La guerra civil, las responsabilidades individuales y una calle para Melchor Rodríguez

Alberto Penadés

 

Los fascistas no hicieron demasiados esfuerzos por ocultar sus crímenes, salvo tal vez en el caso de Gernika. Cuando al general Yagüe, que tiene calle en Madrid, le preguntó un periodista si era cierto que había fusilado a dos mil personas en Badajoz espetó un “no habrán sido tantos”. Incluso hay fotografías de las hileras de cadáveres. Y es al menos verosímil que Franco subrayara en público que no se detendría ante nada al ser preguntado si no habría que fusilar a media España para poder cumplir sus planes: “he dicho ante nada”.

 

Otros no han sido tan francos. Muchos de quienes se adhirieron al movimiento comunista internacional, supongo que la inmensa mayoría, necesitaban poder negar sus crímenes, en España como en la URSS. Así, lo más frecuente es que los asesinatos cometidos en la retaguardia republicana, además de combinarse con acusaciones pseudo-justificatorias que no se detienen ante el ridículo,  se atribuyan sobre todo a los anarquistas o a turbas incontroladas.  De todo eso hubo, naturalmente, pero también escuadrones de la muerte tan bien organizados como cabe esperarse, y con vínculos de obediencia con organizaciones políticas tan disciplinadas como el partido comunista. El ejemplo más extremo son las matanzas de Paracuellos.

 

Hablar de estas cosas con mis amigos me lleva siempre a escuchar el reproche de que no se puede ser equidistante. Sobre eso hay que detenerse. Sin duda me encuentro en una posición equidistante ante las masacres de Badajoz y Paracuellos, no puede ser de otra forma. En ambos casos se procedió en pocos días al exterminio masivo de cautivos, a un ritmo que solo igualan algunos Lager. Esto no significa ser equidistante ante los “bandos”. Sé lo que habría elegido hace 70 años, pero por suerte no tengo que hacerlo hoy, ni nadie.

 

Una de las cosas que me gusta de que se proponga juzgar al franquismo en los tribunales es que nos ayude a pensar en qué significa ser responsable. La responsabilidad legal es individual, salvo casos de actores colectivos bien definidos, y es calculable: culpable o inocente. Lo que llamamos  juicio de la historia pretende ser algo mucho más matizado en su conclusión y atribuye responsabilidades colectivas de forma bastante más generosa. El juicio moral ordinario, me parece a mí, es algo intermedio en este respecto: sabemos que es muy difícil discernir siempre la responsabilidad de un hecho y hasta qué punto se extiende la culpa entre los actores implicados.  Pero aspiramos a ello. La responsabilidad es como la libertad vuelta del revés, y la libertad se predica de los individuos.

 

Tratar de sustituir el juicio legal por el histórico me parecería un error, ni la ley está para dictar verdades históricas ni el juicio histórico sobre un periodo (del que la condena parlamentaria al franquismo es una expresión clara) debería empujar (lo haría como prejuicio) la investigación judicial. Mezclar juicios morales, digamos, “de escala ordinaria” y juicios históricos me parece que puede ser perezoso. Hay demasiada distancia entre “los bandos” y los individuos.

 

Ignoro si es posible juzgar legalmente a nadie implicado en la guerra civil o en la dictadura franquista (todos sospechamos que no) y tengo muy claro el juicio histórico que cada uno de los bandos, en tanto que bandos, debe merecer. Sí creo que se puede juzgar moralmente a los individuos.  Lo que me gustaría proponer hoy no es una condena sino un pequeño homenaje. La historia no es desconocida, pero en estos días no se habla de descubrir hechos ocultos, sino de esforzarse para ponerlos en la conciencia pública.

 

Melchor Rodríguez (1893-1972) es conocido sobre todo por haber detenido los fusilamientos de presos de Madrid en Paracuellos y alrededores, que comenzaron el 7 de noviembre del 36. El 10 de noviembre Melchor Rodríguez fue nombrado delegado especial de prisiones, pero se vio obligado a ir a Valencia a presentar su dimisión cuatro días más tarde, días en los que,  no obstante, no hubo sacas. Obtuvo plenos poderes de García Oliver y retomó al cargo el día 4 de diciembre; a partir de entonces cesaron las ejecuciones, que habían ocupado 13 días. Puede que salvara miles de vidas (además de frenar las sacas se le atribuye haber impedido con una acción decidida el linchamiento de presos en Alcalá, donde había 1400 detenidos). Algunos eran mala gente, otros se lo agradecieron siempre. En marzo fue destituido por el gobierno Negrín, presionado por los comunistas, y pasó a ocuparse de la dirección de cementerios.

 

Sevillano de Triana, huérfano de un obrero muerto en un accidente, fue monaguillo en el hospicio, calderero y, como muchos jóvenes de entonces, buscó salir de la miseria en los ruedos. Se vistió de luces como novillero en Salúcar en 1915 y fue presentado en Madrid, en la plaza de Tetuán, en 1918, siendo cogido grave por el segundo. La prensa dijo que “sus faenas de muleta fueron vulgares aunque valentonas”. Antes de abandonar tuvo otras cuatro cogidas, una en Salamanca. El Cossío lo reseña como el único torero que haya tenido un papel en la política (aunque no era raro encontrar activistas en la profesión; hay un cuento, flojo, de Hemingway sobre dos banderilleros sindicalistas).

 

Emigrado a Madrid en los años 20 trabajó como chapista. Allí se afilió a la CNT y, en 1927, fundó el grupo Libertos, que se adhirió a la FAI ese mismo año. Concentró su militancia en asistir a los presos políticos, en denunciar la represión, en exigir excarcelaciones. Fue arrestado 34 veces en su vida. Cuando le hicieron delegado de prisiones se pudo decir que conocía su trabajo como su casa.

 

Hombre de pésima pluma, escribió malos artículos y peores versos. (“Vida, nobleza, bondad/ satisfacción, alegría…/ todo esto es Anarquía”). Lo decía de sí mismo: “Torpe, sí, porque es la pluma de un explotado”. Son palabras de una pieza dedicada a lo que sí sabía hacer: contar uno por uno los 166 obreros muertos por balas de la fuerza pública en el primer año de gobierno republicano (La Tierra 18-4-32). De él se recuerda una frase blanda que describe bien a este tolstoiano andaluz: “Se puede morir por los ideales, pero no matar”.

 

Fue concejal, designado por la FAI, en Madrid, de donde, como Besteiro, no quiso huir, ocupándose de la transmisión de poderes. Hay quienes le siguen llamando traidor, pero lo cierto es que un tribunal franquista le condenó a seis años de cárcel. Cumplió sólo año y medio. Algunos mandamases del nuevo régimen, como Muñoz-Grandes, que le debía la vida, habían testificado en su defensa. Según sus compañeros de militancia rehusó cualquier ayuda del régimen y trabajó como agente de seguros el resto de su vida, llevando una discreta actividad a favor de los prisioneros políticos. Para ello pudo servirse de sus vínculos con quienes le habían apodado “el ángel rojo”. Se cuenta que ganó un concurso de eslóganes publicitarios para una marca de anís, y que acogió en su casa a un viejo banderillero y a su esposa.  No he podido saber nada de su familia, pero hay una hermosa foto en la que besa a una mujer mientras ella ríe; en otra  señala a la cámara con una niña en los brazos.

 

Murió como anarquista. Puede ser cierto que Martín Artajo, antiguo cedista al que había librado del paredón, fuera a visitarle al hospital vistiendo una corbata roja y negra; tampoco es imposible que le ofreciera un crucifijo y lo besara. Varias fuentes aseguran que su entierro reunió a muchas personas de los dos bandos; en la única foto que he encontrado se ven bastantes caras jóvenes. En el cementerio de la Almudena el ministro Martín Artajo rezó un padrenuestro, tras lo cual los compañeros de Melchor cantaron “A las barricadas”. Hay que imaginar el imponente son de La Varsoviana, en 1972, escuchado en silencio por las autoridades.

 

Desde agosto tiene calle en Sevilla; el ayuntamiento de Madrid no se decide, aunque la CGT recoge firmas.

39 comentarios en “La guerra civil, las responsabilidades individuales y una calle para Melchor Rodríguez

  1. Buenas tardes -madrugadas en españa-, con esto de la diferencia horaria, entro en el DC cuando los asiduos duermen.
    Pido disculpas a Penades pero sólo entro ahora para agradecer los comentarios al artículo de ayer.
    No sé si lamentar o no que el tema no interesara nada a Guzmán, nuestro lunático de guardia. Sin duda, él debe estar acostumbrado a discusiones de mucha mayor enjundia, y esto se le queda muy cortito. Aunque, vayan ustedes a saber por qué, no consiga olvidarnos y sienta la necesidad, cada poco tiempo, de entrar a distraernos con sus comentarios. Resulta ya casi entrañable.
    Me hubiera gustado que Fernando polemizara acerca de la compatibilidad de la objeción de conciencia con la democracia. Sólo apunta su disconformidad con mi planteamiento, sin más precision. Lástima. Otra vez será.

  2. 1.

    Hay democacia ¿si o no? ….. se dan casos de objección de conciencia ¿si, o no? …. estánn siendo compatibles ¿si, o no? …….. pos eso.

  3. En un bando y otro hubo buena gente, como tambien, en un bando y otro, hubo mala gente. Durante la guerra civil, tanto la buena gente, como la mala gente hizo lo que pudo. Después de la geurra civil, toda la buena gente hizo lo que pudo y la mala gente también. Bien es verdad que la mala gente de un un bando lo tuvo más fácil.

  4. Gracias por tu artículo, Alberto Penadés. Justo abordas una cuestión que siempre me ha interesado. Curiosamente, hace unos días, tuve ocasión de escuchar a Paul Preston abordar el mismo tema. Por supuesto, no justificaba ninguna matanza, Paracuellos incluido, pero hizo algunas matizaciones sobre la evolución de un bando y otro que me parecieron interesantes, y que trataré de reproducir aquí por si puede servir de aportación para el debate. Primero, destacó las grandes diferencias en cifras de ejecutados entre los dos bandos, y señaló que por parte del franquismo podían ser cuatro veces más que del republicano. Claro que ahora mismo no estoy segura de si incluía los años de la posguerra. Creo que no. Siento mi flaca memoria.
    En cualquier caso, sí que dijo que no era lo mismo controlar una zona en guerra que una zona en la que ya no había combates, pues en este segundo caso, es más fácil ejercer la autoridad. Destacó que en el caso de los de Franco, a todas las zonas donde llegaban se podía dar por terminado el combate, que seguía allí donde resistían los republicanos. En esas zonas, digamos, conquistadas por el alzamiento, el control de la autoridad era férreo, y las ejecuciones se hacían de acuerdo con lo que se ordenaba por parte de esas autoridades. En el caso de las zonas republicanas, la situación era más confusa yno había acuerdo sobre cómo proceder, como pone de manifiesto la interesante biografía que incluyes. Sí que hubo más esfuerzos por parte de las autoridades republicanas en imponer orden, pero no debió ser nada fácil, pues el Estado se sumió en un caos total. Eso no se contradice con el hecho de que hubiera matanzas perfectamente organizadas como la de Paracuellos u otras.
    En fin, no quisiera enrollarme, pero añado otro comentario de Paul Preston. Se refirió a la Causa General, por la cual se localizaron las fosas de fusilados por los republicanos y se recuperaron esos muertos. No ha habido nunca nada parecido con los fusilados por los franquistas. Insistió mucho en la necesidad de un censo de víctimas.

  5. Gracias, Alberto Penadés, por su artículo, y el recordatorio de la interesante figura de Melchor Rodríguez.

    En efecto, los españoles vivimos un período, raro en nuestra historia, de relativa tranquilidad. Hay ya varias generaciones de nuestros conciudadanos que, con algunas excepciones dramáticas, no han tenido que plantearse el falso dilema entre matar o morir. Y digo falso dilema porque, como bien señalas, finalmente la responsabilidad del individuo se puede sobreponer a cualquier circunstancia, por adversa que sea. Nunca he creído que el hacer uso de un arma sea inevitable, salvo como último recurso de legítima defensa; incluso en ese caso límite, hay una diferencia entre apuntar a la cabeza o al brazo del agresor.

    En cuanto a la ucronía en la que todos hemos incurrido alguna vez («Â¿qué hubiera hecho yo en la Guerra Civil?»), mi posición ha ido oscilando. Con mis ardores juveniles, me imaginaba combatiendo en la Ciudad Universitaria y desalojando a la legión y a los moros de la Casa de Campo. El paso de la edad me ha hecho, si no más sabio, sí más cobarde, y ahora creo que en esa circunstancia hubiera procurado largarme del país.

    Abrazos para todos.

  6. Yo también creo que me hubiese largado del pais. En mi caso, lo hubiese hecho, de poder hacerlo, antes de la guerra.

  7. Hola Teoura, qué tal va todo?

    Bueno, después de dos semanas de ausencia, ando un poco despistada. Sé que ha habido una polémica con las declaraciones de la Reina, a quien yo creía mujer extemadamente discreta y profesional. La gente nunca deja de dar sorpresas. Eso sí, menudo patinazo el de la Casa Real. Morrocotudo.
    Y por lo demás, a la expectativa con las elecciones de mañana. Hasta que no acabe el recuento no me creeré que pueda ganar Obama, por mucho que piense que es la mejor opción, cien mil veces mejor que McCain. Buf! Todavía recuerdo el pesimismo de Teoura hace dos meses. cuando publiqué un artículo sobre Obama. Y me parecía que su pesimismo tenía mucho fundamento.
    Bueno, tengo mil recados por hacer, así que os dejo por un rato. Pero creo que podré conectarme más a menudo a partir de ahora que concluye mi fase Willi Fogg.

  8. Estoy hasta los mismisimos de que se intente equiparar un fusilamiento con un ajuste de cuentas entre buenos y malos.

    Un fusilamiento es un acto de fuerza,de poder,de sometimiento,de falta de justicia.

    Me da igual ,si en la mente del que ordena es un ajuste de cuentas de un mal nacido o del Dalai Lama.
    Me da igual que haya sido en tiempos de guerra o en tiempos de posguerra.

    Solo quiero tener un censo de victimas para devolverles la dignidad y la paz que nadie les dio.

    El olvido nunca es reconciliación.

  9. La primera conversacion politica que tuve con mi padre fue siendo yo un mozalbete.
    Mi padre me mostraba su desacuerdo con la decision de Franco de optar por la monarquia y no por la republica….yo no entendia nada.

    Con el tiempo me di cuenta de que mi padre era republicano en la intimidad…como su padre , mi abuelo, socialista ,que murio durante la guerra civil,en Ibiza.

  10. He de añadir a mi post 10 ,que mi padre era suboficial de marina,celador de puerto y pesca….y que pensaba que se debia restablecer la legalidad vigente antes de la guerra civil….considerando el apoyo de Franco a la monarquia como una manera de continuacion del regimen de Franco.

    Con el tiempo comprobamos los dos,que la monarquia se hacia republicana.

  11. Hablando de abuelos, de guerras, de fusilamientos y de represión.
    Yo tuve un abuelo republicano, del partido de Azaña, encarcelado y condenado a muerte, luego indultado y con cinco años de cárcel encima. Y tuve otro que era coronel de la Guardia Civil, conservador pero respetuoso del orden constitucional. Al producirse el golpe de estado estaba en su ciudad natal, en la zona de los sublevados, a la espera de destino y fue nombrado jefe de orden público (no sé si era este el nombre del cargo, pero eso era lo que fue). Se dedicó a salvar vidas e impedir fusilamientos, como la persona que nos trae aquí Penadés, Melchor Rodríguez. Mucha gente le debe la vida a ese abuelo mío que, después de una corta temporada, cuando se vio incapaz de contener la barbarie, dimitió y se retiró de la Guardia Civil. Era ínitimo amigo y compañero del coronel Aranguren, que estaba al mando de la Guardia Civil en Barcelona, también conservador, pero también respetuoso del orden constitucional, que no se sublevó. Siempre oí contar que los hijos de Aranguren, eran cuatro y creo que los cuatro murieron en el frente, venían a ver a mi abuelo a qué les explicara cómo su padre había actuado así, si él creía que se había vuelto loco. Y mi abuelo les decía que no, que estaba simplemente cumpiendo con su deber, como hubiera hecho él de estar en su lugar.

  12. Toca usted muchos temas, señor Penedés: las responsabilidades (penales, históricas, morales) de quienes usaron la violencia política en aquella época; la guerra y la retaguardia (¿se olvidó de la represión tras la guerra o es que he leído mal?); Escribe usted: “Los fascistas no hicieron demasiados esfuerzos por ocultar sus crímenes”: ¿usted cree?. 33 años después de muerto el dictador estamos pleiteando todavía por saber dónde enterraron “sus reconocidos crímenes” esos fascistas. Etc.
    Demasiados temas que terminan en Melchor Rodríguez (quien fuera brevemente alcalde de Madrid durante la guerra, por cierto) ¿para aclararnos que en todas partes hay “gente buena”? Seguro que sí. Pero para no perdernos en un costumbrismo de heroicidades al uso, debería quedar muy claro que, más allá de nuestros iconos preferidos, existen regimenes legítimos e ilegítimos, incluso 70 años después. Ya sé que usted no dice lo contrario, Penedés, pero no están los tiempos para dar por sabidas según qué cosas. No es lo mismo Rojo que Queipo, para entendernos, aunque siempre se deba buscar “la verdad” de todo y con todos. Creo. Y esa verdad jamás cuestionará, en mi opinión, la legitimidad de la República frente al levantamiento fascista. Por eso no hay que tener miedo a conocerla.

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    Hace algunos años, un hijo mío que terminaba el bachillerato, me preguntó si yo era más de Largo que de Besteiro. La pregunta me hizo reflexionar por un instante y, queriendo contestar con honestidad, le dije a mi hijo que si yo hubiera vivido la República y la guerra habría sido de Largo, pero sólo el tiempo suficiente para darme cuenta de mi error, y saber que quien estaba en lo cierto era Besteiro.

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    Por eso, creo, el camino es el respeto a las normas de juego que nos hemos dado en forma de estado de derecho (también para sus reformas) y los experimentos en este campo siempre antes con gaseosa ( también es aconsejable que el experimento, llegado el momento, lo haga alguien con media neurona en el cerebro: siempre ayuda a la causa).

  13. Yo también eché de menos en el artículo de Penadés, una referencia clara a la represión y a las barbaridades cometidas en la posguerra, donde ya no había dos bandos, ni guerra ni nada. Solo barbarie de los vencedores sobre los vencidos. La lectura de «Los girasoles ciegos» es muy ilustrativa.

  14. Más medidas económicas para hacer frente a la crisis (de El País digital):

    El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha anunciado este mediodía que el Ejecutivo concederá una moratoria de hasta dos años para el pago del 50% de las cuotas hipotecarias en el caso de desempleados y autónomos inactivos con cargas familiares. En rueda de prensa desde La Moncloa, Zapatero ha adelantado dos paquetes de medidas orientadas a reactivar el mercado laboral y ayudar a las familias mas afectadas por la crisis. Todas ellas, ha añadido, coordinadas en el seno de la Unión Europea.
    En el primer apartado, Zapatero también ha confirmado la ampliación del plazo para materializar el saldo de los que tengan una cuenta de ahorro vivienda, hasta ahora de cuatro años, una prórroga de los beneficios fiscales en la compra de una casa cuando se prevé vender otra y un adelantamiento de las devoluciones del IRPF para los hipotecados.
    Sobre la ayuda en el pago de las hipotecas, el presidente ha adelantado que se podrán beneficiar de la reducción en un 50% de las cuotas mensuales todo trabajador por cuenta ajena que se haya visto abocado al desempleo en fechas recientes o que pase a estarlo a partir enero y que tenga derecho a prestación. También podrán recurrir a esta «carencia» en el pago los autónomos inactivos o que confirmen el cierre de su negocio así como los pensionistas que entren en viudedad con cargas familiares.
    170.000 euros, una cifra «razonable»
    El límite de las hipotecas cuyo plazo se podrá demorar durante un máximo de dos años con un máximo de 500 euros al mes es de 170.000 euros para todos aquellos créditos suscritos antes del 1 de septiembre de 2008, una cifra «razonable» para el presidente, que ha recordado que se sitúa algo por encima del préstamo medio (unos 150.000 euros) y ha defendido que está orientada a apoyar a los sectores sociales con más dificultades y menor renta.
    En total, según los cálculos de Moncloa, medio millón de hogares podrían acogerse a una iniciativa que tiene carácter voluntario. Las cantidades no pagadas en este periodo se compensarán a partir 1 enero 2011 a través del subprorateo de esta cantidad en las cuotas restantes. Además, el presidente ha detallado que el Estado garantizará el pago de las cantidades aplazadas a través del ICO.
    Por su parte, la moratoria de dos años de las cuentas ahorro vivienda, un instrumento de ahorro que cada años suscriben 50.000 personas, en su mayoría jóvenes, será aplicada a los titulares de las mismas que hayan superado recientemente los cuatro años de vigencia o vayan a superarlos en los próximos meses pero que no pueden materializar una compra ante la «dificultad» para acceder al crédito. El Ejecutivo prevé que 180.000 hogares se beneficien de esta actuación.
    Durante la comparecencia extraordinaria en el Palacio de la Moncloa, el jefe del Ejecutivo ha anunciado además que la devolución fiscal que reciben quienes pagan una hipoteca cuando hacen la declaración de la Renta se incorporará a las retenciones mensuales de sus nóminas, lo que reducirá dichas retenciones hasta en dos puntos y permitirá a los ciudadanos disponer antes de este beneficio fiscal. Zapatero ha explicado que esta última medida sólo será para quienes tienen rentas inferiores a los 33.000 euros, y podría beneficiar a tres millones y medio de contribuyentes. En total, se espera que a través de esta medida se inyecten 2.000 millones de euros de liquidez a las familias.
    Vinculada a esta última, el Gobierno ha anunciado que amplia el plazo para que las familias que han comprado una vivienda habitual durante los últimos dos ejercicios y están a la espera de vender su anterior residencia no se vean perjudicadas fiscalmente por el deterioro mercado, podrán posponer hasta 2010 estas deducciones.

  15. Hace poco tuve la oportunidad de leer un artículo en alguna revista norteamericana sobre el tema de la responsabilidad histórica y sus reparaciones. En él se comentaban las demandas afro-americanas por la esclavitud sufrida. Se exigían, como no podía ser menos en América, reparaciones monetarias. El problema era: ¿a quién dárselas? ¿A las generaciones mayores, por su cercanía a los hechos reprobados? ¿A los niños, por su promesa de futuro? Si se las daban a los mayores, y luego venía un niño y demandaba su parte de reparación, ¿se le podría decir: ya no hay, porque se la gastó tu abuelo, y con ello ya se enterró el problema? Un caso curioso es de una comunidad en Papúa o Nueva Guinea que reunió a los descendientes de un misionero inglés que había sido comido por los abuelos o tatarabuelos de los presentes. Todos lloraron emocionados y el directo descendiente del cocinero que preparó al misionero tuvo la palabra y ofreció las disculpas pertinentes. No se menciona qué comieron aquel notable día.
    El problema, como bien planteaba dicho artículo (cuyo autor prometo encontrar más tarde), es el de dónde acaban o empiezan las responsabilidades históricas y a quién se tienen que hacer las reparaciones. Recuerdo, no sin verguenza, a ciertos amigos sudamericanos de cuando vivía en Madrid, que justificaban las tropelías que cometían -como instalar teléfonos para llamar al extranjero, o que engañaban con las peticiones de asilo, o que inseminaban con alegre irresponsabilidad- con una eterna alusión a las crueldades de la colonia y al pillaje del oro de los Incas o de los Aztecas. Venganza histórica, llamaban a sus desmanes.
    Entiendo que no es lo mismo demandar reparaciones sobre hechos de hace poco, como la guerra civil, y aquellos perdidos en las nebulosas históricas, pero las fantasías de reparación histórica han sido y son estimulante de conductas que no sólo pueden ser absurdas, sino criminales. Alejandro el Magno (que se le haya pegado este epíteto es en sí mismo controversial para muchos pueblos) decidió pasar por la espada a toda una población de Asia Central simplemente porque hacía unos 150 años habían vencido a otros griegos y cometido con ellos lo que se comete en las guerras. Mis compatriotas peruanos siguen recelando de las inversiones chilenas en tierra patria por razón de una guerra perdida hace más de 120 años, y los ánimos se agitan cada vez que hay una disputa, como la de la jurisdicción marítima de hoy en día. Y los ecuatorianos obran de modo similar con relación a los peruanos. ¿Cómo reparar estos resentimientos históricos? Felizmente en nuestras sociedades de derecho modernas la responsabilidad es individual, aparte de excepciones, y lo que haya hecho mi abuelo o mi padre no tengo por qué pagarlo yo, porque antes de darme cuenta me van a pedir reparaciones los indonesios por la presencia de mi padre en la guerra de liberación colonial de su pais. Un crimen es un crimen, venga de donde venga, de derecha o de izquierda, de indios, negros, achinados o blanquitos. Es verdad, el gobierno republicano era el gobierno legítimo, pero eso no hace buenas las barbaridades de quien se acodaba en su bando, como tampoco difiere la responsabilidad por sus imbecilidades, que las cometió, a sus descendientes. De lo contrario, que me devuelvan mi oro incaico los descendientes de los Habsburgos que financiaron sus guerras con la supuesta riqueza de mis antepasados (cuál de ellos, no sabría decirlo), que la necesito para pagarles a los indonesios.

  16. Muy interesantes los comentarios que han salido a lo largo del día de hoy, sobre todo los de PMQNQ. Es cierto, no hay mención a la posguerra, a la represión que hubo entonces, y realmente lo sucedido en la posguerra es «coherente» con lo sucedido en las ciudades que iban cayendo del lado franquista. La idea era eliminar al que no pensara como Franco y los suyos, y para ello se emplearon a fondo.
    Por supuesto, hubo gente tanto de izquierdas como de derechas que respetaban el orden constitucional, y muchos pagaron por ello, con la muerte, el exilio o el ostracismo. Respecto a las referencias a Besteiro, cabe destacar que en una época en que las posturas estaban tan radicalizadas, todo lo que sonara a moderado o conciliador equivalía a una traición. Por otro lado, este verano leí sobre la vida de Besteiro, sobre todo sus últimos meses, y es terrible el trato tan inhumano que le dieron. Murió en la cárcel, enfermo y con un terrible sufrimiento físico y psicológico. Pero como se puede comprobar sobre todo a partir de las cartas que escribia a su mujer, mantuvo una humanidad y una categoría infinitamente superior a la de sus carceleros. Reconozco que la historia me conmovió mucho, sobre todo al conocer los detalles.

  17. Respecto al comentario de Fran Van Den Broek (19), sólo quería aclarar una cosilla: sí que ha habido algún tipo de reparación económica a los que combatieron en el lado republicano. Mi abuelo, que fue oficial en el ejército republicano, recibía una pensión por su condición de militar en aquellos años. Y muchos de sus conocidos y antiguos compañeros del ejército también recibieron las mismas pensiones. Desde los años 80. No es cierto que no se haya hecho NADA, otra cosa es que lo hecho sea suficiente. Es cierto que cuanto más se alejan los acontecimiento en el tiempo más complicado es establecer qué tipo de compensaciones se deben establecer, sobre todo de carácter económico. Supongo que lo fundamental es conocer lo que pasó, para que ese conocimiento pase de generación en generación y no se repita nunca más. Para eso habría que darse un poco de prisa, pues ya quedan pocos supervientes que vivieron como adultos la Guerra Civil y sus testimonios son fundamentales para conocer el alcance de la represión franquista, sobre la que no se pudo investigar en su momento como sí se hizo con las barbaridades republicanas.
    De todos modos, me cansa un poco que cada vez que se habla de la represión franquista siempre haya quien recuerde que el lado republicano,ect,ect…Creo que se pierde demasiado de vista que sobre la barbarie franquista cayó un manto de silencio muchos años, que pasó mucho tiempo antes de poderse investigar seriamente. ¿Acaso las imbecilidades o las barbaridades republicanas minimizan las franquistas? Yo diría que no.

  18. 2. Fernando.

    Claro que hay objeciones y que no se resiente por ello la democracia, pero sólo porque las objeciones se reconocen a quienes las invocan por sus prejuicios católicos, y no a los demás, aunque el fundamento constitucional de tal objeción ampararía por igual a unos y otros. La objeción actualmente existente además de dificultar o impedir el derecho de los ciudadanos a determinados servicios, es discriminatoria. Eso es lo que yo quería decir. Y si no fuera discriminatoria, sería incompatible con el funcionamiento de la democracia.

  19. El Sr Puente 19 escribe:
    «Todos lloraron emocionados y el directo descendiente del cocinero que preparó al misionero tuvo la palabra y ofreció las disculpas pertinentes. No se menciona qué comieron aquel notable día.»

    Supongo que el guisado de misionero no entra en los crimenes de lesa humanidad,todos sabemos que los martires de Dios van al cielo y en Papúa sirven para alimentar el hambre de los pueblos….jeje.

  20. Interesasntísimo y muy bien escrito el artículo de Penadés. Mi problema es que no entiendo bien qué quiere decir. Me pasa con otros articulistas de blog, que deben pensar que es más elegante no decir a las claras qué es lo que defienden, prefiriendo siempre el estilo oblicuo. De ahí que surjan discrepancias en los comentarios a propósito de lo que podría haber querido decir Penadés trayendo la simpática figura de Melchor Rodríguez, de quien no tenía el gusto hasta hoy.

    Si se trata de reconocer que en los dos bandos se cometieron crímenes y atrocidades, no creo que nadie esté en desacuerdo.

    Si se trata de separar responsabilidades individuales de colectivas, puede haber algún motivo para el desacuerdo. Por ejemplo, un Estado puede ser condenado a reparar crímenes pasados: la República Federal de Alemania ha estado muchos años (no sé si sigue) pagando cuantiosas indemnizaciones a los descendientes del Holocausto, supongo que bajo el supuesto de una cierta culpa colectiva de los alemanes.

    Si se trata de decir que hay tres tipos de juicios, los legales, los morales y los históricas, la cosa se complica. Muchos filósofos del derecho, con Dworkin a la cabeza, llevan mucho tiempo insistiendo (creo que con razón) en que las razones legales no son estrictamente separables de las morales. Sólo una visión muy estrecha y muy positivista del derecho podría llevarnos a creer que se trata de dos compartimentos estancos. En sus razonamientos e interpretaciones, los jueces mezclan legalidad y moralidad con mucha frecuencia. Las razones históricas pueden intervenir (y de hecho intervienen) a la hora de juzgar legalmente casos políticamente complejos. Hay veces en las que hay que tener en cuenta cuándo acaba un régimen, qué continuidad hay entre uno y otro, etc. etc. Por eso no entiendo bien a qué se refiere Penadés cuando dice «Si se trata de sustituior el juicio legal por el histórico me parerce un error…». ¿Quién lo trata? ¿Se refiere al autor a Garzón o a más gente? Si es otra gente, ¿quiénes son? Si es a Garzón, ¿en qué sentido trata de sustituir una cosa por la otra? El intento de Garzón, si no lo entiendo mal, es el de crear derecho (igual que se hizo en Nuremberg, o igual que hizo el propio Garzón con Pinochet) estableciendo que ciertos crimenes, como los cometidos por el bando franquista, no prescriben nunca por ser crímenes contra la humanidad. Para conseguir eso, Garzón tiene que demostrar que había un ánimo genocida en el bando franquista que va más allá de crímenes de guerra o de actos represivos. El debate es tan interesante porque precisamente se mezclan razones legales, morales e históricas. Se pueden separar, pero sólo hasta cierto punto. Así, es igualmente horrible la masacre de Badajoz que la de Paracuellos. Pero una vez reconocido esto, la cosa es si se puede ir más lejos. Cabe argumentar, como hace Garzón, que la matanza de Badajoz responde a una política de exterminio que empezó en el 36 y acabó a principios de los cincuenta. Paracuellos, en cambio, se produce en un momento de colapso institucional (el Gobierno se marcha de Madrid) y el orden se restaura relativamente pronto (con relación a los tres años de la guerra) en Madrid. No estoy exculpando por ello a los responsables, comunistas incluidos, pero no es imposible introducir matices. Sin esos matices, no cabe hablar de políticas genocidas o de exterminio. Los franquistas lo hicieron durante la guerra y después de ella, de forma sistemática. Se trata de un crimen de tal magnitud que no es disparatado considerarlo un genocidio ideológico. Hasta dónde se pueda llegar legalmente con esos fundamentos es lo que no está claro.

  21. Hablando de guisados y desaguisados:

    Hoy Zapatero se acaba de zampar a Rajoy con patatas….¿y mañana?…..mañana hara un caldito con sus huesos…..jeje.

  22. Completamente de acuerdo con Don Cicuta 27…y añado…La ley de memoria historica no pretende juzgar los hechos,pretende no dejarlos en el olvido ,de las fosas comunes ,de las cunetas y de los cerros.
    ¿Es que nadie se da cuenta de que los desaparecidos son nuestros padres ,nuestros hermanos o nuestros abuelos?.

  23. Apreciado Barañain 24….creo que con Fernando hay que emplear otros argumentos y otros hechos de «Objecion de conciencia».

    Lo que voy a escribir es una barbaridad ,`pero dado que los es,creo que fernando y todos vosotros me perrdonareis,en todo caso dejo a la sabia discrecion y tijera de Mr Alguien ,el que este post se mantenga en el continium temporal callejero.

    Pongamos un ejemplo de «objecion de conciencia» claro y diafano:

    Un cura decide poner «objecion de conciencia» en la prohibicion de la Iglesia del uso del preservativo.
    Es decir,dicho cura,esta a favor del uso del preservativo,por muchas razones,entre ellas ,el no dejar embarazadas a las niñas que corrompe.
    Esa objecion de conciencia,le permite vivir en conciencia la fe de Dios.

    Moraleja:
    ¿Para que sirve la Objecion de conciencia?.

  24. Muchas gracias Penadés, muy interesante y encantado de conocer a Melchor Rodríguez. Me encantaría si pudiera comentar un poco más sobre los tipos de juicio y responsabilidad. No veo en qué sentido puede ser el juicio moral «ordinario» intermedio entre el penal y el histórico. Ni por qué la dificultad de discernir aparece en al caso del juicio moral, cuando me parece que debe ser al menos igual si no es que mucho más difícil en el juicio penal. Más difícil no sólo porque se mezclan muchas veces cosideraciones morales y jurídicas, como señala Cicuta, sino también por las consecuencias de dicho juicio: al fin y al cabo, por un juicio moral ordinario no ejecutan a nadie ni va nadie a la cárcel.

    Hace unos días en una columna de Elorza en el País también hablaba de Paracuellos, aunque no entendí muy bien a qué venía. Aunque esté feo hablar de los vivos, él señalaba que, hasta la interrupción de los fusilamientos gracias a Melchol Rodríguez (no recuerdo si Elorza le mencionaba), la responsabilidad fundamental era de los cuadros comunistas mayores, es decir, de Carrillo. Quizá esto lo sabe todo el mundo claramente menos yo, pero me gustaría preguntarle a Penadés si sabe si eso se puede decir así tan crudo (como en cualquier programa de libertad digital).

  25. He visto en la lista de comentarios uno de un bloguero desconocido para mí: GIR. Como veo que ha colgado su comentario hoy y que lo ha hecho en el artículo de hace 3 días, deduzco que efectivamente es nuevo y que se ha equivocado. Para que su comentario no se pierda, se lo cuelgo aqui corriendo el riesgo de pasarme de listo:

    gir dijo:
    3 Noviembre, 2008 a las 16:34 –

    quedan 24 horas para el final, pero por mucho que den de favorito a obama, hasta que no lo vea no lo creeré. ¡un presidente de los estados unidos negro! por mucho que los Estados unidos quieran dar la visión del país más demócrata, tolerantes y libertario del planeta no me lo creo, cuando os propios votantes tengan en la consciencia de votar a un negro, al final no lo harán y las encuestan no servirán de nada. lo dicho ya veremos lo que ocurre.

  26. Indiscutiblemente, sí, una calle para Melchor Rodríguez, pero , sin querer faltar a Alberto Penadés, me parece que Don Cicuta hoy en su post puntea de forma muy adecuada lo que el artículo parece decir sin decirlo.

    Yo no viví la Guerra Civil, mis padres tampoco. En mi caso particular mi bisabuelo fue asesinado por «los rojos» en los primeros días del alzamiento, dejando a la familia de mi abuelo, por entonces un niño, en unas condiciones muy cercanas a la indigencia. No obstante aquello no le impidió llegar a ser luego una de las personas de mayor calidad humana que el mundo haya conocido. Por el otro lado de mi familia, el otro abuelo hizo la guerra con el bando republicano, si bien me comentan que no excesivamente convencido, ya que él era bastante conservador.

    No conozco apenas historias de guerras ni posguerras, posiblemente porque no sean los recuerdos mas agradables que uno puede tener, ni de si mismo ni de los demás. Tampoco recuerdo haber visto ni oído a nadie chistar si a alguno de los dos, en contadísimas ocasiones, se les ocurría hacer una afirmación disparatada acerca de , pongamos por caso, la democracia.

    Es humano correr un tupido velo sobre algunas circunstancias extraordinarias de nuestras vidas, ya que para los nuestros no tenemos que ser jueces, ni fiscales, ni rectos cronistas, al menos, no a costa de su bienestar.

    Sin embargo encuentro a veces ciertamente irritante que este respeto al derecho a la tranquilidad de los que vivieron aquello se generalice a un ámbito que no le corresponde.

    De la misma manera que uno no lleva en su carnet los motes familiares, ni hace la declaración de la renta o en “cheli”, el deber de una sociedad es aceptar su pasado y llamar a las cosas por su nombre.

    El hecho es que el Estado franquista tenía como elementos claves de su definición la represión política y la persecución ideológica. A medida que se fue asentando en el poder dejó de ejecutar y se conformó con suprimir las libertades y tantos de los derechos elementales como le convino durante un periodo de 40 años. Esto es lo que fue, y no otra cosa, una dictadura de origen fascista que fue mudando el pelaje poco a poco para durar más.

    Una cosa es que uno no espete frases de este calibre a sus ancestros, si sabe que puede molestarles, otra muy distinta es permitir, en aras a, en mi opinión una mal entendida noción de “reconciliación”, que este hecho indiscutible pase a considerarse como “justificable” después a “históricamente inevitable” y por último a “no moralmente calificable”.

    El hecho de llamarlo por su nombre no hace menos verdad a Paracuellos, pongamos por caso, lo malo es el hecho de mencionar Paracuellos para justificar todo lo que ocurrió antes durante y después. Por eso me deja un cierto regusto raro la glosa de Melchor Rodríguez, porque percibe uno, quizás con el olfato demasiado fino, que entramado entre sus hebras nos vienen a decir aquello de “hubo gente buena y mala”, “paso de todo y a todos” y frases de ese corte, que no por mas redondas, dejan de ser menos mentira.

  27. …pero no creo que Penedes …intente justificar nada,en todo caso,reivindica la humanidad politica o visceral de Melchor Rodriguez,que no impidio que acabara como dice Marta.
    El hecho de que la Iglesia santifique solo a sus «martires» ,no les priva a las personas, como Melchor Rodriguez ,de tener una plaza en el cielo,aunque ese cielo ,sea una calle en Madrid….¿no dicen que de Madrid al cielo?.

  28. Se mezclan muchas cuestiones en el artículo de A.Penadés. Ante todo me encanta lo de que «la responsabilidad es como la libertad vuelta del revés» y, por tanto, la responsabilidad legal es individual. En el caso de los desaparecidos de Argentina, se decidió que dicha resposabildad recayera sobre la cúpula de la cadena que ordenaba las ejecuciones, aunque tambien algún mando intermedio fue responsabilizado, cuando podían claramente encontrarse pruebas. En el caso de los crímenes nazis, hasta al mas ínfimo responsable del Holocausto se le consideró legalmente culpable(si Israel le pillaba). En el caso de nuestra guerra civil, estoy del lado del fiscal Zaragoza. Pero sí doy la máxima importancia (y por tanto que se destinen los fondos públicos necesarios) a desenterrar e identificar a todos los asesinados republicanos durante la guerra civil. La represión posterior tambien debe ser bien publicitada y, a ser posible, exhumadas sus víctimas. Recuerda Marcos Ana en su biografía cómo el terror de un condenado a muerte a no descansar en un ataud, hizo que la familia siguiera al pelotón de la muerte en la noche madrileña con un ataud para que les dejaran recuperar el cadáver, en vez de tirarlo a la fosa al lado del muro del cementerio. Les fue negado.
    La historia de Melchor Rodriguez la desconocía completamente. Al igual que Besteiro, se quedó en Madrid. Pero, por lo que cuenta Penadés, solo le cayó año y medio de carcel, mientrás que el ensañamiento con Besteiro fue terrible. Posiblemente, como era Presidente del Congreso republicano, su muerte habría sido mucho peor vista en el extranjero, por lo que se vengaron matándole poco a poco. De todos modos, Melchor Rodriguez se benefició, sin duda, de Artajo y Muñoz Grandes para ver reducida su condena a tan escaso tiempo. Es decir, en la guerra civil habia tambien «enchufes». Tambien en Soldados de Salamina, se cuenta como Sanchez Mazas «protege» a la familia de payeses que lo escondió, que se veían maltratados por los vencedores. Tambien el general anarquista Cipriano Mera cuenta cómo, en la carcel de Porlier, se le empezó a tratar mejor al decir que había conocido al hijo del juez franquista que había sido prisionero del lado republicano y contar cosas de él.
    Penadés muestra una cierta preferencia por los anarquistas frente a los comunistas en cuanto a respetar la vida de los prisioneros, en general. Ernest Hemingway, en «Por Quien doblan las Campanas», como simpatizante del Komintern, acusa a los anarquistas de ser muy asesinos. Azaña, en «La velada de Benicarló», simplemente les echa la culpa de todo. Negrín, obviamente, los odiaba. A mí, las memorias de Cipriano Mera me mostraron que no eran «tan malos».

  29. Desconocía la existencia de esta figura que nos trae Alberto Penadés. A bote pronto, por lo que se narra, parece uno de esos personajes heroicos que son capaces de pensar con claridad en medio de una guerra, donde es muy fácil traspasar la fina línea que separa la humanidad de los sentimientos que nacen en las profundidades de las entrañas. Sólo por eso parece merecedor de esa calle que tiene en Sevilla.

    Admiro, por otra parte, que Alberto Penadés intente mantenerse equidistante ante las masacres de Badajoz y Paracuellos. Por alguna razón, quienes se consideran herederos de un colectivo suelen tener manifiestas dificultades para reconocer los pecados de los suyos. Yo sufrí la guerra de forma muy tangencial, por los testimonios de mis abuelos, a los que la guerra les sorprendió en medio de su niñez. Con el tiempo simpaticé con uno de los bandos, por razones más ideológicas que afectivas. Aún así, o quizás por eso, sigo sin poder juzgar los crímenes de los dos contendientes por igual. Los caídos por ambos bandos son los mismos muertos, pero el tratamiento que han recibido unos y otros durante el franquismo los ponen en diferente plano. También lo son las circunstancias en las que cayeron. Nada puedo añadir que no haya mencionado Don Cicuta (# 27) o Marta (#4) al referirse a los argumentos del juez Garzón y Paul Preston, respectivamente, sobre esta cuestión.

    Y ya que hablamos de calles, y de nuestros abuelos, permitidme que os enseñe las casa de mi bisabuela desde la cartografía de google maps: http://maps.google.com/maps?f=q&hl=es&geocode=&q=+Humanes,+Guadalajara,Espa%C3%B1a&sll=40.828976,-3.155587&sspn=0.004497,0.009656&ie=UTF8&ll=40.827445,-3.155397&spn=0.008995,0.019312&z=16

    Creo que ya va siendo hora de que le cambien el nombre a su calle.

  30. Asociaciones de Memoria lamentan «el estado indecente en que Barberá mantiene» estos recintos.
    Ofrendas florales en Valencia para reivindicar la «dignidad» de las fosas comunes.

    Garzón autoriza la petición del Fòrum per la Memòria para abrir tres fosas.
    Las fosas de Valencia podrían comenzar a exhumarse a principios de año.

    El Ayuntamiento de Almería instala un templete sobre una fosa de 371 represaliados
    El PP alega que «gobernamos para mayorías y no para los colectivos minoritarios»

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