Juanjo Cáceres
Sin comerlo ni beberlo, llegaron las elecciones catalanas, y casi coincidiendo con ese alegre anuncio, el pasado fin de semana tenía lugar el congreso del PSC, donde la noticia no fue solo la requeteconfirmación de Salvador Illa como candidato a la presidencia de la Generalitat, sino, sobre todo, los signos de que la estructura del partido preparaba su entrada en el próximo gobierno de la Generalitat.
Entre los mismos, no sorprende demasiado que la alcaldesa de Sant Boi y presidenta de la Diputació de Barcelona, Lluïsa Moret, acabase situada como número 2, posición que de hecho ya ejercía en la ejecutiva anterior. Sí lo es la condición adquirida por Nuria Parlón, alcaldesa de Santa Coloma, que al convertirse en portavoz culmina su ciclo de reconciliación con la estructura orgánica socialista, después de aquellas primarias a cara de perro que perdió con el eterno Miquel Iceta -el cual sigue, por cierto, en su condición de presidente del partido. La visibilidad que ostentarán también nombres clásicos como la alcaldesa Nuria Marín (Hospitalet de Llobregat) o Antonio Balmón (Cornellà), hacen pensar que varios de ellos, como los anteriores nombres mencionados, estarían en la parrilla de salida para ocupar carteras de Conseller/a en la próxima legislatura y proceder así, por fin, a su relevo municipal, ahora que todavía faltaran casi tres años para las próximas municipales y que el nuevo alcalde tendría tiempo de asentarse tras la salida de ciertos dinosaurios que aún conservan la vara de mando.
Porque si algo parece probable tras la precipitada convocatoria de elecciones por parte de Pere Aragonés, es que dentro de pocas semanas el PSC puede volver a estar al frente de la Generalitat, poniendo así a una etapa ininterrumpida de gobiernos soberanistas que se ha prolongado durante 14 años. Una posición que probablemente no podrá ostentar sin el apoyo necesario de una segunda fuerza, presumiblemente ERC, con quien los engranajes políticos parecen irse ajustando en el Ayuntamiento de Barcelona y en otras latitudes.
El problema, no obstante, para el PSC, es que de momento esta no deja de ser más una probabilidad, que una certeza. Tanto Junts como ERC conservan todavía una notable contingente de voto soberanista que podría permitir aritméticamente la configuración de un gobierno compuesto por ambos. Otra cosa es la calidad de sus relaciones y todo lo que pueda generarse alrededor de la hipotética candidatura de Puigdemont a la presidencia impulsada por Junts. Tampoco es ni mucho menos descartable que sea Junts quien acabe haciendo a Illa presidente, si ello les permite fastidiar a ERC sin fastidiarse demasiado a ellos mismos y recuperarse un poco de esa travesía por el desierto en que andan metidos desde su salida del gobierno Aragonés.
De ahí que estas elecciones vayan a ir principalmente de estas dos cuestiones: de si el PSC es capaz de marcar suficiente distancia de sus perseguidores para que la presidencia no peligre y de si el dúo Junts-ERC conserva todavía un contingente de votos relevante y encuentra una solución alternativa a la hegemonía socialista. La única incógnita es el papel que en medio de estos equilibrios puede jugar Puigdemont. En lo que al resto de partidos se refiere, bastante trabajo tendrán para conservar su caudal electoral, tras unas elecciones que pueden polarizarse mucho entre los principales candidatos y una convocatoria anticipada que va a enviar a gran parte de los mortales a la misma abstención en que se refugiaron durante las municipales. Más aún, tras ser llamados una vez más a votar sin tener ningunas ganas de ello.
Pero cabe detenerse al menos en la espoleta que ha hecho explotar la bomba electoral, es decir, el voto en contra de los Comunes a los presupuestos de la Generalitat, por lo que hemos llegado a ese momento en que el texto que están leyendo transitará rápidamente de la seriedad a la parodia. Una vez más los Comunes han intentado asomar la cabeza en el marco de una negociación presupuestaria, porque los días de diario siguen estando muy en la sombra de la política catalana y sus opciones de colarse en el gobierno catalán siguen siendo entre remotas e inexistentes. Se trata de una nueva entrega de su gran éxito, “asalto al Palau de la Generalitat”, que siempre suena cuando llegan los presupuestos y que en anteriores ocasiones les había permitido publicar por Telegram magníficas infografías de todo lo que habían negociado y conseguido del Govern, aunque luego después ninguno de esos supuestos logros se notase ni por asomo y hayan seguido estando pendientes de ejecución y despliegue compromisos recogidos en leyes que se remontan incluso hasta a dos legislaturas atrás, como la mitológica cobertura bucodental gratuita (Llei 11/2020 del 13 d’octubre).
Con los presupuestos caídos a los pies del Hard Rock, los Comunes se adentran esta vez en las elecciones en solitario, tras la ruptura con un Podemos que tira los tejos a Esquerra Republicana, después de las cariñosas palabras que Gabriel dedicó a Irene durante los debates de investidura de la presente legislatura del Congreso. La verdad es que las posibilidades de conseguir un huequecillo en las listas de ERC siempre son altas, pues por allí han desfilado todo tipo grupos y subgrupos, desde fuerzas comunistas a fuerzas poco progresistas, y ha sido muy frecuente que, sin que se publicite demasiado en ningún sitio, hayan acabado haciendo coaliciones extrañas y colando gente en puestos de salida. Podem, en tanto que partido fallido en Catalunya, organización completamente derrumbada y agrupación gestionada por gente que no sabe dónde tiene la mano izquierda, puede acabar haciendo posible que los mismos que conspiraron en 2017 para apartar del mando de Podem a Albano Dante Fachín por soberanista, se echen de cabeza a los brazos de ERC en 2024. Y si digo los mismos es porque son los mismos: las mismas personas. Pero no se sorprendan: no en vano aquello siempre pareció una versión castiza de “Juego de tronos”.
Finalmente, en materia de alerta antifascista, atención a la bochornosa amenaza de que Aliança Catalana pueda conseguir representación, tal y como algunas encuestas empiezan a dar por posible, con la alcaldesa de Ripoll al frente. Esa alcaldesa que exhibe en redes una islamofobia tan vergonzosa como extravagante, en las que incluso llama moro al presidente de la Generalitat, puede acabar encontrando su nicho electoral en medio de la decadencia del soberanismo y en ese tufillo de intolerancia que emana de sectores muy diversos de la sociedad catalana, a la que te pones a rascar un poquito.
Aunque bien mirado, puede que ese sea el legado definitivo de esta Catalunya decrépita, en la que Vox no ha tenido dificultad para acomodarse en el Parlament, ni para colarse en numerosos ayuntamientos. En la que cada vez que se abren las urnas, ocurre un poco lo mismo que con la escudella: siempre son más o menos los mismos ingredientes, con pequeños cambios y alguna variación en las proporciones, y aunque a veces sepa un poco diferente, el regusto es parecido y la digestión siempre es pesada. Como pesada se va a hacer esta campaña y la carrera por ser el primero en llegar a Palau.
Me veo un Illa tratando de pactar con Junts y ERC. Y me veo a los primeros hacer las cosas más difíciles teniendo la carta de Bruselas jugando. Los viejos hábitos de la calle Corsega no desaparecen.
Me declaro incapaz de prever lo que pueda pasar en Cataluña. Eso sí, si el PSC es el partido más votado y no te digo si encima consigue gobernar, tendré la certeza de que la amnistía es no solo buena para que no gobierne la derecha extrema en España sino también para la convivencia en Cataluña. Ojalá.
No sé para qué hace un Congreso Luminoso el PSC , un partido cuyo Secretario General ( Primer Secretario ) se declaraba , sin que nadie se lo hubiera preguntado , creyente .Así , tal cual , como el gesto aristocrático y diferenciado de un dandy. Jamás le he entendido una palabra , ni buena ni mala ; habla bajo y es filósofo y creyente , como San Agustín. Durante la pandemia tuvimos ocasión de verle y escuchar sus bisbiseos respaldado por un comité de expertos fantasma que en realidad , pasada la fase más crítica , nunca existió. Preside el partido un orondo Iceta , un millonario diletante no exento de cierto relumbrón , un “ bon vivant ” que adora los nombramientos de la Corte y las embajadas « de lo que sea ».
Sin olvidar a Jaume Collboni , un fenómeno muy propio de este singular partido , un personaje lampedusiano con un palco vitalicio en el Liceu y bien armado para llegar a ser Molt Honorable Président . Genio y figura adornado de la suficiente plasticidad para reunir a los pijoapartes de UGT , empresarios pragmáticos catalanistas , adocenados bebedores de vermut dominguero en las ramblas , y sobre todo , un seny crepuscular que podría recibir los definitivos sagrados óleos de la Corona Española a título de gran reconciliación como ya sembró con una de las primeras medidas significativas de nuevo alcalde , normalizando las relaciones con la Corona al ser recibido por nuestro buen y paciente rey Felipe VI en el Palacio de la Zarzuela, un hecho que no se daba desde hacía 17 años.
Es decir , no estaría mal un personaje así en lugar de Illa , más cercano a un empresario de pompas fúnebres en una Barcelona que entierra a sus “ muertos ” en el procés con un Sánchez en retirada.