Segundas partes pueden ser mejores

Barañain

No es que uno sea un mitómano, pero formando parte de lo que se consideró la última generación del antifranquismo, cuya educación político-sentimental estuvo tan marcada por el  traumático final de la experiencia socialista chilena de Allende  en 1973 (me gustaría poder decir que “parece que fue ayer” pero es una eternidad el tiempo transcurrido) no podía resultarme indiferente la escena del traspaso de poder en Santiago de Chile del conservador Sebastián Piñera a la socialista Michele Bachelet, con Isabel Allende –flamante presidenta del senado- haciendo de maestra de la ceremonia.

Sigue leyendo