Barañaín
Dentro de poco, perderemos la cuenta de las víctimas del conflicto que enfrenta a Bachar El Assad y su clan alauita con una buena parte de su pueblo. Enfriado el entusiasmo informativo despertado por la fugaz primavera árabe, asistimos a la ración diaria de horrores con una especie de bostezo universal que se instaló entre nosotros desde que se hizo evidente que nadie movería un dedo por parar la sangría siria. Apoyando la insurgencia libia se agotó la aportación occidental a la democratización del mundo árabe. Los EEUU respaldaron a los europeos, en esa ocasión, a regañadientes. Más tarde, en Egipto, dejaron claro que lo importante para ellos era el pacto con la Hermandad Musulmana de Morsi. ¿Y en Siria?, bueno, qué quieren, lo de Siria fueron siempre palabras mayores.