Vergüenza y moral: el shucaque

Frans van den Broek 

Uno de los libros más interesantes del filósofo Bernard Williams está dedicado al tema de la vergüenza, y lleva como título precisamente ‘Shame and necessity’. No lo menciono aquí con la intención de exponer su contenido, mucho del cual se me escapó de todas formas, sino porque su lectura me llevó una y otra vez antes que al mundo de los griegos, del que trata, al mundo de los Andes que conozco desde mi infancia. Mi familia procede de Celendín, una ciudad en la sierra norte del Perú, unos cien kilómetros más allá de Cajamarca, lugar que el lector recordará –espero- por sus lecciones de historia de la conquista del Perú, pues fue allí donde el Inca Atahualpa se dejó ingenuamente capturar por Francisco Pizarro y allí adonde hizo llevar su astronómico pago de rescate –pago que hace de los actuales piratas somalíes niños de teta- y allí donde fue traicioneramente ajusticiado, a pesar del cuarto lleno del oro que había hecho traer de todas partes de su imperio. Estos hechos, por su valor simbólico, no son irrelevantes, como se verá.

 

¿Por qué esta asociación? Huelga decir que el universo griego y el andino están separados por mucho más que un mar y un océano –y que por el tumultuoso mar del tiempo, diríamos, a la griega-, pero debo confesar que mis procesos asociativos tienen menos de filosofía que de simple azar mnemónico. En este caso me llevó a algunos de mis recuerdos más intrigantes, relacionados con el mundo cultural y emocional de mi familia serrana, un mundo que le debe tanto a la cultura indígena como a la cultura europea del conquistador español y la subsiguiente cultura criolla, y, sobre todo, a la traumática confrontación entre ambas, que sigue teniendo consecuencias palpables en nuestro devenir histórico. Advierto que el ideario etnopolítico –más bien occidental que autóctono- suscita en mi poquísimo entusiasmo, cuando no definitivo rechazo, por lo que el comentario que sigue no debe interpretarse como un anhelo indigenista, ni mucho menos, sino como una simple reflexión signada por la memoria. Y en mi memoria están las historias de ciertas costumbres practicadas por las comunidades indígenas de la zona, y experiencias que pude vivir de muy cerca en miembros de mi propia familia, y refrendar después durante mi contacto con estudios de medicina folklórica en la universidad.

 

 

Entre las primeras está la siguiente práctica social: en algunas comunidades andinas los castigos son –o eran, me imagino, aunque puede que la práctica continúe en ciertos lugares- administrados por los ancianos de la comunidad, y por los pobladores electos por la propia comunidad para ejercerla. La justicia abstracta de la urbe, operativa a través de juzgados y policías y ministerios, no existe en muchas de ellas, por la sencilla razón de que el estado es marginal en dichas zonas, e incluso ausente por completo. Por lo tanto, aplican sus propios castigos para las diferentes infracciones de los pobladores. Uno de ellos se quedó en mi mente y fue de los que evocaba a menudo el libro de Williams: si alguien ha robado algo o cometido una falta de similar gravedad, no se lo envía a la cárcel, sino que se le obliga a ponerse de pie en medio de la plaza de la aldea o pueblo por un tiempo determinado, de modo que todo el mundo pueda saber que ha cometido un delito. El castigo no es físico, por supuesto. Muchos de aquellos pobladores andinos están acostumbrados al trabajo arduo, y estar de pie es un alivio comparado con las tareas del labrado de la tierra o la construcción de un canal o lo que fuera, aún bajo la lluvia o la nieve. El castigado puede, además, premunirse de ropas adecuadas si lo desea. El castigo es emocional y, claro está, moral. Y lo constituye sobre todo la vergüenza. Es sabido que en comunidades de este tipo el contacto personal es determinante, y verse expuesto de esta manera a la condenación de los demás, a quienes se conoce, es denigrante y atormentador. Es también una forma de redención, por supuesto, porque se considera que el infractor tiene la posibilidad de enmendar su comportamiento y que el castigo es suficiente. Repetidas infracciones suponen castigos más drásticos, hasta la expulsión. Como fuera, uno de los elementos que apuntalan este sistema es la vergüenza, como lo fue para los griegos. El concepto del honor está aún muy presente en las sociedades indígenas, y perder la honorabilidad, o la apariencia de la misma, si se quiere, se considera una mancha abominable. A su vez, la consecución de logros personales y sociales con medios dignos, como el esfuerzo, la disciplina y la organización, da lustre al propio honor, y mejora la posición de los individuos en la sociedad que los acoge. Los resultados son importantes, pero más lo son los medios usados, y su posición en la jerarquía de valores. Cualquier quiebra de este sistema es visitada, repito, por la vergüenza.

 

Pero la vergüenza de los griegos no es la vergüenza de los Andes, aunque haya similitudes, y la vergüenza como elemento que ayuda a sostener un orden social puede también extremarse hasta el desequilibrio, como muestra lo siguiente. En el mundo indígena se hace una distinción entre enfermedades enviadas por Dios y las producidas por los hombres, temas que estudia la medicina folklórica. El tifus o una neumonía, son enfermedades que envía Dios, por razones cuya interpretación es dejada a la Iglesia o al misterio, con el fatalismo propio de los pueblos indígenas. Entre las enfermedades propias de los hombres se encuentra una de cuya existencia he podido ser testigo más de una vez. Se suele llamar ‘ Shucaque’ y es un síndrome real, esto es, que produce efectos constatables, como fiebres, sudoración, diarreas, temblores, y hasta visiones y delirios. Se produce cuando la victima ha sido expuesta a una situación de profunda vergüenza, que puede ser de distinta índole. Quizá no sorpresivamente, muchas de estas situaciones tienen que ver con el orden social y la historia. Si alguien ha sido castigado por alguna infracción y expuesto al escarnio del pueblo, puede desencadenarse un ataque de shucaque, o si alguien ha sido descubierto por el marido de su amante, por decir algo, pero más comunes son las situaciones que involucran personas con posiciones diferentes en la jerarquía social. La persona de posición inferior sufre entonces un ataque de shucaque tras la humillación a que la somete la persona de la posición superior, como un patrón insultando a su peón, sobre todo si la situación es pública y la acusación injusta. Son posibles situaciones más inocentes, aunque no menos reveladoras, sin embargo, como la que relato a continuación.

 

 

En cierta ocasión me encontraba en el pueblo de mi madre celebrando alguna de las fiestas que agitan la monotonía serrana de cuando en cuando, casi siempre por motivos religiosos, y llevaba ya muchas cervezas o incluso algunos rones en el cuerpo, cuando al amigo con que iba se le ocurrió la idea de ir al bautismo de uno de los muchos primos que tengo en la región, cuya fiesta se celebraba esa misma noche. Es usual celebrar bautismos y bodas durante las festividades religiosas, por lo que el hecho no me sorprendió. Una oportunidad más para seguir bebiendo, me dije, sin pensar más. Llegamos a la humilde casa de adobes de mi tía y su marido, un carpintero excelente con cierta propensión a la reciedumbre alcohólica, y fuimos recibidos con la amabilidad y ternura de siempre, e invitados a servirnos de lo que hubiera. Al principio, velado por la intoxicación, no me di cuenta de nada, pero más tarde empecé a notar un poco de agitación entre mis familiares. Mi tío desapareció, mi tía lo hacía a ratos, y muy pronto fue llamada mi tía abuela a pasar al cuarto de mi tío, en su calidad de conocida curandera y matrona de la familia. Lo que había pasado era lo siguiente: al vernos llegar, mi tío había tenido un súbito ataque de shucaque, que lo había postrado con dolores estomacales en su cama, mareado por el dolor y las náuseas (y algunas cervezas, probablemente). La razón de la vergüenza podrá parecer ridícula a quien se haya educado en las igualitarias sociedades occidentales, pero la comprenderá sin problemas quien haya experimentado la vida social en las sociedades post-coloniales. Mi tío y su mujer tenían una casa digna, pero muy humilde, crónicamente faltos de dinero en una familia de trece hijos en medio de una de las zonas más pobres del país. El suelo era de tierra apisonada, por mencionar algo, y las paredes de adobe sin enyesar, los muebles de diseño elemental y los otros invitados tan pobres como mis tíos, hechos que a mis ojos de habitante citadino sólo aumentaban el encanto de su casa serrana (y que hoy haría las delicias de cualquier ecologista), pero a mis pobres tíos les dio vergüenza recibirnos a nosotros, miembros de una clase más alta, urbanos, occidentales y modernizados, en una casa tan pobre, y pudiéndonos ofrecer pocas delicias o manjares para compensar tales carencias. A mi tío la vergüenza lo agobió tanto, que le dio el famoso shucaque. Por suerte, mi abuelita Rosa, quien todavía vive y cura a sus más de noventa años, es una experta en estos menesteres, y le aplicó a su yerno una de las recetas de rigor: la jalada del pelo. Además de ciertas palabras, que me imagino sirven para calmar al afectado, la curación se efectúa jalando un mechón de cabellos de la víctima hasta que se produce un sonido que se describe como ‘el reventar del shucaque’ y que se produce por la separación del cuero cabelludo del cráneo. Hay otros métodos, pero este es el que he oído mencionar más veces y el que he podido ver en persona. Mi tío tuvo entonces su reventón y pudo reincorporarse a la fiesta, libre ya de una de las formas más deletéreas de la vergüenza.

 

 

Este fenómeno es común en todo el Ande, y lo estudia la mencionada medicina folklórica, que no es una rama de la curandería universal, como quizá pensarán algunos, sino una especialización muy seria de la medicina que estudia todo lo relacionado con las creencias y las prácticas curativas de los pueblos autóctonos, y que trata de explicar en la medida de lo posible. El shucaque es, sin duda, una reacción psicosomática extrema, que ha de transmitirse culturalmente, pero sus orígenes no son claros, aunque sí es claro que se trata de un fenómeno complejo que ha cambiado con el tiempo. Es probable que la vergüenza haya jugado un rol muy importante en sociedades tan comunitarias como las pre-colombinas, pero la vergüenza de hoy en día ha asumido componentes que responden a la historia transcurrida desde entonces. Es por ello que afirmé que la historia de Atahualpa no tiene que ser irrelevante, si bien de modo lejano, para con este y otros fenómenos psico-sociales. Desde aquella traición motivada por la codicia hasta el día de hoy –cabe enfatizar, empero, que las cosas han mejorado mucho-, la historia del Perú es una historia de constantes racismo, explotación, discriminación, latrocinio, corrupción, arribismo y mediocridad (siendo la lista muy larga), en la que el indio se ha llevado la peor parte. Que esta historia haya tenido un efecto que se manifiesta también en patrones psicosomáticos de esta naturaleza es, por tanto, menos sorpresivo que lógico.

 

 

Pero no todo es lodo en el barro ni oro todo lo que brilla. El indígena, en medio de tanta turbulencia histórica, ha sabido conservar, no obstante, una dignidad moral y una sensibilidad que en situaciones extremas le lleva a la vergüenza nociva, pero que en situaciones positivas le ha llevado y le lleva a defender su honor de modos extraordinarios. Esta es una lección que haríamos bien en recordar los autocomplacientes occidentales de hoy en día. Ocurre a veces que a alguien culpable de algún delito entre nosotros el remordimiento le lleve hasta la depresión o el suicidio, pero es más común el espectáculo del corrupto impertérrito para quien no hay vergüenza que valga ni resquemor que le arda. Estos mortales podrían aprender algo de la sensibilidad y dignidad de mis sufrientes compatriotas, siempre y cuando la vergüenza tenga motivos más edificantes que las jerarquías sociales o las diferencias de clase. A decir verdad, me dan ganas de irle jalando los mechones a cuanto político avezado se me ponga delante, con la excusa de tratarse de un tratamiento preventivo en contra del súbito ataque de shucaque que jamás van a tener. Pero en lugar de agradecérmelo, me llevarían a la cárcel, y hasta es probable que me confundan con peluquero. Quizá deba practicar la curación preventiva con cuanto ciudadano europeo me encuentre por la calle, por la innoble costumbre de no hacer buen uso de sus democracias y la aún más innoble de empezar a votar cada vez más por partidos extremistas, pero es bien sabido que el europeo ya perdió la vergüenza y me tomarían sin duda por extremista sectario y folklorista.

 

 

Lo que sí tendría que hacer es traerme a mi abuelita para que me quite el shucaque a mí mismo, por la vergüenza ajena que me empieza a dar todo lo anterior y la que me da el acordarme que dejé a mi familia peruana para venirme a vivir entre gentes que se parecen cada vez más a aquellos que estuvieron en el origen de los shucaques del mundo, pero sé que no podría, porque allí están las leyes, y las visas y las aduanas y los pasaportes y los ministerios, y al fuerte de Europa sólo entran los sinvergüenzas y a mi abuelita le negarían la entrada sin remedio. Así que habrá que jalarse el pelo uno mismo, como un extraviado Barón Münchhausen en busca de alivio y elevación.

24 comentarios en “Vergüenza y moral: el shucaque

  1. ¿Será por el shucaque por lo que Paco Camps y Manuel Chaves están tan cortitos de pelo?

  2. Muy bueno, como siempre.

    Debería ser un asunto de interés para quenes comparan sociedades (digamos, los antropólogos, la mayoría de los cuales me da la impresión de que pierden el tiempo) por qué en las comunidades andinas que recuerdas con tanto amor la honorabilidad sirve para castigar de forma no violenta a los infractores y lleva al autocastigo cuando el propio honor se ve comprometido (si el mecanismo funciona, supongo que a los expuestos en la plaza pública les sobrevendrán, además, diarreas). Como sabemos, en otros lugares apalizan a las mujeres, mutilan a los niños, expropian las haciendas, esclavizan… y otras cosas que se emparejan fácilmente con un código del honor debidamente sentido. Tener recursos para mantener la dignidad cuando el honor deja de tener utilidad material, es mi impresión de antropólogo amateur, es el éxito de las sociedades modernas y un obstáculo principal para adaptarse a ellas de algunos que provienen de sociedades reguladas por el honor o cosas parecidas.

    No divago más. Pensando en cabelleras, se me ocurre que hay una correlación muy alta en esto: los políticos españoles, los de la política nacional, suelen tener unas cabelleras portentosas, sobre todo dado el fenotipo ibérico, mientras que la calvicie se manifiesta más frecuentemente en la política autonómica. Se me ocurren muchas excepciones, pero creo que si se tabularan todos se vería una regularidad. También temporal, los franquistas tenían menos pelo.

  3. Gracias, Frans.

    El relato está lleno de encanto, como siempre; y, esta vez, lleno de trampas. Aunque digas que no debe interpretarse como «anhelo indigenista», está impregnado de la contraposición explícita que haces entre el indio bueno («el indígena, en medio de tanta turbulencia histórica, ha sabido conservar, no obstante, una dignidad moral y una sensibilidad que en situaciones extremas le lleva a la vergüenza nociva, pero que en situaciones positivas le ha llevado y le lleva a defender su honor de modos extraordinarios») y el occidental malo («autocomplaciente», dices). La generalización en categorías de este tipo lleva a valoraciones de brocha gorda.

    Seguro que es cierto lo que cuentas de ese modo tan postmoderno de punición del infractor: la exposición al público escarnio, algo que también se hacía en las picotas o los rollos de los pueblos hispanos. Ahora bien; lo que trasciende más a menudo es que, en las comunidades remotas y desheredadas de la Sierra o del Amazonas, son frecuentes los linchamientos que revisten las formas más brutales de violencia, desde la lapidación a la cremación en vivo de presuntos criminales. Por lo demás, me parece a mí que el shucaque es un recurso literario, no un fenómeno médico.

    Y nos cuentan que en la selva peruana han muerto en estos días unos cien indígenas a cuenta de no sé qué ley forestal; una atuéntica matanza. ¿Alguien puede explicar esto?

    Abrazos para todos.

  4. Muy bien traido por Amistad el video del guiñol desarrollado en el parlamento andaluzen y el que el «Cristobita» Cháves se palmetea con sus interlocutiores. Muy apropiado para complementar el artículo de hoy; «verguenza y moral»

  5. Bueno, como nadie se anima (¡cuánto madrileño de festivo!), no quiero dejar de comentar la noticia del día, o del siglo: cómo se agradece que, en estos tiempos difíciles, una empresa española apueste por la innovación y el futuro, y no repare en gastos para llevar a cabo una inversión productiva que garantiza felicidad y prosperidad para todos. Me refiero, claro, a los 94 millones de euros que vamos a pagar entre todos por los servicios de un tal Cristiano Ronaldo. ¡Qué gran ejemplo! Así nos indican nuestros líderes sociales el camino de salida de la crisis.

  6. Agradezco los comentarios de hasta ahora. Es verdad lo que decís de que el artículo da una imagen algo roussoniana del indio, que no suscribo en absoluto. Sólo quería destacar ciertos aspectos de la cultura andina (que no es sólo indígena, no hay que olvidarlo, en el sentido étnico del término y menos aún racial) que me llamaron siempre la atención. Además, hay ciertos aspectos de la personalidad social del habitante de la sierra peruana que conozco bien, y que creo que son positivos, por donde se miren, como la capacidad de trabajo, la solidaridad social, cierta actitud estoica ante la vida, etc. Estas mismas sociedades pueden también cometer atrocidades, como linchamientos públicos, mutilaciones, y todo lo que mencionáis. Nadie puede negar esto. Hablo de mi experiencia, que es limitada, y de la de muchos peruanos, que ya lo es menos. Pero comprendo las objeciones.
    Sólo hay una objeción que debo rebatir: el shucaque está descrito médicamente por la medicina oficial. No hay nada de literario en el mismo, como no fuera su carácter fundamentalmente psíquico. Es tan real como nuestras neurosis occidentales, con patrones conocidos. Es más, se estudia en las universidades peruanas, pues cualquier médico puede encontrarse con pacientes del mismo en cualquiera de sus destinos andinos, e incluso capitalinos, pues los migrantes también la padecen. Es probable que desaparezca con la modernización, pero aún existe. Repito: se manifiesta físicamente, de manera tan palpable como las ganas de mear del nervioso. Como la enfermedad del susto, con la que está relacionada. Son fenómenos psicosociales descritos en la literatura atinente. Hasta luego y gracias otra vez.

  7. Se considera que la economía sumergida representa un 20%, o más, de la actvidad productiva del pais y es clarísimo que un enorme porcentaje de esa economía subterranea saldría a la luz si los gobiernos central y autonómicos quisieran, o si los sindicatos estiviesen interesados en combatirla. ¿Por qué no se combate con un mínimo de interés y eficacia? Los gobiernos son tanto, o más, culpables que los propios delincuentes, que no se les puede llamar de otra manera, que funcionan por toda la geografía nacional abiertamente y sin ningún pudor, a sabiendas que la inspección no va con ellos.
    Un equipo de investigadores al estilo lucha contraterrorista etarra, ¿cuanto no sacaría a la luz y que rentabilidad no obtendría? Parece como si se prefiriese que la inmigración irregular, o los parados, se busque la vida o «el chapú» de esa manera, que no desarrollar otro tipo de soluciones.
    Menos mal que el gobierno dice que va a cambiar el modelo productivo. Presumo que pasaremos del ladrillo de gafa al ladrillo compacto, o al bloque hidrofugado.
    http://www.elmundo.es/elmundo/2009/06/11/valencia/1244711640.html

  8. De ayer (lo sientio Frans)

    Eusquera como lengua vehicular. Es muy simple, hay mayoría social? Yo estoy a favor, Habrá asociaciones que esten a favor. La apoya EA? Aralar? EB? PCTV? Solo ellos? No hay mayoria. Punto. Ajo y Agua. Estan de acuerdo PSE y PNV en cómo va a quedar el eusquera en la educancia? Tiene mayoría. Deduzca el resto.

    En superbreve: Enmienda a la totalidad.
    … Carlismo como referente bla, bla…. Adeu! 🙂

    Rollo onírico, sentimental, patria imaginada, bla, bla… ergo para solucionar el «problema» vasco hacen falta psicolanalistas, psiquiatras, etc. No se… Vallejo Nájera, por ejemplo. 🙂

    Y acabo, con poesía callejera, de Evaristo y sus amigos. No nacionalismo? pero de este. 🙂 🙂

    http://www.youtube.com/watch?v=JC7SnV9bIR4

  9. A. Tareq

    Me alegro de poder leer las notas de Pratxanda como avispa de post en post

    No lo entiendo, posteo como los demás. Procuro poner enlaces a lo que digo, entre otras cosas porque hay gente con mejor sintaxis que la mía. Evidentemente con más conocimiento, mayor capacidad expositiva, etc. No sé si lo hago en plan avispa o qué.

    Pregunta retórica de ayer. Pero qué dice del ius sanguinis, las tribus perdidos y estados provisionales? Es más sencillo, se trata de nacionalismo linguïstico EN el estado español. Dentro de ÉL.

    Esto es. Hay una comunidad con dos idiomas oficiales. Se entiende que alguien que domina el castellano y no el eusquera pueda presidir el parlamento. No todos entenderían el caso contrario. Alguien que solo supiera eusquera. (un vasco francés, p. ejemplo) Yo creo que se deben saber los dos. En el futuro así debería ser, en cualquier caso. Por supuesto, ella que hable lo que le salga de sus partes. El problema es qué hacer si le pasan, como consecuencia de su cargo, documentación en otro idioma?

    Hummm. Aceptamos la dificil situación del euskera hoy en día.

    Otro sí. En los juzgados de BCN se ha denegado la nacionalidad a una mujer marroquí por no saber castellano. Y nadie protesta!!! Ahora imagínese que se pidiera para ser ciudadano catalán, residir y «entender» el catalán. el ABC sacaría ediciones extra.

    http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=531823&idseccio_PK=1006

    Y punto pelota y no pienso replicar. Hala Adeu!

    AH, y lo que haga esa señora con su aversión al latex me la trae floja. (excepto si hay fotos en Cerdeña, claro!). Es una cuestión personal, a excepción de que quiera imponerlo con su cargo. Como si es testiga de Jehová. Allá ella. Diferente es que quisiera prohibir las transfusiones, o cosas por el estilo. No se si me explico.

    Me importa un bledo si Bono es o no católico, podría aceptar lo de Sor maravillas incluso si me lo explican bien. Pero, lo de la santa, estando los cuadors de los presidentes de las cortes franquistas ahí, y negandse a quitarlos, pues como que no. Supongo que me explico mal, a la par que mi sintaxis es infumable, pero… tengo hambreee

    Hala Adeu, otra vez

  10. 11.
    «Según informaba el diario jesuíta Publico PPatxi iba a derogar la ley que proponía al Euskera como lengua vehicular…» Este texto no es mio, precisamente….ni del diario Público, aunque puede que si de algún diario jesuita que desconozco.

    ¿Mayoría social?, …Será levantar la mano?.

    Ni idea de sicoanalistas o siquiatras…pero yo de usted, me lo haría mirar.

  11. Siempre se aprende con Van den Broek. Esto del shucaque es muy desconcertante. Más lo es todavía un síndrome que por lo visto se da en muchas sociedades del sureste asiático, y creo que también en algunas africanas, que consiste en que los hombres sienten que han perdido el pito, aunque esté colgando de su cuerpo y balanceándose entre las bolas. El síndrome puede llegar a durar semanas, durante las cuales las personas afectadas viven atormentadas porque están convencidas de haber perdido su miembro viril, miembro que sólo sienten cuando se lleven la mano directamente al mismo. Supongo que para estos indígenas andinos, nuestra anorexia o bulimia debe ser no menos misteriosa que el shucaque para nosotros. Todo lo cual me lleva a concluir que la humanidad está chalada y a desear que ojalá nos colonice pronto una especie extraterrestre de seres verdes y cabezones.

    Supongo que la reflexión anterior está inducida por (i) la proxa intoxicante de van den Broek, (ii) el calor sofocante de Madrid en la sobremesa, y (iii) la celebración del Corpus Christi, que no puede dejarme indiferente.

    Hablando de indígenas, me he quedado sobrecogido con la historia del boliviano que pierde el brazo en una panificadora y el patrón se lo tira a la basura y luego deja abandonando al herido a 200 metros del hospital, pidiéndole encarecidamente que no diga nada sobre su trabajo ilegal. El empresario no sólo tiene mala conciencia, sino que al parecer está cabreado con el boliviano de los cojones por el lío que le ha montado. Dice nuestro modélico emprendedor que el boliviano de los cojones estaba beodo y ha montado este pifostio dejando todo chorreando de sangre. Encima que le contratas por 600 euros mensuales, el hijodeputa llega borracho al trabajo y te monta un lío de la hostia. Qué asco de indios.

  12. Y menos mal que era una panadería y tiraron el brazo al contenedor. Si llega a ser una fábrica de embutidos, no aparece.

  13. El episodio del boliviano aquel es horrible. ¿Y qué hicieron con el brazo recuperado, se lo pusieron de vuelta? Si es verdad que estuvo borracho cuando le ocurrió, menuda cogorza. Y menudo pájaro el empresario. De otro lado, el síndrome del pito ausente es en verdad harto curioso. ¿Cuántos otros comportamientos similares no habrá entre las tribus del mundo? Quizá todo esto indique un tendencia innata a la vesania colectiva. Coincido con Don Cicuta en concluir que la humanidad está algo desquiciada, y es probable que siempre lo haya estado.
    Aquello de los indígenas masacrados en Perú es típico de la región. Quiero decir, es un nuevo capítulo de una larga historia. Ignoro cómo se podría arbitrar con justicia en el caso de tribus que consideran un territorio como suyo por el hecho de haber vivido allí ancestralmente (que es lo que piensan, a fin de cuentas, muchos judíos ortodoxos y no tanto, por cierto), pero el caso es que los indígenas amazónicos han sido despojados de sus lugares de subsistencia desde la llegada misma de los colonizadores. El aislamiento físico les protegió durante siglos, pero ahora ya no hay lejanía o impenetrabilidad selvática que les valga. Y el gobierno de García, como haría por otra parte cualquier gobierno, me imagino, quiere dinero, para lo cual tiene que aparcelar dichas tierras y venderlas al mejor postor o dárselas a sus compinches. ¿Que hay indios de por medio? Pues que se jodan. Un par de cartuchazos y ya se irán. Lamento decirlo, pero creo que los indígenas no tienen salvación. Su modo de vida desaparecerá para siempre, junto con la Amazonia. El avance tecnológico es de difícil control. Quisiera creer que son posibles compromisos equilibrados entre la necesidad cultural y vital de los indígenas y las necesidades económicas de las naciones, pero auguro lo peor. Acabaremos con reservas naturales ridículas, llenas de turistas y latas vacías, e indiios pintándose para la función de las noches en el restaurante. ¿Qué mundo vamos a dejarles a nuestros vástagos? Un erial o una disneylandia impostada. Como diría Vallejo: disculpad la tristeza. Será que me ha caido mal la comida. Saludos.

  14. Me encantan los artículos de Van den Broek. Disfruto mucho leyéndolos.

    Siento mucho que no haya algo de shucaque por estos lares. Estoy de acuerdo con el articulista en que «es más común el espectáculo del corrupto impertérrito para quien no hay vergüenza que valga ni resquemor que le arda».

    Ganas me dan a mí también, como a Frans, de jalar unos cuantos mechones a unos cuantos.

    No quiero dejar de mencionar al pobre boliviano herido y al hijo de puta de su patrón. Y a todos los patrones tan hijos de puta como ese que están ganando pasta a costa de explotar a inmigrantes. Esta mañana, aprovechando la fiesta en Madrid, vi uno de esos programas de tele matutinos en que combinan información con tertulia y en los que los espectadores mandan sms. Y muchos de ellos, yo creo que la mayoría, acusaban al pobre boliviano de estar cobrando sueldos bajos y estropeando el mercado laboral, perjudicando a los trabajadores españoles. Que eso sea lo que se te ocurre cuando oyes una noticia tan salvaje demuestra que hay gente que no tiene ni shucaque ni nada que valga la pena dentro.

  15. Acabo de leer ahora el comentario 18 de Frans en qué pregunta por qué no le reimplantaron el brazo a este inmigrante boliviano. Pues por la sencilla razón de que el hijo de puta del patrón, o el hijo del patrón, no me quedó claro, tan hijo de puta como el padre si lo hizo él, lo tiró envuelto en plásticos a un contenedor para que no hubiera rastros del accidente y no se descubriera en qué condiciones miserables tiene a sus trabajadores. Y después llevó al herido hacia el hospital y lo abandonó a 200 metros del mismo, con instrucciones de que no dijera dónde le había pasado la tragedia. Si lo hubieran llevado rápidamente hasta el hospital, y hubieran llevado también el miembro amputado, como hubiera hecho cualquier ser humano decente, no sé si se lo hubieran podido reimplantar. Pero haciendo lo que hicieron, era seguro que condenaban a este pobre hombre a estar sin brazo el resto de su vida.

    Y por si eso no fuera poco, dijeron luego que el trabajador estaba borracho… No quiero volver a decir lo de hijos de puta.

  16. PRATXANDA 11.

    Si te has tomado a mal lo de la avispa, lo retiro y me disculpo, no lo decía en ningún mal sentido, más bien lo contrario.

    En cuanto al asunto en sí: claro que debe saber=aprender euskera, no he dicho otra cosa, y mientras lo aprende hará con la documentación en esa lengua lo mismo que hacía Ibarretxe, por decir alguien, mientras aprendía. En cuanto a la parábola del vascofrancés, lo único que digo es que en el mundo real hay una docena de razones por las que un vascofrancés no presida el parlamento de Vitoria antes de llegar al idioma; si se quiere llamar nacionalismo al hecho de que hay que ser ciudadano español para tener ese derecho, pues llámemoslo así, tal vez sea adecuado. En otro mundo sería extraño, no representativo, injusto y lo que se quiera que la presidenta del parlamento hable poco euskera, pero en este no lo veo, y para eso no hace falta preferir que el mundo sea de un modo u otro.

  17. Hola!!

    Hola Frans, he leído tu artículo esta mañana pero me he levantado perjudicada y no se me ocurría qué decir, ahora me vuelvo a conectar y … como sigo igual…jeje por lo menos decir que me ha gustado. Es curiosa esa enfermedad, incluso entiendo los motivos, quiero decir, esa sensación que puede sentir alguien al sentirse inferior de alguna forma (aunque no parece que exista la contraria), aunque llevada a ese extremo parece excesivo, pero como dice Don Cicuta también están la anorexia y la bulimia como enfermedades curiosas. Estoy de acuerdo en que lamentablemente los indígenas no tienen salvación, en realidad no tiene salvación nada que no sea práctico, que no venga bien, en general menudo lío si hay que estar haciendo las cosas bien, eso requiere un esfuerzo y es un rollo. Lo aplico a los indígenas, lo aplico al hombre que ha perdido un brazo, lo aplico a todo, o casi.

    Un saludo!

  18. Aunque a estas horas todo el mundo se haya ido a dormir, menos Amistad Cívica, que sabe dios qué estará haciendo, quisiera decir que me ha gustado mucho el artículo de Frans van den Broek. La dignidad y el sentido de la vergüenza de los indígenas es un rasgo importante de su cultura (sus culturas), y es difícil no conmoverse ante ellos: Melinda citaba en su momento el recuerdo que le dejaron los indios chiapanecos pacientes bajo la lluvia.

    Eso no impide que su forma de vida no sea un modelo para nosotros, occidentales urbanitas, que tenemos más virtudes culturales y morales de las que parece posible viendo la televisión, pero supongo que también podemos reconocer las suyas.

  19. Por cierto, ahora que no parecen estar conectados Polonio y Don Cicuta, ¿no creeis que tendrían que hacerse mirar la tensión? Cómo se nos pusieron ayer.

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