Maneras de vivir II. Hacia dentro

Sicilia

En el post que iniciaba este serie, trataba de esbozarse cómo diferentes países tenían una mayor o menor relación comercial con el exterior y en qué especializaban sus intercambios. Se adivinaban distintas maneras de tener éxito, y de explotar las diferentes ventajas, al mismo tiempo que aparecían ciertos ejemplos objetivos como más razonables que otros.

En el post de hoy se cambia el objetivo del examen. Siguiendo la línea de las odiosas comparaciones, esta vez se trata de dilucidar cómo estamos en cuánto a nuestra estructura impositiva, o dicho de otra manera, cuánto, cómo y de dónde el Estado obtiene los recursos necesarios para desempeñar las funciones que los ciudadanos le hemos atribuido. Los datos que se presentan se han obtenido de Eurostat y no se ha realizado elaboración alguna con ellos, sólo ordenarlos.

Muy poco se ha debatido en la última expansión económica sobre el nivel necesario de impuestos y de dónde debían venir. A escala mundial –también nacional- la interpretación dominante ha sido que los impuestos siempre son demasiado altos, por tanto, siempre es positivo que bajen, porque existían enormes beneficios para la actividad económica, no por un innecesario estímulo a la demanda, ya que globalmente vivíamos una época de expansión, sino por factores de “competitividad”, palabra que mal manejada puede convertirse en una obsesión peligrosa. Sigue leyendo