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Tengo dos buenos amigos que últimamente me escriben criticando el seguidismo de la UE respecto de Estados Unidos a propósito principalmente de Rusia. Y la verdad es que no sé muy bien qué contestarles porque les aprecio – también intelectualmente – pero no consigo entender de qué se quejan. Me corrijo: entiendo que les parece mal que la UE actúe de la mano de EE.UU. frente a Rusia pero no entiendo por qué opción alternativa optarían ellos. Ni por qué.
Conozco el tema de primera mano y, por primera vez, la coordinación EU-EE.UU. es verdaderamente tal en vez de subordinación. Es decir, en muchas ocasiones en el pasado, los americanos les decían a los europeos lo que consideraban estaba pasando, lo que pensaban hacer y lo que esperaban hicieran los europeos. El caso más flagrante fue la invasión de Irak, que dividió traumáticamente a la UE porque Francia y Alemania se negaron – afortunadamente – a aceptar el diktat norteamericano. Y pudieron celebrarlo después cuando hasta el entonces Secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, lamentó haber sido engañado con las supuestas pruebas de armas de destrucción masiva (qué diferencia con Ansar, by the way, que hasta el día de hoy sigue en el mantenella y no enmendalla).
Pero en esta ocasión EE.UU. alertó a Europa de lo que podía pasar en Ucrania varios meses antes de que podía pasar y lo hizo con la salvedad de que no estaba seguro de que Putin hubiera tomado la decisión de invadir. Meses más tarde, cuando la cosa iba estando más clara, siguió convenciendo a los europeos de que la cosa se iba poniendo cada vez más fea, franceses y alemanes incluidos. Y eso hizo que la UE fuera tomando conciencia de lo que podía llegar a pasar e hiciera los deberes, por si acaso. Por supuesto Putin hizo el resto, invadiendo a sangre y fuego a un vecino europeo, tan europeo como muchos de los países de la UE, que perciben que ellos pueden ser el próximo objetivo del nacionalismo imperialista ruso.
Así las cosas, no se trata en absoluto de seguidismo en absoluto sino de agradecimiento a EE.UU. por no desentenderse de la paz, la independencia y la libertad de sus socios europeos.
Inciso (largo) chino. Desde al menos Obama, EE.UU. entiende que la principal amenaza a su hegemonía global proviene de China. El régimen dictatorial Han chino, supuestamente comunista, no ayuda a quienes de otra forma defenderíamos que China tiene perfecto derecho a desarrollarse y prosperar con independencia de que pueda superar a EE.UU.
Si lo miramos desde el punto de vista chino – el Imperio del centro, hegemónico en el mundo desde el principio de la Historia con la excepción de los últimos dos siglos y que nunca invade a nadie sino que más bien repele invasiones repetidamente, particularmente japonesas – no tiene sentido que la Séptima flota norteamericana “garantice” la seguridad en Asia. EE.UU. no aceptaría que una potencia extranjera patrullara las costas de California y Europa no aceptaría que Rusia dominara navalmente el Mediterráneo.
Quién no comprenda que China no amenaza a sus vecinos como Rusia lo hace con los suyos, no tiene más que ir a charlar con los responsables políticos asiáticos que escuchan y desdeñan con sonrisa amable las preocupaciones occidentales y agradecen de buen grado los apoyos para contener el voraz empuje económico chino.
Pero claro, China es una dictadura – dura de verdad – que utiliza la tecnología sin escrúpulos para controlar a su ciudadanía lo que obviamente levanta sospechas sobre qué hará con nuestros meta datos si su tecnología impera también en nuestro ciber universo, del que somos cada vez más dependientes.
Es decir, cada vez tenemos más problemas por las intrusiones en nuestra privacidad provenientes de los GAFA – Google, Apple, Facebook and Amazon – y similares, a las que con grandes dificultades la UE y – siempre a remolque seguidista – EE.UU. tratan de poner coto. Pero lo hacen amparándose en el imperio de la ley, basado en una justicia independiente que brilla por su ausencia en China donde el Partido dicta y el resto se pone en fila, jueces incluidos. Y francamente, todos sabemos que la NSA no tiene límites y que otras agencias de seguridad norteamericanas escuchan y espían por doquier, también en territorios aliados, pero todos preferimos poder defendernos de cualquier posible abuso con el respaldo del Estado de derecho democrático occidental, que además ampara nuestro derecho a la crítica libre sin que nadie nos detenga por terrorismo o fraude fiscal sin posibilidad de defensa.
Cierre del inciso chino. EE.UU. utiliza los argumentos anteriores para tratar de enrolar al mundo democrático contra China, en parte simplemente para mantener su hegemonía global política, económica y militar. Y la UE colabora, en parte, manteniendo su independencia para tomar las decisiones económicas que más le convengan. Es decir, cooperación cuando estamos de acuerdo y cada uno por su lado cuando no lo estamos. Como debe ser.
Pero en el tema de Rusia, ¿qué otra cosa podríamos hacer los europeos que reaccionar con todo lo que tenemos contra la vuelta al pasado imperialista de la Rusia de Putin? ¿Aceptar sin más que Ucrania es parte de Rusia y por tanto debe ser metida en cintura por Moscú con independencia de cuántos ucranios tenga que masacrar? ¿Son menos valiosos/europeos los ucranianos que los bosnios de Sarajevo o los kosovares o eso también fueron episodios de seguidismo de EE.UU.?
EE.UU – ya con Obama, rudamente con Trump y aún con Biden – deseaba desinvertir militarmente en Europa y fortalecer su presencia en Asia. Y aún así está doblando o triplicando su presencia militar en Europa – fuerzas militares propias y envíos de armamento – para tratar de impedir la derrota de Ucrania y – sobre todo – que Rusia no perciba que puede seguir agrediendo a sus vecinos como le venga en gana.
Teniendo en cuenta todo lo anterior no puedo por menos que entender que la crítica a la UE por supuesto seguidismo a EE.UU. en la resistencia frente a la agresión rusa debe tener motivaciones ajenas a la realidad que vivimos, quizás relacionadas con la humillante derrota española de 1898 frente a EE.UU., la imperialista política norteamericana en América Latina o el apoyo norteamericano a Franco durante la Guerra Fría. Y si no que me lo expliquen. Pero en detalle, incluido qué hacer frente a la Rusia de Putin de hoy porque a mí la sumisión y el apaciguamiento no me parecen de izquierdas sino más bien pan para hoy y hambre para mañana.