Doris Lessing: in memoriam

Frans van den Broek

Después de una larga vida en la que nunca dejó de escribir y de publicar en varios géneros, sobre todo novelas y cuentos, murió hace poco a la edad de 94 años Doris Lessing, la irreverente escritora británica nacida en Persia y crecida en Rodesia del Sur, la actual Zimbabwe, desde donde emigró a Londres, ciudad en la que vivió desde entonces hasta ahora su madura muerte. Se ha dicho mucho sobre Doris Lessing estos días, pero no deja de ser irónico que se hayan repetido muchas cosas que la propia Lessing intentó disociar de su persona, al parecer no con mucho éxito, como su supuesta filiación feminista. Pero se ha dicho poco sobre el por qué intentara con tanto denuedo disociarse de tales asociaciones y para ello me permito unas palabras, que recuerdan de modo somero su relación con el sufismo.

Como habrá podido leer todo aquel que recorriera los obituarios y artículos de rigor en estos casos, a Doris Lessing se la conoce sobre todo por haber traído a la literatura su experiencia africana y su experiencia como mujer en estado de disolución y recomposición psíquicas, expresadas en libros como The grass is singing y The golden notebook. Por un tiempo fue militante comunista y se interesó en la anti-psiquiatría de Laing, pero siempre emigró hacia otros intereses, no solo a consecuencia de un alma inquieta, sino por un impulso que solo puedo llamar como de liberación y despojamiento. Por propia confesión, si debía escoger un libro del que pudiera decir sin ambages que le había cambiado la vida, hubiera escogido The sufis, del escritor afgano Idries Shah. La elección es significativa, pero ha sido tomada por casi toda la crítica, salvo notables excepciones, como una más de las aventuras intelectuales de esta escritora, a la que habría prestado cierta atención por un tiempo, pero que no habría excedido la atención que dedicó al comunismo o al feminismo. Sin embargo, el sufismo que abrazó Doris Lessing coincide con su deseo de liberación y lo expande en direcciones que no se dejan encasillar con facilidad, o mejor dicho, cuya naturaleza es no dejarse encasillar o categorizar, y cuya primacía es la experiencia.

¿Qué tipo de sufismo es al que se refiere esta autora entonces? Cualquiera que consulte un diccionario, abra una enciclopedia o visite la red, encontrará al sufismo definido como misticismo islámico, o algo parecido, siempre asociado a la religión musulmana. El sufismo que propala Idries Shah, no obstante, no se define a sí mismo como religión, y prefiere considerarse, a falta de mejores opciones supongo, como una filosofía práctica. Quien lea la obra de este autor no podrá evitar sentir una fuerte impronta psicológica en sus escritos, dado que el camino de conocimiento que expone exige del que lo recorre la comprensión de los mecanismos que hacen de la mente una máquina de condicionamiento y alienación, esto es, le exige ser capaz de reconocer estos mecanismos y realidades psíquicas en sí mismo a fin de evitarlos y permitir que la mente opere en otros niveles de comprensión, no mermados por preconcepciones, prejuicios o interpretaciones sesgadas. Esta labor de desasimiento y reestructuración permitiría a quien siga este camino el acceso a otros órdenes de realidad, cuya naturaleza solo podemos intuir en nuestro estado común. Para preparar la mente a las experiencias que se abren a quien recorra este método, el sufismo utiliza una variedad muy grande de instrumentos o formas de enseñanza, entre los que se encuentran los cuentos tradicionales o el humor, por mencionar algunas formas no asociadas de suyo al conocimiento superior, formulaciones que, afirma Shah, son muchas veces la única manera de expresar verdades metafísicas de índole superior. Este tipo de sufismo no se entrega, por tanto, a la especulación teológica o filosófica, sino a la obtención de experiencia, para la cual ciertas condiciones han de estar presentes. Uno de los principios fundamentales es la necesidad de adaptar el mensaje y la metodología al tiempo, lugar y comunidad en los que la enseñanza tiene lugar. Por ello, repetir mecánicamente lo que tuvo efectividad en otro lugar, en otra época y para otra sociedad no tiene sentido, y es mero condicionamiento o, peor aún, estupidez institucionalizada.

Idries Shah ha repetido en varias ocasiones, de lo que se hizo eco Doris Lessing, que la sociedad moderna se encuentra en la curiosa situación de poseer suficiente conocimiento científico sobre el funcionamiento de la mente, pero de no utilizarlo con fines de hacer a la sociedad más consciente de sus virtudes y defectos psíquicos. Por ejemplo, la psicología social ha analizado los mecanismos por los que el ser humano tiende a la formación de grupos que se enfrentan unos a otros, los ya famosos in-group y out-group, y su relación con el prejuicio, el condicionamiento mental y la discriminación o la violencia intergrupal, pero hacemos poco para divulgar este conocimiento desde la escuela de modo que podamos ser menos vulnerables a la manipulación social o psíquica. Quienes hacen perfecto uso de estas conquistas de la psicología o la sociología son los gobiernos o las empresas, para controlarnos mejor o vendernos lo que sea y mantenernos como consumidores, pero ni siquiera los grupos que se supone luchan por la igualdad social o la justicia son conscientes de los mecanismos psíquicos que llevan al aherrojamiento mental, al fanatismo, al comportamiento sectario o a la división entre ellos mismos, mientras que hay más que suficiente material científico al respecto. Este es un aspecto que Doris Lessing ha llevado a su obra y a su trayectoria intelectual, y que explica mejor que ninguna otra cosa sus decisiones políticas o estéticas. Es por esto que rechazó el feminismo con el que siempre se la quiso asociar, porque era consciente de estos mecanismos grupales y psicosociales, que más que liberar, esclavizan la mente y que contribuyen a la pérdida de oportunidades de seria renovación cultural y evolución social. Es esta la razón de que incursionara en la ciencia ficción, pues le parecía que las categorizaciones académicas de la literatura se basaban no tanto en análisis objetivos cuanto en procesos institucionales y sociales que se convierten en sistemas de condicionamiento.

La vieja Doris se reiría de mis palabras, por supuesto, pues no nos es dado a los seres humanos explicar a otros humanos sin cometer falsía, y antes bien es la norma de que ni siquiera nos conozcamos a nosotros mismos en plenitud. Quizá sea cierto decir que la espiritualidad, como quiera que se la entienda, elude categorizaciones, pero esto también le sonaría flojo y alambicado. Su prosa directa y versátil, sus historias de honestidad desgarradora o exultante, dicen más sobre ella que todas las críticas posibles. Que descanse en paz, mientras nosotros seguimos leyéndola y aprendiendo.

10 comentarios en “Doris Lessing: in memoriam

  1. Una vez admitido por Fernando que Zapatero ha sido el mejor Presidente de Gobierno de la democracia, ahí les dejo el artículo de hoy.

  2. Como sabrán ustedes, ayer el exPresidente Zapatero presentó en Madrid su libro en un acto en el Círculo de Bellas Artes, absolutamente abarrotado de público, periodistas, fotógrafos, cámaras…. Estuvo acompañado en la presentación por Tony Blair que, como ustedes recordarán, fue Primer Ministro británico desde 1997 hasta 2007.
    Pues bien, si ustedes están enterados de este acto no será porque lo han leído en El País, el periódico global. Ese periódico lleva su inquina al señor Zapatero al extremo de no hacer ni siquiera una mención a la celebración de dicho acto. Como si aquí vinieran todos los días ex primeros ministros británicos. El País ha caído en lo más bajo que puede caer el periodismo: deja de informar de un acto relevante por satisfacer los odios de sus directivos. Que siga así. Que le va a ir todavía mejor de lo que le va.

  3. PMQNQ, yo acabo de leer la información de El País en la versión digital, aunque como la ha hecho Luz Sánchez-Mellado me temo que parecerá atroz y sesgada a varios blogueros.

  4. Acabo de leer la crónica de L Sánchez Mellado y no me disgusta. Lo que me disgusta es que El País en papel no haya publicado HOY (el día siguiente a ayer) ni una simple noticia de que se había celebrado el acto que comenta la periodista. Otros periódicos sí lo hicieron, como parece lógico.

  5. ¿Ah, pero lo de Luz Sanchez Mellado es una crónica del acto? Hay que joderse….

    Claro que, ya puestos, es mucho más interesante atender al comentario del catedrático I. Torreblanca (¿»Café Steiner»?) según el cual Zapatero ha demostrado su visión patrimonialista del Estado. ¡Precisamente Zapatero, miren por donde! Si es que hay gente que no es más gilipollas porque no entrena lo suficiente porque facultades no les faltan…

  6. L Sánchez Mellado empieza así su deposición:

    «Lo que seguro que no sabía Blair, invitado estrella a la presentación de El dilema (Planeta), el libro donde Zapatero evoca su memoria de la crisis, es que muchos medios estaban más interesados en comprobar si Alfredo Pérez Rubalcaba y Tomás Gómez se saludaban o se ignoraban olímpicamente, que en los dos líderes planetarios presentes en el estrado.»

    Notese que sólo ella ha hablado de eso que según cuenta era lo que interesaba a todo el mundo allí presente y no lo que tenían que decir esos dos «líderes planetarios». Así, con esa definición ya marca el terreno, sitúa a los protagonistas del acto -del que se supone que tendría que dar cuenta-, en el nivel peyorativo que conviene a quienes le han encomendado esa cobertura «informativa».

    Y luego sigue la indocumentada: «Y sí, se saludaron. Hay pruebas gráficas. Bueno, chocaron pechos, hicieron como que se dieron un abrazo y tiró cada uno por su lado, rodeado de los suyos, como habían venido.»

    Con semejante comienzo no es de extrañar que su resumen final del acto sea: «Besos prenavideños. Cháchara de excolegas: qué bien te veo, cuánto tiempo, a ver si nos vemos».

    No merece la pena comentar la zafiedad. Hay quienes creen, como esta sujeta, que un eructo es una «performance», y que todo vale.

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