«Por lo menos que aprendan que echar mierda no sale gratis»

MCEC

Cuentan las crónicas que eso comentó un ministro tras escuchar a Zapatero anunciar en rueda de prensa el martes en Rabat que la ciudadanía española iba a tener ocasión de conocer la verdad de la política penitenciaria practicada por los sucesivos gobiernos de Aznar. El miércoles en la sesión de control al Gobierno del Senado vimos el primer capítulo. Ver mas que escuchar porque la bancada Popular, aderezada con manipulados lazos azules, se empeñó con su continuado rebuzno en no permitir al Presidente responder a las preguntas formuladas por su propio Portavoz. Pese a todo Zapatero explicó que la excarcelación de De Juana fue decidida con el aval favorable de todas las instancias administrativas y judiciales pertinentes. Y recordó cómo los sucesivos gobiernos de Aznar excarcelaron a centenares de etarras al término de sus penas – como no podía ser de otra manera por mucho que ahora pretendan que el Gobierno socialista lo evite – pero también anticipadamente. Todo ello sin una sola crítica de la oposición socialista, leal apoyo siempre en la lucha anti-terrorista (incluida la política penitenciaria), incluso cuando uno de los excarcelados volvió a asesinar, a un concejal socialista para más señas.Admitamos lo obvio.La excarcelación de De Juana, por más que cumpliera todos los requisitos legales, no era inevitable. Fue una decisión política. Al día siguiente de producirse, Rubalcaba dijo que no se habría tomado la decisión de no haber estado el huelguista de hambre encarcelado por un delito de amenazas en la prensa. Sin decirlo, por aquello del respeto y acatamiento de las decisiones judiciales, el Ministro del Interior admitía que la desproporción de la pena impuesta por el Tribunal Supremo había sido esencial para que el Gobierno decidiera taparse la nariz y estirar sus principios excarcelando al ayer asesino y hoy amenazador con el fin de evitar un retroceso sustancial en la lenta pero progresiva pacificación del País Vasco. Apuntando por tanto a que el destino de un huelguista de hambre preso por asesinato o delito similar sería el abandono de la huelga, la alimentación forzada indefinida o su muerte voluntaria, pero no la excarcelación.  Decisión política repugnante, como también dijo De la Vega, pero correcta. Correcta a juicio del Gobierno, que es el que tiene la responsabilidad de dirigir la política anti-terrorista. Correcta también a juicio de muchos. Pero gravemente incorrecta a juicio del Partido Popular y la ultraderecha con la que se manifestaba hace unos días contra el Tribunal Supremo por rebajar la pena al reo de 12 a 3 años. Y con la que se manifestará el próximo sábado contra la decisión del Gobierno (¿Habrá que esperar a la sentencia no suficientemente lesiva para el Estatut para que el PP se manifieste contra el Tribunal Constitucional o lo hará antes de forma preventiva? ¿Serán capaces de encontrar una excusa para tratar de deslegitimar también al Tribunal de Cuentas?).

Pero los rebuznos en sede parlamentaria y el pancartismo sobrevenido del PP no pueden esconder su profunda hipocresía. Todos los gobiernos democráticos anteriores han tomado decisiones políticas en materia de lucha anti-terrorista. Sabemos de los intentos negociadores de Aznar, Felipe e incluso de Suarez. Y tras la comparecencia de Zapatero hoy tenemos la certeza de que los gobiernos de Aznar, Rajoy, Acebes y Mayor Oreja, además de permitir que De Juana y otros etarras redimieran penas ilegítima e injustificadamente, acercaron al País Vasco a decenas de presos etarras con fines políticos tales como el de apuntalar treguas. Hicieron bien o hicieron mal, según y como y según cada cual y su circunstancia. Pero hicieron algo semejante a lo que está haciendo ahora el Gobierno contra el que sin embargo, nunca mejor dicho, despotrican injuriándole de traidor y cómplice del terror.

 

Zapatero llegó al Gobierno envuelto en “talante» y lo ha mantenido contra viento y marea. Abandonarlo yendo más allá del amago de hoy en el Senado es arriesgado porque aunque el cuerpo lo pida no es sabio rebajarse al zafio nivel de la RAZA y sus aduladores mediáticos. Como no sería apropiado interrumpir a los portavoces populares de la misma forma en la que ellos pretenden impedir que las verdades del barquero lleguen a la ciudadanía.

Conviene recordarle a la gente el gran número de etarras sanguinarios excarcelados por el PP y también la negligencia demostrada al permitir que tantos otros redimieran penas ilegítimamente. Y quizás sea inevitable recordar también los acercamientos de presos y otras iniciativas políticas que demuestran que el PP manipula conceptos como el de la no negociación con el terror, una paz con vencedores y vencidos, el no pago de precio político, etc. Pero conviene que el Gobierno tenga en cuenta que la mierda, incluso cuando deja de salirle gratis a quien la echa, puede acabar salpicando a todos.

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