Cuatro ratones y una calabaza

Lobisón

Provocan sentir cierto asombro algunos excesos de pasión por muy fundados que estén. Un ejemplo claro son las insatisfacciones ante los resultados del Congreso del PSOE. Muchos descalifican esos resultados porque tienen muy mala opinión de alguno o varios de los ganadores, y la impresión que se tiene a veces, además,  es que esa mala opinión no se basa en la experiencia personal, sino en opiniones de terceros. Pero lo que sucede es que, al perderse la magia del poder el 20-N, el PSOE ha debido enfrentarse a la dura realidad, como Cenicienta cuando dieron las doce.

Si el PSOE hubiera contado con un potencial equipo de dirección supersónco, estratrofico y que oliera a Chanel No. 5 (esto es una cita de Cortázar, para que vean que yo leí­a de joven), no estaría como ha llegado a estar. Los equipos y los liderazgos no se improvisan, y a lo más que se puede aspirar es a que la nueva dirección consiga pacificar el partido y ponerlo a trabajar. Claro que primero vamos a atravesar una renovada fase de crispación con los congresos regionales. Yo ya me he metido bajo la cama y no pienso salir hasta que termine el de Madrid.

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