El mundo después de Putin

Juanjo Cáceres

Sería agradable hablar un poco de todo, porque en el mundo siguen pasando mil cosas, pero hay una que hiela nuestros corazones. Si no fuera porque la guerra ha estallado de nuevo en Europa sería interesante seguir con la mirada puesta en Castilla y León. La posible disposición de la novedosa formación “Soria Ya” a favorecer la investidura de Alfonso Fernández Mañueco, a la que quién sabe si podrían seguir las otras dos formaciones provinciales con representación en la cámara, nos deja algunas enseñanzas importantes. Que las candidaturas territoriales no han venido a priorizar el duelo partidista entre partidos situados en lugares distintos del arco ideológico, sino a promover los intereses largamente olvidados de la provincia donde han obtenido representación. También que eso pasa más, siempre que sea posible, por entenderse con el partido que tenga posibilidad de formar y ser gobierno para alcanzar objetivos programáticos, que por dedicarse a la oposición destructiva, que es la forma de oposición dominante en los parlamentos territoriales y en las cámaras estatales. Esto era, hasta hace pocos días, lo importante, lo relevante, hasta que estalló el duelo Casado-Ayuso y luego un auténtico enfrentamiento militar Rusia-Ucrania.

Quizás sea posible, no obstante, tirar algún conector entre ambos mundos. No son pocos los que se hacen los ofendidos por la aproximación entre PP y Soria Ya, pero quizás son ellos los que pierden la perspectiva cuando asistimos a un giro brusco de los acontecimientos. Pero para bofetada de realidad lo acontecido la última semana en el Este europeo. “¿Quién se lo podía imaginar?” se ha convertido en la frase del año. Nadie excepto algún opinador? ¿De veras? ¿Y eso de que Putin se haya pasado buena parte del presente siglo enfrascado en un conflicto u otro, con mención especial a Chechenia y a Grozny, “la ciudad más destrozada del planeta”, o a las intervenciones de Rusia en Crimea, entre tantos otros ejemplos, no nos daba alguna pista?

Lo que pasa es que es frecuente que no veamos lo que no queremos ver y que las cosas no tengan sentido hasta que se lo damos. En estos últimos años hemos asistido a conflictos políticos significativos en el Este, pero hemos sabido más de iniciativas de respuesta en el ámbito de la defensa que en el de la paz y la democracia, siendo todo la constelación de ofertas y peticiones de entrada en la OTAN que se han producido en el Este europeo su mejor exponente. La escasa capacidad de anticiparse con realismo y proactividad al conflicto, mostrada por la UE y Estados Unidos, dan otra muestra de lo alejados que están los relatos, las percepciones y la realidad.

Evidentemente ninguna de estas observaciones pretenden enmendar a Vladimir Putin, un tipo realmente peligroso e inquietante, que además esta armado hasta los dientes con armas nucleares y del que no se puede dar nada por supuesto. Sobre todo no se puede suponer que tiene un límite del cual no pasará en ningún caso. Porque una cosa es ser una potencia militar y otra es tener una actitud belicista, haber sido potencia protagonista de una buena cantidad de actuaciones militares y guerras en las últimas décadas. No creo que haya en el mundo ahora mismo mejor currículum con experiencia militar que el de Putin, porque Rusia ha participado en un gran número de escenarios bélicos por todo el globo y no de forma especialmente contenida. De ahí que tampoco le suponga ningún esfuerzo moral ir incrementando paulatinamente la intensidad bélica en Ucrania, estos días mediante el bombardeo urbano.

De ahí que el escenario actual presente una gran incertidumbre, en el que todo el mundo se mueve por el método del ensayo-error, a falta de referencias claras que den garantías plenas a cualquier estrategia. Una de las grandes novedades es el abanico de medidas recogidas bajo el concepto de “sanciones”, puestas en marchas por los países occidentales. En ellas se juntan medidas de tanta trascendencia como los bloqueos bancarios, con otras simbólicas dirigidas a potenciar el malestar de la población rusa, ya sea la expulsión de equipos rusos de competiciones deportivas internacionales o expulsar a Rusia de Eurovisión. Sería todo un logro para la humanidad probar que con un surtido de medidas como estas es posible desactivar una guerra sin necesidad de mover ejércitos ni ocupar el país agredido, pero la sensación a esta hora es que no está claro que eso vaya a suceder. Progresivamente va ampliándose la participación bélica de los países de la UE, con un colofón importante en la parte que nos toca: el anuncio realizado por Pedro Sánchez este miércoles de enviar armas bilateralmente a Ucrania.

En este difícil escenario es importante también para nosotros no discutir con nuestros cuñados, ni tampoco convertirnos en cuñados, lo cual sería especialmente preocupante en mi caso porque ni siquiera tengo hermanos. Pero eso no quiere decir que no podamos reflexionar. Nos podemos preguntar si sería oportuno o no que fuerzas militares europeas o estadounidenses entrasen en territorio ucraniano, sin acusar a la UE de ser unos cobardes por no enviar fuerzas militares europeas a territorio ucraniano. Y podemos hablar de ello porque hay una gran  parte del territorio ucraniano que no está siendo atacado, porque otras veces hemos visto la intervención de coaliciones internacionales en casos de agresión externa y porque internarse en el mismo podría ser una forma oportuna de proteger la soberanía del país agredido. Lo que pasa es que también significaría internacionalizar más el conflicto en lo militar y elevar la tensión con Rusia, lo que en términos de “psicología de los conflictos” podría provocar en Putin una salto de calidad en su escalada militar con incremento del riesgo nuclear.

Así estamos a esta hora, en que las macrogranjas ya son un lejano recuerdo y en que parte del mundo quiere evitar un conflicto que ya ha empezado, sin saber realmente si ese conflicto es evitable. En eso consiste vivir bajo la incertidumbre, que siempre estuvo allí, pero nunca fue tan evidente.

 

4 comentarios en “El mundo después de Putin

  1. Hemos vivido dos guerras simultaneas.Una real y de consecuencias catastróficas y Otra de cartón piedra auspiciafa por la prensa amarilla ,en la que se han roto muchos huevos…¡ay!.
    Dice Feijóo que no viene para insultar a Pedro Sánchez sino para ganarlo
    No se si es un reproche a Casado por los insultos vertidos contra el presidente del Gobierno o ponerle las riendas a la boca de Ayuso…
    Me pregunto qué van a decir de ahora en adelante Ayuso y los diputados del PP.
    NO están preparados psicológicamente para dejar de insultar al presidente y a su gobierno…JAJAJA…que nervios

  2. Dadas la enorme diferencia armamentística entre invasor e invadido se ve difícil que Ucrania pueda conseguir evitar el ser engullido. Parece que volveremos a un nuevo muro de Berlín, con la probable diferencia de un mayor enfrentamiento por la vía de guerra de guerrillas y un mayor apoyo internacional que complique a Rusia eĺmantener la adhesión del territorio.
    Me encantaría equivocarme y que todo finalice con un repliegue del ejército ruso, pero lo veo improbable. China será la clave a corto plazo y no la veo enfrentándose a Putin.
    Si occidente mantiene la presión económica,aún a costa del sacrificio propio, el régimen de Putin lo va a tener complicado y si se genera un descontento interno y una represión contra su propio pueblo, Putin no lo va a pasar nada bien. Igual llega un momento en el que tiene que decidir que tipo de salida personal escoge, si la de Hitler o la de Ceaucescu.

  3. Lo que se está viendo es que el mundo después de la guerra en Ukrania va a cambiar enormemente en lo referente a apoyos en los que se sustentan las dictaduras. Es claro que Rusia, el clásico apoyo de las dictaduras bananeras, está siendo considerada como potencia con grandes riesgos de perder poder en todos los campos, por lo que hay que buscarse otros apoyos. En las últimas votaciones relativas a poner en marcha investigaciones sobre vulneraciones de derechos humanos y actuaciones genocidas que se están dando en Ukrania, Cuba, Venezuela, y otros muchos, dejan de votar con Rusia y se cogen de la mano de China.

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