La igualdad no es un programa, es su posibilidad

Arthur Mulligan

En toda la doctrina propia de una iglesia prima no tanto el contenido intelectual sino el institucional. De modo similar, el término socialista no designa una persona que tiene esta o aquella concepción del mundo, definida por su contenido, sino una persona de una determinada mentalidad, la cual le predispone a adherirse a cualquier concepción prescrita por la autoridad.

Uno deviene socialista (tal y como sucede ahora con especial vigor) por el hecho de declararse dispuesto a aceptar en cada caso el contenido que la autoridad recomiende. Así pues, ahora es socialista todo aquel que acepte la indiscutible autoridad de quien ha liderado un cartel electoral con independencia de la elaboración de la doctrina-programa (algo que poca gente lee), un agregado histórico de generalidades, una suma de buenas intenciones respetables para el gran público y presentes en todo balance de gestión expresado en altos porcentajes de cumplimiento. Sigue leyendo