Antes y después del volcán

Carlos Hidalgo

En el momento en el que estoy escribiendo esto, la isla canaria de La Palma sigue sufriendo la erupción de cinco bocas volcánicas que se han abierto donde antes no había nada. Más de 800 edificios han sido arrasados por la lava y 5.000 personas han sido desalojadas de sus casas, perdiendo absolutamente todo al paso de la roca fundida y las cenizas.

A estas alturas todavía es necesario recordar con la Isla de La Palma me refiero a la isla situada en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, no a Las Palmas, en la provincia de Las Palmas, capital de la isla de Gran Canaria. Tampoco me refiero a Palma de Mallorca, situada en las Islas Baleares, a casi 2.000 km de distancia. Que sea necesario recordar esto es porque, aunque nos acordamos siempre de Canarias al decir lo de la hora menos, realmente no pensamos mucho en las islas. Injustamente. Rara vez algo de lo relacionado con las islas llega a los diarios nacionales, absolutamente ensimismados con Madrid y Barcelona. Y es injusto.

Debido a la erupción hemos podido saber que los profesionales de la prensa canarios saben estar a la altura de las grandes circunstancias, que sus científicos y personal de emergencias han previsto todo impecablemente. Que sus instituciones han sido capaces de evitar desgracias personales gracias a un impecable plan de evacuación. Y que el pueblo canario es solidario, organizado y que, como todos nosotros, tiene un socarrón humor negro que también sale a la superficie en ocasiones como estas.

Pero nuestra mirada debió haberse posado antes en las islas, porque cuando más lejos estás de la Audiencia Nacional, más fácil es que alguien abuse impunemente de su poder. Como lo hicieron Paulino Rivero o José Manuel Soria en sus tiempos, por mencionar sólo a unos pocos. Porque en Canarias existen terribles situaciones de desigualdad y maravillosas iniciativas a la vez que merecen más escrutinio público. Y porque los canarios y canarias son más que gente: son nuestra gente.

Canarias es más que turismo y paisajes. Canarias también es cultura, cocina e innovación. En Canarias llegaron las primeras desalinizadoras, en Canarias se usa la energía solar y geotérmica desde hace más tiempo. En Canarias hay iniciativas de economía circular que pueden ayudarnos enormemente a los peninsulares. A Canarias van la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial China para ver si es posible cultivar plantas en la Luna, mientras les rodean los viñedos del paisaje volcánico de La Geria.

Mientras nos pasamos los meses y los años tomando en serio los agravios y lloriqueos de nacionalistas peninsulares, parecemos olvidar que Canarias sí que fue conquistada de verdad. Y que sigue con nosotros pese a todo. Pese al desconocimiento y a las bromas idiotas de quienes creen que dicen “muyayo” en las conversaciones o creen que son más lentos o perezosos que el engreído habitante medio del norte peninsular. Sólo habría que mirar las cifras.

Canarias está en primera línea de la inmigración; hay semanas donde recibe decenas de pateras y cayucos llenos de gente desesperada o de cadáveres. Canarias es de los primeros sitios donde Marruecos quiere redibujar fronteras. Y es también nuestra puerta al continente americano, física y culturalmente.

Cuando las llamas del volcán se acaben, nuestra mirada debe permanecer en Canarias, porque la prensa debe estar igual de atenta a que no se produzcan abusos en la distribución de las ayudas. Que los caciques insulares (que los hay todavía en grandes cantidades) no aprovechen la desgracia para enriquecerse mientras sus vecinos y vecinas se empobrecen. Porque la gente de ahí merece nuestra atención, nuestra solidaridad y nuestro cariño. Porque se lo debemos desde hace mucho tiempo.

2 comentarios en “Antes y después del volcán

  1. Ayer me enteré que además de País Vasco, Cataluña y Navarra ellos también tienen policía propia.

    DC llegó a tener allí corresponsal que compatibilizaba los temas de educación.

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