Otra ración de calamares

Julio Embid

En una vida anterior, hace ya muchos muchos años, escribí un libro titulado “Hijos del Hormigón. ¿Cómo vivimos en la periferia sur de Madrid? (Publicado por la Editorial La Lluvia en 2016) con prólogo del periodista Joaquín Estefanía. En aquella obra hablaba de la olvidada periferia meridional de la capital del reino y de las personas de clase trabajadora que allí viven. Las condiciones de vida, los ingresos, la esperanza de vida, los servicios públicos y el ocio y el tiempo libre no son iguales en el centro que en las afueras. En poco se parecen Chamberí y Villaverde. En una de las presentaciones de dicho libro, un buen amigo dijo que “A veces el Manzanares es más ancho que el Amazonas” y, a pesar de la carcajada general, no estaba exento de razón. Salud, dinero y amor no son variables independientes entre sí.

Así, iniciamos la campaña con una serie de declaraciones de diferentes políticos de las tres izquierdas madrileñas (nunca libres de caínismo) afirmando que si en Puente de Vallecas o en Usera se votase en igual participación que en los distritos burgueses de Retiro y Salamanca, Ayuso no volvería a ser presidenta. Está muy bien esta afirmación de las personas de clase media-alta que decimos: “La culpa de que la derecha gane en Madrid es de la clase trabajadora, que se queda en casa”. Si en Vallecas, en Entrevías o en Carabanchel va a votar un 20% más de electores… Y si mi abuela tuviera ruedas, sería una bicicleta. Pensar que unas elecciones repetidas un martes va a haber más participación que un domingo con varias elecciones a la vez (municipales, autonómicas y europeas) como fue el 26 de mayo de 2019 resulta irrisorio. La presidenta Isabel Díaz Ayuso era consciente de eso y su jefe de gabinete también. Sigue leyendo