La muerte del estratega

Arthur Mulligan

No ha sido hace tanto tiempo ni su presencia felina ocupó tantas páginas como se empeñan en mostrarnos sus antiguos admiradores, fabricantes de leyendas y columnistas distraídos. Ninguna lágrima recorre la simbólica lápida levantada tras la sombra de su paso por entre los muros del poder. Ya todo es solo memoria y el silencio debido a la muerte del estratega, al obligado protocolo que asumió para sellar sus labios con los sagrados lacrados que guardan as confidencias del autócrata.

En DC (11.09.20) Arthur Mulligan y yo mismo, ofrecían una remembranza imperfecta, acaso como lo son todas, que me permito reproducir para significar la necesidad de acudir a la fabulación que explique y complemente las conductas de los personajes sometidos a reserva: Sigue leyendo