Ucrania y los nazis

LBNL

El que más y el que menos se habrá extrañado – cuando no escandalizado – por las repetidas diatribas de Putin sobre que Ucrania es un país dominado por los nazis, lo cual es todavía más increíble teniendo en cuenta que el Presidente Zelensky es judío. Pero tiene su lógica, aunque más difícil de entender desde la España ajena a la segunda guerra mundial. Porque lo cierto es que, simplificando, el ejército rojo soviético hubo de luchar en media Europa contra los nazis apoyados por las milicias locales fascistas. El apoyo de los locales “buenos”, los partisanos, también en Ucrania, no cuenta en el imaginario ruso porque eran principalmente comunistas y por tanto dispuestos a la integración en el imperio del hombre nuevo dirigido desde Moscú. Ergo, los nacionalistas locales que hoy se oponen al destino común con Rusia son herederos ideológicos de los nazis, con independencia de que no sean antisemitas y se rijan por principios democráticos.

Un amigo letón me comentó hace un par de años que durante muchos años odiaron la ocupación alemana pero que bastó un año de “liberación” rusa, soviética, para que se echaran en brazos de los alemanes para combatirla. Ergo, nazis. Y los que hoy se resisten a la dominación rusa, tres cuartos de lo mismo. Es una lógica falaz pero muy simple, y que cala en la población rusa, la que más bajas sufrió a manos de los nazis – ¿27 millones? Incluyendo claro está a los partisanos locales que luchaban junto a ellos – y que venera la efeméride del 9 de mayo – la liberación de Berlín – todavía hoy con entusiasmo.

De ahí que los expertos sospechen que Putin va a desencadenar en cuanto pueda una ofensiva masiva en el Donbás para llegar al 9 de mayo con algo que presentar como una nueva victoria contra los sempiternos enemigos de la nación rusa: los nazis, es decir, los que se oponen a su destino común bajo el yugo de Moscú.

Hace un par de décadas un jefe mío alemán le respondió a un líder palestino que él había aceptado que los errores de su país hacían imposible reclamar la soberanía de muchos territorios que tradicionalmente habían pertenecido a Alemania. Como Kaliningrado, hoy rusa pero antes la Konisberg prusiana. Otros territorios antaño alemanes hoy forman parte de Polonia como territorios antaño polacos, o del imperio astro-húngaro, hoy son Ucrania. O Serbia. Por no hablar de Rumanía y Moldavia o de Bulgaria y Macedonia. O de Grecia, que todavía hoy tiene decenas de miles de “griegos” poblando las ciudades del litoral del Mar Negro, incluido la asediada Mariúpol.

Ante semejante panorama caben dos opciones. La moderna es respetar las fronteras existentes, exigir el respeto a las minorías nacionales dentro de los Estados existentes y fomentar la cooperación regional. La de Putin es recuperar el pasado en el que todos esos pueblos convivían bajo el dominio de Moscú, o todavía mejor, de San Petersburgo. Por las buenas si es posible, proporcionándoles gas barato y por las malas si no hay más remedio ya que su resistencia supone una amenaza intolerable para Rusia como argumenta sin miramientos Karaganov, que llega a afirmar que como resultado de la guerra los ucranianos serán mucho más amistosos con Rusia en el futuro…

Lo cierto es que Ucrania vivía en paz con sus vecinos y que sus medidas más polémicas contra Rusia – limitación de derechos lingüísticos para las minorías, cierre de medios de comunicación ruso-hablantes… – son consecuencia antes que causa de la invasión rusa del Donbás y la anexión de Crimea. En Ucrania hay nacionalistas extremos y filo nazis, como en todas partes, pero muchos más – incluido el Batallón Azov – a resultas de la agresión rusa de 2014 porque la narrativa del Kremlin se replica también del otro lado: la derecha nacionalista se crece contra la agresión rusa, como lo hace también por toda Centro Europa.

Pero Ucrania no es un país nazi, como tampoco lo es Polonia por más que la gobierne un partido carca recalcitrante estilo VOX, como tampoco lo es Hungría, el campeón de la democracia iliberal decimonónica curiosamente tan próxima al Kremlin en casi todo.

Lo único parecido a lo nazi que tenemos hoy en día es la invasión rusa, muy similar a la de Hitler respecto a Renania, los Sudetes, Austria (pacífica) y Polonia. Putin posiblemente no caerá a corto plazo y probablemente se llegue a un acomodo con él después del 9 de mayo, si es que es capaz de presentarle al sacro santo pueblo ruso un remedo de victoria suficiente como para justificar un armisticio. Digo bien armisticio porque la paz, a corto y medio plazo, es imposible porque el mínimo que exige Putin – desmilitarización y neutralidad de Ucrania y reconocimiento de sus conquistas en el sur – exceden con mucho el máximo que cualquier gobierno ucraniano puede conceder. Por no hablar de la OTAN, de Occidente, que no va a aceptar por la fuerza cerrar sus puertas a cualquier país soberano que quiera incorporarse.

2 comentarios en “Ucrania y los nazis

  1. Gran colofón al análisis ucraniano para iniciar la Semana Santa. No veo demasiado probable que esto acabe en unas tres semanas…

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