Carlos Hidalgo
Hace no mucho que Pablo Iglesias propuso en la Cadena SER, en la tertulia de Hora 25, que los periodistas de la cadena pública debían estar regulados por cuotas ideológicas y nombrados por los partidos políticos con representación parlamentaria, en proporción a los votos obtenidos en las elecciones.
En cuanto se me ocurrió decir en Twitter que me parecía una pésima idea, se me lanzaron encima, no sólo simpatizantes de Podemos, sino incluso del PSOE, para reprocharme que estaba siendo corporativista y que no era consciente de que los medios estaban dominados y controlados por la derecha que, al negarme a este sistema de cuotas, estaba legitimando esos abusos y esa conspiración de la derecha.
Pero el caso es que, pese a que tanta gente quiera sacarme de mi aparente error, sigo pensando que es una malísima idea con la que, por cierto, la extrema derecha estaría encantada.
Los izquierdistas defensores de las cuotas para prensa son los mismos que luego se escandalizan cuando VOX pide conocer la ideología de los funcionarios, previsiblemente para después -aunque desde VOX no lo dicen- establecer cuotas o directamente vetar a gente en función de su ideología. ¿Por qué los periodistas sí que tendrían que someterse a ese menoscabo de sus derechos? La propia Constitución establece que nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, ni puede ser discriminado por ella. ¿Por qué para gente razonable es aceptable que esos derechos se suspendan?
Como se suele decir, es un melón que es muy peligroso abrir.
Ahora imaginemos un eventual gobierno del PP más VOX. Es bastante posible que VOX pretendiera aprovechar al máximo un sistema así. No pasaría nada de tiempo hasta que los proponentes actuales de esta idea se dieran cuenta del error que han cometido.
Es verdad que la prensa no está en su mejor momento, pero cuando sí que lo estaba no era precisamente gracias a las cuotas ideológicas, sino a la libertad que daba tener más oyentes, más lectores y gente dispuesta a pagar unas monedas por unas hojas de papel con la actualidad del día.
Otra parte de la propuesta de Iglesias es que los actores sociales deberían tener medios a su disposición, como los sindicatos, los partidos, la patronal, etc. Lo cual me trae malos recuerdos de cuando la prensa estaba repartida así, en el franquismo, cuando los militares, los carlistas, la Falange y el Sindicato Vertical tenían los medios a su disposición.
No sé cuál es la solución a los problemas de la prensa, pero sí tengo claro que uno de sus problemas es la excesiva dependencia del agrado de los políticos y de los expolíticos. Y el sistema de cuotas sólo lo agravaría.
Iglesias es un cadaver político , un significante de odio antidemocrático y oportunista , ha perseguido un reconocimiento oficial y doctrinal pero ha obtenido un cuatro , lejos del nivel mínimo y mucho más lejos de la excelencia .
Un patán cada vez más aislado y odiado por sus propios compañeros y sus asociados , salvo por el siniestro personaje de Roures , un millonario de la gauche divine , que tanta aceptación tuvo en la Barcelona de Marcé.
Su huella de carbono tóxico y político , es perseguida por su socio Sánchez -alterado en sus momentos presentes de estertor – a los que sucumbe cada vez con más frecuencia constatando que no le quieren los barones y otras autoridades.
Lo de la TVE es inaceptable y rancio; el botón de muestra fue la entrevista masaje – ¿ bien no ? – y la sustitución de su presidente .
Sánchez lo quiere todo , al precio que sea , triturando todo , endeudando todo con una voluntad de poder que se pretende sin límite pero que sigue sin funcionar.