Barañaín
Alguien llama mi atención sobre una carta publicada hoy en El País (http://elpais.com/elpais/2012/07/27/opinion/1343412527_824763.html) en la que su autora lamenta que en el artículo publicado el pasado día 26 por Nicolás Redondo Terreros (“Los que estuvieron allí” se titulaba) y pese a la intención del autor de contribuir a que se sepa “quiénes defendieron las instituciones democráticas en los años del terrorismo” en medio del culpable silencio de tantos intelectuales, se omitiera a alguien tan comprometido en esa lucha como José María Calleja.
Me había pasado desapercibida esa carta pero no el artículo de Redondo. Y no puedo decir que su contenido me sorprendiera. Como no sorprendería, seguramente, a quienes en este Debate Callejero han sabido algo de la intrahistoria de la movilización anti ETA y del fanatismo con que un determinado sector -sobre todo, tras la victoria de Zapatero en 2004-, se autoerigió en conciencia crítica de la sociedad y pasó a expedir credenciales de autenticidad en la lucha contra ETA a la vez que transigía con la manipulación de las asociaciones de víctimas reconvertidas en agentes políticos de deslegitimación del gobierno socialista y del proceso de paz.
Lo de Redondo es sólo una muestra más de mezquindad. Su sesgo está implícito ya desde que cuestiona el resultado de la batalla entre el terrorismo y la democracia. Es esa una obsesión muy característica de ese sector que, sorprendido por el final de ETA -que obstinadamente se niegan a reconocer como fruto del proceso paz-, se empeña en alertar de un inverosímil triunfo postrero de los violentos. Según Redondo, “la libertad en Euskadi dependerá de cómo nos contestemos las muchas preguntas que el final de un pasado oscuro y el inicio de un incierto pero esperanzador futuro impone con avasalladora fuerza. ¿Ganaremos los que defendíamos la libertad? o, ¿serán “los otros” los que se lleven el gato al agua?”.
Afortunadamente, la libertad en Euskadi no depende para nada de la contestación a esos interrogantes que sólo nublan el entendimiento de Redondo y otros pocos como él. Sólo Redondo y quienes comparten su obsesión creen que los violentos se pueden llevar el gato al agua. Sólo ellos creen que en Euskadi se esté dirimiendo ahora semejante cuestión. Sólo ellos hablan de la supuesta victoria de los violentos con la que ni siquiera estos fantasean.
Al margen del intento de aprovechamiento político que está en el trasfondo de esta melodía petarda, no hay duda de que “conviene saber, sin venganza ni saña, quiénes han defendido las instituciones democráticas y la libertad y quiénes no han estado a la altura de las circunstancias”. Si ese fuera el sincero propósito de Redondo, tendría que reconocer que se ha esforzado poco. La lista de defensores de la libertad que le ha salido es ciertamente exigua: Querejeta, Arteta, Savater, Ibarrola, Juaristi, Santiago González, Florencio Domínguez, Iñaki Viar,….y más aún la de quienes, dice, les apoyaron desde fuera en su denuncia: “…Vargas Llosa y Muñoz Molina, siempre dispuestos a romper sin complejos una lanza por quienes defendían el Estado de derecho en el País Vasco, con colaboraciones tan intensas como desprejuiciadas de personajes como Pérez-Reverte, encontrando amparo y difusión en los radio-fónicos Iñaki Gabilondo, que tanta credibilidad le dio a la radio durante más de 10 años, Carlos Herrera siempre cerca de las víctimas o el veterano maestro Luis del Olmo”.
La lista es llamativa no por la inclusión de tan pocos nombres -y alguna inclusión sorprende-, sino por la obvia exclusión de otros, exclusión que no es fruto del olvido, sino deliberado ninguneo. No es difícil identificar un rasgo común en la breve relación de héroes que nos propone Redondo: una determinada visión respecto al final de ETA y el papel de la política en el mismo, divergente de la de otros no menos beligerantes que ellos contra la violencia y discrepante, desde luego -y eso es lo que peor llevan algunos-, con la visión mayoritaria entre los demócratas vascos.
Si acaso algo podría sorprender de esta última muestra de mezquindad es que según Redondo, hay dos importantes razones para homenajear a estas personas que “han contribuido a la derrota de ETA”: una, es que “tenemos que superar las diferencias adjetivas que durante tantos años han definido inevitablemente el campo democrático, para que recordemos que fuimos muchos sus adversarios” y otra, que “saber quiénes fuimos ayudará a escribir la Historia tal como fue”. Redondo parece más bien empeñado en seguir ahondando en las diferencias entre demócratas en función de cómo enfocaron políticamente el final de la violencia, subiendo al pedestal sólo a quienes se apuntaron a la visión más tremendista que atizaba la derecha conservadora y despreciando a quienes no comulgaban con sus ruedas de molino. No parece realmente muy interesado en que la sociedad española sepa quienes fueron realmente los que asumiendo riesgos se enfrentaron a ETA y su plomiza mordaza sobre la sociedad vasca, y su sesgado llamamiento al homenaje no ayudará a escribir la historia como fue. Tal vez crea que singularizando tanto a los protagonistas de esta batalla -entre los que, sin duda, él mismo se sitúa-, los haga acreedores a mayores honores.
Supongo que la omisión de su nombre tampoco habrá sorprendido al propio Calleja, pues él, mejor que nadie, sabe lo que es afrontar el desprecio de los fanáticos antietarras de la última hornada, después de haber sobrevivido al hostigamiento de los violentos. Aunque no me lo imagino ansioso de reconocimiento social, supongo que habrá lamentado que, vencida ya la fiera, y en pleno restablecimiento -lento pero continuo- del entendimiento entre diferentes, algunos insistan en enfatizar sus diferencias menores en vez de celebrar, desde la unidad de los demócratas, la victoria del estado de derecho.
Qué triste… La razón es obvia: seguir viviendo gracias a la lealtad mostrada hacia el sector loado en su artículo. Es lo que tiene no tener oficio ni profesión conocida más allá de la experiencia en el aparato del PSE, en el que, por lo demás, prosperó por ser hijo de…
Buenos días Barañaín y gracias por tu artículo!!
No me había enterado del artículo de Nicolás Redondo Terreros. Lo he leído y bueno, no me ha llenado de emoción. Si de verdad la intención era recordar que fueron muchos los adversarios y saber quiénes son se ha quedado muy corto….. ni chicha ni limoná. Además independientemente de que no haya nombrado a Calleja, que podría haberlo hecho, tampoco hay ninguna mujer, ni como luchadora ni como intelectual…. Ayayay este mundo de los hombres grises….. (Momo jejejeje)
El papel de los intelectuales…… otro carné que se va repartiendo…… 🙂
Saludos!
Pues aquí seguimos, parando los pies a la Caja y aprendiendo de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca:
http://afectadosporlahipotecamadrid.net/manifiesto/
Extraordinario artículo de Barañaín. La lectura del artículo de Nicolás Redondo en El País me indignó profundamente. Había omitido que J.M. Calleja fue uno de los primeros en denunciar como asesinos y terroristas a los etarras en los duros años de plomo, en artículos de periódico y libros. Era en aquellos años Jefe de Informativos de la TV oficial vasca y en vez de acciones armadas y muertes, hablaba de atentados terroristas y asesinatos. Pero denunciaba no solo a los etarras, sino también a los equidistantes, que no solo eran los políticos del PNV. Por llamar a las cosas por su nombre fue despedido de la TV vasca y se encontró en las calles de las ciudades del País Vasco con una hostilidad peligrosa por parte de simpatizantes de ETA hasta que decidió salir de allí. Todo esto no existió para Nicolás que, sin embargo, se atreve a decir que escribe su artículo para ayudar a los historiadores.
Como muy bien dice Barañaín, detrás de la mezquindad de Nicolás Redondo se esconde la opinión de esa capilla de intelectuales que surge precisamente cuando Zapatero es elegido Presidente. Esta capilla de intelectuales se convierte en aliada de la reaccionaria ATV, fiel instrumento del PP para hundir los intentos de negociación de Zapatero y el PSE. Lo que no entiendo es cómo El País ha incluido este tan “objetivo” artículo en sus páginas de opinión. Se ve la mano del principal intelectual de esta capilla, F. Savater en esto. Felicito a Barañaín por su torpedo en la línea de flotación de este grupo.
Gracias Barañain ,yo fui uno de los que se asomaron a Basta Ya y se encontro con una Rosa Hype desconcertante y una actitud cainita contra Jose Maria Calleja y asistia verdaderamente desconcertado ante los ataques continuos y fascistas contra Calleja,que se vio obligado a cerrar su blog ante tal muestra de incomprension.
Por eso mientras permaneci en Basta ya ,en el blog de Rosa Hype hasta que me fumigaron ,mi santo y seña fue decirles a todos que «Zapatero es un hombre bueno» y eso les soliviantaba mas ,cosa que siempre ha reconfortado mi espiritu y que jamas dejare de decirlo y de pensarlo,sobre todo a todos aquellos que tanto a Calleja como a Ziluminatius no dejaron de denigrarlos con un esañamiento que iba mas alla del odio irracional.
Pero no hace falta que Nicolas nos de carnet de democratas que con nuestro pequeño o gran granito de arena hemos ayudado a todos aquellos a los que hemos tendido la mano y nos la han despreciado y escupido.
En fin… al fin y al cabo Debate Callejero sigue siendo nuestra pequeña isla de libertad sin ira.
Ante mi doy fe.
AC/DC
firmado:
Pep d’Eivissa