¿Existía realmente una línea roja en Siria?

Barañaín 

Dentro de poco, perderemos la cuenta de las víctimas del conflicto que enfrenta a Bachar El Assad y su clan alauita con una buena parte de su pueblo. Enfriado el entusiasmo informativo despertado por la fugaz primavera árabe, asistimos a la ración diaria de horrores con una especie de  bostezo universal que se instaló entre nosotros  desde que se hizo evidente que nadie movería un dedo por parar la sangría siria. Apoyando la insurgencia libia se agotó la aportación occidental a la democratización del mundo árabe. Los EEUU respaldaron a los europeos,  en esa ocasión, a regañadientes. Más tarde, en Egipto, dejaron claro que lo importante para ellos era el pacto con la Hermandad Musulmana de Morsi. ¿Y en Siria?, bueno, qué quieren, lo de  Siria fueron siempre palabras mayores.

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La literatura de la crisis

Lobisón

La literatura de la crisis, apresurada y a menudo con erratas, la están haciendo la prensa y los medios, incluyendo esos titulares a veces incomprensibles que aparecen al pie de la pantalla en los informativos de televisión. Los disparatados atentados de Boston, con la caza de los sospechosos y los acusadores lamentos de los padres. El tiroteo en la puerta del palacio Chigi, del que se responsabiliza a un hombre con problemas mentales, como si las cabezas de Berlusconi, Grillo o los hermanos Tsarnaev fueran ejemplos de normalidad. Los suicidios —estadísticamente no significativos— que salpican las noticias de cada día.

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La Defensa importa

LBNL

Y si no que se lo digan al Barça, que por falta de una defensa en condiciones el martes se tragó cuatro goles como cuatro soles, o al Madrid que anoche se llevó otros cuatro. Pero no, no me refiero a ese tipo de defensa, como tampoco a esa otra según la cual la mejor es un buen ataque. No, cuando hablamos de Defensa, de capacidades militares, hablamos de la capacidad de defenderse de un ataque, tanto en la práctica si verdaderamente llega a concretarse, como disuasoriamente por el mero hecho de contar con medios de defensa suficientemente convincentes.

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Tenacidad

Lobisón

Thomas S. Kuhn, que en gloria esté, dio un serio disgusto a sir Karl Popper sosteniendo que los científicos no modificaban sus teorías cuando los hechos las contradecían, sino que buscaban hipótesis ad hoc o enredaban con hipótesis de segundo orden para explicar las anomalías. A eso lo llamaba tenacidad científica y le parecía elogiable, pero para Popper era anatema, ya que en su concepción los científicos debían estar dominados por un espíritu crítico próximo a la histeria, y cambiar de teoría como quien se cambia de camisa. Milton Friedman (otro de los santos patronos de la derecha ilustrada) sostenía además que lo mejor era desarrollar teorías basadas en hipótesis extremadamente implausibles.

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Tics filosóficos

Senyor_G

 C+,…

… al poco de hablarme de uno de tus filósofos en Alcanar le leí en una entrevista en esa revista que acostumbro a tener entre manos. Con su estilo llamativo, qué facha llevaba, dirían nuestras madres, hacía gala de su anarquismo e inconformismo. A mí a me parecía más que nada elitismo. Ni tú ni yo tendríamos no sé si llamarle bagaje cultural o simplemente estudios sin el estado por en medio.

Habrán sido importantes nuestras familias, seguro, la base estará ahí. Pero los conocimientos, las lecturas o las inquietudes que tenemos no estarían sin ciertas instituciones como la escuela. Un no por el no, no nos hubiese servido. No hubiésemos tenido un refugio y palanca en la biblioteca familiar como él, ni siquiera habríamos abierto la puerta de una biblioteca pública si no hubiese sido por la “obligación” que nos puso alguna profesora para consultar torpemente algún libro en ella. Y aquella señora lo haría pensando junto a nuestros padres en nuestro futuro.

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El triunfo de la convicción sobre el fracaso

LBNL

El reconocido poetaensayistabiógrafolexicógrafo y por muchos considerado como el mejor crítico de literatura en inglés, Samuel Johnson, dijo que el matrimonio supone el triunfo de la imaginación sobre la inteligencia, añadiendo que un segundo matrimonio sería el triunfo de la esperanza sobre la experiencia. Fallecido en 1784, no debía concebir la vida en pareja estable sin vínculo matrimonial (que viene a ser lo mismo) ni tampoco la posibilidad de que alguien pudiera llegar a casarse por tercera vez. De tal manera que, ante la tesitura, me veo compelido a complementar su cita con el enunciado de este post.

Sin entrar en disquisiciones procelosas sobre el concepto de fracaso, lo cierto es que el final de una pareja, el divorcio de un matrimonio, implica al menos un cierto grado de fracaso, salvo que la unión estuviera basada en premisas ajenas al concepto tradicional y típico de voluntad de convivir con la pareja por el resto de la existencia, incluso a sabiendas de la alta probabilidad (a juzgar por las estadísticas) de que dicha expectativa no llegue a cumplirse.

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