Viento en popa

Carlos Hidalgo

Los periodistas que son invitados a comer por Pedro Sánchez suelen advertir que no pueden contar nada de la conversación. Y luego se lanzan a contártelo todo. Así, aseguran que el presidente del Gobierno echará de menos a Pablo Iglesias y que cree que la recuperación de la pandemia y de la crisis está a la vuelta de la esquina. Pedro Sánchez se ve fuerte, aseguran. Tan fuerte que seguramente no adelante las elecciones y quiera agotar la legislatura actual.

El caso es que la salida de Pablo Iglesias del Gobierno, pese a quienes le puedan echar de menos en el Consejo de Ministros, es una buena noticia para Sánchez. Iglesias, obsesionado por ser fiel a su propio personaje, como los youtubers, da el salto a Madrid para seguir encadenando golpes de efecto y afianzar de alguna manera su autopercepción de muro contra el fascismo que en realidad no es. Y, como los youtubers, tiene su propia corte de incondicionales, que no admiten ni la más mínima opinión molesta contra él.

Mientras, el Gobierno de España gana algo de tranquilidad en su trabajo del día a día (ya veremos en los medios) y Sánchez, a su vez, aprovecha para recolocar piezas en el PSOE que, por otro lado, está rediseñado completamente a su medida. Así sólo queda hacer algunos ajustes menores.

Entre esos ajustes está lo que va a ocurrir con las federaciones del PSOE en Andalucía y en Madrid. En el caso andaluz, las encuestas no dejan de señalar que Susana Díaz no pierde escaños, pero que tampoco los gana. Y alguna pone al PP de Moreno Bonilla al borde de la mayoría absoluta. Sánchez ha decidido romper progresivamente la tregua con Susana Díaz, la que fuera su rival en las primarias a la secretaría general del PSOE y perdedora de éstas y de las elecciones andaluzas. Así, cesa a la delegada del Gobierno en Andalucía, Sandra García, para poner al alcalde de Baza (Granada). Este cese quita al llamado “susanismo” un espacio más de nombramientos y de control institucional y debilita más a Díaz, que pese a ser la secretaria general del PSOE andaluz, maneja ahora menos poder que cualquier alcalde de una capital de provincia. Nada de esto desanima a la que fuera presidenta de la Junta de Andalucía, que mantiene su voluntad de plantar cara a quien sea que Ferraz le ponga enfrente y que ya ha lanzado a sus palmeros digitales a insultar a los periodistas que se limitan a informar de estos movimientos, como la sufrida Isabel Morillo.

En el caso de Madrid, el todavía secretario general de los socialistas madrileños, José Manuel Franco, es relevado de la Delegación del Gobierno y pasará a ser secretario de Estado para el Deporte, un cargo que muchos veían reservado para el invisible Pepu Hernández, fichaje estrella para la alcaldía de Madrid y ahora alma en pena en los plenos del Ayuntamiento capitalino. Dicen que Franco también será relevado del liderazgo del PSOE-M, donde parece ser que Sánchez quiere situar ahora a Juan Lobato, joven alcalde de Soto del Real y perdedor de las primarias frente a Franco, a las que se presentó con un programa renovador que es posible que tenga que diluir. Porque si es el “Aparato” quien te apoya, tendrás que transigir con muchas de las personas-tapón que impiden activamente la renovación que defiendes.

El sistema de congresos del PSOE va en cascada de arriba hacia abajo. Primero se elige al secretario general, luego a los regionales y después a los provinciales, insulares y a los locales. De esta manera, en lugar de permitir una mayor influencia de los territorios en el liderazgo socialista, te aseguras de que sea a la inversa; de que el secretario general federal sea quien influya en éstos. Y teniendo en cuenta que el congreso de octubre se prevé como un paseo triunfal de Sánchez, los congresos que se convoquen después en los territorios no van a ser muy diferentes.

En el caso de Díaz será interesante porque se prevé cierto grado de competencia, pero creo que la todavía secretaria general de los socialistas andaluces sobreestima su nivel de control del partido. Sin estar en el Gobierno, con un control cada vez menor sobre las diputaciones provinciales y los ayuntamientos y tras unos años de oposición bastante estériles, creo que está destinada a perder. Y por más de lo que ella cree. Sobre todo, porque apenas ha variado de actitud y persiste en las personas y en los métodos que la condujeron a la derrota. En lugar de haberse reagrupado en los cuarteles de invierno y haber sumado votos y talento para el contraataque, ha purgado a quienes pensaba que no le eran incondicionalmente afectos, castigando la autocrítica y premiando la adulación cerril. Y si no cambias lo que te hizo perder, estás destinada a perder nuevamente.

En el caso de Madrid, el desastre es de tal calibre que la solución tendría que venir de abajo a arriba y no al revés. Se pueden poner parches, pero no se pueden arreglar las vías de agua cambiando al capitán y pintando el barco.

Queda por ver también lo que ocurrirá en Aragón, donde es posible que Pilar Alegría, actual delegada del Gobierno en la comunidad, tal vez quiera plantar cara a Javier Lambán o a su posible sucesora, la consejera de Educación, Mayte Pérez. Dice mucho de las obsesiones de Ferraz que Alegría filtre cosas señalando al pobre Ignacio Urquizu, alcalde de Alcañiz, que ni opta, ni quiere, al cargo.

Así que el PSOE promete sus buenas dosis de drama a partir del año que viene. A quienes os interese, podéis comprar palomitas. Pero el caso es que, pase lo que pase, parece que beneficiará a Sánchez, al que de momento parece que todo le sigue yendo viento en popa.

2 comentarios en “Viento en popa

  1. Suscribo. Echo en falta, quizás es imposible a estas alturas, cómo le afectaría a Sánchez un fracaso total en Madrid, por ejemplo absoluta de DIA. Pero seguramente ni eso le haría daño a Mr Teflon.

  2. El poder es la gran sutura, o el gran calmante cuando ha habido controversias fuertes. El PSOE experimentó tensiones muy fuertes (que aqui las comentamos) desde 2015, priamrias 1, «no es no», el comité federal aquel, primarias 2, mocion de censura, adelanto electoral, nueva convocatoria… Aún no están resueltas, más lo que puede venir de lejos (Madrid).
    Todavia hoy existe esa tension entre ese dirigirse al electorado mas a la izquierda, para no perder a manos de Ps (riesgo que hoy parece menor) con un «somos la izquierda» a correr en pos del electorado de Cs, ofreciendo acuerdos a un partido cuyo electorado no los quiere hacer. La intentona de Murcia, lo que se dice bien, parece que no ha salido y aqui Bal sigue anunciando su apoyo al PP.
    Veremos como sale, porque la principal conclusion que sobre estos temas saco yo de varios años observando la politica es que los liderazgos emergentes pueden ser complicados de gestionar

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