LBNL
Para los que no la hayan visto tras su estreno el viernes pasado, tranquilidad, no habrá spoiler, pero no dejen de verla. No hay amor, ni tiros, ni sexo, ni diálogos sofisticados, pero no hace falta, como tampoco intriga sobre el final al estar basada en un historia real disponible en Google. Ahora bien, la acción es tan trepidante como la sensación de estar siendo testigo de una escena absolutamente trascendental para el devenir de las democracias occidentales. El maestro Spielberg, con la inestimable ayuda de los inmensos Meryl Streep y Tom Hanks, lo vuelve a conseguir, como ya hizo con Munich, El soldado Ryan o La lista de Schindler, escribiendo párrafos lapidarios sobre capítulos importantes de nuestra historia contemporánea. Ahora bien, a diferencia de las películas recién mencionadas, tengo que confesar mi más absoluta ignorancia previa sobre el asunto sobre el que se centra Los papeles del Pentágono. Quien más quien menos todos nos sabemos la historia del Watergate y la brillante investigación periodística de Woodward y Bernstein desde el Washington Post, los misterios que rodearon a “la garganta profunda” y la dimisión final de Richard Nixon, poco antes de que el Congreso fuera a votar en su contra. Quizás porque casi todos vimos en su monento “Todos los hombres del Presidente” que, sin embargo, mantuvo completamente en la sombra a Katharine Graham, la propietaria del Post, sin la cual ninguna de las dos batallas habría pasado a la historia.
Katharine Graham es, sin embargo, la verdadera heroina de la película de Spielberg. El Director del Post es el hacedor de la batalla que consigue un éxito trascendental para la libertad de prensa y para situar al Post en primera línea, lo que sin embargo no habría sido en absoluto posible sin el aval de su propietaria. Como tampoco la brillante investigación de Woodward y Bernstein sobre el Watergate pocos años después pese a que la película le niegue cualquier protagonismo.
En The Post (Los papeles del Pentágono) Meryl Streep le cuenta a su hija como le pareció absolutamente normal que su padre, el propietario del Post le encargara su gestión a su brillante marido. Era otro mundo, le dice, y más hoy en dia: sería impensable que Botín le hubiera dejado la gestión del banco al marido de su hija Ana Patricia.
Pero a diferencia de Ana Patricia, Katharine no había sido educada para tomar decisiones trascentales. Pero las tomó, y gracias a ella la libertad de prensa consolidó un status que las filtraciones de documentos confidenciales sobre la guerra de Vietnam pusieron en duda.
La reaccion de Nixon fue vetar en la Casa Blanca a cualquier periodista del Post. De poco le sirvió: el Post le obligó a dimitir por sus propios errores pocos años más tarde.
El Washington Post, al alimón con el New York Times, denunció que la clase dirigente norteamericana le había mentido a la opinión pública mandando a la guerra a cientos de miles de jóvenes a sabiendas de que la guerra no se podía ganar. La denuncia fue esencial en la pugna política para poner fin a la guerra. La batalla peridística y jurídica para delimitar los confines de la libertad de prensa, fue igualmente esencial para el devenir de la democracia occidental. Nixon vetó al Post y tuvo que dimitir. Nixon desapareció mientras que el Washington Post sigue ahí. Hoy sería impensable que, incluso en España, un dirigente político vetara a un medio de prensa sin que los demás boicotearan sus comparecencias.
Gracias señora Graham.
Muy interesante , LBNL. Tenía esta cinta en la lista de espera ( junto a los Coen y Allen ) , así que me alegro de que nos la recomiende.
No obstante , alabo su optimismo. En Euskadi ha sido frecuente el veto a determinados medios en las ruedas de prensa de HB ; por su parte , en España es habitual la no admisión de preguntas en las ruedas de prensa de los políticos.
La solidaridad entre los medios es muy quebradiza.
En el desafortunademnte de corta duración semanario Ahora, de Miguel Angel Aguilar, se publicaron una serie de artículos muy completos acerca de como Soraya Saez de Santamaría practicaba con sutilize casi florentian el veto en las ruedas de prensa. No hace falta mas queno darte ni una pregunta, jamás, si eres un medio incomodo.
Asimismo me parece enternecedor que se diga que en España no se veta a un medio, cuando conviene se veta a todos, se pone un plasma y a correr.
Oigan, son ustedes incorregibles ;). Los de Herri Batasuna apoyaban la «lucha armada»: no es de extrañar que vetaran a periodistas, a alguno incluso se lo cargaban. Pero fueron ilegalizados, porque no eran «políticos» homologables así que no me vale. Soraya y muchos otros eluden a los periodistas incómodos e incluso se evitan todas las preguntas y se llega hasta lo del plasma. Pero no se aceptaría que el PP vetara la entrada de periodistas de El Mundo por sus informaciones sobre el caso Gurthel. De hecho el PP demandó a El País pero no se vetó su entrada en ningún lado. Y sería recurrible ante un juez. Nixon ordenó la exclusión del Post. Es cualitativamente mucho peor.
Un matiz : He afirmado que la solidaridad entre los medios es quebradiza. Esto quiere decir que cuando HB vetaba a un medio EL RESTO SEGUÍA EN LA SALA tratando de obtener un Scoop.
El caso más sangrante fue el intento de EL PAIS cuando trató de obtener una entrevista con Javier Ruperez , parlamentario de UCD y secuestrado en aquel momento por ETA , a través de ¿ imaginan quién? : sí señor , el mismo , Arnaldo Otegui, previo pago de 1MM de Pts.
Así que no me importa que me corrijan , pero a su debido tiempo y con fundamento.