Carlos Hidalgo
Rusia vuelve a quedarse sin McDonald’s, como en tiempos de la URSS. Pero que en el caso de la URSS era porque la economía del régimen soviético era incompatible con los negocios del capitalismo occidental. Y, además, porque consideraban a McDonald’s como un símbolo de cómo el capitalismo uniformizaba todo y vendía comida basura al proletariado. Ahora McDonald’s se va, no por un regreso del sistema económico soviético, sino porque el exceso de capitalismo descontrolado ha convertido a Rusia en una plutocracia mafiosa que se envuelve en el nacionalismo imperialista para sobrevivir. Y es ahora cuando la cadena de hamburgueserías, símbolo del capitalismo occidental, tiene que hacer a su vez una declaración política y rechazar el autoritarismo mafioso de Vladimir Putin. Irónico.
Tampoco el ejército ruso es lo que era, la verdad. Las temidas divisiones de tanques rusos y sus grupos de armas combinadas resulta que se estrellan una y otra vez contra un ejército más pequeño, más motivado y más flexible. Y, para colmo, la Rusia de Putin ya no fabrica e investiga como la URSS, porque la mafia no produce, sino que revende las cosas que roba, explota a los que producen cosas hasta que les echan y, en general, actúa como una rémora. Y el ejército ruso estaba lleno de mandos corruptos que vendían las piezas de sus armamentos a chatarreros y que vendían su combustible a agricultores. Los proveedores del ejército, a su vez, o eran empresas extranjeras o eran empresas controladas por mafiosos rusos que revendían máquinas y tecnología hechas en la República Checa, por ejemplo, como si las hubieran fabricado ellos mismos.
Dicen varias agencias de inteligencia que los rusos no pueden reponer ningún equipamiento militar posterior a los años 60, precisamente por esos problemas. Y que muchos de los saqueos que practican los rusos en Ucrania, donde parecen obsesionados por llevarse lavadoras y aires acondicionados, obedecen a que con esos electrodomésticos pueden ser capaces de reponer algunas de las piezas de alta tecnología que no son capaces de reparar en este momento; no sólo a querer enviar botín de guerra a casa.
Pero parte de este regreso forzado a los 60 se ve también con la renovada razón de ser de la OTAN. La OTAN, nacida en 1949 y que parecía un club agonizante hace tan solo 10 años, resulta que ahora tiene tanto sentido como alianza defensiva colectiva, que hasta los países que la rechazaban durante la Guerra Fría, como Suecia y Finlandia, piden el ingreso. Pero, de nuevo, no es exactamente un regreso al pasado porque esta vez no hay Pacto de Varsovia. De hecho, Varsovia es la capital de uno de los países de la OTAN.
También ha vuelto el miedo a la guerra nuclear. Pero, de nuevo, es diferente a como la recordábamos. Mientras que la iniciativa nuclear de la URSS estaba sometida a diversos protocolos y el liderazgo soviético era más o menos colegiado, en el caso de la Rusia actual resulta que todo depende de un solo hombre, que en realidad no está sometido a la Duma, ni a su consejo de Ministros, ni a sus tribunales, ni a nadie más que a sí mismo. Un autócrata que presume de ser imprevisible y que vive toda su vida de acuerdo con los códigos de las viejas series soviéticas de espías con las que se crio.
Espero que esta especie de regreso forzado al pasado no sirva solo para volver a dar sentido a la OTAN, sino también a las democracias y a la Unión Europea, ese actor internacional exótico que no es un país, pero que tampoco es solo una mera sociedad de naciones. Ese invento que sirvió para evitar que Europa fuera de nuevo el detonante de guerras mundiales. Hasta Putin.
» La OTAN, nacida en 1949…»
«Pero, de nuevo, no es exactamente un regreso al pasado porque esta vez no hay Pacto de Varsovia.»
De hecho el Pacto de Varsovia según dice Google es de 1955.
Pero vamos lo que diga Borrell 😛