Lobisón
Pese al crecimiento de la esperanza de vida, y a la actual tendencia a prolongar la edad de jubilación, se diría que 76 años es una edad prudente para pasar al retiro. La pregunta sería más bien por qué no había tomado antes la decisión. El mal ejemplo de la reina Isabel II puede haber influido, pero se han reiterado los testimonios de que su idea era que los reyes no se jubilan. Como los papas, claro, pero una vez que se ha sentado el precedente en Roma ya se podían ver las cosas de otra manera.
Aun así, ¿por qué ahora? La hipótesis altruista sería que para quitarle plomo de las alas a Felipe VI, que bastante va ya a tener con la situación política y social. Incluso para hacer frente al republicanismo en auge de los jóvenes conviene más la imagen de un rey joven que la de una vieja gloria a la que los jóvenes airados —incluyendo a Pablo Iglesias jr.— tienden a ver como un engranaje más del ‘régimen de 1978’. Apagado el primer eco de los escándalos, y recuperado un estado razonable de salud, habría llegado el momento de hacer mutis por el foro.
A la espera de que alguien documente (o invente) convincentemente las razones de la decisión, la hipótesis altruista no puede descartarse. Don Juan Carlos siempre ha tenido la continuidad institucional entre sus primeras preocupaciones, aunque no siempre se haya comportado conforme a esta prioridad. Y cabe imaginar que en su entorno no han debido faltar las voces, comenzando por el Príncipe, que hayan argumentado en este sentido. En la propia Casa debe de haber habido un cierto deseo de bajar la presión y salir de una racha en la que todo, desde los malos pasos del Rey hasta los de Urdangarín, pasando por el azaroso comportamiento de los aviones, ha jugado contra la imagen real.
Lo que probablemente sería un cálculo equivocado es pensar que la jubilación terminaría con la vigilancia social y daría mayor libertad de movimientos a la actual pareja real. Si Doña Sofía insiste en estar al lado de su hija en medio del calvario que atraviesa junto a su marido, las consecuencias serán muy malas para la institución. Y si Don Juan Carlos, por muy jubilado que esté, trata de iniciar una segunda vida o de dedicarse nuevamente a la caza mayor, el coste lo pagará Don Felipe. Ojalá que lo tengan suficientemente claro como para no dejarse llevar por sus sentimientos.
En fin, quizá sea para bien. Pero no cabe engañarse: el primer motivo de erosión de la monarquía es la crisis, que ha hecho intolerables los errores y defectos de las instituciones. El problema del Príncipe es llegar a ser Felipe VI ‘el de la recuperación’, y eso no está en sus manos. La transparencia, la proximidad y la ejemplaridad serán condiciones necesarias, pero también necesitará bastante suerte.
Yo, que he nacido en el 72 he conocido a 4 papas, a dos reyes y a un presentador de Saber y Ganar.
Lo que da estabilidad a España es Jordi Hurtado!!!
Aparte del debate “licito”, Monarquía o Republica, aquí ha sonado un aldabonazo en la conciencia de muchos españoles, que hemos visto cuanto se esconde debajo de las alfombras. La situación no se va arreglar con la abdicación del Rey y la sustitución por el Príncipe de Asturias. Lo mismo que pasa en la cadena de alimentos, aquí hay muchos productos con fecha de caducidad cumplida. Que no nos tomen por bobos los que piensan que este cuento se ha acabado y colorín colorado. Como en los supermercados ha llegado la hora de mirar las fechas y me temo que la lista de productos a renovar, es larga y variada y afecta a todas las estanterías de la democracia, de las instituciones y muchos comeollas tienen los días contados.
La abdicación de Juancarlos I en Felipe VI es la consecuencia lógica en el sistema de monarquía parlamentaria que en su dia establecimos y aún hoy mantenemos. Cualquier otra posibilidad es tan lícita como la que hay actualmente y basta con que los partidos políticos que deseen la modificación la lleven en su programa electoral como tema prioritario, si es que lo consideran así, y provoquen con ello que las elecciones generales lo sean tambien plebiscitarias en el tema del cambio de sistema de estado. Hasta ahora no parece que haya existido, ni una unanimidad, ni incluso una mayoritaria en defensa de la opción republicana como planteamiento de modificación prioritaria en los programas electorales. Por lo tanto y a la espera de que se dé una posible ola mayoritaria en la ciudadanía interesada en conseguir ese fin con la asunción por los grandes partidos de ese interés mayoritario de cambio de modelo de estado llevándolo a sus programas, con trasvase del electorado, que así lo considere, hacia los partidos que lo defiendan, otorgándoles esa necesaria mayoría que pueda impulsarlo y abandonando a aquellos que no lo defiendan, no queda otra alternativa que acatar y esperar. Como todo en la vida es cuestión de prioridades y, en el caso que nos ocupa, como se refleja en votos la resultante que cada ciudadano determina apoyando a la opción política que considera que mejor responde a las suyas.
A ver si lo entiendo bien:
¿Quieres decidir entre monarquía y república? «basta con que los partidos políticos que deseen la modificación la lleven en su programa electoral como tema prioritario, si es que lo consideran así, y provoquen con ello que las elecciones generales lo sean tambien plebiscitarias en el tema del cambio de sistema de estado».
¿Y si quiero decidir sobre la idoneidad del euro? «basta con que los partidos políticos que deseen la modificación la lleven en su programa electoral como tema prioritario, si es que lo consideran así, y provoquen con ello que las elecciones generales lo sean tambien plebiscitarias en el tema del cambio de sistema de estado».
¿Y si quiero promover la legalización del cannabis? «basta con que los partidos políticos que deseen la modificación la lleven en su programa electoral como tema prioritario, si es que lo consideran así, y provoquen con ello que las elecciones generales lo sean tambien plebiscitarias en el tema del cambio de sistema de estado».
OK entendido. Probemos otra vez:
Los catalanes quieren decidir sobre su relación con el resto de España. «basta con que los partidos políticos que deseen la modificación la lleven en su programa electoral como tema prioritario…» Eso ya se ha cumplido «si es que lo consideran así, y provoquen con ello que las elecciones generales lo sean tambien plebiscitarias…». ¿Valen una autonómicas? Ah, que no, perdón…
Resumiendo, que podemos votar en generales y sobre ningún tema más. Y que aquí se votan paquetes, no cosas por separado. Democracia de mínimos, OK, gracias siglo XXI por ser tan generoso.
Como somos dados a pensar que las cosas no son lo que parecen, nos gusta imaginar extraños cálculos en una decisión que parece bastante simple y entendible. El rey Juan Carlos ha dejado pasar un tiempo seguramente para su recuperación física y para que la imagen de la monarquía se recuperara un poco de los tropiezos de meses atrás y cuando la sintonía general en el país suena a necesidad de recambios, ha visto el momento adecuado para el suyo. Podría haberlo demorado aún más pero quizás en los meses y años próximos la situación iba a ser más inconveniente. El asunto procesal de su hija y su yerno estará más en candelero y si llegan las generales y la escena política se asemeja a la foto desastrosa que ha resultado en las últimas europeas, la abdicación entonces podría sonar a estampida ante lo imprevisible.
Por supuesto, hay quienes han visto que esta era la ocasión oportuna para desahogarse un poco más. La reacción de la flamante nueva estrella del firmamento político, el Iglesias de «Podemos», al asegurar que la abdicación era prueba de la «podredumbre del sistema político» español es un indicio más de su absoluta insustancialidad: hubiera dicho exactamente lo mismo si Juan Carlos hubiera comunicado su decisión de morir con las botas puestas. En fin, una virtud adicional de la gran noticia de ayer es que ha conseguido desplazar de los medios la empalagosa y continuada aparición en pantalla del santurrón de la coleta.
Por eso creo que ha acertado en el momento de hacerlo. El país está además necesitado de buenas noticias y la renovación en la Jefatura del Estado, dentro de la normalidad institucional, dando paso a un joven Felipe, sin mancha alguna en la imagen que de él tiene la ciudadanía, es sin duda una noticia positiva.
Por mi parte, agradezco a Juan Carlos -con toda sinceridad- los servicios prestados y deseo al nuevo rey todo el éxito en su actuación pues, aunque parte en una situación bastante mejor que la que afrontó su padre -en cuanto a legitimidad-, necesitará no sólo habilidad sino suerte, tal y como pronostica el articulista.
¡Larga vida al rey Felipe!
Totalmente de acuerdo con Barañaín. Suscribo una a una sus palabras. Iba a escribir sobre el tema, pero después de leerle a él, me ahorro el esfuerzo. Yo también digo gracias a Juan Carlos por su labor como rey y le deseo lo mejor a su hijo.
Y, por supuesto, coincido absolutamente también en su juicio de nuestro político revelación estrella.
Artículo de Miguel Sebastián publicado hoy en El Mundo:
http://www.elmundo.es/economia/2014/06/03/538ccb17ca474157798b4570.html
Totalmente de acuerdo con Barañain.
Con referencia a lo escrito por Miguel sebastián, yo añadiría que, previsiblemete, Felipe VI, por su propia personalidad y hábitos, también tendrá mejores amigos a la hora de evitar influencias negativas que puedan dañarle en su ejecutoria como monarca.
Señor_j, lo has entendido bien en lo referente al fondo, pero no en lo referente a la mecánica posterior al plebiscito, que consideré innecesario explicar. Si el/los partidos políticos que defiendan una alteración constitucional consiguen la mayoría suficiente para acordar los cambios que pretendan, nada impide que los promuevan y acuerden, según la legislación existente, o modificada, en su caso, con el legítimo ejercicio de su mayoría parlamentaria.
Artículo de Enric Juliana en La Vanguardia de hoy.
http://www.lavanguardia.com/politica/20140603/54408632767/republicanos-republicanistas.html
Excelente, con su sencillez y su contundencia, el artículo de Miguel Sebastián. Sí, «…habrá que convencer a los jóvenes de que la Monarquía no sólo tiene sus contras, también tiene sus pros. Y de que la Republica no sólo tiene sus pros, también tiene sus contras». Y habrá que explicar -en estas horas estelares de «regeneradores» y «justicieros»-, que plantear ese dilema es algo ajeno a las necesidades actuales de los españoles, una iniciativa política que sólo interesa a los demagogos del cuanto peor, mejor.
Del artículo de Juliana -interesante en su diferenciación entre republicanos y republicanistas-, no me convence su afirmación inicial sobre la poca gente que festejó el advenimiento de la 2ª República en Madrid (me parece una cosca disparatada), ni su sugerencia final sobre la relación entre el anuncio y la negativa de Rubalcaba a dejar la dirección del PSOE en manos de una comisión gestora. Si Juan Carlos hubiera albergado alguna preocupación sobre la actitud que podría tomar este partido sobre la sucesión en el trono (preocupación que habría carecido de fundamento), habría postergado su decisión hasta dentro de unos meses, esperando a la clarificación de la sucesión en el PSOE.
Barañain…. te faltaba ¡¡Viva Ehpañññña!!! 🙂