Reflexiones (a sangre fría) sobre el plan de choque social

Pedro Luna Antúnez

  1. Internet y las redes sociales en particular son lugares proclives para opinar en caliente y de manera impulsiva (yo tampoco me libro de ello). He leído en los dos últimos días opiniones diametralmente opuestas y otras muy a favor de las medidas aprobadas por el gobierno. Si algo no ha cambiado la pandemia es nuestra defensa ciega y sin el menor atisbo de autocrítica cuando se trata de juzgar a los nuestros, de igual manera que en el otro lado de la balanza hay quienes atacarán por sistema al adversario político independientemente de lo que haga. Es el viejo virus del sectarismo del que no parece que tengamos vacuna. En cualquier caso, éstas son mis valoraciones a sangre fría:
  2. Es verdad que se aprueban medidas sociales como la moratoria de hipotecas y que no se corten suministros básicos de agua y energía para los colectivos más vulnerables afectados por la crisis derivada de la pandemia. Asimismo, se creará un fondo de 600 millones de euros para reforzar los servicios sociales en su atención a la población sin hogar así como a la atención a personas mayores y dependientes
  3. Yo puedo entender que se apruebe una línea de avales pública para garantizar la liquidez de las pequeñas y medianas empresas. Dejar en la estacada a PYMES y autónomos sería muy contraproducente para el tejido económico y el empleo. Pero en el decreto veo poca intervención estatal en el gran sector privado ¿Las multinacionales, las grandes empresas de sectores estratégicos y la Banca con beneficios de miles de millones cuándo arrimaran el hombro?
  4. Que el plan de choque no contemple una moratoria de los alquileres me parece muy preocupante. Las consecuencias para miles de familias vulnerables pueden ser terribles. Ésta es posiblemente una de las grandes lagunas del plan de choque. No en vano, la población más precaria laboralmente vive en su mayoría de alquiler por falta de recursos económicos para acceder a una vivienda de propiedad. Recordemos que en Francia se ha aprobado la suspensión del pago de los alquileres y en Italia se destinarán ayudas para afrontar tal gasto.
  5. Cierto es que el Estado está para proteger a los más necesitados en estas situaciones. Pero no sólo el Estado debería de asumir la carga económica sino que habría que intervenir el capital privado que en su día se benefició de las ayudas públicas empezando por la devolución del rescate bancario. ¿Es aceptable un mayor endeudamiento de las arcas públicas cuando la Banca aún debe 60.000 millones de euros a la caja común?
  6. Quizás toda la atención que estamos prestando a los ERTES en las grandes empresas nos está haciendo olvidar la verdadera sangría en forma de despidos que están sufriendo miles de trabajadores y trabajadoras de los sectores del comercio y la hostelería. Obviamente un ERTE no es una situación ideal. En mi caso, que estoy afectado por un ERTE, cobraré un 80% de mi nivel salarial tras haberse negociado un complemento pagado por la empresa. Como es evidente se trata de una extinción temporal de empleo con el reingreso a la vuelta de la esquina y con el mantenimiento de las mismas condiciones laborales anteriores al cese. Se podría debatir si en este contexto la administración pública debe de autorizar a empresas con ingentes beneficios la presentación de estos expedientes. Pero socialmente dista mucho esta situación con el gran desamparo en el que se encuentran la clase trabajadora más precaria e invisibilizada, especialmente jóvenes, mujeres e inmigrantes.

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