Cartas Fiñolesas (1)

Frans van den Broek 

 

I

 

A mi heredad genética y cultural mestiza, en la que confluyen vaya uno a saber cuántas sangres y legados –dado que ni el europeo más ‘puro’ ni el indio más ‘auténtico’ dejan de ser a su vez otras tantas mezclas sobre mezclas-, puedo añadir el hecho de tener una hija finlandesa y afincada en Finlandia, cuya madre es originaria de aquel bello país. La madre, faltaba más, es también una mezcla de ancestros suecos y fineses, y hasta hay un lejano ancestro holandés perdido por allí entre los bosques y los lagos en busca de fortuna y de mujeres, abundantes estas últimas tras las guerras y pobrezas que decimaron a los hombres en el pasado. Y no me extrañaría que alguna gota de sangre eslava se haya colado en sus venas, tras tantos años de dominio ruso, aunque no puedo aseverarlo. No me pregunte el respetable cómo es que llegué a hacerme padre de una adorable finesa, hoy de 11 años, pues tendría que acudir a los viejos conceptos del azar y la necesidad, sin saber en realidad dónde aplicarlos ni por qué. Si menciono este hecho es sólo para indicar la razón de mi interés por Finlandia y de que visite el país con bastante regularidad, cada tres o cuatro meses, y de que, a raíz de este contacto, haya llegado a saber algo de su historia y de sus gentes. Lo menciono, además, como una prueba más de la fragilidad de las identidades nacionales en el mundo globalizado de hoy en día, prueba modesta tal vez, pero simbólica en alguna medida del mundo que se aviene, y como una acotación al margen sobre la obsolescencia relativa de las identidades étnicas, las cuales me parecen cada vez más ficticias, cuando no francamente absurdas. Si le preguntaran a mi hija, como hicieron conmigo al llegar a Holanda –por primera, pero no última vez en mi vida- a qué categoría étnica se considera perteneciente, me temo que o bien tendría que apelar a muchos guiones o paréntesis, o a muchas horas de terapia. Claro está, ella se siente finlandesa, por la sencilla razón de que esa es su patria y allí transcurre su vida, pero los idólatras de las tribus jamás se contentan con ello. Y en su propia patria hay lealtades divididas, entre la comunidad finlandesa mayoritaria y la minoría de habla sueca. Pero sobre esto hablaré en otra ocasión. 

 

Frágiles o ficticias, estas identidades operan, no obstante, en nuestros sistemas de creencias y articulan hasta cierto punto nuestra percepción de la realidad y nuestra experiencia del mundo (para decirlo con frases grandilocuentes, que más vale aceptar sólo a medias), y se inscriben en lo que, con todas sus deficiencias, se suele llamar la cultura de un pueblo, una nación o una civilización. Dada mi historia familiar, por tanto, no he dejado de preguntarme sobre el valor objetivo de afirmaciones que atribuyen a estas entidades sociales, llámese nación o etnia o pueblo o barrio –que hasta este grado llegan las atribuciones de identidad-, características más o menos definidas que las distinguen de otras. Confieso que tiendo a pensar en ellas como constructos imaginarios más que reflejos de atributos objetivos, pero a cualquiera que haya tenido la experiencia de tratar con gentes más allá del perímetro de su aldea, le saltará a la vista que hay rasgos distintivos entre los habitantes del mundo, a diversos niveles de agrupación. Un español no es, en general, igual que un alemán, cuanto no fuera más que porque los últimos colocan sus toallas siempre primero en las piscinas, como un sueco no es precisamente similar a un tasmanio, en más aspectos, quiero creer, que el bronceado.

 

La constatación de este hecho se remonta con toda probabilidad hasta los albores de la presencia del homo sapiens sobre la tierra, cuando olfateaba con desconfianza a los otros peludos neanderthales o a los de otras tribus extrañas, en posesión de otros graznidos y otras hachas, y ya desde sus inicios las letras han reflejado esta tendencia nuestra a constituirnos en grupos discretos cuya definición excluye a los demás, a quienes, sin embargo, no hemos dejado de observar y describir… La historia de la caracterología de las naciones es de hecho muy antigua -piénsese en Herodoto, por ejemplo- y no exenta de soberbias imbecilidades, de cuya repetición nadie está salvo, ni el más avisado. Que en la Edad Media se estuviera convencido de la existencia de una raza de hombres con cabeza de perro es hasta cierto punto perdonable, por el estado de ignorancia general de la sociedad; menos comprensible es el que un hombre que no había salido jamás de su ciudad, pero con una inteligencia superior, se hubiera dejado seducir por las delicias de la antropología descriptiva basándose sólo en lecturas de dudoso calibre, las cuales le convencieron de que a los negros no se les conocía inteligencia racional alguna, y de que los españoles eran tan presumidos y arrogantes que al ver acercarse a foráneos iban corriendo a sacar su espada y su vestimenta para lucirla a tiempo. Por supuesto, al pobre Kant, el perpetrador de estas y otras necedades, no se le puede acusar retrospectivamente de estupideces que en su tiempo eran comunes y cuya comprobación objetiva le estaba vedada. Pero este ejemplo demuestra cómo el largo camino de las caracterologías de los pueblos ha sido pedregoso y hasta enfangado, sobre todo cuando la política y el poder se han hecho cargo del relato.

 

Dicho lo cual es menester, repito, reconocer que algo así como rasgos comunes o parecidos de familia son observables entre los miembros de ciertas agrupaciones humanas. Que la extensión de estos rasgos comunes, empero, coincida con lo que se suele llamar nación es dudoso o imposible de demostrar, en primer lugar porque la nación sí que es primariamente, para el que tenga ojos de ver, una construcción imaginaria cuya historia y fines son políticos. Puede que haya existido, en algunos casos, una real comunidad previa que ha servido de material original para la formación política o cultural de lo que más tarde se llama una nación, algo así como lo que A. Smith llama Etnies. Pero los grupos que distinguimos sin demasiada especulación no son siempre los que las estructuras estatales reconocieron y reconocen como tal, y las fronteras definitorias son harto maleables y caprichosas. Por ejemplo, alguien puede pensar que los pueblos germánicos del norte de Europa poseen características comunes muy claras que los distinguen de los pueblos latinos del sur europeo, y puede que tenga hasta cierto punto razón. A nadie, que no sea un epónimo hitleriano, se le ocurriría afirmar hoy que existe por tanto una nación germánico-europea o una raza latina. En otro plano descriptivo, un alemán del norte se considera distinto de un bavario del sur, aunque compartan, supuestamente, la misma nación. Esquivo el intratable problema de las nacionalidades en España, porque en mi experiencia suscita más equívocos y malhumores que análisis y mesura, pero el amable lector puede llenar el hueco por sí mismo.

 

Hecha esta salvedad, a los caracteres de los pueblos que habitan ciertas zonas se les sigue atribuyendo un cierto grado de realidad, aunque sus rasgos se nos escapen y evadan la claridad de una acotación conceptual. Ya el ecuánime Erasmo dejó dicho en alguna parte que para ciertos asuntos no eran precisas las definiciones, y que bastaba tolerar que la gente pensara como piensa. Parafraseando al humanista, diría que para esto de los pueblos y sus modos, siempre es posible una vía más tentativa, que acepte su provisionalidad y se asuma como más literaria que científica. Es en esta guisa que quisiera compartir algunas reflexiones sueltas sobre el pueblo al que le tocado pertenecer a mi hija. Que en un mundo como el nuestro, donde muchos no saben si son de aquí o de acullá, reflexiones sobre las patrias y las naciones serán cada vez más turbias, me resulta del todo cristalino. La naturaleza humana se encargará de crear siempre nuevas tribus, no obstante, y será tarea del antropólogo o viajero del futuro el intentar describirlas con mayor o menor objetividad. Quizá llegue un tiempo en que logremos descifrar los circuitos neurológicos correspondientes a patrones culturales específicos, no lo sé. Pero mientras uno mire con ojos y escuche con oídos, no podemos sino observar con el mejor de los talantes y contar lo observado, conscientes, en el mejor de los casos, de nuestras trabas naturales. De los peores de los casos se encarga la historia.

 

II

 

En hablar sobre Finlandia para el mundo hispánico, me precede el ilustre y malogrado Ganivet, con sus Cartas Finlandesas, quien, en realidad, escribió más sobre la minoría sueca del país, de clase más privilegiada, que sobre los misteriosos cantores del Kalevala –el poema mítico-épico nacional-, que excedía su capacidad de comunicación. A decir verdad, excede también la mía, pues mi conocimiento de la lengua finlandesa es básico. ¿Cómo logro comunicarme con mi hija, entonces? En una lengua idiosincrática que he dado en llamar Fiñol –de donde lo de Cartas Fiñolesas-, una amalgama de las frases de español que mi hija ha logrado aprender tras años de tenacidad quijotesca por mi parte, y las frases de finés que mi abotargado cerebro ha podido asimilar más a pesar de mis inconstantes esfuerzos, que gracias a ellos. Como bien sabe el lector, la lengua finlandesa es a las lenguas europeas, lo que un zarajo es a una remolacha, ambos se comen (o se hablan), pero allí se acaban las similitudes. El símil del zarajo es deliberado, aunque respetuoso, pues desde que me comí por primera vez aquellas tripas amarradas a dos palos, no pude dejar de pensar que se trataba de una de las delicias más antiguas de la culinaria universal. El finés no es menos arcaico, y pertenece a otra familia lingüística que la indoeuropea. Tiene la ventaja de que no abunda en vocales impronunciables, de que todas las palabras se acentúan en la primera sílaba, y de ser como el español, que lo que se lee, se pronuncia. Y de usar el alfabeto latino, por cierto. Ventajas que se agradecen, pero que sirven de poco para aprender un vocabulario y una gramática endiablados, que le hacen a uno pensar que son la razón de la proverbial austeridad verbal de los finlandeses.

 

Como fuera, mi hija y el que escribe tuvimos que inventar nuestro idiolecto, que aún nos sirve, y superar así el trauma de una separación no sólo física, sino verbal. Más trauma lingüístico para mí, que para ella, en cierto modo, pues mi hija volvió al país de su madre a hablar una lengua que había escuchado desde su nacimiento, mientras que a este humilde servidor nada lo había preparado para constatar cómo su propia heredera olvidaba el holandés en menos de dos meses, el que había hablado con fluidez hasta que se marchó con cuatro años. Así es, en menos de dos lunas, de ser capaz de comunicarse sin problemas en la lengua de Rembrandt, mi hija, una vez instalada junto a sus bosques interminables, olvidó el neerlandés por completo y sin remedio. Me pregunté con desesperación si no se habría golpeado el cerebro y perdido el funcionamiento de algunas partes de la zona de Brocca, pero el finlandés lo hablaba como poeta en ciernes, me informaba la madre, mientras que de su antigua lengua no quedaba ni rastro. Si alguna vez necesita alguien pruebas de la flexibilidad de la mente infantil, que se comunique conmigo, que le repetiré esta historia bajo juramento. Esta experiencia, como pude leer en algunos libros, no es tan incomún como pensé al principio, y a pesar de las barreras y frustraciones de la comunicación, ha sido fascinante tener la necesidad de crearse una lengua provisional, la cual no será una lengua en el sentido estricto, pero el proceso me ha enseñado de modo experimental cómo se gestan las mismas, y ahora puedo imaginarme mejor a la plebe celtíbera o visigoda cogiendo del latín lo que cayera, y del árabe lo que ayudara, y amasando al final las jarchas, sermones y poemas que irían a desembocar en Corín Tellado. Si hasta dudo si no declarar en la Unesco el fiñol como un dialecto en peligro de extinción, pues mi hija está aprendiendo con celeridad la imperialista lengua de la pérfida Albión, la que acabará reemplazándolo con seguridad. Pero mientras dure, lo disfrutamos, enhebrando frases como las siguientes: ‘ese peli es muy tyhmä, mejor mennemme uimanhalli’, que en buen castizo quiere decir, ‘ese juego es muy tonto, mejor vamos a la piscina’. O: ‘minä rakastan sinua mucho, ja huomena minä soita y hacemos Skype’, o mejor dicho, ‘te quiero mucho y mañana te llamo y nos comunicamos por Skype’. Se preguntará el lector por qué no le he enseñado a mi hija mejor el español o yo aprendido el finlandés, pero esta historia me llevaría demasiado lejos y no tiene mayor relevancia. Baste decir que hemos ido cogiendo las palabras y frases a la loca, en medio de los brincos y las carreras, y no ha habido jamás tiempo para lecciones.

 

III

 

Mi conocimiento del país está, como mi conocimiento del fiñol, hecho de parches  remiendos, y es sobre todo una experiencia personal. Soy parcial, por tanto, subjetiva y objetivamente y he llegado a admirar este país de lagos y de bosques, no sólo porque allí salta y corre mi hija, sino por genuina apreciación de sus gentes y de su historia. Por ello me entristeció mucho la noticia de aquel enajenado que se puso a pegar tiros a mansalva en un instituto educativo, sólo un año después de un incidente similar. Que alguien lo haga en América, parece casi obligatorio cada cierto tiempo, pero que esto ocurra en Finlandia dos veces en un mismo año es un escándalo. Este pequeño país –en cuanto a población, no extensión- ha logrado un nivel notable de prosperidad para sus habitantes, a pesar de que no mucho tiempo atrás era un país relativamente pobre. Su caso no difiere en este sentido del de varios paises europeos, por supuesto, pero las circunstancias de su desarrollo son más bien peculiares, y si acaso más dignas de admiración, algo a lo que también volveré en otra entrada. Piénsese de momento que Finlandia no pudo gozar del plan Marshall, por ejemplo, por el veto del vecino oriental, la Unión Soviética, con la que había entablado dos guerras y a la que había perdido un buen trozo de su territorio. Esta prosperidad ha incidido en la seguridad ciudadana, y es de los paises donde todavía uno puede perder su reloj en un parque y encontrarlo al otro día, colgado por algún transeúnte en donde sea visible para recuperarlo. La gente es, en general, calma y mesurada, de pocos aspavientos y celosa de su privacidad, y si bien poseen un buen sentido del humor, tienden quizá más a la melancolía que a la extraversión. Aunque hay niveles altos de secularidad, la herencia luterana es visible, no diré tanto en su ética de trabajo, pues ignoro si la tesis Weberiana se puede aplicar aquí, cuanto en la ética en general y la relevancia del luteranismo como inspiración de organizaciones civiles. El país, como se sabe, tiene una densidad poblacional muy baja, lo que se nota en la tranquilidad de sus pueblos y ciudades –que al inicio me hicieron comparar la ciudad donde vive mi hija, Vaasa, con un balneario de verano en invierno-, en la omnipresencia de la naturaleza y en la parsimonia, tal vez, de sus habitantes. ¿De dónde salieron, pues, aquellos desequilibrados que atentaron en las escuelas?

 

Ante este tipo de fenómenos, lo que menos faltan son teorías para explicarlos. Añadir una nueva contribuiría a la confusión, me temo, y no me siento cualificado para evaluar con justicia las existentes. Por lo que me limito a mencionar tan sólo algunos factores que podrían haber contribuido a la aparición de dichos miserables, extraídos de las especulaciones que he leído al respecto y de lo que puede aportar mi experiencia. Se afirma, por ejemplo, que la prosperidad ha significado una mayor movilidad social, sociológica y literalmente. Esto supone que muchos jóvenes, como ocurre en toda Europa, van a estudiar fuera de sus lugares de procedencia y se establecen allí, a veces a cientos de kilómetros de distancia. Mientras que en sus pueblos o ciudades les han cobijado (u oprimido, como se quiera) las redes sociales a las que pertenecían desde su niñez, en sus lugares de adopción se ven muchas veces aislados de sus congéneres, condenados a llenar sus horas de soledad con lo que se acomode a su temperamento. Si éste ha sido de antemano medio inestable, es probable que esta soledad agrave sus tendencias menos edificantes. Es indudable que el finlandés es un ser menos social, digamos, que un español y, como dije, buen custodio de su intimidad, característica que corresponde tal vez a la demografía del país y a su vasta geografía. Por lo que no es difícil imaginar a un jovenzuelo de personalidad retraída circunscrito en buena parte a su mundo particular. Esta soledad no es suficiente para explicar, huelga decirlo, la tendencia a un acto vesánico como la matanza de inocentes, pero un breve vistazo a lo que pueda constituir el mundo particular de estos descastados ofrece tal vez otras claves sueltas. No hay mundo particular que no esté lleno del mundo exterior, por supuesto, y el mundo de estos jóvenes estaba lleno de internet y de rock metálico, por ejemplo, factores que destaco no por su relativa importancia explicativa, que ha de ser, supongo, más bien complementaria, sino por simple prurito paternal, como se verá. Si a estos factores se añade otros como la posesión de armas en un país con larga tradición de caza, muchas cogorzas con vodka de dudosa calidad, frustraciones sexuales y de otro tipo, un sentimiento histórico de inferioridad con relación a los paises vecinos, la pérdida de un marco religioso de referencia, la lenta, pero inexorable llegada de extranjeros y los largos e implacables inviernos, quizá se esté un poco más cerca de entender el fenómeno. Pero como puede apreciar el lector, ya estoy teorizando. Vuelvo a los factores susodichos.

 

No he mencionado el internet de guasa. Finlandia es uno de los paises con más conectados a internet per cápita del mundo. A través de la red pudieron estos jóvenes enrabietados conectarse con páginas de inspiración nihilista y mirar infinidad de veces las masacres similares de otras partes del mundo, como la de Columbine, en los Estados Unidos. Nadie podrá convencerme de que la contemplación masiva de páginas apologéticas con la violencia y el odio no llega a tener un efecto nocivo en los seres humanos, tal vez no de manera estadísticamente significativa, pero por lo menos en ciertos individuos proclives al resentimiento o la negatividad. Aunque no fuera más que un último empujoncito en seres que ya se caían, identificarse con grupos que afirman que la única solución es la exterminación selectiva (o general) de la especie no tiene que haber hecho nada para empararlos en su descenso. Además, los ordenadores, con todas sus ventajas, promueven, a su vez, el aislamiento y la obsesión en quienes son receptivos para ello. Soy consciente de que estas observaciones son controversiales, pero por si acaso a mi hija prefiero antes llevarla al parque a correr, que iniciarla en simplificaciones morbosas de Nietzsche colgadas en la red. Me encanta verla disfrutar con las ventajas de que goza un niño en nuestras sociedades tecnologizadas, entre ellas el internet, pero está claro que avances como este han expandido no sólo el acceso a la información útil o entretenida, sino a la basura irredimible y deletérea. Las ásperas fronteras entre la libertad del individuo y el bien común no han sido jamás fáciles de trazar, y muchas veces se han desbordado, pero casos como los de estos jóvenes atrabiliarios tienen que alertar nuestra atención y estimular el debate, pues si bien se trata, sin duda, de casos marginales, son instancias extremas y grotescas de un fenómeno que, en grados diversos, compete a toda la sociedad, en Finlandia y en todas partes.

 

Y lo del rock metálico es curioso y no menos controversial, pero es elemento recurrente en algunos asesinos de esta laya. Por alguna razón, que desconozco por completo, Finlandia es un país donde el hard rock y el rock metálico están muy arraigados. Quizá se deba a algo tan simple como que a alguien se le ocurrió fundar una banda de este tipo que tuvo cierto éxito, lo cual fue copiándose por jóvenes y empresarios, hasta llegar al arraigo actual. El caso es que el rock de cuño pesado campea por sus fueros en dicho país, como pudieron comprobarlo los espectadores de Eurovisión hace un par de años cuando Finlandia ganó el primer puesto con el grupo de hard rock Lordi. Y aunque está claro que el contenido y la iconografía diabólicos de esta música están expresados en un marco lúdico que es entendido como tal por la gran mayoría de sus oyentes, no dejan de ser horribles, la verdad. Y sus propias cualidades sonoras son dañinas para el oído, y no me extrañaría que para el cerebro también, como va demostrando la ciencia, lo quieran o no sus adeptos. En un mundo en que la corrección política nos ha habituado a declarar que toda expresión artística es igualmente válida, resulta difícil llamarle ruido al ruido, y destiemple al destiemple. De nuevo, si bien esta forma de rock no tiene por qué tener un efecto nocivo general, ha de haber sido poco servicial para equilibrar el ya alterado mundo interior de los columbinos finlandeses. Como con el internet, la sociedad no puede limitar la difusión de ninguna música en aras de bien común alguno, pero sí estar abierta a los resultados de la investigación científica y de los debates públicos. De momento, me encanta que mi hija se haya aficionado a escuchar las melifluas canciones de Anna Abreu, una jovencita que, como ella, ha crecido en Finlandia, pero tiene padre extranjero (portugués, para más señas), pues por lo menos ando seguro de que sus canales semicirculares seguirán indemnes por un tiempo y de que aprende algo de quien, como su ídolo, ha hecho de su ascendencia mestiza una ventaja, no una etnia.

 

Lo de la posesión de armas ya se ha discutido tanto, que no requiere más comentario que el saludar la decisión del casi siempre sensato gobierno finlandés de restringir las leyes atinentes. Es cierto, siempre podrán los asesinos lanzarse con cuchillos de cocina a sus masacres, pero mientras menos armas haya, menos balas se dispararán. Algo que mi hija, de seguro, agradecerá de todo corazón. Lo mismo que su padre.

30 comentarios en “Cartas Fiñolesas (1)

  1. Sencillamente genial:

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    Claro que para entenderlo hay que conocer la fiebre wassup que vivió EEUU y parte del mundo entero hace un lustro. Era una de esas campañas publicitarias que tienen un impacto tan grande que uno hasta olvida el producto que anunciaban, en este caso la cerveza Budweisser, creo recordar. Básicamente se trataba de resaltar el compañerismo cervecero de una panda de macarras que se comunicaban a base de sonidos guturales exagerados sobre la pregunta What´s up? Ahora están todos puteados por el legado de Bush y su voluntad de mantener el club no se sostiene, si bien aparece Obama como la única esperanza. Ya digo, sencillamente genial.
    No puedo reprimir la tentación irresistible de remitirles a mi artículo del pasado 3 de enero, sí, 3 de enero, apostando por la mera esperanza remota que representaba Obama entonces frente a la realidad casi insoslayable actual. Hay veces que a uno le reconforta enórmemente acertar. Wassssup man? Change

  2. Otra vez me congratulo de que Debate Callejero cuente entre sus articulistas con un escritor de la talla de Van den Broke. Su relato de hoy sobre su particular método de comunicarse con su hija es otra delicia más de entre las que nos tiene acostumbrado. Los que no lean DC se lo pierden.

  3. Madrugón, para variar. Quería contestar al último Pratxanda de ayer, sin desmerecer al columnista de hoy… Pero no estoy yo a estas horas para según qué escritos…

    Pratxanda, el problema es que ZP ha puesto todo su empeño político en ir y ha puesto toda la maquinaria del Estado, desde el Rey y la diplomacia, a trabajar en ello. Así que si falla, evidentemente será un gran fracaso personal de Zapatero, porque él mismo lo ha querido así.

    Pese a todo, pienso que estará. Le veo tranquilo, y a su Gobierno, y a los medios catérvicos, y al PP. No sé si simplemente están esperando a que se la pegue o qué.

    En fin, supongo que alguien, algún día, nos contará a qué venía el interés de ZP en que España estuviera presente en una mesa en la que creo que no se decidirá demasiado, siendo como es en la última semana de Bush como presidente del Orbe. Hay algo que no sabemos, que no se nos está contando…

  4. Qué maravilla. Quedo rendido a la pluma virtuosa de este grandísimo escritor que nos honra con su presencia.

  5. Yo, que tantos hombres he sido, nunca fui el hombre que visitó Finlandia y me temo que nunca lo seré. Tengo otras prioridades- la vida es bella y corta – y entre ellas no está la visita a los países frigoríficos. Seguro que me perderé grandes cosas, pero nadie es perfecto. Muy curioso el artículo (¿o memorial?) del holandés ambulante de DC. Si tuviera que poner un pero es su longitud: las grandes parrafadas e internet se llevan mal. Creo.

    ::

    El camarada Pratxanda nos está hurtando la crónica del mal de amores entre Montilla y Zapatero. Tampoco nos cuenta de esa biografía, o así, del señor Maragall que ha llevado a la destrucción de los 10.000 ejemplares editados: todo por unos diarios de su padre donde dejaba escrito la “tranquilidad” de Barcelona con la llegada de las tropas de Franco. Exijo que se le exija al camarada Pratxanda que cumpla con su trabajo de corresponsal en el extranjero e informe de ese frente.

    ::

    Cada día estoy más convencido que Iñaki me lee y me copia:

    http://www.cuatro.com/videos/index.html?xref=20081027ctoultnot_8.Ves&view=baja

  6. #5 Gracias… más allà de cualquier cuestión política, me encanta lo de corresponsal en el extranjero. Siempre he querido coger un microfono y despedirme con la cantinela habitual de la que Montserrat Bessas (Paris para TV3) o los coresponsales de Israel e Italia de Antena 3 son ejemplos paradigmáticos.

    Los de Montilla y ZP no es un mal de amores, va más allá y deberíamos hablar de desafección. Tengo en «pendientes» una recopilación de «poemas» que se dedican entre PSOE y PSC. Lo que me falta es tiempo…

    Desde la República Popular de Chartneguistán

    informó Pratxandaaaaa

    para Debate Callejero

    «Gracias Pratxi» (voz de Aitor)… y pasamos a deportes…

  7. Mimo titos #1
    Absolutamente genial. Pero es que esta campaña de Obama me está pareciendo la mejor campaña electoral que he visto en mi vida, utilizan todo, incluído el márketing viral. Desde el vídeo del «yes we can» que me emociona hasta a mí (y ni siquiera me gustan los EE.UU) hasta este último vídeo que es absolutamente fantástico.
    No me cabe duda, el próximo presidente será Obama.

  8. Gracias, Frans.

    El artefacto literario fluye y fluye con una naturalidad que hipnotiza y que me parece algo peligrosa, porque los contornos de la idea se desdibujan. ¿Hemos querido decir que internet + rock duro + inviernos oscuros = matanzas en los institutos?

    Abrazos para todos.

  9. 1 y 8.
    Hablando de EEUU, la buena noticia, a mi juicio, sería que ganara Ralph nader. Él sí que podría impulsar un cambio de verdad.
    Las cualidades personales de obama me atraen sin duda más que la de sus oponentes republicanos (es más ilustrado y menos despótico), pero en el fondo no deja de ser un buen «producto publicitario» (así le definió un asesor mediático suyo).

    En esencia creo que todo seguirá igual o casi:

    -En el conflicto palestino israelí no parece estar por la labor de contrariar al lobby judío. Incluso afirmó que quería una jerusalén indivisa para israel. !¿??!
    -Retirará paulatinamente e sus tropas de Irak (justo y necesario)… para traladarlas a Afganistan y ganar allí. Ésto si que es optimismo antropológico y no lo de Zapatero. Los soviéticos, que llegaron a tener allí un millon de hombres lo terminaron dejandolo por imposible.

    -Un ejemplo menos relevante quizás pero que da la medida de la falta de coherencia de obama: Cuando Hillary se puso a vituperar ignominiosamente a jeremiah Wright (director espiritual de Obama) por unas declaraciones apasionadas que había hecho en contra del imperialismo de EEUU, obama se defendió diciendo que no le conocía apenas .

    -¿No les escama que encante absolutamente a todo el mundo? Al PP, al PSOE, a todo Hollywood …

  10. Gracias por el artículo, Frans van den Broek. Un lujo poderte leer. Tu literatura engancha y te lleva de un tema a otro sin marearte. De muchas cosas nos hablas. Sólo tengo un matiz: el hard rock no es pesado aunque incluya la palabra hard. Con la música las canciones no son bonitas o feas, sino que te gustan o no te gustan. A mí el hard rock no me disgusta. Y me alegré de que ganara aquel grupo finlandés.

    El PP se rompe…. La organización interna de los partidos… Al final será irrelevante. No hay nada que más una que el poder y si algo desgasta, es la oposición. Y al paso que vamos, el PP no tiene posibilidades de volver al poder hasta el 2016. ¿Qué quedará entonces del actual PP? Seguro que Jaime Ignacio del Burgo, que ahora nos lo presentan como la «renovación» del nuevo Partido Popular de Navarra.

  11. El holandés errante, tan apreciado por los más insignes blogueros de este curioso – y no me resisto a la tentación de calificar de juguetón- lugar de encuentro que es DC, nos ha deleitado hoy una parte considerable, pero no por ello despilfarrada, de nuestro tiempo con sus cartas fiñolesas. Su aproximación al tema de las identidades, ese harto delicado asunto que tanto interés suscita, me ha parecido muy adecuada, dada la complejidad del tema. Y me resultan muy útiles sus reflexiones, más si tengo en cuenta que en mi trabajo diario trato con individuos de procedencias, creencias y modos de actuar muy distintos, a los que dios me libre de denominar a la ligera «de diferentes etnias», después de haber leído este, repito, interesante artículo.

    Lástima que entre lo poco o mucho descubierto en sus incursiones por aquellas tierras, no haya aprehendido algo de la proverbial austeridad verbal de sus gentes, rasgo por el que, identitario o no, tengo particular debilidad… Es lo que me pasa con el jazz, por ejemplo, y eso que hay quienes lo consideran un ruido del demonio. En fin. Suscribo a Teoura 10 y a Isidoro 14; ¿sirve la música para explicar algo? Espero que no, que todavía nos queden placeres que no sirvan más que para deleitarnos.

    Saludos y un abrazo caluroso a la hija del articulista. Me encantaría conocerla.

  12. Agradezco mucho los comentarios y la apreciación, de veras. Un par de comentarios propios me parecen necesarios. Tiene razón el comentarista que considera el artículo muy largo, al menos para un blog. Me disculpo por ello, pero a mí con las prisas se me agita la pluma, en lugar de moderarse. La próxima vez seré más breve, espero. Por su propia extensión y sinuosidad, tiene razón también el otro comentarista, las ideas tienden a evanescerse. A esto sólo puedo responder diciendo que trataré de ser más claro y distinto, como quería Descartes, labor a la que no me ayuda mi fantasía. Pero, de otro lado, el efecto es hasta cierto punto deliberado, pues tengo un antiguo requemor a ideas demasiado lapidantes. La crítica es válida, de todas formas.
    Una acotación: no tengo nada en contra de la música rock, ni de sus variantes más ardorosas. Pero algunas formas musicales me afectan el sistema nervioso negativamente, de eso estoy seguro. Me encanta la música de Led Zeppelin, por mencionar a algunos carcas de mi generación, y me gustan varios grupos modernos de este tipo. Sólo llamaba la atención sobre los gustos de varios asesinos de las escuelas y sobre estudios modernos del aparato auditivo y el sistema nervioso que parecen demostrar que música demasiado feroz puede afectar estos órganos. No quise establecer causalidades del tipo música satánica = asesinos sin remedio. Aunque tiendo a pensar que hay ciertos criterios más o menos objetivos para discriminar entre diversos tipos de música y asignarles un cierto valor jerárquico: la música de Bach es, objetivamente, más compleja que la de Six Pistols, y hace menos daño al oido. Otra cosa es aceptar que la complejidad sea en sí un valor positivo, pero las diferencias son palpables. Pero, en fin, este es tema que está siempre sujeto a disputa. Como dije, prefiero que mi hija se entretenga, de momento, con melodías más suavecitas. Y, sí, yo también me alegré con la victoria inesperada de un grupo que practica una música totalmente opuesta a la melosa mediocridad en que se ha convertido Eurovisión, y mi hija no dejó de alegrarse, como todo el pais. Un abrazo a todos.

  13. Van den Broek sigue ascendiendo por la empinada pendiente del vrituosismo literario. La verdad, no le recomiendo que haga sus artículos más breves. Casi todo los artículos que se publican aquí están por debajo de las 1000 palabras, más o menos. ¿Qué daño hace que cada tanto se publique una de las sábanas de van den Broek? Yo creo que en parte su virtud está en su desmesura. El autor es dado a los matices, las digresiones y otros vicios, que si no se abusa de ellos son realmente saludables.

    Me jode, sinceramente, que ahora se acobarde y abjure de una de las tesis que defendía, a saber, que el rock and roll es una impostura, una mierda, y en algunas de sus manifestaciones incluso una depravación moral. Sí, hay que decirlo con todas las letras, lo del heavy metal es una cosa de oligofrénicos con toques moralmente repugnantes (apología de la violencia, el nihilismo, la arbitrariedad y no sé cuántas cosas más). Algo parecido a la Fómula 1 que comentaba Arouet en tiempos lejanos. No sé la dirección de la causalidad: puede que la gente mentalmente débil se sienta atraida por esa música, o al revés, que tras escucharla largo tiempo les entre la flojera intelectual. Lo mejor que he leído sobre la música rock lo encontré en un Atalaya memorable (sí, la publicación de los Testigos, qué pasa).

    Por desgracia, mis obligaciones laborales me impiden entrar hoy en el fondo del asunto de la violencia juvenil, que da para bastante. Creo, en efecto, que la combinación de internet, heavy y soledad es tan letal como tener 20 aiños en los territorios ocupados de Israel.

  14. Mecachis….ya he llegao tarde…..y no he tenido tiempo de leer el articulo de hoy de mi apreciado Sr Puente.
    Pero he leido su comentario y el posterior de Don Cicuta.

    El heavy es tan peligrosos como Los teleñecos…..jeje.

  15. «Debemos comer y digerir y asimilar lo que se nos ofrece, sin evitar parte del alimento porque no se adapte a la fantasía de nuestro gusto mental… Debiéramos humildemente ir con la organización teocrática del Señor y esperar mayor claridad, en lugar de quejarnos a la primera mención de un pensamiento desagradable para nosotros y proceder a argüir minucias y vociferar nuestras críticas y opiniones como si ellas fuesen más valiosas que la provisión de alimento espiritual del siervo. Los teócratas apreciarán la organización visible del Señor y no serán tan necios de oponer contra el canal de Jehová sus propios razonamientos, sentimientos y emociones humanas.» La Atalaya, 1 febrero 1952, p. 79-80.

    ¡¡Viva AC/DC!! ….JAJAJA…..que nervios.

  16. Tiene razon Don Cicuta: me acobardé casi sin darme cuenta. Agradezco la llamada de atención. Es verdad, mucha de la iconografía y bastante más del contenido de ciertos tipos de rock son repugnantes, una mierda sin fisuras. Pero no iría tan lejos como condenar al rock en su totalidad. Ha de ser que tengo una timorata tendencia al compromiso, quizá consecuencia de mi ya demasiado larga estadía en el país de la tibieza temperamental y el sopor político (aunque en los últimos tiempos se están desmelenando los ultraderechistas, mira por dónde). Algunas de sus formas no dejan de ser agradables. Lo de la impostura es un hecho: de manifestación de rebeldía juvenil se ha convertido en repetición convencional de fórmulas gastadas por gente engreída, banal y no pocas veces simplemente idiota. Vale decirlo, qué duda cabe.

  17. Me uno a los parabienes a la prosa mágica de Frans, pero me parece que no tiene tanto que rectficar en la rectificación de la rectificación. Si no he leído mal, el artículo condena el rock duro y metálico, no el rock and roll contra el que arremete don Cicuta. Comparto la aversión y la severidad hacia lo primero y sus mensajes (violencia, racismo, nihilismo), pero no hacia lo segundo, que puede tener incluso swing, con permiso del jazz de iza. El heavy y el rock and roll no son lo mismo. Y ya que Frans hoy comenta los comentarios, le diré que me encantaría contar con una mayor matización de su postura y, en su caso, con una nueva rectificación que rectifique su segunda rectificación.

  18. Sere un bicho raro…pero ,no he tenido nunca ningun problema con la musica…con cualquier clase de musica..con decibelios o sin ellos.
    Siempre ham despertado en mi ,una parte de mi mismo…..y como se lo que despierta siempre he dicho que es la gente la que pone la musica….yo solo les miro y los llevo a donde elllos quieren ir…sera deformacion profesional…pèro si no lo consigo me silban y tiran botellas……jeje.

    I am a D.J., I am what I play
    Can’t turn around no, can’t turn around
    I am a D.J., I am what I play
    Can’t turn around no, can’t turn around

    I am a D.J., I am what I play
    I got believers (kiss-kiss)
    Believing me …..JAJAJA….que nervios.

    (David Bowie)

  19. Creo que no han entendido por que hay tantas clases de musica y entre ellas el Rock & Roll o el Heavy.
    Estaran de acuerdo conmigo en una premisa fundamental:

    «Historie d’O» del marques de Sade no es lo mismo que «Platero y yo» de Juan Ramón Jiménez .

    «El Cicki-Chiki» no es lo mismo que unos «Cantos gregorianos».

    «El ligero magico» de Ozores no es lo mismo que «»Aguirre, la cólera de Dios» de Werner Herzog.

    Es literatura,es musica,es cine.

    ¿Se puede comparar un partido de futbol entre el Real Madrid y el Barça con un concierto de Iron Maiden?.
    …Amos anda!…

    ¿Se puede ser joven inverbe ,estar conectado a internet ,mientras se escucha a Abba?

    No en ese caso se es un hombre madurito ,trabajador de gasolinera en sus ratos libres ,es decir,Teoura saliendo del cine y brincando por la ciudad al son de las canciones de la ultima pelicula musical con temas de ABBA…..jeje.

  20. No sé por qué se le critica a van den Broek por la excesiva longitud de sus escritos. Yo no quiero que los acorte. Me pasa con ellos, con el de hoy y con los otros, el de los gallinazos por ejemplo, que empiezo a leerlos y tengo la sensación de que su contenido me entra como si fuera el agua de un vaso que estoy bebiendo con sed. Es una sensación que muy pocas veces experimento leyendo algo. Me pasó con los primeros libros de Vargas Llosa. Recuerdo, por ejemplo, la lectura de Conversaciones en la catedral, en un hospital de los Estados Unidos donde estaba ingresado cuatro días por una razón que no me impedía leer en absoluto. El libro acababa de ser publicado en España y un familiar que fue a verme me lo llevó. Lo cuento porque recuerdo el placer de estar a solas con el libro, con visitas totalmente tasadas y no deseadas por mí en absoluto porque me rompían la lectura.
    Y me pasó con otros libros de don Mario. Y con los artículos que escribía antes. Ya no me pasa.
    Recuperé esa sensación maravillosa de leer como beber agua con van den Broke. Así que le pido que siga escribiendo largo, aunque como dice Teoura, «los contornos de la idea se desdibujen». Da igual, van apareciendo otros contornos de otras ideas, y luego te lleva otra vez a las ideas del principio.
    Y a mí, como a Iza, me encantaría también conocer a su hija. Y, ya de paso, a él.
    Sí que es un curioso lugar de encuentro este Debate Callejero.

  21. Cuidado con las etiquetas…porque se pueden llegar a decir verdaderas barbaridades ,como estas….:

    En Libertad Digital se califica de “pornografía moral” a la película Camino.

    «lo del heavy metal es una cosa de oligofrénicos con toques moralmente repugnantes (apología de la violencia, el nihilismo, la arbitrariedad y no sé cuántas cosas más)». Don Cicuta ,28 Octubre, 2008 a las 19:13 ….jeje.

  22. Dos comentarios sobre Telemadrid:

    En el programa de «Madrid opina», acaban de establecer una comparación entre la importancia de Jaime Ignacio del Burgo a UPN y la de Di Stéfano en el Real Madrid. Además, el debate de hoy versa sobre si «pintamos algo en el contexto internacional o nada». Bien, bien. Un ejemplo este canal, sí señor.

  23. Donde las dan,las toman:

    Pobre Rajoy , nadie lo comprende….que le vamos a hacer:

    ************************************************
    «….UPN afirma que «ha cumplido con sus compromisos y lamenta que el PP no haya respetado el acuerdo», ya que el partido regionalista considera que el pacto entre ambos «recoge que UPN puede tomar una posición diferente a la del PP en cuestiones que afectan al interés general y a la estabilidad de Navarra».

    «Â´Fue el PP»
    Por lo tanto, UPN ha señalado que «en ningún caso se puede afirmar que haya sido la formación regionalista la causante de esta ruptura». Asimismo, ha recordado que «fue el Partido Popular el que suspendió las relaciones con UPN, el que no respetó el acuerdo de su Consejo Político, avalado por más del 90 por ciento de sus miembros, y también el que hoy ha roto el Pacto de forma unilateral».

    Colaboración con el PP
    Además, el comunicado dice que «los ciudadanos navarros pueden estar tranquilos porque UPN seguirá trabajando, como ha hecho hasta ahora, por el bienestar y los intereses de los navarros y de la Comunidad Foral, y seguirá apostando por una colaboración política con el PP basada en el respeto a la personalidad y a la autonomía de Navarra».
    ************************************

    Cosas de la España de las autonomias que los franquistas no han llegado a asimilar…..y no escarmientan estos populacheros…ay que pena.
    …penita peeeenaaa….Esto es muy heavy,tio…..jeje.

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