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El 24 de febrero Putin decidió invadir Ucrania – más allá del 7% de su territorio que ya controlaba desde 2014 – y cuatro días más tarde, cuando todavía no estaba claro si iba a poder sobrevivir, el gobierno ucraniano presidido por Zelensky presentó su solicitud de ingreso a la UE. El procedimiento para ingresar en la UE es largo y proceloso pero hasta el momento la solicitud ucraniana ha batido records: el 7 de marzo el Consejo de la UE invitó a la Comisión a emitir una opinión sobre la solicitud ucraniana, en vista de lo cual la Comisión transmitió rápidamente un cuestionario detallado a Ucrania, que fue debidamente cumplimentado por Ucrania el 9 de mayo, lo que permitirá a la Comisión emitir su “opinión” a finales de esta semana, con vistas a que los jefes de Estado y de Gobierno de la EU decidan – por unanimidad – en su próxima reunión del 23 de junio.
Es indudable que si Ucrania no estuviera bajo asedio los pasos dados hasta ahora habrían llevado muchos meses – seguramente años: el cuestionario de la Comisión habría sido mucho más detallado y la respuesta ucraniana habría sido objeto de análisis detallado – y de re-preguntas – durante largos meses. Y no habría ninguna posibilidad de que el Consejo Europeo acordara otorgarle a Ucrania condición de país candidato a la adhesión. Porque es importante precisar que no se dirime su entrada en la Unión sino su condición de candidato o candidato potencial (condicionada).
En el caso de que la Comisión recomiende la consideración de Ucrania como candidata a la adhesión Y el Consejo Europeo se muestre unánimemente de acuerdo (el segundo no puede decidir a favor si previamente la Comisión no lo propone), se abriría un proceso de negociaciones que, necesariamente, llevaría años porque el candidato en cuestión tiene que adaptar su sistema político, ordenamiento jurídico y economía a los de la Unión y eso lleva mucho tiempo.
Recordemos que Turquía lleva muchos lustros – desde 1999 – siendo “candidata”, sin ninguna posibilidad real de ejecutar tal perspectiva en vista de la deriva autoritaria – e inamistosa hacia varios Estados Miembros de la UE – de su gobierno. En la cola de los “candidatos” oficialmente reconocidos como tal están también Macedonia del Norte – desde 2009, Montenegro – desde 2010, Serbia – desde 2012, y Albania – desde 2014. Mientras que Montenegro y Serbia son “candidatos activos” ya que la Unión decidió dar el siguiente paso – abrir formalmente las negociaciones de adhesión. Un paso por detrás en la ante cola de los “candidatos potenciales”, están Bosnia-Herzegovina – eternamente bloqueada por su desunión interna, y Kosovo – a la espera de un acuerdo bilateral con Serbia que propicie su reconocimiento como país independiente por parte de España, Rumanía, Eslovaquia, Grecia y Chipre.
Albania y Macedonia del Norte llevan bastante tiempo esperando a que el Consejo Europeo acepte la recomendación de la Comisión de abrir las negociaciones formales. Ambos han hecho los deberes. Por ejemplo, Albania aceptó que jueces europeos participaran en la revisión de todos los jueces albaneses que descartó a muchos por corruptos) pero son varios los Estados Miembros de la UE que no las tienen todas consigo en atención a su debilidad institucional y, en el caso de Macedonia, a sus problemas bilaterales primero con Grecia y ahora con Bulgaria, que a su vez está metida en una crisis política perenne que no facilita un acuerdo.
No tengo información sobre qué decisión adoptará la Comisión esta semana pero no me cabe duda de que será positiva. Desde la invasión la Comisión ha destinado más de 4.500 millones de euros a ayudar a Ucrania y se propone darle 9 mil millones más en préstamos bonificados para cubrir sus gastos corrientes. Intuyo que propondrá aceptar la candidatura de Ucrania con condiciones, es decir, condicionada a que Ucrania corrija las múltiples disfuncionalidades y fragilidades de gobernanza (señaladamente corrupción y falta de independencia de los órganos jurisdiccionales), economía (oligarcas, estatismo, falta de competencia) y derechos civiles. Pero intuyo también que antes que prometerle la condición de candidata si corrige todos estos puntos, la Comisión propondrá aceptarla como candidata ya pero subrayando que deben ser corregidos antes de poder abrir negociaciones formales. La diferencia es baladí en la práctica pero muy importante políticamente porque en el primer caso le tocaría a Ucrania hacer primero los deberes y luego esperar al juicio de la UE, mientras que en el segundo ya nadie podría discutirle el derecho a entrar, por más que el acuerdo unánime del Consejo Europeo fuera a seguir siendo necesario para abrir las negociaciones formales y, todavía más importante, indispensable para concluirlas con éxito.
De lo cual se deduce que a la Unión no le “cuesta nada” otorgarle la condición de “candidata” a Ucrania porque mantendría todas las cartas en la mano de cara a las siguientes etapas, que como ya se ha dicho, llevarían muchos años dada la situación de Ucrania antes de la invasión y, todavía más, en vista de la destrucción provocada por la guerra.
Razón por la cual auguro también que es posiblemente el Consejo Europeo acepte la recomendación de la Comisión si bien tengo alguna duda dada la imprevisibilidad de algunos gobiernos europeos. En particular, el húngaro, que llevaba un par de años antes de la invasión denunciando el supuesto maltrato a su minoría dentro de Ucrania (por ejemplo, que se limitar su derecho a seguir estudiando en húngaro a partir de los 16 años…). Antes de la invasión, Francia y Países Bajos, apoyados por bastantes otros, se habrían opuesto como gato panza arriba pero en vista de la situación geoestratégica, será muy difícil que se opongan, sobre todo en vista del fuerte componente simbólico de la decisión al tiempo que escasamente práctico.
Ahora bien, sería bastante extraño que la candidatura Ucrania no fuera acompañada de una decisión positiva sobre la apertura de negociaciones formales con Albania y Macedonia del Norte. Y no podemos olvidar tampoco las peticiones de adhesión de Moldavia y Georgia, que vieron la oportunidad histórica de la petición ucraniana y decidieron replicarla inmediatamente. Para estos dos países auguro que la propuesta de la Comisión será la de prometerles consideración de candidatos si llevan adelante con éxito una larga serie de reformas.
Hasta aquí la información, lo más objetiva posible, si bien creo que es fácil intuir mi juicio sobre lo que deberían hacer la Comisión primero y luego el Consejo Europeo. Quitémonos las caretas: estamos en plena guerra con Rusia por Ucrania. Putin la quiere bajo su manto y nosotros la queremos libre y soberana porque sabemos que, de serlo, no tendrá dudas sobre su preferencia por nuestro modelo antes que el ruso. En tal caso, la única opción coherente es aceptar a Ucrania como “candidata” y ofrecerle la ayuda necesaria para que pueda ejercitar esa perspectiva lo antes posible, que en todo caso llevará largos años.
Excelente artículo por su claridad en estos momentos de zozobras y amenazas en la periferia de la UE.
La esclavitud jamás será un modelo.