sabe cómo ha sido, no
    Llevo horas esperando
    Mari Pili está tardando
    Esta chica no coordina
    Mari Pili, ven, monina, ah, ah, ah, ah
    Terror en el hipermercado
    Horror en el ultramarinos
    Mi chica ha desaparecido
    Y nadie sabe cómo ha sido, no
    ¿De quién es esta cabeza?
    Este brazo, esta pierna
    Ay, Mari Pili, ¿eres tú?
    Ay, qué disgusto, ay, qué cruz, uh, uh, uh
    Terror en el hipermercado
    Horror en el ultramarinos
    Mi chica ha desaparecido
    Y nadie sabe cómo ha sido
    Terror en el hipermercado
    Horror en el ultramarinos
    Mi chica ha desaparecido
    Y nadie sabe cómo ha sido, nooooo oh

    Ante mi doy fe.
    AC/DC.
    …JAJAJA…que nervios.

  2. En política teme más quien algo cobra que quien algo debe. Por eso el temor del votante no suele coincidir con el del que lo airea. Se queda más a nivel del carrito de la compra.

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