David Rodríguez
Las elecciones del 26 de junio han dejado los equilibrios de fuerzas más o menos como estaban anteriormente. Dada la incompatibilidad que existe entre el PP y Unidos Podemos (UP), el PSOE vuelve a jugar un papel decisivo a la hora de determinar el nuevo gobierno de España. De momento, han decidido que pasan a la oposición, y han proclamado que en ningún caso va a producirse ninguna de las tres situaciones siguientes:
No avalarán, ni por activa ni por pasiva, un gobierno del PP. Esto implica el voto contrario a la investidura de Rajoy.
- No gobernarán con el apoyo de UP, ya que ello requiere el apoyo de diversas fuerzas independentistas.
- No permitirán unas terceras elecciones.
Si no pueden darse ninguna de las tres alternativas expuestas, hay que recurrir a las matemáticas para ver qué otras opciones son posibles. Partiendo de la base de lo absurdo que resulta un acuerdo entre PP y UP, y viendo que el PP no suma mayoría sin la abstención socialista, la única alternativa numérica que nos queda es un acuerdo entre PSOE, UP y Ciudadanos. Es aquí cuando entra en juego la lógica, que nos dice que esa posibilidad matemática no parece viable políticamente, y en el caso de que lo fuera, por desgracia para el PSOE no depende de ellos.
Llegados a este punto, nos encontramos con un problema bastante evidente: salvo milagro, el PSOE no puede cumplir de manera simultánea los tres compromisos adquiridos durante la campaña y después de la misma. Podríamos decir aquello de que ‘lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible’. Los dirigentes del PSOE lo saben, y por ello muchos de ellos comienzan a ‘flexibilizar’ alguna de esas tres condiciones, intentando sin duda arrimar el ascua a su sardina en cuanto al resultado final se refiere.
Así pues: ¿permitirá el PSOE el gobierno del PP, aunque acabe siendo mediante una abstención? ¿gobernará Pedro Sánchez con el apoyo de UP y de algunas fuerzas independentistas? ¿o iremos a unas terceras elecciones? Estas, y no otras, son las preguntas que sobrevuelan sobre Ferraz, y todo lo sucedido hasta ahora no son más que maniobras tácticas para dilatar la decisión y mantener la ya precaria cohesión del partido.
Algunos dirigentes del PSOE se atreven a proponer que se explore la posibilidad de una suma que haga presidente a Sánchez. Otros, en cambio, apuestan por facilitar el gobierno del PP. De momento, no parece que ninguno ose postular unas terceras elecciones. Por tanto, la decisión final parece encontrarse entre dos extremos irreconciliables. Demasiada responsabilidad para un partido que ha obtenido los peores resultados de su historia reciente.
Finalmente, hay un par de elementos que llaman la atención en algunos de los discursos que realiza el PSOE durante los últimos días. En primer lugar, insisten hasta la saciedad en que votarán en contra de Rajoy, pero no siempre sostienen que votarán en contra del PP. Parece lo mismo, pero no lo es, y si no que se lo pregunten a Mas y Puigdemont. En segundo lugar, Pedro Sánchez comienza a añadir la coletilla ‘a día de hoy’ a sus posiciones políticas, dando a entender que ‘el día de mañana’ puede representar la fecha de caducidad a sus compromisos.
¿Alguien se atreve a realizar un pronóstico? Yo no me hallo en disposición de saber lo que finalmente sucederá, pero hay que tener en cuenta que se trata de dar una salida que satisfaga a casi cinco millones y medio de votos, y eso no es sencillo cuando las promesas adquiridas resultan ser poco compatibles. En todo caso, si se trata de evitar unas terceras elecciones, espero que el PSOE consulte cualquier decisión final a las personas que han depositado la confianza en el partido. De momento, seguimos a la expectativa.
Como ha advertido Teo Uriarte “al PSOE le va a costar encontrar una salida digna y racional a la necesidad de constituir gobierno porque hacía tiempo había empezado a dejar el papel que el socialismo histórico juega en Europa”. El PSOE lleva años sin más seña de identidad que la del “rotundo enfrentamiento con el PP, una “fobia de rasgos irracionales frente a la derecha, una especie de juramento primitivo impropio de la política liberal, le atrae a una estrategia de tierra quemada, y con ella el rechazo de la política lo que le aleja de cualquier coincidencia con éste, y, por supuesto, de toda decisión de estado”.
Esto que ya era evidente en la noche del 20-D (cuando el PSOE debió pasar a la oposición, sin maniobras de entretenimiento y desgaste, y con la dimisión de Sánchez), se reitera ahora. Nuevamente, el PSOE demora la decisión que finalmente adoptará –sabiendo desde un principio que eso ocurriría, porque ni siquiera a los Sánchez/Hernando/Luena se les ocurriría ir a unas terceras elecciones-, como si eso no le fuera a pasar factura.
Atinado análisis de Enrique Gil calvo – “Democracia “Low Cost”, en El País-, sobre el populismo emergente aquí y allá (desde Pablo Iglesias a Donald Trump):
http://elpais.com/elpais/2016/06/29/opinion/1467214096_070317.html
En Francia aparece otro que apunta maneras, con sus referencias a la casta y tal…
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/07/13/actualidad/1468408437_614824.html
Discrepo de la,opinión de Teo Uriarte que copia Javier. Es verdad que en el PSOE hay sectores que han hecho del enfrentamiento con el PP su única seña de identidad. Lo vivimos en Cataluña con aquellos pactos y cordones sanitarios contra el PP. Pero de la ruptura de los puentes entre PP y PSOE el mayor responsable se llama José María Aznar que utilizó la lucha contra el terrorismo como arma política. Tampoco hay que olvidar cómo actúa la derecha cuando tiene mayoría absoluta ( tanto con Aznar como con Rajoy) o la utilización rastrera que hizo del atentado del 11M contra Zapatero. Me da que Teo Uriarte tiene una memoria muy selectiva a la hora de distinguir fobias y filias. Y los últimos cuatro años del PP han sido cualquier cosa menos un intento de diálogo con el PSOE. En ese terreno el PP pueda dar pocas lecciones al,PSOE.
Me resulta incomprensible que el;PSOE renuncie hoy, como renunció el 20D, a condicionar la formación del nuevo gobierno de la derecha. No se trata de coaliciones sino abiertamente a poner condiciones a su posible abstención. Lo que me resulta ridiculo, toda vez que el PSOE tiene claro que unas nuevas elecciones sería un desastre, también para el PSOE, es que finalmente permita la formación del gobierno sin contrapartidas. La ridícula «podemización» del discurso político es lo que está llevando al PSOE a un callejón sin salida, Ese trilerismo politico que tanto gusta a Iglesias. Justo lo que el PSOE nunca fue
¿Por qué no se obligan todos los protagonistas de esta historia a ver tres o cuatro horas de Borgen al día? En esa serie se ve lo que es hacer pactos y conseguir aliados para que le voten a uno en una investidura. Hay que negociar, hacer concesiones, hacer renuncias, imponer condiciones para apoyar….. En fin, algo que parece elemental en política. ¿Qué quiere decir Rajoy cuando habla de intentar conseguir apoyos? ¿Los quiere regalados? ¿Le van a caer llovidos del cielo mientras él espera sentado? ¿Y por qué el PSOE no aprovecha su situación «privilegiada» para imponer cambios drásticos en el gobierno del PP?
¿No saben lo que es hacer política?
Parece ser que porque el PP ha sido la fuerza mas votada estemos obligados TODOS a concederle el derecho a pernada.
Pues NO.
Pero que se han creido esos mastuerzos.
Pero lo mas grave de todo lo que está sucediendo es ver como Rajopiyus Lecter «El Displicente» ha secuestrado el gobierno de los españoles pidiendo como rescate la humillación del PSOE con su abstención y ademas con el agravante de que eso supondria que la secta sifilitica de Pablito Churchix lograra su sorpasso parlamentario.
A Unidos-Podemos hay que pedirle que se bajen los pantalones si quieren que no gobierne el Partido Popular.
Reitero lo que he dicho siempre.
El unico gobierno posible,para desbloquear esta situación,es el que acordaron PSOE y CIUDADANOS.
¡¡¡Arranquense la cabeza y piensen.carajo!!!
¡¡Derrotismo NO GRACIAS!!!…..JAJAJA….que nervios.
Efectivamente, en la política española falta Borgen y sobra Juego de tronos.
Yo no sé si se arreglaría la cosa con que Sánchez, Rajoy, Iglesias y Rivera vieran «Borgen». Me contentaría con que los actores políticos se mostraran un poco más reflexivos y dejaran de suministrar eslóganes vacíos a sus hooligans en vez de promover el pensamiento crítico.
Leo en un periódico el comentario a propósito de lo que declaró Sánchez este miércoles:
«Hay dos cosas que se decidieron en las pasadas elecciones. Una: quién iba a ser la primera fuerza política en escaño en el Congreso. Es claro que es el PP y la candidatura que encabeza el señor Rajoy. Y dos: que hay una mayoría parlamentaria en el Congreso de los Diputados que se presentó ante los electores diciendo que quería cambiar las políticas del señor Rajoy».
De esa constatación, el comentarista deduce: “Blanco y en botella: la mayoría de cambio sigue existiendo pese a la mayoría reforzada de Rajoy”. Y esa bobada es el mantra que viene publicitando una parte de la dirección socialista, la que querría intentar la aventura del gobierno con populistas e independentistas.
¿Pero qué significa eso de una mayoría parlamentaria que querría cambiar las políticas de Rajoy? En sentido estricto, es una obviedad de la que, per se, políticamente no se deduce nada.
Es una obviedad porque lo contrario sería imposible. Es decir, por definición, si la legislatura anterior ha gobernado un solo partido y el resto ha estado en la oposición, es lógico que ahora -desaparecida ya la mayoría absoluta- haya una mayoría relativa de partidos que antes han sido opositores y que, por tanto, se han presentado ante los electores proponiendo cambiar las políticas del gobierno al que se han opuesto. No podría no haber una mayoría de partidos que han sido opositores al PP. Lo mismo ocurriría si en lugar del PP hubiera sido otro partido el que hubiera perdido su mayoría absoluta previa ¿Qué tiene eso de novedoso?
Pero es que cada uno se ha opuesto por sus propios motivos y han propuesto a los electores cosas contradictorias entre sí. Esa es la cuestión. No hay –ni remotamente- una posible mayoría relativa en torno a un programa que coincidiera, en sus líneas fundamentales, con las líneas programáticas del PSOE. Lo mismo – y con más motivos- se puede decir si en vez de PSOE fuera Podemos o Cs quienes se imaginaran como eje de esa supuesta mayoría alternativa. A no ser que cualquiera de estos tres fuera a reconocer que que han engañado a sus seguidores o que lo de sus líneas programáticas les tiene sin cuidado (en una especie de versión ultraliberal de la negociación política). Pero eso no tiene nada que ver con «Borgen» (aunque quizá sí con «Juego de Tronos»).
Vacuidad ,es lo que aporta el panfleto que ha repartido Rajopiyus a los partidos politicos con representacion parlamentaria.
Vacuidad en su planteamiento politico.
Vacuidad que se convierte en soledad parlamentaria.
Vacuidad que se hunde en su propio vacio.
Vacuidad del politico que se resiste a dejar el poder.
Vacuidad,vacuidad,vacuidad….hasta el infinito.
¿Eres 1 o eres 0?.