Rusia

LBNL

Hoy los ministros de exteriores de la OTAN mantendrán una reunión extraordinaria para abordar la amenaza rusa sobre Ucrania. Anteayer el Alto Representante de la UE para las relaciones exteriores, Pep Borrell, visitó Ucrania reafirmando el compromiso europeo con su soberanía, integridad y seguridad. El próximo lunes, EE.UU. y Rusia mantendrán una reunión crucial sobre el mismo tema en Ginebra. Y el miércoles la OTAN mantendrá una reunión con Rusia, la primera en varios años. Y el jueves – o el viernes porque ya me pierdo – se reunirá la OSCE sobre el mismo tema. ¿Qué tema? Sobre la mesa, sendos borradores de tratados entre Rusia y EE.UU., por un lado, y Rusia y la OTAN, por el otro. De fondo, la movilización de varias decenas de miles de militares rusos cerca de las fronteras ucranianas, con preparativos en marcha para movilizar bastantes más.

Rusia sostiene que Ucrania maltrata a sus ciudadanos ruso-hablantes (una decena larga de millones de sus cuarenta largos en total) y que “Occidente” la está armando para doblegar la rebelión del Donbás (Luhansk y Donetsk), lo cual justifica sus preparativos militares meramente defensivos. Cuando “Occidente” la amenazó con sanciones durísimas si ataca a Ucrania, que insiste en que no tiene ninguna intención de lanzar una ofensiva sobre el Donbás, Rusia sorprendió con los dos borradores de tratados. ¿Qué dicen dichos tratados? Varias cosas, algunas verdaderamente imposibles de cumplir como corresponde a una posición de partida, y otras, mal que nos pese dado que lo exige el carnicero represor Putin y encima lo hace por las malas, bastante razonables.

En resumidas cuentas Putin arguye que cuando Rusia accedió a la reunificación de Alemania – es decir, a retirar sus tropas de la RDA – lo hizo bajo la promesa de que la OTAN no se expandiría hacia el Este. Pero entraron los bálticos ex soviéticos primero y luego todo el ex Pacto de Varsovia. Peor todavía, lo hicieron como aliados de pleno derecho, es decir, sin las limitaciones voluntariamente asumidas por los aliados que ya compartían frontera con Rusia, como Noruega, en la que no hay desplegadas tropas ni misiles de la OTAN que pudieran servir para atacar a Rusia. En otras palabras, Rusia está exigiendo a EE.UU. – y por ende a la OTAN – que se comprometan a no expandirse a Ucrania, Georgia (invitadas a adherirse en 2008) y demás países vecinos. Exige también que se respete un corredor de seguridad en el que no quepan maniobras amenazadoras y que la situación actual se retrotraiga a 1997. Esto último es lo que es imposible de cumplir.

Biden ha dicho que no acepta las “líneas rojas” rusas. La UE, por boca de Borrell, ha dicho que no acepta que la seguridad del continente europeo se decida en una negociación meramente bilateral entre las dos super potencias nucleares. Y la OTAN, por boca de su Secretario General saliente, Stoltenberg, ha dicho que no acepta vetos a la entrada de cualquier país que quiera llamar a su puerta.

Estas tres posiciones son perfectamente respetables, tanto como es legítima la rusa porque la expansión de la OTAN hacia el Este supone una amenaza para Rusia dado que la Alianza se pensó y está diseñada contra Rusia. Nosotros tenemos claro que no vamos a invadir Rusia pero Rusia no confía y no quiere correr el riesgo. Y muchos de “nosotros”, señaladamente los que han vivido largas décadas bajo el yugo directo e indirecto de la Unión Soviética, no confían en que Rusia no vuelva a las andadas. Sobre todo cuando Putin declama a diestra y siniestra que Ucrania siempre fue rusa y que la desintegración de la URSS es uno de los peores errores de la Historia.

Tengo amigos que sostienen que aceptar las condiciones que propone Rusia sería un ejercicio de apaciguamiento tan fútil y nocivo como el de Chamberlain ante Hitler en 1938 y un pasteleo tan ilegítimo y dañino en el tiempo como lo fue el reparto de las zonas de influencia en Yalta en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial.

Discrepo. Completamente. Chamberlain aceptó la anexión de los Sudetes checoslovacos para postergar la guerra con Hitler y algunos analistas sostienen que de no haberlo hecho, Gran Bretaña no habría podido prepararse para resistir la confrontación con Alemania que estalló al año siguiente. Pero en todo caso aceptó una anexión, que ahora Rusia no reclama sobre Ucrania. En segundo lugar, en Yalta se aceptó que Rusia controlara el presente y el futuro de todo el Este de Europa – que por cierto había conquistado a los nazis teniendo muchos millones de bajas en el empeño. Así se explican Hungría 1956, Checoslovaquia 1968 y el dominio casi total hasta 1989. Pero Rusia ahora no está reclamando recuperar ese control, ni siquiera sobre Ucrania.

Lo que Rusia reclama es que los países que no han entrado todavía en la OTAN, no lo hagan. Y que “Occidente” deje de armarles. Lo cual me parece perfectamente legítimo sin perjuicio de exigirle a Rusia algunas contrapartidas importantes para acceder a ello. Como por ejemplo que se comprometa a respetar la soberanía plena de dichos países, incluida Ucrania, lo que no es incompatible con garantizar los derechos de los ruso-hablantes.

No es nada nuevo. Moldavia es constitucionalmente neutral y Austria lo sigue siendo desde la Segunda Guerra Mundial, cuando se acordó en contrapartida a la retirada de las tropas rusas. Y Suecia y Finlandia son socios de la OTAN pero no miembros. Y pasar a serlo no mejoraría necesariamente su seguridad, más bien al contrario.

En política internacional hay principios y hay intereses y conviene conjugar ambos. La libertad, soberanía e integridad territorial de todos los Estados europeos es un principio que hay que mantener contra viento y marea. El supuesto derecho a adherirse a una Alianza planteada contra Rusia no es tal y no es necesariamente algo que mejore la seguridad del continente ni que no pueda ser pieza de negociación. Al contrario, cabe argüir que tanto Ucrania como Georgia estarían mejor hoy si la OTAN no les hubiera invitado a entrar en 2008. Es cuando menos debatible por más que a uno le tilden de buenista empedernido e ingenuo desconocedor de las maldades intrínsecas de Rusia y de los inquilinos del Kremlin.

Pero hay un factor adicional: si le negamos el pan y la sal es muy posible que Rusia invada Ucrania – al menos su parte oriental – dentro de pocas semanas. Y ni EE.UU. ni ningún aliado de la OTAN está dispuesto a acudir en su defensa. Y Ucrania, de la que se dice que ha mejorado mucho su capacidad defensiva en los últimos años, no está en condiciones de defender más que su flanco occidental.

Rechazar la posición rusa completamente no sería solo un postulado ideológico maniqueo sino una postura suicida. Esperemos que Biden sea capaz de garantizar un mejor resultado.

 

2 comentarios en “Rusia

  1. De acuerdo en casi todo, sobre todo en la conclusión. Aunque yo no creo que Rusia invada a corto plazo Ucrania porque ahora le nieguen el pan y la sal, se reafirmaría en su victimismo y en su alerta bélica.

    En cuanto a los ruso-hablantes de Ucrania, las estadísticas oficiales son tan poco fiables como las del Covid. Sin embargo, y según el último censo electrónico, la población es de unos 37 millones de habitantes, y parece que esa cifra está bastante más cerca de la realidad. No se cuenta Crimea, se siente, no pueden salir en las estadísticas como rusos y ucranianos (aunque en las del Covid así salen). Según mis estimaciones, el idioma ruso lo habla en 95% de la población. Otra cosa son quienes lo hablan diariamente con familia y amigos. Probablemente sea más del 50% de la población. Ucrania se hace trampas al solitario manipulando estas estadísticas y al mismo tiempo imponiendo el idioma ucraniano. Me parece muy bien y a muchos ruso-parlantes también, que se imponga, pero deberían reconocer que es porque es un idioma minoritario en Ucrania. 7 u 8 de cada diez conversaciones que se oyen por la calle en la capital, Kiev, son en idioma ruso, 1 o 2 en idioma ucraniano y 1 en inglés, árabe o turco. Esto está comprobado en varias ocasiones por un servidor, y es mucho más fiable que las estadísticas interesadas. En grandes ciudades como Odesa o Kharkov, la proporción es aún más apabullante en favor del ruso. Así que, de 10 millones, nada, muchos más, pero no quieren ser defendidos por Putin y están muy bien como están. Si los niños tienen que ir necesariamente a colegios donde se habla ucraniano en clase y ruso en el recreo, pues vale. Si los niños son medio analfabetos en su lengua materna (ruso, sobre todo escrito) no hay problema. Lo que necesitan para ir a la universidad y triunfar en la vida es el ucraniano o el inglés.

    Por mucho que diga la UE por boca de Borrell, si la UE se sienta en la mesa de negociación junto con Rusia y EE.UU., entiendo que dirá lo que los asesores de Biden quiera que diga, y aceptará o no aceptará lo mismo que este. Así que no sé para qué gastar una botella de agua más en esa mesa. Para que la hagan caso, la UE debería decir algo diferente (por ejemplo, EEUU no acepta el compromiso de que algunos países fronterizos con Rusia no entren en la OTAN, y la UE sí lo acepta, cosa impensable). Yo no le veo mucho sentido al gritito de Borrell de “queremos salir en la foto”. Si las posturas de Alemania o de Lituania son irreconciliables (igual que las de LBNL y sus compañeros de pupitre), mejor callar y que hable EEUU. Ni siquiera se atrevió la UE a plantarle cara a Trump, como para plantársela a Biden.

  2. También coincido en la conclusión pero porque tengo más fe en Biden que en el liderazgo europeo actual. Si fuera con Trump, querría esa botella de agua si o si.

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