Los panes, los peces y la libertad

Julio Embid

Hace unas semanas asistí a un espectáculo de magia en un teatro de Aragón. Todos con las mascarillas puestas y con un aforo de un tercio con butacas y distancia de seguridad entre desconocidos. Porque la cultura es segura, hay que seguir asistiendo a actividades mientras se pueda. En dicho espectáculo el ilusionista sacó al escenario a una niña maña que no tendría los diez años cumplidos. Quizá tuviera ocho o nueve. En el espectáculo, la niña tenía que escoger entre dos barras de pan, desmenuzarlas para que no hubiera trampa ni cartón y el mago le preguntó ¿conoces la leyenda de los panes y los peces? La niña dijo que no ante la carcajada de los adultos y la abuelada en general. Sí, mira, eso de que un señor llamado Jesús cogió un pan y un pez y los convirtió en varios. La niña le miraba con extrañeza, con cara de no tener ni idea. Así, el truco donde el mago metía un trozo de pan en un vaso de agua y se convertía en pez no tenía gracia alguna.

Probablemente ninguno de los asistentes nacidos en los años 80 del siglo pasado como es mi caso desconociera la “leyenda de los panes y los peces”. En mi época casi todos éramos bautizados, íbamos a clase de Religión (de mi clase solo hacían Ética dos: un niño de padres militantes comunistas y una niña de padres testigos de Jehová), en mi pueblo íbamos a catequesis a la casa del cura los sábados por la mañana a pelarnos de frío en invierno con los abrigos y las bufandas puestos y hacíamos la Primera Comunión. Y después ya, si te he visto no me acuerdo. Ya en el instituto había tanta gente que iba a Alternativa a la Religión como a Religión. Yo uno de ellos, que aprovechaba esas horas para acabar los tediosos ejercicios a lápiz de Dibujo Técnico.

Pero volvamos a esa niña del teatro nacida en los años 10 de este siglo. Esa niña probablemente en algún momento de su vida viera la película de Disney de animación “Moana” (que en Europa se llamó “Vaiana” por un tema de licencias con una marca de colonias). En esa película se cuenta una leyenda de la mitología polinesia donde el semidiós Maui les roba a los dioses una piedra mágica para hacer que el viento sople y así puedan los hombres navegar. Y probablemente esa niña conozca esa leyenda de la mitología polinesia y desconozca la leyenda de la mitología cristiana, básicamente porque Disney aún no ha hecho para navidades una película de los panes y los peces.

Hay quien dice que la mitología no es otra cosa más que la religión de los otros. En cualquier caso existen numerosos estudios de mitología comparada donde las leyendas se repiten, cambiando matices y localizaciones, en distintas civilizaciones a lo largo de la historia. Así, en el caso del fanfarrón y embustero Maui, encontramos paralelismos con el dios Loki de la mitología escandinava o con San Martinico en el caso de la mitología pagana vasco-aragonesa, el cual robó semillas de trigo a los basajaun de los bosques para enseñar a los hombres a sembrar y cosechar.

Por eso y llegados a este momento de la historia, podemos estudiar las distintas mitologías y religiones pero asignándoles el valor que realmente tienen. Porque los grandes horrores de la historia se han cometido en nombre de algún dios y porque creer en algún dios ni te hace mejor persona, ni más inteligente, ni tampoco más honesto. Tampoco al contrario, no eres peor persona, ni más estúpida, ni tampoco más corrupta. Pertenecer a una religión, a mi parecer, te marca tanto como ser rubio o moreno, o ser del Atleti o del Madrí. Es un club más del que formas parte. Por eso cuando, la semana pasada un profesor de secundaria fue asesinado por un terrorista islamista en París por haber ofendido sus sentimientos religiosos, sólo podemos salir en tromba a condenarlo y a luchar para que no se vuelva a repetir, persiguiendo con la Ley a los fanáticos e incitadores.

Últimamente los diputados de VOX llegan a los parlamentos autonómicos a traer mociones, PNLs y declaraciones en favor de los Reyes Católicos, el Cid Campeador y la Conquista de América que generalmente son rechazadas por el resto del arco parlamentario. Si hubieran traído una condena firme del atentado de París y en defensa de la libertad de pensamiento y la libertad de prensa, hubieran puesto en un aprieto a los partidos de izquierda. No obstante, con declaraciones en redes como las del portavoz de Vox en el Europarlamento y antiguo falangista, Jorge Buxadé, alabando los tribunales religiosos nigerianos por redes sociales, vemos que en el fondo, lo que echan de menos es que la blasfemia y la libertad de conciencia vuelvan a ser un delito y que se endurezca el artículo 525 del Código Penal, el cual, desde mi punto de vista debería ser completamente derogado. Por eso desde estas líneas mando un fuerte abrazo a los familiares y amigos del profesor Samuel Paty y de todos aquellos caídos en defensa de la libertad.

2 comentarios en “Los panes, los peces y la libertad

  1. Disculpen a su vez pero con 800 casos el sociopata de la Moncloa declaró el estado de alarma en Madrid y hoy en Euskadi hay 1207 casos , el Lehendakari Urkullu solicita el Estado de alarma en TODO el estado (?) y Sánchez dice que es muy grave pero que él no declara nada , que se lo pidan.
    ¡ Que bien estamos !

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