Arthur Mulligan
Muchas personas en la izquierda, singularmente en el mundo de Podemos, recelan del conservadurismo por ser algo que según ellos procede de una forma de pensar que se pierde en el origen de los tiempos: esa herencia perversa es un conglomerado de violencia, insolidaridad, sojuzgamiento e incapacidad de convivir de una manera que si no es cercana al cristianismo, cuando menos está muy lejos de ser decente o sensata, por utilizar una palabra siempre pendiente del sentido último que le adjudique el líder máximo. A pesar de lo que dicta su propia experiencia, consideran una ofensa para la sociedad la existencia de grupos conservadores, los cuales deberían haberse disuelto en unidades mayores de progreso o cuando menos existir de otro modo. En definitiva, molestan por la incomodidad de su sola presencia, en general resistente a los cambios que desnaturalizan las antiguas costumbres.
Un segundo aspecto de la revolución francesa y seguramente del que menos se habla es que la revolución también trajo el conservadurismo político, de modo que puede afirmarse que el concepto de conservadurismo político, tal y como ahora se entiende, nace con las reacciones y resistencias despertadas en Europa por las novedades de 1789.
Cierto que en el antiguo régimen había personalidades más tradicionalistas o más liberales, pero el juego político transcurría en el seno de la nobleza.
Fue el diputado británico, Edmund Burke, quien inició la ofensiva, y la hija de Necker quien la continuó al proponer que los jacobinos fuesen contenidos por el lado izquierdo y los absolutistas por el derecho, interponiendo entre ambos un grupo conservador de notables, eso sí, designados de por vida.
La intención, evidentemente, era lograr un parlamento conciliador: se trataba de acompasar el tic tac de la historia (ese que tanto atrae a un mefistofélico Iglesias) y no de volver hacia atrás las manillas del reloj.
Como sucede con la izquierda, el conservadurismo ha caído muchas veces en la tentación de la violencia, aunque dentro de los usos y costumbres de cada época, porque no es una de sus características esenciales, antes bien, un conservador hace una distinción que sirve de guía e inspira su conducta política y social; en ella se opone el conocimiento técnico al conocimiento práctico.
El conocimiento técnico es aquel que cabe expresar por escrito o matemáticamente y puede ser propagado mediante su enseñanza en la escuela o la universidad.
El práctico es inarticulado, difuso y solo se adquiere bajando a pie de obra y empeñándose en tareas muy concretas junto a la pericia de los ya instruidos.
Los conservadores viven en la creencia que proyectar el futuro es bastante absurdo, ya que es en la tradición en donde se mantienen integras y a la vez vivas las comunidades humanas.
Su posición respecto al individuo es clara: la especie humana es una categoría biológica pero no es todavía una sociedad, el único lugar posible en donde el individuo gana espesor, interviniendo la cultura, las costumbres o el mismísimo sistema de prejuicios.
El conservador recela de las novedades que impliquen una intromisión en su libertad sin haberse comprobado en un número suficiente de casos las bondades que trae consigo; no apura los argumentos hasta el límite y con frecuencia prefiere dejar las cosas a media luz ya que la moral debe de ser forzosamente gris porque de otro modo no valdría para usos humanos.
El pensamiento conservador se deja influir de una manera natural, maleable en su amabilidad por una suerte de principio liberal que obliga a no renunciar a la independencia de criterio sin que por ello se obligue a pensar necesariamente. Lo contrario que sus adversarios, a los que considera con mucha frecuencia como doctrinarios, sin que por ello carezcan de alguna virtud en su furia destructora o en las novedades que tratan de impulsar.
Fervientes defensores de un orden constitucional, no rechazan su reforma siempre que inspiren el tratamiento de las mejoras como la aceptación de un todo y los arreglos se integren armónicamente en la arquitectura original.
Los más despiertos entre ellos no dudan en rechazar los modelos históricos convencionales para resolver los nuevos y gigantescos problemas y aceptan con el fervor del converso la igualdad de derechos y la eliminación de barreras hombre / mujer; consideran un atraso la moralidad basada en fuerzas telúricas o en glosas histórico metafísicas para acudir al sabio empirismo del mínimo sometimiento a intromisiones particulares y máximo respeto a formas de vida compatibles con las leyes que a todos sujetan.
Tanto conservadores como socialdemócratas discurren sus últimas filosofías en el práctico terreno del liberalismo, sin las adiposidades y adherencias de lo peor que la historia les ha dejado porque, en realidad, ambos sistemas de pensamiento se alimentan mutuamente para buscar su utopía en lo ya conseguido, solo que quieren rellenar ese espacio con nuevas sensaciones, nuevos objetos de deseo y, sobre todo, con una extensión estabilizadora mediante la inclusión de los más. Ambos movimientos tienen por lo común una cierta aversión por la naturaleza viva de la oposición de los contrarios: libertad / autoridad, autonomía / dependencia, pluralismo / monotonía social, experimentalismo / inmovilismo, igualdad / desigualdad, pensamiento independiente / pensamiento vigilado por una jerarquía.
El conservadurismo no puede eliminarse, ha permanecido y permanecerá siempre entre nosotros, incluso si llegado el caso resultara vaciado de su contenido histórico por la fuerza de los hechos, el chirriar de su exoesqueleto acompañará los horripilantes lentos pasos de la esclavitud de la humanidad en aquellos momentos enajenados en que ésta decide emprender el camino de la utopía.
Por todo ello, en mi opinión, sería bueno para España, desatender los cantos de sirena de aquellos movimientos accidentales (inevitables) a la revolución francesa y creo que a toda revolución, que tanto dolor han traído al mundo, para colaborar en el vasto y fecundo campo abierto por conservadores, liberales y socialdemócratas.
Si el papel lo aguanta todo, imaginanse los bytes.
Conservadurismo en movimiento
https://elpais.com/espana/madrid/2020-06-04/los-correos-internos-de-la-comunidad-de-madrid-que-denunciaron-las-muertes-indignas-en-las-residencias.html
Nada tiene que ver con el artículo su reseña de El País , pero ya que le importa tanto el asunto y lo relaciona absurdamente con el conservadurismo, debe mencionar necesariamente que la primera sentencia sobre la gestión de la crisis por la epidemia de Coronavirus ha sido dictada contra el progresista gobierno de Aragón sin que de momento nadie haya sido condenado en Madrid.
Y ahora qué debemos formular desde su pensamiento mecánico ¿ progresismo en movimiento ?
A mi eso de Los Conservadores y el conservadurismo me recuerda cuando de pequeños a la muette de Walt Disney nació una leyenda(hoy llamariamos «fake» y algunos»fucking fake») que todavía hoy hay mucha gente en todo el mundo que da por cierta: que su cuerpo fue congelado antes de su muerte para resucitarlo en el futuro, cuando la ciencia médica sea capaz de curarlo.
Y no sigo porque me entra la risa…
Mr Mulligan..La condena consiste, primero, en declarar que se vulneraron los derechos de los trabajadores en materia de prevención de riesgos laborales, «poniendo en riesgo grave su vida, integridad física y salud, y lesionando su derecho a la integridad física y a la protección de la salud». Y segundo, en ordenar que les proporcionen, en cuanto estén disponibles, los equipos adecuados en todo tipo de centros sanitarios de la provincia.
……Si me permite decirle…no los meten en la cárcel ,ni ordena que sean arrastrados por mulas por la calle en presencia de todo el pueblo.
Simplemente les dice a los responsables (aviso para todos los navegantes de las comunidades autónomas) que la próxima vez estén debidamente preparados para una pandemia desconocida..
Antes de que entre Mr Mulligan, Casado,Egea ,Cayetana o Abascal para decirme que mi comentario sobre Walt Disney ,es un insulto a los muertos por coronavirus.
Les digo y que conste en acta,que va referido al artículo de hoy y nada más que al artículo de hoy.