Julio Embid
Una de las primeras veces que pisé mi barrio de Carabanchel me encontré una pegatina negra con letras blancas de un grupo anarquista que decía “¿Un patriota?, ¡un idiota!” pegada a la marquesina del autobús que había frente a mi nueva casa. Me hizo mucha risa, por lo contundente e infantil del mensaje y porque, desde el radikalismo con k más salvaje, se pueden hacer rimas consonantes.