Moral y costumbre

Ricardo Parellada 

 

Las diferencias culturales muchas veces se muestran en normas y costumbres concretas. En las sociedades modernas, estas diferencias afloran a la hora de organizar o regular la convivencia con grupos culturales que forman parte de esas sociedades, pero mantienen costumbres llamativas o extrañas. Periódicamente se producen debates acerca de algunas prácticas, su regulación y la tolerancia. El velo islámico, la mutilación femenina y las formas de escolarizar a niños y niñas son ejemplos de prácticas que motivan de vez en cuanto debates con grandes implicaciones morales y jurídicas y que demandan decisiones de los poderes públicos, que suelen variar según los países y el momento.

 

Parece claro que no hay una manera general y uniforme de abordar sensatamente todos los conflictos, como la apelación a los derechos de los individuos o el respeto a los grupos diferentes. Además del respeto a estos principios generales, el tratamiento de estos conflictos demanda conocimiento de tiempos y lugares, así como información empírica amplia y rigurosa. Así fue, por ejemplo, la información que brindó hace unos meses en este blog Alberto Penadés sobre las variedades de la mutilación femenina en distintas tradiciones y contextos. Naturalmente, los conflictos culturales de normas y costumbres no sólo se dan de esta forma, en el seno de las sociedades modernas, sino en todo de tipo de sociedades y en el encuentro o simplemente el dialogo y la negociación entre distintos ámbitos culturales y políticos.

 

En este artículo pretendo ofrecer otro ángulo de este gran asunto a partir de las ideas de un pensador africano. El profesor Kwasi Wiredu trabaja en una universidad de EEUU, pero nació y se educó en Ghana en el seno de la cultura Akan. De todas sus reflexiones sobre los conflictos y las diferencias culturales, yo quiero presentar solamente su exposición de la visión de los Akan sobre la ética cristiana. De una forma parcial y limitada, Wiredu llama ética cristiana al contenido de los diez mandamientos, tal y como se encuentran formulados en el Éxodo del Antiguo Testamento. Pero quizá no se trate de una simplificación tan descaminada cuando observamos que el objetivo de Wiredu es mostrar la perspectiva de una cultura africana sobre el catecismo moral y religioso enarbolado en África por las potencias coloniales.

 

La reflexión de Wiredu echa mano de una distinción muy sencilla entre moral y costumbre. Su propuesta es que los diez mandamientos del Antiguo Testamento, con los que se pretendía reeducar a los africanos, están formados por dos grupos de principios absolutamente heterogéneos: normas éticas y costumbres. Y algunas de estas últimas son puros tabúes. Wiredu afirma que, en ambos casos, presentarlos como mandatos divinos desvirtúa la naturaleza tanto de la moral como de la religión. A decir de Wiredu, los principios morales no necesitan ninguna sanción divina, son perfectamente asumibles racionalmente y forman parte de la sabiduría traicionad de los Akan. En cuanto a las costumbres y tabúes, presentarlos como mandatos divinos, esto es, como expresiones de la voluntad de un ser superior y ajeno a la cultura humana, es convertir la religión en tabú. 

 

En la formulación del Éxodo, cinco mandamientos son: (1) no matar; (2) no robar; (3) no levantar falso testimonio; (4) no cometer adulterio; y (5) no desear la casa, la mujer y las propiedades del prójimo. De acuerdo con Wiredu, con las pertinentes matizaciones, refinamientos y actualizaciones, se trata de principios morales que se pueden encontrar sin dificultad en la sabiduría popular de los Akan y de muchas otras culturas. Y, sea cual sea su fundamentación última, apelan con claridad a la racionalidad y la socialidad del ser humano. Wiredu afirma que se trata de evidencias morales a partir de los cuales no es posible diferenciar la moralidad de distintos grupos, sino más bien, reconocer el parentesco de los principios reconocidos por grupos y sociedades muy variados.

 

Por otro lado, entre los diez mandamientos se encuentran los siguientes: (6) honrar a padre y madre y (7) no tomar el nombre de Dios en vano. El profesor africano argumenta que el primero es propiamente una costumbre y que el segundo es en realidad una variedad del primero. Y, a partir del conocimiento de primera mano de las sociedades contemporáneas de Ghana y EEUU, observa con agudeza que el primero de estos dos mandamientos reviste gran importancia en la sociedad tradicional judía y en la sociedad de los Akan en la que lo educaron, pero no en lugares como los actuales EEUU.

 

Finalmente, los otros tres mandamientos rezan: (8) no venerar a otros dioses; (9) no hacer imágenes de lo que hay en el cielo o bajo la tierra o el agua; y (10) recordar y santificar el sábado. A decir de Wiredu, estos tres preceptos tienen todos los rasgos distintivos del tabú. Se trata de reglas cuya única fuerza normativa consiste en expresar los gustos y preferencias de un ser que no es humano. Normas arbitrarias, sin ninguna posibilidad de legitimación racional o social, son tabúes. Estos preceptos son especialmente ilegítimos para las personas de otras culturas a las que se pretende imponerlos.

 

A decir de Wiredu, estos mandamientos eran parte sustancial de la ideología que las potencias coloniales pretendían imponer a los Akan y a otras culturas africanas. Desde el punto de vista de los Akan, los cinco primeros preceptos no son ninguna originalidad del Dios que acaban de conocer, pues son principios de sobra conocidos. Los Akan los consideran emanados de un legislador legendario, pero, a juicio de Wiredu, el Akan adulto y reflexivo sabría justificarlos apelando, de una forma u otra, a la reciprocidad y a la regla de oro (no hacer a los demás lo que no quieres que te hagan). Pero al menos estas normas de conducta les permiten saber que ese Dios es bueno. Pero es bueno porque manda cosas buenas. No es que las cosas que manda sean buenas porque las manda él. Para saber lo que es bueno no tiene que venir ningún Dios extranjero a enseñárselo. Pero los preceptos que mandan respetar costumbres y tabúes sólo pueden emanar de un Dios arbitrario. Y si no se distinguen ambos tipos de preceptos y todos son igualmente obligatorios, entonces la religión que los exhibe no puede generar empatía y entendimiento, sino desconfianza y extrañeza.

 

En mi opinión, esta sencilla distinción entre moral y costumbre con la que este pensador africano comenta los diez mandamientos del Antiguo Testamento es muy relevante en otros muchos ámbitos. Hay muchos conflictos culturales e incluso ideológicos que no se resuelven con esta distinción, pero creo que recurriendo a ella podemos encontrar y orientación en muchos otros casos. Como afirma Wiredu, la distinción entre moral y costumbre es crucial para el diálogo intercultural. No sólo los Akan, sino también muchos otros pueblos saben que el Dios de unos vecinos es bueno porque dice cosas buenas y el de otros es malo o arbitrario porque dice cosas malas o arbitrarias. Y lo bueno y lo malo no es aquello que está escrito en ningún sitio, sino aquello sobre lo que se puede hablar y razonar en términos que todo el mundo puede entender, como reciprocidad, dolor, individuo o libertad. 

56 comentarios en “Moral y costumbre

  1. El Eduardo Segovia no se qué se fuma pero sí que no ha aprendido nada de periodismo. De qué sirve abogar por una tesis invialbe como la salida del euro? Además de absurda porque si pudiéramos salir nosotros para devaluar, saldrían muchos otros y harían lo mismo. Y además, si devaluamos no nos convertimos inmediatamente en mucho más pobres? No es eso lo mismo que pasa cuando acontece una depresión? En fin…

    Por cierto, hablando de periodismo, A verlas seguro que recuerdas aquéllo de que no hay peor cosa para el periodista que convertirse en el objeto mismo de sus escritos, él mismo o sus actos. No crees?

  2. Pablo Franco:
    Precioso el vídeo que colgaste ayer. Lo acabo de ver. Y le va muy bien la música.

  3. Creo que era Joschka Fischer -el exministro de exteriores alemán- el que en un artículo reciente a propósito de la crisis ruso-georgiana destacaba, entre otros datos, la ceguera europea puesta de manifiesto al dar el portazo a los turcos.

    Veo ahora en El Correo , con satisfacción, la noticia de la visita de Zapatero a Turquía y su discurso en Estambul. No he conseguido encontrar referencia alguna en El país digital y otros diarios de ámbito nacional.

    http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/20080915/mundo/zapatero-defiende-ingreso-turquia-200809151944.html

  4. ¿Están ustedes viendo a Ruiz Gallardón en el programa «Tengo una preguna para usted»? NO se lo pierdan. Es difícil encontrar una mezcla tal de repipiez, sabiondez, entusiasmo por conocerse a sí mismo, demagogia, incapacidad para resumir, falsedad, empalago….. no sigo.

  5. Rajoy asegura que mientras 180.000 extranjeros cobran el paro, 20.000 andaluces piden trabajo fuera.

    Hay que ser muy bruto para hacer una afirmación como esta.

  6. Algo peor que bruto es lo del leader de la leal OPOsición. Enseña la patita racista a la menor oportunidad…, aderezada con ese estilo de señoritingo de provincias afincado en la Capital; además de mentir con absoluto descaro.

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