“No se les ve, pero están ahí…”

Barañain

“Permítanme que haga aquí, en Nueva York,  un reconocimiento a la mayoría de españoles que no se manifiestan, que no salen en las portadas de la prensa y que no abren los telediarios. No se les ve, pero están ahí, son la mayoría de los 47 millones de personas que viven en España. Esa inmensa mayoría está trabajando, el que puede, dando lo mejor de sí para lograr ese objetivo nacional que nos compete a todos, que es salir de esta crisis”.

Primero fue el palo, la violencia exagerada y sin venir a cuento ante una manifestación a la que simultáneamente se trataba de desacreditar por su escasa relevancia numérica y política. La iniciativa  del 25-S era, en el discurso del gobierno, a la vez un desafío de primera magnitud (como un intento de golpe de estado nada menos) y una cuestión menor. La contradicción entre ambos planteamientos saltaba a la vista (¿y aún se extrañarán de que ya nadie les crea?). La abrumadora presencia policial en la calle casaba mal con el pretendido ninguneo. Resultado: con la violencia desatada, la “marca España” nunca se mostró tan problemática ante el mundo como estos días.

Tras el palo policial, llegó el desprecio. En primer lugar, el desprecio del presidente del Gobierno, apropiándose de esa «mayoría silenciosa» a la que agradecía su apoyo por no manifestarse, como si su silencio implicara  apoyo (¿cómo no se muestra explícitamente contra mí, querrá decir que está conmigo?). A corto plazo, puede que Rajoy, con su desprecio a los ciudadanos críticos, acabe animando a muchos más de quienes aún no se han manifestado a que también lo hagan. A propósito de esa ocurrencia del jefe del gobierno,  escribía Antoni Gutiérrez-Rubí que “el concepto es perverso y puede actuar como un boomerang cuando se tiene la peor valoración presidencial por parte de la opinión pública”.

Ya es malo confundir, como viene haciendo el PP, mayoría parlamentaria con consenso social; pero es tonto identificar el silencio de la mayoría de los españoles con complicidad. Cree Rajoy  que la mayoría silenciosa que sólo se preocupa por trabajar –si puede-, olvidará el sufrimiento padecido cuando vea luz al final del túnel. Que la gente, una vez acabado este penoso vía crucis, se mostrará comprensiva con los sacrificios ahora exigidos. Rajoy confía en la amnesia: sólo le hace falta tiempo, ese que todo lo cura. 

La falacia es habitual en política: cuando interesa se toma una parte por el todo,  como cuando se invoca gratuitamente el “mandato de las urnas” o se identifica en una política concreta un inimaginable “interés general de la nación”. Se asocia el uso propagandístico de ese concepto a Richard Nixon, que tuvo éxito al contraponer esa “mayoría silenciosa” de americanos a la minoría radical que, con valores menos tradicionales, se manifestaba contra la guerra de Vietnam y copaba los medios de comunicación (al parecer, Nixon pudo tomar prestada la idea de John F.  Kennedy quien, antes de ser presidente, se había referido a ella en un libro de biografías de políticos notables). Anteriormente, en el siglo XIX, se había hablado de “mayoría silenciosa” pero para referirse a la que puebla los cementerios. Era otra cosa, claro.

A Nixon, la apelación a la América profunda le dio resultado: en las siguientes elecciones arrasó. Un entusiasta conservador americano lo contaba así: “Nixon fue el primero en reconocerlo, y los medios de comunicación nunca lo perdonaron. Nixon se dio cuenta que una “mayoría silenciosa” de americanos eran personas sencillas, trabajadores, que amaban a Dios, a sus familias, a su patria, y no compartían los puntos de vista de la élite de los medios de comunicación. “Silenciosa” porque esa gente de pueblo, de campo, que vivía en las vastas llanuras y montañas entre las dos costas, parecía que no tenía voz. “Mayoría” porque cuando hablaban, ganaban elección tras elección, a pesar de todo lo que decían los medios.

No parece que las circunstancias sean semejantes en nuestro caso. Ni existe esa dicotomía entre un país humilde, temeroso de Dios, alejado de los focos y confiado en su gobierno y otro minoritario e ilustrado que, con sus contravalores, monopoliza los medios. Aunque sólo sea porque aquí los medios están, mayormente, al servicio del gobierno. Rajoy no está “interpretando” el sentir de la mayoría del país. El silencio de esa mayoría tiene que ver con la angustia ante una situación que no se entiende y a la que no se ve salida. No es sinónimo de aceptación, menos aún de entusiasmo o aclamación. Tiene más que ver con la resignación, el hastío, la desesperanza.

Y Rajoy está contribuyendo en gran medida a ello. Hace unas semanas, el presidente del gobierno hizo otra declaración sonada: “La realidad me ha impedido cumplir mi programa electoral”. Con la realidad ha topado. Nunca un político había confesado tan claramente –sin pretenderlo-, lo irreal del programa con el que se presentó a los electores. El, ya se sabe, querría actuar de otra manera pero las cosas son como son y qué le vamos a hacer. Esa apelación constante al “sentido común” le lleva con frecuencia a recurrir a los refranes, esperando obtener así la benevolencia de los ciudadanos.

La mayoría puede ser silenciosa, incluso estar acojonada, pero no por eso es mansa o acrítica, que son las “cualidades” que Rajoy parece apreciar en los ciudadanos. No es que le dejen hacer, sin caer en el vicio de la manifestación estridente y callejera de disconformidad. En realidad, ese silencio puede ser expresión de que la política –y su expresión institucional-, nada significa ya para esa mayoría, porque nada espera de ella.

También es probable que Rajoy sea consciente de ello y no se crea realmente eso de que los “españoles silentes” le apoyan. Ese falso homenaje a los que trabajan y callan puede revelar un ideal. A la derecha nunca le ha preocupado que el personal “de abajo” se desentienda  de la política. La trayectoria histórica de la izquierda se resume en el esfuerzo por conseguir la politización de los desposeídos. La de la derecha en lo contrario. Encantado estaría Rajoy  si muchos de los que ya no se dejan ver se hicieran definitivamente invisibles para la política.

14 comentarios en ““No se les ve, pero están ahí…”

  1. Con permiso del articulista:

    Visto el viaje que Romney le ha metido a Obama en el debate de esta madrugada, del que ya tantos esperaban una nueva ventaja para el presidente ¿aprenderán nuestros cronistas a no vender la piel del oso antes de cazarlo?

    Por cierto, en los próximos debates se hablará entre otras cosas de política exterior. Ahora ya, hasta los más entusiastas obamamaníacos reconocen que, en contra de lo que creían hace unas semanas, las encuestas sí que reflejan la desaprobación de la torpe o timorata respuesta de la administración de Obama tras el asalto islamista a su embajada libia. Veremos lo que rinde ese asunto – y el de las relaciones con Israel y el del Irán nuclear, por cierto-, en el próximo debate.

    O sea, que hay partido. Los republicanos de EEUU hoy estarán cantando «¡sí, se puede!».

  2. A los buenos días…

    Muy buen artículo el de hoy. Y muy interesantes las referencias a Nixon. En general, estoy de acuerdo con lo que plantea Barañain, en especial cuando asegura que a la derecha no le interesa que determinados sectores sociales participen en política.

    Bien haría Rajoy en tener cuidado. Mucho se hablaba de la capacidad de sufrimiento de los portugueses, hasta que llegó septiembre y mostraron claramente su hartazgo.

  3. Lo que nos faltaba, que Obama se nos desinflame… Creo que se ha confiado en exceso, sobre todo después de la historia del vídeo filtrado sobre Rommey y ese 47% de electorado del que pensaba pasar…

    De todas formas, confío en que Obama reaccione. Más nos vale… porque tener a Rommey de presidente no es una gran perspectiva…

  4. Hubo muchos que nunca pensamos de Rajoy que fuese a hacer nada interesante estando en el gobierno. También , pienso, una gran mayoria, silenciosa o no, dio por descontado que su programa electoral era papel mojado. Son las opiniones que ahora se oyen a una enormidad de votantes confesos del Partdo Popular, solo que no importaba, eran cosas que «habia que decir para ganar las elecciones». En fin, la democracia se entiende regida por distintos principios.

    Coincido con Barañain en que es paladinemnte incorrecto el enunciado «si no protesta, está conmigo». Está bastate claro que el gobierno ha perdido apoyo social y que estña sufriendo un desgaste muy acusado debido al empeoramiento de la situación económica, a las malas perspectivas y a la percepción de que, al contrario de lo que muchos entendian, no hay habilidad de gestión particular ni ases en la manga. La imagen es la de un gobierno completamente desarbolado, agravada además por que muchas decisiones importantes se han aplazdoy se aplazan en función de no dañar las expectativas en algunas elecciones locales. Eso no favorece a una imagen de liderazgo honesto.

    Dicho esto, la sensación de hartazgo y de , por que no decirlo, indignación en algunos sectores, no tiene eco ni articulación en el entramado político actual. Se extiende la sensacion de que una mayoria sea más o menos silenciosa, lo que esta haciendo es dar la espalda a unos partidos politicos que no pueden acoger sus inquietudes y preocupaciones. La incognita, nada tranquilizadora, es en que se va a materializar ese caudal de desánimo.parece que en Cataluña optan por la via independentista. ¿De quien se independiza o nos independizamos el resto? Inquietan algunas posibilidades y algunos ejemplos cercanos.

    +++++++

    En cuanto al debate de las presidenciales norteamericano, Obama estuvo lamentable. Titubeante, vacilando, entrecortandose, Cedió todo el terreno a un rival que se movió muy confortablmente en los lemas tipicamente republicanos. No al gobierno federal, los impuestos crean paro, quiero acabar con el medicare. Obama no fe capaz de esgrimir con convicción ningún argumento en contra. Fue él el que estuvo fatal, fue el político el que lo perdió completamente, y no tanto las mejores propuestas de su rival. Vamos, para darle una colleja.

  5. Ah, que se me pasa. Recordó un poco al primer célebre debate Aznar-Gonzalez del año 93. Un rival preparado que va a por ello contra otro que, da la impresión, pasaba por ahi por Denver esa noche esperando no sabemos muy bien qué.

  6. Bueno, la referencia que hace José al año 1993, me da ciertas esperanzas. No olvides lo que pasó en el segundo debate… Fue tal el repaso que Felipe le dio a Aznar, que éste no ha querido debatir nunca más en su vida…Claro que en eso, EEUU nos da sopas con ondas, ya que no se concibe que un candidato presidencial se niegue a debatir con su rival. Pasa lo mismo en otros países, como Francia…

  7. De acuerdo con la tesis del artículo.
    Me quedé a ver el debate. Mal rollo. Romney lo hizo muy bien. Estaba guapo, simpático, dialogante y transmitía confianza. Obama estaba serio, de mala leche, repitiendo argumentos y tratando de explicar como si se tratara de pasar un examen. Sus respuestas eran siempre demasiado largas y además titubeaba.
    Eso es lo que yo, que escribí aquí que Obama era el mesías y lo sigo creyendo, sentí. Imaginen lo que tienen reparos ante un negro medio musulmán medio socialista…
    Esperemos que en el segundo y tercer round devuelva los golpes y que la gente, en todo caso, tenga claro que con Romney les iría peor. Pero hará falta que Obama se lo haga sentir. Ayer fue completamente incapaz.

  8. Vean esto: «El PP ve «inaceptable» el auto de Pedraz sobre el 25-S. Su portavoz adjunto en el Parlamento cree «absolutamente intolerable» las «descalificaciones hacia el Congreso» que en su opinión se vierten en él. Rafael Hernado ha calificado al juez de «pijo ácrata» «.

  9. Pero el juez destaca que no hay ningún delito en nuestra legislación que castigue una convocatoria de rodear el Congreso para «exigir la ruptura del régimen vigente, mediante la dimisión del Gobierno en pleno, disolución de las Cortes, y de la Jefatura del Estado, y abolición de la actual Constitución», como querían los convocantes.

    Y añade que, de existir un delito contra dicho acto, «atentaría claramente al derecho fundamental de libertad de expresión, pues hay que convenir que no cabe prohibir el elogio o la defensa de ideas o doctrinas, por más que éstas se alejen o incluso pongan en cuestión el marco constitucional, ni, menos aún, de prohibir la expresión de opiniones subjetivas sobre acontecimientos históricos o de actualidad, máxime ante la convenida decadencia de la denominada clase política».

  10. El PP ha pasado del consabido «acato pero no respeto» cuando una sentencia no les gusta, a insultar directamente al juez que dicta la sentencia. Es un salto cualitativo importante. Y grave, yo creo. Digno de ellos.

  11. Bueno…el PSOE y UPyD tambien estan que trinan…pero por lo menos Simancas ha sido mas ironico y comedido,cosa impensable que el tal Hernando se mordiera la lengua, le produciria ulcera gastrointestinal ……jeje.

  12. «¡Albricias, albricias, pan de Madagascar, os traigo unas noticias que os van a alegrar!», leíamos hace muchísimos años en la revista satírica’ La Codorniz’, de Álvaro de la Iglesia. Julio Ariza, el presidente de Intereconomía o de la extrema derecha o derecha extrema mediática -tanto monta, monta tanto-, el neofalangista Eduardo García Serrano y el rescatado Carlos Dávila pueden hoy ciertamente estar satisfechos.

    http://www.elplural.com/2012/10/04/la-television-publica-de-la-era-pp-deja-en-la-cuneta-a-elplural-com-y-abre-las-puertas-a-intereconomia/

  13. La verdad es que, sobre el fondo del asunto, el auto parece impecable al descartar que se hubiera cometido ese improbable delito contra el Estado. Lástima que Pedraz haya incluido la bobada esa de la «convenida decadencia de la clase política» que no venía a cuento ni añadía nada a su argumentación y sólo ha servido para que los del PP más deslenguados -encabezados por el impresentable Rafael Hernando-, desvíen la cuestión hacia una supuesta afrenta del juez hacia el congreso.

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