Juanjo Cáceres
Una de las mejores enseñanzas para los que ven la guerra desde fuera es comprobar cómo, una vez iniciada, destruye certezas y contamina todos los debates. En primera instancia, la guerra hace debatir sobre la guerra, cosa que no sucede en ausencia de ella. También sobre sus efectos colaterales, que no son solo las víctimas civiles y militares o los refugiados, sino, asimismo, sus consecuencias económicas, sociales y sin duda, energéticas, como la cuestión del gas ilustra a la perfección. De todo ello estamos oyendo consideraciones de forma incesante estos días, no sin incurrir en ciertas paradojas y contradicciones aparentes.
Se habla mucho de la guerra y la seguridad. Uno de los primeros logros de la guerra en Ucrania fue suscitar la revisión de la política de seguridad europea. Ello ya ha conducido a los estados miembros a decantarse por elevar el gasto armamentístico y sobre la mesa se sitúa cada vez con más intensidad la necesidad de hacer de la UE un actor militar diferenciado de la OTAN. Se dice que Europa ha de ser más autónoma y más responsable de su propia defensa.
Pero no son pocas las posibles inconsistencias que afectan a estos argumentos. La primera es el hecho de que pese a que hoy está siendo agredido un estado europeo, no podemos olvidarnos de que el agresor es igualmente un estado europeo. Entonces, ¿qué es lo que se propone? ¿Hacer un ejército que pueda permitir afrontar enfrentamientos armados entre europeos y en territorio europeo? ¿No está ya cubierta esa necesidad con la OTAN, que además es un ente especializado precisamente en las amenazas que puedan venir de Europa oriental?
También puede ser que esto se afirme por parte de algunos que consideran que la capacidad de intervención en la política global va ligada a la capacidad militar real, pero en tal caso, ¿están deduciendo que el que quiera pintar algo por sí solo ha de reforzar sus capacidades de convertirse en potencia militar? ¿Acabará siendo esa la visión y los valores que Europa aporta al mundo?
Otro aspecto que se da por supuesto en la forma que cobra el debate es que la UE puede llegar a ser atacada por un enemigo exterior, pero poco se menciona la posibilidad de que el atacante sea un actor del interior de la UE. Ello implica obviar cual ha sido el foco en el pasado de las grandes guerras mundiales. También dar por hecho, de forma un tanto bucólica, que la evolución de los estados europeos seguirá indefectiblemente la senda de la paz y la justicia social, obviando el carácter de algunos de los gobiernos ya existentes o el hecho de que la eclosión de la extrema derecha y su llegada a los gobiernos de países muy relevantes es una posibilidad cada vez más real.
Otro aspecto ambiguo de todo esto es el hecho de que si todo el mundo, entendido en sentido literal, empieza a reforzarse militarmente, aumentarán por una simples cuestión de capacidad las oportunidades de que se produzcan confrontaciones militares. Ahí la paradoja es muy potente: mientras en los años de la Guerra Fría reclamábamos el desarme nuclear y se firmaban tratados sobre los misiles balísticos, en los años de la Guerra Europea oímos que la solución es el rearme. Los discursos cambian a velocidad de vértigo.
Respecto las sanciones, que son también conocidas popularmente como las más duras de la historia o el azote definitivo de los tiranos, la guerra nos ha enseñado que enemistarte con un exportador de gas del tamaño de Rusia es un problema para él, pero también para ti. O que igualmente lo es que Ucrania y Rusia representen el 30% de la producción de trigo del mundo. Es lo que tiene vivir en mundo global e interdependiente. Josep Borrell lo expresó de forma casi metafórica al requerir a los europeos que usen menos la calefacción, pues puso de manifiesto de forma un tanto cruda que los costes son para todas las partes, ya vivan arriba, abajo, en la izquierda o en la derecha.
En definitiva, parece que la guerra es un juego en el que a la larga prácticamente todo el mundo acaba perdiendo pero aquí la lectura inicial que se estaba haciendo era algo distinta. Se anunció la llegada de los cuatro jinetes del apocalipsis a Rusia, gracias a la rápida respuesta euroatlántica en forma de sanciones, pero es el mundo el que ahora ve aumentado el riesgo de hambrunas y es en España donde la inflación no hace más que crecer a ritmos nunca vistos en las últimas décadas. Mientras se empiezan a actualizar formalmente las previsiones económicas, la realidad es que el impacto final que va a tener el conflicto es poco calculable, como también lo es su evolución. De su duración y profundidad dependerán muchas cosas.
Que la guerra acabe cuanto antes es lo mejor que nos puede pasar a todos, pero no bastará con ello. Será necesario que su finalización asiente las bases de una paz duradera, porque ahora mismo más bien apunta a consolidar un nuevo ciclo de belicosidad internacional, en el que las advertencias de riesgos de acercarnos a una guerra mundial nos llenan de espanto. De ahí que sea más importante que acabe bien, que el hecho de que acabe rápido.
La guerra es un desastre, para todos, eso está claro. Y un fracaso colectivo. Dicho lo cual, la responsabilidad, la culpa de la guerra, la tiene principalmente quien decide empezarla. Lo echo en falta en el artículo con independencia de si fue sensato/absurdo/provocador invitar a Ucrania a unirse a la OTAN. La invasión rusa es inaceptable y punto. Y si invade Ucrania puede invadir a cualquiera. El rearme es una reacción a la amenaza. Por supuesto que destinar recursos a la defensa en vez de a tantas otras necesidades básicas es un sinsentido. Excepto si enfrente tienes a uno que te puede invadir. Que es lo que hay. Desde esta posición, que la guerra acabe bien implica necesariamente que el agresor salga trasquilado. O mejor aún, que no salga sino que acabe enterrado. Lo mejor principalmente para ucranios y rusos pero también para el resto de potenciales objetivos.
La paradoja real es que mientras unos impulsan acuerdos estratégicos en la UE para y con todos sus miembros ,para combatir las consecuencias de la graves crisis a las que se está enfrentando desde que apareció la pandemia del Covid y ahora una guerra invasiva de Putin de consecuencias economicas ,sociales ,con amenazas nucleares por parte del agresor con desprecio a los derechos humanos e incluso a las normas elementales en tiempos de guerra.
Mientras tanto otros se dedican a remover los instintos más egoístas y demagógicos a costa del sufrimiento y la desesperación e incertidumbre que estamos viviendo en toda Europa,estos mismos que son incapaces de sentarse a la mesa,permitir un diálogo sensato para llegar a acuerdos y que tienen como objetivo ,No dar solución de los graves problemas a los que nos enfrentamos ,si no acabar con todos los derechos conseguidos y que son la estructura de justicia social que ha levantado el gobierno con los agentes sociales y con los acuerdos parlamentarios para llevarlos al BOE.
Más que a una paradoja nos enfrentamos a una antítesis..
Buenos mediodías… Por alusiones!
Sinceramente no creo que sea necesario que condene a Putin, porque a la vista está su responsabilidad y sus acciones: esta más que condenado por todos y no he hecho muestra alguna de defenderlo.
Básicamente yo intentaba tres cosas: cuestionar los mensajes triunfalistas, manifestar que hay algunas inercias en lo que se está haciendo y planteando que pueden estar larvando otro tipo de dificultades futuras y lo que considero más importante: que la guerra, ante todo, acabe bien.
¿Y qué es bien?, dices, mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul,
Pues lo dicho, paz duradera, seguridad a largo plazo para todos y que la paz no sea tan precaria como para que en poco tiempo se vivan acciones parecidas.Está muy bien lo de castigar a Putin , pero ya veremos si es así o bien si obtiene algo sustantivo de todo esto, lo cual, de suceder sin garantias plenas de paz futura y respeto a la integridad y autonomia de los estados, seria bastante lamentable.
Como lamentable sería que no supiesemos encontrar un camino europeo hacia la paz y la prosperidad a lo largo de este siglo, en lugar de hundirnos en el fango de las escaladas bélicas, al que a veces se llega muy facilmente sin saber bien bien cómo.
Buen artículo que refleja casi con exactitud el pensamiento de una izquierda desnortada.
Hoy, aquí y ahora , la situación en el gobierno es crítica ; es decir , en el medio de una crisis como no hemos tenido ocasión de ver en nuestras vidas , el gobierno está dividido en cuestiones vitales , en cuestiones de estado que anuncian un inminente cambio , urgente , necesario , deseable para una inmensa mayoría .
No cuestiono la intención del autor , pero sí sus argumentos . La única garantía ( volvemos con la dichosa palabra ) de paz son las armas en poder de las grandes democracias . La OTAN. ha demostrado su capacidad ( EEUU , a decir verdad ) para su mantenimiento sin recortar libertades . Una Rusia al servicio de sus ciudadanos es un factor de paz . Sin ninguna duda. Esta si es una contribución esencial .
Es enormemente difícil que las democracias , por el mismo hecho de serlo , elijan la guerra.
El ramalazo totalitario anida también en el corazón de las democracias pero contiene poderosos antígenos .
Es la democracia armada y vigilante la única garantía, en mi opinión, de preservar un mundo en paz.
Me parece acertado el articulo. Al hilo de el ahay una idea que me aprece pertienente reclacar:
El mundo del siglo XX ya no esta.
Ha periclitado el paradigma de la Globalización y ahora es necesario tener seguridad de suministro. Y no nos abrimos a que cualquier empresa de cualqueir pais venga a cubir nuestros servicios publicos (China a Europa) si no nos dejan hacer lo propio.
Ha periclitado el paradigma de la austeridad a machamartillo y de la independencia de los bancos centrales. Vuelve la politica fiscal y vuelve, mas o menos e endoso de la deuda publica.
Ha percilictado la desrregulacion a ultranza y ahora vuelven topes limites a precios electricos etc.
Ha periclitado que la libre actuacion de la activdiad economica dtermina blach blah, y ahora tenemso agenda verde y descarbonizacion.
Ha periclitado el «fin de la historia» en el que a traves de las relaciones comerciales liberlaizadas se contagiarian las democracias liberales a los antguos paises comunistas y a los emergentes. Ahora tenemos gigantes comerciales y energéticos que no tienen ningun interés ni necesidad en ser una democracia liberal y si que tienen sus agendas las que sean. Las suyas.
Muchas cosas.
Bueno pues otra de las cosas que ya no estan en el siglo XXI es ese equilibrio de superpotencias donde la UE estaba bajo el paraguas nuclear de EEUU o su defensa garantizada. EEUU con su masivo gasto militar, con su masivo gsto en ser un imperio (creo que andan por el 20 pico por ciento del pIB) se retira de la escena internacional y pone el foco en el pacifico. Toca hacerse adultos.
Hacerse adultos no implica que uno tenga que volverse un militarista, pero desde luego que si tiene que haber un brazo militar no testimonial, con ciertas capcidades de desplgarse y combatir de manera efectiva. Con capacidad al menso pra proteger, porque esto anets lo hacia EEUU con un presupuesto masivo y ahora no lo va a hacer.
Si, la UE necesita un ejercito funcional. Esto es parte del despertar al siglo XXI, tan parte como las agendas verdes, tan parte como otras cosas que nos pueden mas o menos gustar.
Sólo me preocupa el momento en que muchas madres y niños que vienen a España como refugiados de la invasión sangrienta de Ucrania,reciban la trágica noticia de que sus maridos,compañeros o hermanos han muerto .
Hay que prepararlas para lo peor.
Espero que estemos a la altura humana que se merecen.
Por lo que veo y siento la respuesta es muy buena en el País Vasco y hasta excelente dentro de la propia comunidad de Ukrania en nuestro país.