Senyor_J
Ha vuelto el mes de julio a nuestras vidas y con él los calores que nos azotan año tras año. Estamos en la primera semana de ola de calor intensa y la gente busca desesperadamente lugares frescos donde refugiarse, quién sabe si una piscina, una biblioteca o un bar. Será por eso que el ciudadano corriente empieza a pasar de nuevos sus días entre cafés por la mañana y cervezas al mediodía, al tiempo que ojea unas cuantos ejemplares de prensa. Aun puede recordar el último verano y los escenarios que se proyectaban entonces, por lo que cuando entre sorbo y sorbo revisa los editoriales, no es raro que esboce más de una sonrisa, no sé muy bien si resabiada o indignada.«Lo que me queda de vida, quiero vivir la vida», escucha decir a Shakira desde la televisión del bar, mientras repasa el último texto de un columnista procesista que se mantuvo instalado durante largos periodos en discursos rupturistas, pero que ahora se esfuerza por adaptarse a la vieja realidad, aquella que le obliga a comulgar con lo que hay. Eso no le molesta en absoluto al ciudadano corriente, que lleva dos años consecutivos haciendo ejercicios infinitos de realismo. Lo que casi le ofende es la reprimenda que a propósito de su neorrealismo realiza contra sectores que expresan todavía una fuerte voluntad unilateralista. Las admoniciones del editorialista se dirigen contra aquellos que exigen hacer efectiva la República y que consideran que, una vez que los presos han regresado a Cataluña, ya solo depende de los auténticos soberanistas el abrirles la puerta de la celda y ponerlos en libertad. «No suena muy diferente», piensa para sí mismo el ciudadano corriente, «de lo que hace un año se escuchaba de los miembros del Govern, ni es una melodía muy distinta a la que tararea en algunos momentos Quim Torra». «Si te vas, si te vas, si me cambias», le grita entre tanto Shakira desde el televisor.
A medida que transcurren las horas, sube la temperatura en la calle y el aire condicionado del bar pierde efectividad. La pérdida de frescor le conduce a beberse más rápido de lo aconsejable los quintos de cerveza, lo que ocasiona no pocas dudas en la comprensión lectora. Al ciudadano corriente le parece leer que el frente independentista se está dividiendo, que las declinaciones del soberanismo se diversifican en el relato, en el objetivo y en la táctica, sin que esté claro que exista algo parecido a una estrategia a largo plazo. Se pregunta cuánto tendrá que ver con ello la presidencia de Pedro Sánchez, las gestiones tras las cortinas de Podemos y las decisiones que emanan del Euzkadi Buru Batzar. El ciudadano corriente piensa que, en síntesis, ahora están los que apuestan por desandar el camino, los que prefieren el paso atrás para tomar impulso y los que siguen adelante contra viento, marea y a pesar de ir directos a un muro. El ciudadano corriente se pregunta por las consecuencias de seguirse estrellando, mientras Shakira le asegura desde lo alto que no encontró «ojos así como los que tienes tú».
«Ojos de cansancio, más bien», piensa un ciudadano corriente cada vez más acalorado, en la medida que ya son las 15 horas y que entra un considerable calor a través de los cristales. A falta de consultar la prensa deportiva, opta por pedir al camarero el menú de mediodía. Se siente seguro de que, por extraño que parezca en este momento, una buen plato de potaje de alubias y un segundo plato a base de carne estofada colmará sus necesidades más acuciantes, mientras se toma el tiempo necesario para conocer la última hora del Mundial. Un Mundial en que se ha vuelto a quedar si selecciones favoritas, pero en el que no puede dejar de simpatizar con la selección belga.
Esboza una sonrisa al descubrir que Luis Enrique será el nuevo seleccionador español y sueña con volver a ver a Sergi Roberto en el combinado, con la revalorización de Thiago y con Piqué comprometido un par de años más con el conjunto, mientras Shakira proclama al respecto «Mira que cosa bonita, que boca más redondita». El affaire Lopetegui le pareció al ciudadano corriente un producto de un mundo que se estaba acabando, un suceso propio de la época anterior a Pedro Sánchez, un evento que Hierro acabó de sepultar, que en ningún caso debe repetirse con Pedro Sánchez y que Luis Enrique debe garantizar que no se produzca. No es su mayor aspiración, pero al ciudadano corriente le apetece una etapa de zapaterismo dos punto cero en minoría encarnado por Pedro y expresado por ese Gobierno repleto de mujeres que ha formado. Las ráfagas de aire fresco son algo muy apreciado en plena canícula y algunos calores han durado demasiados años en España.
Terminada la comida, solo cabe pedir el carajillo y la cuenta. El ciudadano corriente se levanta algo mareado y se disponer a pagar en la barra, cuando de repente sufre un dolor agudo en el pecho. Un hombre que se encuentra a su lado le pregunta sí se encuentra bien. «No», le contesta el ciudadano corriente, mientras lentamente se deja caer al suelo. El servicio de comidas queda interrumpido y alguien llama a una ambulancia. Al cabo de un cuarto de hora, un sanitario se dirige al ciudadano corriente para decirle: «No se preocupe, debe ser una angina de pecho». Este le responde: «Creo que me duele España, doctor». «Ahí sí que no podemos ayudarle», le contestan los sanitarios y una fuerte carcajada por todos compartida sacude el local.
Entre Manuel Vicent, Vazquez Montalban y sobre todo, Eduardo Mendoza, que bien le ha salido esto a usted Senyor J. Que bien escrito.
Creo que hace ver que le interesa Shakira, pero no veo más que ganas de hablar de Piqué, falta Piqué.