Los anillos de la serpiente

Arthur Mulligan

El 22 de pradial (10 de junio) de 1794, Couthon (miembro del Comité de Salvación Pública, uno de los amigos y aliados de Robespierre) presentó ante la Convención un proyecto de ley redactado por él, con el acuerdo de Robespierre, dirigido a completar y a reformar el Tribunal revolucionario.

Después de criticar el funcionamiento de la justicia – «el orden judicial era tan favorable al crimen como opresivo para el inocente», dijo -, Couthon explicó el motivo de la ley: «El retraso en castigar a los enemigos de la patria no debe ser más que el tiempo de reconocerlos; se trata menos de castigarlos que de aniquilarlos». Así para hacer más rápida y efectiva la justicia revolucionaria, la ley proponía que las pruebas «morales» valieran tanto como las pruebas «materiales» en la condena de un sospechoso y que «la regla de las sentencias» fuera «la conciencia de los jurados», por lo que se suprimían los abogados defensores de los acusados. La ley fue aprobada pero levantó las suspicacias del Comité de Seguridad General que ni siquiera había sido consultado durante su redacción.

Este hecho es considerado por muchos historiadores de la Revolución Francesa como el inicio de la caída de Robespierre, el exponente máximo del radicalismo político moderno, la máquina de extender todas las sospechas que concluían en sentencias de muerte, tratando de convertir una esperanzadora revolución en una dictadura.

Siglo y medio más tarde, Nikita Khrushchev presentaba un informe secreto al Comité Central del Partido al XX Congreso: «En numerosos discursos pronunciados por delegados a ese Congreso, y también durante la reciente sesión plenaria del Comité Central, se dijo mucho acerca de los efectos perjudiciales del culto a la personalidad. Después de la muerte de Stalin el Comité Central del Partido comenzó a estudiar la forma de explicar, de modo conciso y consistente, el hecho de que no es permitido y de que es ajeno al espíritu del marxismo-leninismo elevar a una persona hasta transformarla en superhombre, dotado de características sobrenaturales semejantes a las de un dios. A un hombre de esta naturaleza se le supone dotado de un conocimiento inagotable, de una visión extraordinaria, de un poder de pensamiento que le permite prever todo, y, también, de un comportamiento infalible.

Entre nosotros se asumió una actitud de ese tipo hacia un hombre, especialmente hacia Stalin, durante muchos años.

… Nos incumbe considerar cómo el culto a la persona de Stalin creció gradualmente, culto que en momento dado se transformó en la fuente de una serie de perversiones excesivamente serias de los principios del Partido, de la democracia del Partido y de la legalidad revolucionaria. Debido a que todos no se han dado cuenta cabal de las consecuencias prácticas derivadas del culto al individuo, del gran daño causado por el hecho de que se haya violado el principio de la dirección colegial en el Partido, concentrando un poder limitado en las manos de una persona, el Comité Central del Partido considera absolutamente necesario exponer los detalles de este asunto al XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética.

Durante la vida de Lenin, el Comité Central del Partido fue la expresión real de un tipo de gobierno colegial, tanto para el Partido como para la nación. Debido a que fue un revolucionario marxista militante que jamás dejó de acatar los principios esenciales del Partido, Lenin nunca impuso por la fuerza sus puntos de vista a sus colaboradores.

(…) En la práctica, Stalin ignoraba las normas de la vida del Partido y pisoteaba los principios leninistas de gobierno colegial. La tendenciosa actitud de Stalin hacia el Partido y el Comité Central se puso plenamente en evidencia después del XVII Congreso del Partido, que se realizó en 1934.»

[y después de relatar los abusos y asesinatos del camarada Stalin procedía a citar ejemplo de la vanidad de Stalin]:

«¡Camaradas! El culto al individuo alcanzó proporciones tan monstruosas debido principalmente a Stalin, puesto que él utilizó todos los medios concebibles para enaltecerse. Múltiples pruebas respaldan lo que acabamos de observar. Uno de los más característicos ejemplos de la forma en que Stalin se enaltecía, se encuentra en la absoluta falta de modestia que exhibe en su «Breve Biografía» publicada en 1948. Este libro es la expresión de la adulación más servil y un ejemplo de cómo se endiosa a un hombre, transformándolo en un sabio infalible, en el más grande líder, en el estratega más sublime de todos los tiempos y de todas las naciones. Ya es imposible encontrar palabras que puedan acercarlo más al cielo.

No es necesario dar ejemplos aquí de la odiosa adulación que satura este libro. Basta decir que Stalin los aprobó todos y que editó él mismo el libro. Él insertó algunas alabanzas en el de su puño y letra. ¿Qué es lo que Stalin consideraba indispensable incluir en este libro? ¿Intentó en alguna ocasión disminuir los halagos que contenía su «Breve Biografía»? No; señalaba los lugares en que, según su parecer, no se le halagaba lo suficiente. He aquí algunos ejemplos característicos de lo que Stalin agregaba de su puño y letra:

«En la lucha contra los escépticos, los capituladores los trotskistas, los zinovietistas, bujarinistas, los kamenevistas, se aglutinaron definitivamente, después de la muerte de Lenin, los núcleos más destacados del Partido que levantaban el estandarte de Lenin. Ellos agruparon al Partido en torno a los principios de Lenin y guiaron al pueblo soviético por el camino de la industrialización y de la colectivización de la economía rural. El líder de este núcleo, su fuerza directriz, tanto en el Partido como en el Estado, fue el camarada Stalin.»

Es posible dar muchos ejemplos semejantes de adulaciones escritas por él mismo en las pruebas de los textos del libro. Se dota especialmente y con mucha generosidad de genio militar y de talento estratégico. Citaré un trozo que insertó Stalin respecto a su genio militar

«La ciencia militar soviética, ya muy avanzada, recibió aún mayor impulso del camarada Stalin. El camarada Stalin elaboró la, teoría de los factores operantes permanentes que deciden las guerras, la de la defensa activa, y las leyes de la contraofensiva y de la ofensiva, de la cooperación de todos los servicios y de todas las armas en la guerra moderna, el papel que desempeñan las grandes masas de tanques y las grandes fuerzas aéreas en las guerras modernas, y la artillería, por ser la más formidable arma de todos los servicios. En las diversas etapas de la guerra el genio de Stalin descubrió las soluciones exactas y ellas tomaban en cuenta todas las situaciones.»

[Después de otras descripciones, el informe se pregunta ¿por qué no se rebelaron los miembros del politburo? Y se responde] :

«Stalin encabezó el Gobierno y el Partido durante 30 años, en los cuales se lograron muchas victorias. ¿Cómo pudo ser esto? En mi opinión, esta pregunta sólo pueden hacerla las personas cegadas, hipnotizadas irremediablemente por el culto a la personalidad, sólo por aquellos que no entienden la esencia de la revolución y del Estado soviético, sólo por aquellos que no entienden, en un sentido leninista, el papel desempeñado por el Partido y por la nación entera en el desarrollo de la sociedad soviética.

La Revolución Soviética la realizaron la clase trabajadora y los campesinos pobres con ayuda parcial de la clase media campesina. Fue ganada por el pueblo conducido por el Partido Bolchevique. El gran servicio prestado por Lenin fue el de crear un partido militante de la clase trabajadora, pero él iba armado por una compenetración marxista de las leyes del desarrollo social y él templó este Partido en la lucha revolucionaria de las masas y del pueblo. Ustedes recordarán bien las sabias palabras de Lenin respecto a que el Estado Soviético es fuerte, porque las masas tienen conciencia de que la historia es creada por los millones y las decenas de millones de personas que forman el pueblo. Nuestras históricas victorias las obtuvimos gracias a la organización dada por el Partido, a las muchas organizaciones provinciales y al abnegado trabajo del pueblo. Estas victorias fueron el resultado del gran empuje y la gran actividad de la nación y del Partido en conjunto; no son todas fruto del genio de Stalin como se intentó hacer creer durante el periodo del culto a la personalidad.

Algunos camaradas pueden preguntarnos: ¿Dónde estaban los miembros del Politburo del Comité Central? ¿Por qué no lucharon a tiempo contra el culto al individuo? ¿Y por qué esto se está haciendo sólo ahora?

Ante todo debemos considerar el hecho de que los miembros del Politburó miraron estos asuntos de una manera diferente en diferentes épocas. Inicialmente muchos de ellos apoyaron activamente a Stalin porque Stalin era uno de los más fuertes marxistas y su lógica, su fuerza y su voluntad tenían gran influencia sobre los núcleos y parcialmente sobre el trabajo.

Quien intentara oponerse a cargos y sospechas sin base, esgrimidas contra inocentes, terminaba por caer víctima de la represión. Esto fue justamente lo que perdió al camarada Postyshev. En uno de sus discursos, Stalin reveló su disconformidad con Postyhev y terminó preguntándole: «¿Qué es Ud. realmente?». Postyshev le contestó en voz alta: «Soy un bolchevique, camarada Stalin, un bolchevique». En un comienzo se consideró que esta aseveración constituía una falta de respeto hacia el camarada Stalin y posteriormente se le miró como un acto malvado y esto fue la causa de que se aniquilara a Postyshev, tildándosele de «enemigo del pueblo». Cuando aún persistía esta situación, conversé en varias ocasiones con Bulganin; y una vez, cuando los dos íbamos juntos en automóvil, me dijo: «Ha sucedido a veces que un hombre ha ido a visitar a Stalin, invitado por él como amigo, y se ha sentado a su mesa sin saber si luego iba a regresar a su casa o se le llevaría preso». Es obvio que en tales circunstancias la situación de los miembros del Politburó era dificilísima. Ahora si agregamos a esto el hecho de que en los últimos años no se convocaron sesiones plenarias del Comité Central y que sólo ocasionalmente se reunía el Politburó, se comprenderá cuán difícil resultaba al Politburó defender a quienes se acusaba injustamente.»

[Y terminaba]:

«Camaradas: El XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, pone de manifiesto con nuevo vigor la inquebrantable unidad de nuestro Partido y su cohesión en torno al Comité Central, como también su decisión de lograr la culminación de su gran tarea que es construir el comunismo. (Aplausos tumultuosos). Y el hecho de que nosotros hayamos presentado en todas sus facetas los problemas que se plantean para destruir el culto a la personalidad, que es ajeno al marxismo-leninismo, como también la pesada tarea de liquidar sus consecuencias, es una prueba más de la gran fuerza moral y política de nuestro Partido. (Prolongados aplausos).

Tenemos la seguridad más absoluta de que nuestro Partido, fortalecido por las históricas resoluciones del XX Congreso, conducirá al pueblo soviético por la senda leninista hacia nuevos éxitos y nuevas victorias. (Aplausos prolongados y tumultuosos)

¡Viva el victorioso estandarte de nuestro Partido, el Leninismo!»

Pues bien, ambas revoluciones cambiaron el mundo inspirando a su vez nuevos cambios; ambas reunieron lo mejor y lo peor de la condición humana y ambas devoraron a sus hijos.

Robespierre y Stalin compartieron una visión desconfiada frente a sus pueblos organizados en estructuras políticas; utilizaron doctrinas emancipadoras como sus más devotos servidores y en su inicio, compartieron un fondo de religiosidad puritana que predicaron mediante el terror.

Robespierre asumió la labor de brindar al Gobierno revolucionario una base moral, coherente y apasionada, que inspire y justifique sus actividades. Una de ellas es el uso del terror. El recurso al terror no es nada nuevo: se ha encarnado desde hace siglos en la soberanía, sobre todo en los momentos de crisis de Estado.

El Gobierno revolucionario, sostiene Robespierre, ha situado al terror en una posición nueva y moralmente defendible, dado que, en la nueva República, la soberanía está encarnada en el pueblo y no en la persona del gobernante. Sobre esta base, el Gobierno ha desplegado con libertad los métodos del terror en el ejercicio de lo que llama el «despotismo de la libertad frente a la tiranía». Este hecho ha propiciado una conjunción de virtud y terror nunca vista en la historia de la humanidad: «La virtud, sin la que el terror es funesto; el terror, sin el que la virtud es impotente. El terror no es otra cosa que justicia diligente, severa e inflexible. Es, pues, una emanación de la virtud.»

Es extremadamente sincero en cada una de sus palabras y en cada uno de sus actos, con lo que ofrece un modelo ejemplar de acción moralista al estilo de su gran ídolo, Jean-Jacques Rousseau, apóstol sumo de la transparencia moral.

Para Robespierre el punto culminante de toda la Revolución fue, probablemente, el 8 de junio de 1794 (20 de pradial), cuando presidió la fiesta del Ser Supremo, instaurado por la legislación que él concibió e hizo aprobar en la Asamblea, en virtud de la cual se establecía una forma deísta de culto que pretendía convertir el ateísmo en cosa del pasado.

Sus discursos describen un mundo en blanco y negro en el que los puros, los probos y los patriotas combaten con heroísmo a toda clase de hombres y mujeres corruptos en la noble labor emprendida por la humanidad para construir su propia identidad en el seno de la virtud.

El arco narrativo, melodramático y sentimental, que estructura sus discursos, y que a menudo lo lleva a evocar su propia muerte en defensa de la libertad, no es nuevo: lleva usándolo desde antes de los inicios de la Revolución y se ha apoyado en él durante toda su trayectoria revolucionaria.

Con todo, tal vez su talón de Aquiles en el campo de la oratoria es que es demasiado susceptible al ridículo y las burlas. Nadie ignora que tiene la piel muy fina, y la firmeza con la que defiende su dignidad invita casi a zaherirlo; en una célebre ocasión, logró acceder a la tribuna gritando: «¡O me dejáis hablar o me degolláis!».

En Occidente nos conocemos bien porque no hemos dejado de hablar de política entre nosotros y los ecos de las voces de quienes nos precedieron resuenan en nuestros oídos con diferente intensidad; somos el resultado del refinamiento de las violencias pasadas y también de los hallazgos luminosos en el campo del derecho, el pensamiento y la ciencia, pero también seguimos fieles a nuestra naturaleza pasional que tiende a tropezar en los embrutecidos guijarros de la dominación.

Hay genotipos políticos que se repiten encapsulados en nuevos organismos que no pueden renunciar a algún tipo de distopía deformante en ciclos cada vez más acelerados, pero con el entusiasmo juvenil intacto; hay ansias de redención, hay inclinaciones nihilistas y una cierta ansiedad por la piel de zapa que se reduce entre incendios e inundaciones.

Pero aunque así fuese, que no será, es mejor ser educados y aceptar con Santos Juliá que Hoy no es Ayer y que no existe memoria colectiva aunque democráticamente podamos debatir el pasado y juntos aprender de los mejores argumentos.

Porque avanzamos como las serpientes, si se mueve un anillo arrastra a los demás y juntos pueden reptar sobre el tronco de un árbol para contemplar el horizonte.

7 comentarios en “Los anillos de la serpiente

  1. Leído con fruición. Tenía ya preparado el comentario según iba leyendo pero se me ha derrumbado al no citar a Pedro Sánchez («No me ha quedado claro si Sánchez es como Robespierre o como Stalin, pese a no haber matado a nadie»). Así que no puedo poner un pero.

  2. Ejem…despues de leer a Mr Mulligan y ver que su artículo es un intento de «OPA mental» a los afiliados y cargos del PSOE a los que considera como «las personas cegadas, hipnotizadas irremediablemente por el culto a la personalidad».
    No menciona a Pedro Sánchez,no hace falta ,es tan evidente el pensamiento central de todo su argumentado político en contra del secretario general del PSOE y presidente del Gobierno por mayoría parlamentaria,que me extrañaría que escribiera un artículo que se apartara de la diana de su objetivo.
    Ante mi doy fe.
    AC/DC
    ¡¡¡Viva Ziluminatius!!!
    ….JA JAJA ..que nervios.

  3. Verá , es un hecho incontrovertible que esa persona de la que usted me habla está fuera de control por la sumisión voluntaria de la borregada federal cuyo destino político es indisociable de su figura.
    Tal es así , que usted , con su talento natural para la exaltación ha reconocido similitudes inmediatas en liderazgos tan distantes ( desde luego el crimen no está entre ellos ) .

    https://m.imdb.com/video/vi2682175513/?playlistId=nm0821672&ref_=ext_shr_lnk

  4. “Pero quizá lo más sorprendente de todo sea que mucha gente se haga partícipe de esta mezcla de mentiras y fantasía por el puro placer de percibir la irritación que produce en los demás esa catarata de falsedades y disparates. Cuanta mayor sea la irritación ajena, mayor el goce propio. Ese regodeo en la provocación es uno de los síntomas de la frivolidad e irresponsabilidad política de nuestro tiempo. En el futuro, quienes analicen nuestra época encontrarán grandes dificultades para explicar qué le pasaba a tanta gente por la cabeza”.

    Ignacio Sánchez Cuenca
    El valor de la mentira. El País, 19-03-2024

  5. Pues a la pregunta de Sánchez Cuenca es fácil responder : a la gente le pasa por la cabeza lo mismo que a Sánchez Cuenca cuando en ese mismo artículo elige no nombrar a nuestro presidente , sus conmilitones o sus ministros y portavoces y sí a Aznar y sobre todo a IDA con más detalle , perdiendo la ocasión , si de mentir se trata , de presentar el singular caso de Pedro Sánchez «¿ cuántas veces quiere que se lo repita ? » …
    El interés del artículo del analista y catedrático Sánchez Cuenca , decae muchas veces por la selección de las ausencias y su estilo, que pretende
    una cierta objetividad académica , se perjudica , en su radicalidad insatisfecha , al intentar pescar con caña renunciando a la generosa abundancia de la red.
    Sánchez ( el presidente no el Profesor ) es a la mentira política lo que Velázquez a la pintura .

  6. Hay quien confunde la mentira,la falsedad,el bulo ,la difamación,la humillacion y la satisfaccion nihilista.
    Mr Mulligan tiene todos los boletos de la rifa.
    ‘¿Y dónde te ha tocado? En la Tómbola Antojitos’

    ¡Ya está la rueda girando, y los corazones palpitando!
    «Te puede tocar o la muñeca Chochona o el Satisfyer. Pues, hombre, ¿qué quieres que te diga?»…JA JAJA…que nervios.

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