LNBL

La esperanza es lo último que se pierde y en este país parece que nos hayamos olvidado. En serio, la situación económica es muy mala, y todavía no ha tocado fondo, pero lo peor es el decaimiento general, la depresión colectiva en la que estamos cayendo, el absentismo vital que está permeando nuestros poros, como si fuera irremisible que el apocalipsis se desplomara sobre nuestras cabezas.

El histrionismo de los medios de comunicación tiene mucho que ver porque una cosa es perder el puesto de trabajo y otra mucho peor estar oyendo todo el día en toda radio o televisión que se precie, que no hay ninguna posibilidad de encontrar otro empleo o siquiera de montárselo en plan autónomo por falta de crédito. El que tiene trabajo tiene trabajo todavía, acepta los retrasos de la nómina sin rechistar y firma donde haga falta una reducción salarial con tal de poder seguir trabajando. Por no hablar de los pensionistas, que temen tener que dedicar sus pensiones a gastos sanitarios otrora gratuitos, en tanto duren, porque sin duda bajarán.

Por supuesto la zafiedad de nuestra calidad institucional no ayuda. El Presidente del Tribunal Supremo resiste impúdicamente la revelación de todas sus desvergüenzas, Rato se atreve a defender públicamente su gestión, Mas declara no estar al corriente de cómo se financia su partido, el PP valenciano se descompone, colea el escándalo de los EREs, no se renueva en plazo el Tribunal Constitucional, se nombra unilateralmente al próximo presidente de la RTVE y éste y otros nombramientos se deciden antes de su preceptivo refrendo parlamentario.

Sospecho que en parte la desmoralización colectiva responde al complejo de culpa que todos y cada uno llevamos dentro por haber vivido alegremente durante los años de fiesta, unos comprando chalés con hipotecas de dudosa viabilidad, otros cenando en restaurantes de factura inimaginable antes de la llegada del euro. ¿Se acuerdan de cuándo la copa a mil pelas, que hoy puede costar, que no valer, 15 euros, o la comida a cinco mil -hoy a 60 euros- parecían carísimas?

Sí, obramos el milagro de la transición pero la hemos cagado, todos, en los últimos 15 años. Ahora bien, unos más y otros menos. A mí que me registren. Sí, estos años he vivido muy bien, como todos, cada uno a su nivel, pero no por encima de mis posibilidades (deuda cero) y no precisamente por haberme forrado especulando con pisos, suelo, comprando y vendiendo empresas o especulando con derivados financieros. Esos sí que se han forrado y, además, son los responsables directos de la situación en la que nos encontramos.

La mera noticia de que la fiscalía anticorrupción haya abierto una investigación sobre el proceso de constitución de Bankia para verificar si se cometieron delitos durante la fusión de Cajamadrid, Bancaja y 5 otras cajas de ahorros, es sin duda un motivo de esperanza. De acuerdo, será muy difícil probar que los que comandaron el proceso, y se embolsaron sustanciosas primas con él, falsearon a sabiendas. Pero algo es algo, por lo menos se tendrán que dejar un dinerito en abogados.

Además, el Primer Ministro islandés ha sido absuelto de cualquier responsabilidad penal o civil por la quiebra en la que cayó su país bajo su mandato y son legión los altos ejecutivos, americanos y europeos, y también los economistas y opinadores financieros profesionales, que se han ido de rositas tras diseñar, empaquetar, recomendar y endosar los más variados y sofisticados productos financieros que, sin embargo, presentan un asombroso parecido con el timo de la estampita. Y ninguno ha ido, o irá, ni en España ni en el resto del mundo, a la carcel.

Así que no hay justicia aquí pero tampoco fuera. Mal de muchos consuelo de tontos pero, consuelo al fin y al cabo, sobre todo si la condición de tonto ya la tenemos asumida, aunque sólo sea por la cara que se nos pone cuando oímos las variaciones sobre la prima de riesgo.

Permítanme un inciso. Es absolutamente increíble el grado de consenso social sobre la importancia de la prima de riesgo, sólo comparable a la ignorancia generalizada sobre lo qué es, cómo funciona, a qué responde y lo que implica. Así, nos engañan haciéndonos creer que un aumento implica que automáticamente se encarece la refinanciación de la deuda española, cuando en realidad sólo afecta directamente a los que quieren vender bonos españoles ya comprados al Estado. Pero, desde otra perspectiva, también es una señal de madurez de la ciudadanía española, de nuestro pueblo. No entendemos por qué pero sabemos que es señal de que la cosa no va bien, lo cual es, obviamente, cierto.

Volviendo a las buenas noticias, parece que tres vocales del Consejo General del Poder Judicial van a tratar de comparecer ante el Congreso para dar explicaciones sobre su privilegiadísimo régimen de gastos y jornada laboral. No creo que les dejen pero es señal de que queda alguien con un mínimo sentido de la vergüenza.

Y otra más. El Gobernador del Banco Central negó ayer una nueva ronda de «barra libre» de liquidez bancaria, pero el Banco no subió el tipo de interés y todo parece indicar que se está formando un consenso -no ya europeo sino internacional- sobre la necesidad de encontrar urgentemente atajos para mitigar los efectos de la crisis financiera española. Técnicamente ello implica consentir que el Fondo Europeo de Estabilidad pueda prestarle dinero a los bancos españoles en necesidad, directamente o más probablemente a través del FROB español, creado para asistir a nuestros bancos en tales casos pero ya agotado.

Nunca he entendido cómo los que más tienen que perder, esto es, los acreedores internacionales de los bancos y empresas españolas, no se dan cuenta de la imperiosa necesidad de evitar que España entre en una espiral deflacionista que no tiene otro final que la quita de la deuda, es decir, el impago de una gran parte de la misma. Es lo mismo que el chiste aquel de que si le debes mil euros al banco tienes un problema, pero si le debes un millón es el banco el que tiene un problema. Pero por la misma razón, parece que van a dar su brazo a torcer de manera que sean nuestras entidades financieras las que sean intervenidas de facto, y no el grueso de la población, al menos no más allá de lo que ya lo estamos.

Así que arriba el ánimo. El dinero es sólo lo tercero más importante tras la salud y el amor. Tratemos de ser prudentes con el dinero, sacando algunos euros del banco no vaya a ser que finalmente volvamos a la peseta, tratando de reducir gastos un 20% por si acaso nos bajan el sueldo o la pensión (o en caso contrario, darnos un homenaje cuando haya pasado el peligro), redescubriendo placeres más sencillos y baratos que a los que nos hemos acostumbrado en los últimos tiempos (¿Dónde está escrito que las Seychelles son más bonitas que Las Hurdes?) y también, dedicando la atención justa a los problemas macroeconómicos. Disfrutemos del hecho de que de nuevo habrá un finalista español en Roland Garros y apasionémonos con La Roja a poco que seamos capaces de meter algún gol.

El Gobierno es muy torpe y previsiblemente lo seguirá siendo, pero esto no es nada nuevo. Nuestras instituciones democráticas dejan mucho que desear pero son necesarias muchas décadas para desarrollar hábitos democráticos saludables y sólidos. Tenemos buen clima, buena gastronomía y, sobre todo, una actitud muy saludable ante la vida, y se lo dice uno que ha viajado un poco y ha sido testigo de cómo muchos otros, mucho mejor situados que nosotros, no son realmente capaces de disfrutar plenamente de lo que tienen.

Nos ha tocado una mala época, la peor desde los años 30 del siglo pasado, que se dice pronto. Pero pasará, más tarde que pronto, pero pasará. Afortunadamente nuestra suerte está íntimamente unida a la de nuestros acreedores y o nos salvamos todos o nos vamos todos juntos al hoyo. Y no creo que consientan que eso pase.

Por último, si el barco se va a hundir irremisiblemente, mejor que te pille ajeno tocando música como la orquesta del Titanic que asfixiao todo el día dándole vueltas a la prima. ¿No?

PD: No olviden lo de sacar unos euros. No demasiados no vaya a ser que aceleremos el proceso, pero unos pocos sí, por siaca.