Torelancia

Alberto Penadés 

Los toros se prohibirán tarde o temprano, especialmente a medida que vayan cayendo en desuso, como han caído en cierto desuso en Cataluña, razón que explica tal vez más que otras el posible éxito de la iniciativa que busca prohibirlos allí. También se han ido prohibiendo, en nuestras sociedades, cierto tipo de experimentos con animales, ciertas formas de caza, se han desterrado prácticamente algunas vestimentas, se han establecido cosas parecidas a una carta de derechos “otorgada” para algunos animales especiales, como el Proyecto Gran Simio, y todo esto es indudable progreso en general.

Se puede pensar así y pensar que algunos adalides de los derechos de los animales a menudo tienen la mente más confundida que un sacristán carlista, o que lo que impulsa a algunos a borrar del mapa el toreo es una mezcla de convicciones políticas y sociales que no siempre mejora en mucho a la de quienes defienden más ranciamente la fiesta brava. (Sin la cuestión identitaria de por medio, es difícil que el resto de los argumentos, por buenos que sean, que algunos lo son, cuaje políticamente; y que la cuestión identitaria es clave me parece bastante fuera de duda, o no sé si se imaginan que si el nacionalismo vasco no pide la abolición de los sanfermines es por déficit comparativo de ecologismo).

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