LBNL
No hubo emoción. Todo el mundo preveía que ganaría y volvió a ganar, de forma abrumadora por más que el manojo de escaños que le faltaron para alcanzar la mayoría absoluta combinado con la salida del Bundestag de su socio liberal de gobierno, hayan dejado a Angela Merkel en una situación teóricamente más complicada de cara a su tercer mandato gubernamental.
En la práctica, la complicación también presenta ventajas. Descartada la opción de un gobierno de los socialdemócratas con los verdes y la izquierda “radical” tanto por su complejidad política como por lo que supondría de contradecir el sentir mayoritario del electorado, la alternativa más factible es la reedición de una “gran coalición” con Angela de nuevo al frente. La entrada del SPD en el gobierno presenta dos ventajas para Merkel adicionales a la de darle los escaños que le faltan para la investidura. De una parte, el SPD tiene mayoría en el Bundesrat, cámara que en Alemania es verdaderamente territorial y con poderes reales. De otra, traspasa parte del desgaste a su contrincante.
Las bases del SPD son muy conscientes de los desastrosos resultados que tuvo para el partido formar parte de la gran coalición que gobernó bajo la batuta de Angela durante el periodo 2005-9. Serán muchos los que subrayen los peligros en la reunión de la ejecutiva que tendrá lugar el viernes 27 pero probablemente finalmente acepten entrar en el gobierno a cambio de la imposición de un salario mínimo inter-profesional, mayores gastos en infraestructuras y que el gobierno federal asuma algunos gastos en educación hoy en manos de los Länder.
Estas y otras concesiones serán esgrimidas para justificar su decisión, así como la responsabilidad política: la mayoría del electorado prefiere una gran coalición por aquello de la estabilidad. Lo que la dirección del SPD no dirá es que en gran medida su decisión estará basada en el deseo de evitar pasar otros cuatro años pasando frío en la oposición. La sospecha es bien fundada en vista de la ausencia de dimisión alguna tras uno de los peores resultados de la historia. A estas alturas, el triunvirato que dirige el partido ya debe ser consciente de que no tiene futuro así que mejor disfrutar del presente en un buen cargo público. El contraste no podía ser mayor con Los verdes, donde toda la jerarquía ha dimitido ipso facto asumiendo la responsabilidad de haber dilapidado en tiempo record una muy sólida posición en las encuestas de hace sólo unos cuantos meses.
Angela es como es, sencilla y testaruda, poco proclive a cambiar de opinión y de políticas salvo que no le quede más remedio. Dados los excelentes resultados que ha vuelto a cosechar, poco cabe esperar en términos de moderación de la política de austericidio que viene imponiendo al resto de Europa. Los social-demócratas no tienen la fuerza pero tampoco la suficiente convicción como para dar esa batalla. Al parecer, los socialistas franceses e italianos tampoco. Así que sin novedad en el frente europeo, más de lo mismo: avancemos hacia la unión económica despacito y con buena letra mientras seguís haciendo los deberes que debíais haber hecho hace tiempo, como hicimos nosotros, y sólo al final del camino, cuando hayáis expiado vuestros pecados y tengáis la casa en orden, aceptaremos la mutualización solidaria de las deudas, eso sí, siempre y cuando nos hayáis dado vela en vuestra toma de decisiones económicas, léase visto bueno previo a vuestros presupuestos.
Hasta aquí nada nuevo para los lectores que hayan dedicado un cierto tiempo al análisis de las elecciones alemanas. Sin embargo, lo que al menos yo no he encontrado por ningún lado es una explicación a la paradoja que supone que Merkel vuelva a ganar en un contexto en el que millones de alemanes trabajan a destajo por salarios ínfimos –los tan cacareados mini-jobs- o cobran pensiones cada vez más reducidas. El “efecto túnel” del que hablaba Lobisón en su interesante post del lunes pasado no es de aplicación porque las empresas, sus ejecutivos y sus accionistas están ganando dinero a espuertas.
No me sorprende que el electorado no sea capaz de valorar suficientemente que el supuesto “milagro económico” alemán tiene los pies de barro, con sus cajas de ahorros tan quebradas como las españolas y sus brillantes exportaciones de bienes de equipo amenazadas por la ralentización de las economías emergentes, sus mejores clientes. Tampoco que en un contexto de crecimiento económico reducido la gente opte por mantener lo poco que tiene en vez de lanzarse a la revolución. Pero sí me parece muy paradójico que no orienten su voto a opciones que pretender corregir las crecientes desigualdades que Angela Merkel está propiciando con su política económica.
Como en el caso español, gran parte de la responsabilidad recae sobre la oposición por ser incapaz de articular propuestas alternativas sólidas e ilusionantes. Aun así, es difícil de entender que la clase media y media baja, por entendernos, respalde a quienes están operando su empobrecimiento. Si se les ocurre alguna hipótesis más allá de la supuesta tendencia del pueblo alemán a seguir a sus caudillos hasta el despeñamiento, por favor, no dejen de exponerla.
Pues a mí no se me ocurre ninguna hipótesis para lo que plantea LBNL. Y desde luego nunca especularé con esa «supuesta tendencia del pueblo alemán a seguir a sus caudillos hasta el despeñamiento» que me parece una fantasia. (Como me lo parece, por cierto, ese empeño de inventarse fantasmas como ha hecho en San Sebastián el impresentable Olive Stone con eso de que «al final, Alemania ha ganado la guerra»; esperar sensatez de los delirantes profesionales como Stone, esa si que es una guerra perdida).
No sé cómo lo vería si yo fuera ciudadano alemán, pero visto desde aquí me gustaría que la dirección federal del SPD no se dejara arrastrar por ese temor a pasar “frío” en la oposición que menciona LBNL. Me temo que eso ocurrirá. En esa gran coalición –que objetivamente no parece ninguna necesidad dada la rotunda victoria de Merkel-, será imposible que los socialdemócratas sean capaces de imaginar siquiera una alternativa.
Los ciudadanos alemanes votan también en sus elecciones regionales (lander) y lo estaban haciendo distinto que en las federales. En estos últimos años, las elecciones regionales han reflejado un continuado castigo para la CDU. Ese castigo, gota a gota, no se ha producido cuando ha habido que enjuiciar a su jefa, Merkel. Tal vez el efecto del liderazgo de esta sobrepasa la valoración que merecen las políticas de la CDU a los ciudadanos O tal vez los resultados estatales sólo reflejen la buena valoración de la gestión que hace el SPD cuando esa gestión es vista más de cerca, valoración insuficiente a la hora de elegir el parlamento federal y por tanto a la canciller.
El caso es que el SPD está en el gobierno de 11 de los 16 estados/lander alemanes, incluido el más poblado de todos (Renania del Norte-Westfalia, con capital en Dusseldorf). De esos 11, en uno gobierna en solitario (Hamburgo), en 6 en coalición con los Verdes, en 1 con La izquierda/Die Linke y en 4 en coalición con la CDU. De esas 10 coaliciones estatales en las que participa el SPD, en 9 preside el gobierno. Eso explica que de los 82 millones y medio de alemanes, más de la mitad tengan un jefe de gobierno estatal del SPD.
La excepción notable al castigo a la CDU ha sido en Baviera donde los socios de la CDU, los socialcristianos de la CSU suelen avasallar y así lo hicieron también en las vísperas de las elecciones federales últimas. Pero incluso en el estado/lander de Hesse – uno de los que pocos que gobernaba la CDU en coalición con los liberales, cuyas elecciones regionales se han celebrado coincidiendo con las elecciones al parlamento federal –o sea, en pleno aluvión Merkel-, lo van a perder también (supongo que por el hundimiento de los liberales).
Estos datos no cambian el significado político de la victoria de Merkel, aunque quizás ayuden a entender aún más el valor de su liderazgo. En cualquier caso, permiten relativizar lo del “frío”. Los líderes federales del SPD son unos merluzos (tras Schroeder bajó mucho el nivel) y antes de reconocer su incapacidad para contrarrestar el liderazgo de Merkel se dejarán abrazar por el oso, aceptando -como bien sospecha LBNL-, la coalición con Merkel. La volverán a cagar.
Si yo fuese el SPD, ayudaría desde fuera del gobierno, porque si no mis amigos de Die Linke harán la oposición.
Se me ocurre en primer lugar dejar de responsabilizar a la Oposición, bastante tuvo Zapatero, aun viven de ello los políticos que nos gobiernan, segundo dejar de ser imbéciles y darnos cuenta de una vez que mientras los poderes del Estado sigan en connivencia, el dinero y el poder van unidos, tanto da que esté Merkel como cualquier otro, se obedecerán sus directrices. Estamos llegando a tales niveles de sometimiento que es imprevisible hasta donde se puede llegar. Es tanta la mentira, la innominia, la falta de derechos y el consenso del gran capital para cargarse una clase media que les estorbaba, porque de esa manera no hay quien diga esta boca es mía. El enlace que colgué ayer dice claramente a los niveles de intervención a los que está llegando este Gobierno
http://www.abc.es/local-madrid/20130927/abci-instruccion-comisario-arganzuela-201309262224.html